Me desperté y casi no podía abrir los ojos. La noche anterior nos acostamos tarde por ver la aurora boreal y aunque había merecido la pena sentía que tenia los parpados pegados uno con otro. Era el último día antes de llevar a Reykjavic a la tarde, nuestro último día entero en Islandia y no quería que empezase. Mientras seguía tumbada en la cama luchando con mis ojos para que se abrieran, escuche a la gente como comentaba el maravilloso espectáculo de la noche anterior y creo que pensar en ello me dio fuerzas para levantarme de la cama y lavarme la cara con agua bien fría.
Era nuestro ultimo desayuno “campestre” pues la mañana siguiente desayunaríamos en el hostel y había que acabar existencias, menudo banquete que nos dimos y que desayuno tan variado, acabamos con todas las sobras de la cena, comida, meriendo y de lo que fuera!
Hoy nos dirigíamos a la costa oeste, hacia la península de Reykjanes. Por la carretera 26 nos dirigimos a la nº1. Después tomamos la 417 hacia el oeste, pasando al lado de las instalaciones de esquí de Bláfjöll. Siguiendo hacia el oeste por la misma 417 visitamos unos secaderos de pescado. Jamás había visto ninguno y la verdad es que fue curioso. Hay que comentar que el olor al bajar del coche era fuertísimo y más de uno tuvo ganas de volver al coche antes de lo normal.
Continuamos por la 417 hacia el oeste y luego la 42 para llegar al lago Kleifarvatn, el lago mas grande de la península y con playas de arena negra en pleno desierto de lava. Después del gran terremoto del 2000, el lago empezó a disminuir y el 20% de su superficie ha desapareció aunque las grietas que se abrieron en el terremoto se han ido rellenando lentamente y para el año 2008 el lago recuperó su precedente nivel de superficie.
Por la misma carretera, a unos pocos kilómetros se encuentran las solfataras de Krysuvic o también llamada Seltun. Se trata de una zona de aguas termales donde encontramos geyseres, solfataras y demás fenómenos geotermales que despiden un fuerte olor a huevos podridos. El azufre aquí existente fue explotado tiempos atrás para la fabricación de pólvora. La visita al área geotermal principal se realiza por un circuito hecho de madera para no pisar el terreno y poder acercarte a los puntos calientes, aunque desde el mismo aparcamiento salen diferentes trekkings balizados para visitar el área más extensamente.
Tomamos un desvío desde la 42 hacia la derecha, incorporándonos a la carretera 427 hacia el oeste, bordeando la preciosa costa negra de la península de Reykjanes. Era la hora de comer y fuimos a un pequeño bosque replantado cerca de la Blue Lagoon, para llenar los estómagos antes del baño final.
Llegamos a la celebérrima Blue Lagoon y tras pagar los 28 euros de entrada nos esperaban 3 horas de autentico relax. www.bluelagoon.com
Cuando pagas te dan una pulsera que sirve para abrir y cerrar las taquillas o incluso para pagar las consumiciones del bar. Tienes que buscar una taquilla abierta, metes tus ropas y pones la pulsera junto al sensor de la puerta, emite un pitido y se cierra. Hay que volver a poner la pulsera en el mismo sitio para abrir la taquilla y no os olvidéis en recordar el numero de la taquilla! Otro pequeño consejo, no llevéis chancletas fuera porque casi nadie los lleva, pero yo si llevaría la toalla porque fuera hace un frío que pela y quizás queráis salir del agua un rato. Aunque el lugar esta muy masificado para mi gusto, nos lo pasamos genial, probando cada zona de la piscina, cascada, sauna y por supuesto untándonos la cara con barro. Las vistas desde la terraza superior (en la foto) son muy bonitas, merece la pena y se accede por unas escaleras entre el bar-restaurante y la tienda de suvenirs.
Nos quedamos como pasas pero la mar de a gusto y relajados. En las duchas hay acondicionador para el pelo, daros en buena cantidad porque se queda muy seco por las sales del agua. También encontrareis secadores gratuitos fuera de los vestuarios y así no coger una pulmonía cuando salgáis al exterior.
Llegamos a Reykjavic hacia las 7 de la tarde y tras dejar las maletas en el hostal y ponernos “guapos”, fuimos a cenar al Café Paris, en el cual habíamos reservado mesa llamando por teléfono. www.cafeparis.is Comimos el plato del día o algo parecido que incluye una sopa y un plato a elegir entre varios. La verdad es que me sorprendió gratamente el restaurante, la comida estaba muy buena.Tras la cena nos fuimos a un par de bares a tomarnos unas cervezas. Estuvo bien ver el ambiente nocturno de la capital, la música en directo y unos cuantos borrachos cantando a plena voz. No me acuerdo si era la 1 o las 2 de la noche cuando cerraron el bar. Creo que es la hora de cierre en Islandia. Nos fuimos al hostal (la misma que la primera noche) como buenos chicos, el día había acabado.