Nuestro vuelo de regreso a Seúl salía a las 9:10 de la mañana y como ya sabíamos que nos bastaba con facturar entre 30 y 40 minutos de la salida decidimos salir del hotel un poco antes de las 8 de la mañana.
Lo primero que teníamos que hacer era devolver el coche al lugar de recogida, no teníamos muy claro el destino pero sí que debía estar muy cerca del aeropuerto. Así que recogimos nuestros petates, hicimos el check out y una vez en el coche buscamos en el navegador "kumho", el nombre de la compañía de alquiler, claro está en hangul. Nos salieron un par de oficinas a 8 minutos, muy próximas una de la otra, y el camino indicado para llegar allí era el mismo que al aeropuerto, así que debía ser una de las dos, escogimos la primera y allá que fuimos. Justo antes de llegar rellenamos el depósito, en la zona hay varias gasolineras así que no hay problema. Llegamos y resulta que ese no era el lugar, pero estaba tan sólo a 200 metros, el chico que nos atendió, que casualmente fue el mismo que nos había entregado el coche tres días antes, nos puso en el navegador la otra dirección ya que no sabía explicarnos en inglés cómo llegar y en un minuto llegamos. Otro chico nos revisó el coche muy por encima y nos dijo que estaba todo bien, indicándonos que nos subiéramos en la furgoneta que estaba justo enfrente y que nos llevaría al aeropuerto.
El recorrido hasta el aeropuerto no nos llevó más de 5 minutos. Una vez allí lo primero fue facturar para despreocuparnos de las maletas, como cuando vinimos nos dieron esa especie de ticket tarjeta de embarque, con los asientos que yo tenía preasignados. Y de ahí a desayunar, esta vez en Dunkin Donuts, para mi un "original black" lo más parecido al café español que encontré y además de lo más barato (2.000 wons) y para mi costi un café latte. Unos donuts rellenos que estaban de rechupete y quedamos como señores.
El aeropuerto de Jeju también es bastante coqueto, aunque no llega a los niveles del de Busán. Es increible el nivel de tráfico aereo que tiene, aunque también es lógico ya que se trata de una isla y encima turística, pero es que salían varios aviones cada 5 minutos. Sin ir más lejos, en nuestra puerta hubo dos embarques de Korean Air simultáneos, para evitar jaleos nos pusieron el típico letrero al que ya empezábamos a acostumbrarnos con el número de vuelo y las filas que debían embarcar. El vuelo fue perfecto, como a la ida nos dieron una bebida al poco de despegar, y en aproximadamente una hora estábamos en Gimpo, el otro aeropuerto de Seúl.
Como al día siguiente volvíamos a España y el vuelo salía pronto, decidí coger un hotel cerca de Incheon para evitar el gran madrugón. En concreto, basándonos en las críticas que vimos por internet optamos por el hotel June, que además se encuentra muy cerca de la estación de AREX de Unseo.
El AREX es el tren rápido que comunica los aeropuertos de Incheon y Gimpo y funciona de maravilla, es super cómodo y tampoco me pareció excesivamente caro. Una vez recogido el equipaje, que como siempre salió rapidísimo no tuvimos más que seguir las señales que indicaban AREX (en color azul marino) y que coinciden con las que te llevan al metro. Hay un tren cada 12 minutos y el precio hasta nuestro destino era de 2.800 wons (unos dos euros), con una duración de 28 minutos (hasta Incheon se tardan 32 minutos y el coste es de 3.300 wons). A nosotros nos valían todos los trenes salvo el que sale a las horas y 38 porqué va directo entre los aeropuertos sin paradas intermedias. El recorrido en AREX se nos hizo bastante corto, no va mucha gente, vas sentado y hasta hay televisión. Una vez en la estación nos dirigimos al hotel que estaba a unos 300 metros, no tiene mucha pérdida y además yo había mirado en el streetview de Daum como llegar (si alguién necesita indicaciones que me lo diga).
Llegamos al hotel sobre las 11 y poco, y aunque el check in en teoría es a las 2, no tuvimos ningún problema, nos atendió una chica muy maja y que hablaba un correcto inglés, incluso nos tomó nota sin pedírselo para el transporte al aeropuerto del día siguiente, no os lo había dicho, pero este hotel tiene un servicio de transporte al aeropuerto gratuito.
La habitación está estupenda, es grande y con todas las comodidades, un tocador, ordenador con internet, una supertelevisión plana, agua, nevera, baño de botoncitos y hasta bañera con hidromasaje. Creo que es un hotel muy recomendable, lo único que no me gustó mucho es el color de los muebles, cerezo, pero eso ya es rizar el rizo.
Eran cerca de las 12 cuando regresamos a Seúl para parsar nuestro último día en la ciudad. Para llegar cogimos el AREX de nuevo hasta Gimpo y desde ahí la línea 5 de metro hasta el centro de Seúl. Antes recargamos la T-Money con lo justo para ese día ya que habíamos agotado el saldo. Las recargas se pueden hacer en cualquier convenience o en las propias estaciones de metro donde hay unas máquinas supermodernas que no sólo te indican en pantalla los distintos pasos sino que hasta te lo van diciendo en inglés, una maravilla y super rápido.
El recorrido en metro desde Gimpo al centro de Seúl se hace un poco largo, debe tardarse algo más de una hora, pero nosotros tampoco teníamos ninguna prisa. Nuestra primera parada fue en Insadong para comprar los típicos recuerdos, es el mejor sitio para ese tipo de compras. Hoy, como era sábado estaba super animado, con conciertos y espectáculos callejeros, eso sí, había ríos de gente y en particular extranjeros (en su mayor parte australianos), creo que sólo en el rato que paseamos por Insadong nos cruzamos con más occidentales que en todo el resto del viaje. Os pongo algunas fotos más de Insadong:
Tras comprar un par de camisetas para nosotros por el módico precio de 5.000 wons (poco más de tres euros) y los detalles para algún que otro familiar y amigos, llegó la hora de comer. En Insadong no hay gran cantidad de sitios para comer pero callejeando un poco en sus alrededores encontramos un McDonalds. Para innovar nos compramos unos rollitos rellenos de pollo (creo que están lanzando algo similar en España), de sabor estaban buenísimos aunque eran un poco estilo coreano, eso sí picaban una barbaridad, supongo que llevarían bastante cantidad de pimiento rojo coreano enmascarado en el pollo o la salsa.
Desde aquí bajamos caminando hasta Myeongdong, aunque fuimos dando un pequeño rodeo para ver algunas cosas que se nos habían quedado pendientes. Volvimos a pasar junto a la puerta Gwanghamun (puerta principal del palacio Gyeongbokgung) y caminamos por la calle principal que parte de la puerta, es una avenida enorme que en teoría une la puerta con el Ayuntamiento. Según caminábamos hacia el sur enseguida nos encontramos con la Estatua del Rey Sejong, el cuarto rey de la Dinastia Joseon famoso por haber instaurando el Hangul, el actual alfabeto coreano:
Justo frente a la estatua se encuentra una especie de museo dedicado a este rey, el King Sejong Memorial Hall, nosotros no lo visitamos pero os pongo una foto del exterior:
Unos metros más adelante, nos encontramos una fuente con los típicos chorros de agua que salen en perpendicular del suelo y junto a ella una nueva estatua, la del Admiral Lee Sun Sin. Se trata de un comandante coreano famoso por sus victorias contra los japoneses durante la invasión japonesa en la época de la Dinastia Joseon.
Así continuamos hacia el sur hasta que llegamos al ayuntamiento, ya habíamos estado en esta zona previamente pero no nos habíamos detenido demasiado en la plaza.
Desde aquí nos fuimos a Myeongdong, también con la finalidad de comprar alguna cosa, pero la verdad es que había tal cantidad de gente (siempre hay gente pero en fin de semana apenas se puede caminar) que se nos hizo muy difícil comprar algo. Lo que sí hicimos fue parar a tomar un helado en The Baskin Robbins, una cadena sólo de helados que veréis por todas partes. La verdad es que casi todo lo que probamos allí está buenísimo, siempre tienen un montón de gente. Nos vino estupendamente para compensar el picante de la comida.
Por último, nos dimos un breve paseo por el Centro Comercial Lotte, puesto que hasta hoy no habíamos entrado en él.
Desde Myeongdong cogimos el metro hasta la zona de Dongdaemun, a la que también le debíamos una oportunidad. Como era de día, a diferencia de la otra vez que pasamos por allí, todavía estaban abiertos los puestos callejeros que se sitúan junto al arroyo. Si os gustan las deportivas es el paraiso. Yo no pude evitar comprarme unas New Balance por el módico precio de 22.000 wons.
Lo bueno de que haya más gente, es que esta vez sí pudimos pasear por las tiendas de los grandes almacenes sin que nos agobiaran, o al menos no tanto como la otra vez. Mi marido, hasta consiguió comprarse un polo al que había echado el ojo casi desde que llegamos a Seúl. Os pongo unas fotos de la zona de día.
Según anochecía la zona se fue animando, con los conciertos callejeros de los que os hablé en otra etapa del diario. Nos habríamos quedado más tiempo, pero todavía teníamos un buen trecho hasta el hotel y además teníamos que dejarlo todo preparado para coger el vuelo de regreso a España al día siguiente.
De nuevo cogimos el metro y el AREX hasta nuestro hotel en Incheon. No fuimos directamente al hotel sino que nos dimos una vuelta por la zona y aprovechamos para comprar algo de cenar en un convenience store. Con esto nos despedíamos de Seúl.....
Lo primero que teníamos que hacer era devolver el coche al lugar de recogida, no teníamos muy claro el destino pero sí que debía estar muy cerca del aeropuerto. Así que recogimos nuestros petates, hicimos el check out y una vez en el coche buscamos en el navegador "kumho", el nombre de la compañía de alquiler, claro está en hangul. Nos salieron un par de oficinas a 8 minutos, muy próximas una de la otra, y el camino indicado para llegar allí era el mismo que al aeropuerto, así que debía ser una de las dos, escogimos la primera y allá que fuimos. Justo antes de llegar rellenamos el depósito, en la zona hay varias gasolineras así que no hay problema. Llegamos y resulta que ese no era el lugar, pero estaba tan sólo a 200 metros, el chico que nos atendió, que casualmente fue el mismo que nos había entregado el coche tres días antes, nos puso en el navegador la otra dirección ya que no sabía explicarnos en inglés cómo llegar y en un minuto llegamos. Otro chico nos revisó el coche muy por encima y nos dijo que estaba todo bien, indicándonos que nos subiéramos en la furgoneta que estaba justo enfrente y que nos llevaría al aeropuerto.
El recorrido hasta el aeropuerto no nos llevó más de 5 minutos. Una vez allí lo primero fue facturar para despreocuparnos de las maletas, como cuando vinimos nos dieron esa especie de ticket tarjeta de embarque, con los asientos que yo tenía preasignados. Y de ahí a desayunar, esta vez en Dunkin Donuts, para mi un "original black" lo más parecido al café español que encontré y además de lo más barato (2.000 wons) y para mi costi un café latte. Unos donuts rellenos que estaban de rechupete y quedamos como señores.
El aeropuerto de Jeju también es bastante coqueto, aunque no llega a los niveles del de Busán. Es increible el nivel de tráfico aereo que tiene, aunque también es lógico ya que se trata de una isla y encima turística, pero es que salían varios aviones cada 5 minutos. Sin ir más lejos, en nuestra puerta hubo dos embarques de Korean Air simultáneos, para evitar jaleos nos pusieron el típico letrero al que ya empezábamos a acostumbrarnos con el número de vuelo y las filas que debían embarcar. El vuelo fue perfecto, como a la ida nos dieron una bebida al poco de despegar, y en aproximadamente una hora estábamos en Gimpo, el otro aeropuerto de Seúl.
Como al día siguiente volvíamos a España y el vuelo salía pronto, decidí coger un hotel cerca de Incheon para evitar el gran madrugón. En concreto, basándonos en las críticas que vimos por internet optamos por el hotel June, que además se encuentra muy cerca de la estación de AREX de Unseo.
El AREX es el tren rápido que comunica los aeropuertos de Incheon y Gimpo y funciona de maravilla, es super cómodo y tampoco me pareció excesivamente caro. Una vez recogido el equipaje, que como siempre salió rapidísimo no tuvimos más que seguir las señales que indicaban AREX (en color azul marino) y que coinciden con las que te llevan al metro. Hay un tren cada 12 minutos y el precio hasta nuestro destino era de 2.800 wons (unos dos euros), con una duración de 28 minutos (hasta Incheon se tardan 32 minutos y el coste es de 3.300 wons). A nosotros nos valían todos los trenes salvo el que sale a las horas y 38 porqué va directo entre los aeropuertos sin paradas intermedias. El recorrido en AREX se nos hizo bastante corto, no va mucha gente, vas sentado y hasta hay televisión. Una vez en la estación nos dirigimos al hotel que estaba a unos 300 metros, no tiene mucha pérdida y además yo había mirado en el streetview de Daum como llegar (si alguién necesita indicaciones que me lo diga).
Llegamos al hotel sobre las 11 y poco, y aunque el check in en teoría es a las 2, no tuvimos ningún problema, nos atendió una chica muy maja y que hablaba un correcto inglés, incluso nos tomó nota sin pedírselo para el transporte al aeropuerto del día siguiente, no os lo había dicho, pero este hotel tiene un servicio de transporte al aeropuerto gratuito.
La habitación está estupenda, es grande y con todas las comodidades, un tocador, ordenador con internet, una supertelevisión plana, agua, nevera, baño de botoncitos y hasta bañera con hidromasaje. Creo que es un hotel muy recomendable, lo único que no me gustó mucho es el color de los muebles, cerezo, pero eso ya es rizar el rizo.
Eran cerca de las 12 cuando regresamos a Seúl para parsar nuestro último día en la ciudad. Para llegar cogimos el AREX de nuevo hasta Gimpo y desde ahí la línea 5 de metro hasta el centro de Seúl. Antes recargamos la T-Money con lo justo para ese día ya que habíamos agotado el saldo. Las recargas se pueden hacer en cualquier convenience o en las propias estaciones de metro donde hay unas máquinas supermodernas que no sólo te indican en pantalla los distintos pasos sino que hasta te lo van diciendo en inglés, una maravilla y super rápido.
El recorrido en metro desde Gimpo al centro de Seúl se hace un poco largo, debe tardarse algo más de una hora, pero nosotros tampoco teníamos ninguna prisa. Nuestra primera parada fue en Insadong para comprar los típicos recuerdos, es el mejor sitio para ese tipo de compras. Hoy, como era sábado estaba super animado, con conciertos y espectáculos callejeros, eso sí, había ríos de gente y en particular extranjeros (en su mayor parte australianos), creo que sólo en el rato que paseamos por Insadong nos cruzamos con más occidentales que en todo el resto del viaje. Os pongo algunas fotos más de Insadong:
Tras comprar un par de camisetas para nosotros por el módico precio de 5.000 wons (poco más de tres euros) y los detalles para algún que otro familiar y amigos, llegó la hora de comer. En Insadong no hay gran cantidad de sitios para comer pero callejeando un poco en sus alrededores encontramos un McDonalds. Para innovar nos compramos unos rollitos rellenos de pollo (creo que están lanzando algo similar en España), de sabor estaban buenísimos aunque eran un poco estilo coreano, eso sí picaban una barbaridad, supongo que llevarían bastante cantidad de pimiento rojo coreano enmascarado en el pollo o la salsa.
Desde aquí bajamos caminando hasta Myeongdong, aunque fuimos dando un pequeño rodeo para ver algunas cosas que se nos habían quedado pendientes. Volvimos a pasar junto a la puerta Gwanghamun (puerta principal del palacio Gyeongbokgung) y caminamos por la calle principal que parte de la puerta, es una avenida enorme que en teoría une la puerta con el Ayuntamiento. Según caminábamos hacia el sur enseguida nos encontramos con la Estatua del Rey Sejong, el cuarto rey de la Dinastia Joseon famoso por haber instaurando el Hangul, el actual alfabeto coreano:
Justo frente a la estatua se encuentra una especie de museo dedicado a este rey, el King Sejong Memorial Hall, nosotros no lo visitamos pero os pongo una foto del exterior:
Unos metros más adelante, nos encontramos una fuente con los típicos chorros de agua que salen en perpendicular del suelo y junto a ella una nueva estatua, la del Admiral Lee Sun Sin. Se trata de un comandante coreano famoso por sus victorias contra los japoneses durante la invasión japonesa en la época de la Dinastia Joseon.
Así continuamos hacia el sur hasta que llegamos al ayuntamiento, ya habíamos estado en esta zona previamente pero no nos habíamos detenido demasiado en la plaza.
Desde aquí nos fuimos a Myeongdong, también con la finalidad de comprar alguna cosa, pero la verdad es que había tal cantidad de gente (siempre hay gente pero en fin de semana apenas se puede caminar) que se nos hizo muy difícil comprar algo. Lo que sí hicimos fue parar a tomar un helado en The Baskin Robbins, una cadena sólo de helados que veréis por todas partes. La verdad es que casi todo lo que probamos allí está buenísimo, siempre tienen un montón de gente. Nos vino estupendamente para compensar el picante de la comida.
Por último, nos dimos un breve paseo por el Centro Comercial Lotte, puesto que hasta hoy no habíamos entrado en él.
Desde Myeongdong cogimos el metro hasta la zona de Dongdaemun, a la que también le debíamos una oportunidad. Como era de día, a diferencia de la otra vez que pasamos por allí, todavía estaban abiertos los puestos callejeros que se sitúan junto al arroyo. Si os gustan las deportivas es el paraiso. Yo no pude evitar comprarme unas New Balance por el módico precio de 22.000 wons.
Lo bueno de que haya más gente, es que esta vez sí pudimos pasear por las tiendas de los grandes almacenes sin que nos agobiaran, o al menos no tanto como la otra vez. Mi marido, hasta consiguió comprarse un polo al que había echado el ojo casi desde que llegamos a Seúl. Os pongo unas fotos de la zona de día.
Según anochecía la zona se fue animando, con los conciertos callejeros de los que os hablé en otra etapa del diario. Nos habríamos quedado más tiempo, pero todavía teníamos un buen trecho hasta el hotel y además teníamos que dejarlo todo preparado para coger el vuelo de regreso a España al día siguiente.
De nuevo cogimos el metro y el AREX hasta nuestro hotel en Incheon. No fuimos directamente al hotel sino que nos dimos una vuelta por la zona y aprovechamos para comprar algo de cenar en un convenience store. Con esto nos despedíamos de Seúl.....