Llegamos al aeropueto internacional de Kuala Lumpur y aunque he leido que merece la pena pasar un tiempo contemplándolo, decidimos dejarlo para el dia de regreso pues ansiamos llegar por fin a la ciudad. También tenemos ganas de ver si realmente existe el hotel que hemos reservado: Royale Chulan, un lujo de 5 estrellas por 60 euros


Cambiamos algo de dinero en el aeropuerto para pagar el transporte con el KLIA Ekspress, el modo más cómodo y rápido de llegar a KL (en unos 28 minutos). Apenas salir del aeropuerto un paisaje plagado de palmeras nos sorprende. Hasta donde alcanza la vista todo son palmeras de un verde intenso, casi fosforescente. El tren de alta velocidad enlaza sin paradas el aeropuerto y KL Sentral, desde allí se puede llegar en transporte público a casi cualquier parte de KL pero para adelantar tomamos un taxi hasta el hotel.
Realmente existe y es como aparecía en las fotos: ESPECTACULAR!



En la información del hotel que hay sobre el escritorio leemos que en uno de los cafés-restaurante, los lunes hay promoción: hasta que se termine el barril, cerveza a 0'99 RM. Al cambio son unos 0'20 céntimos de euro!



Doblemente satisfechos pedimos un mapa y, como no podía ser de otra forma, hacia las Petronas! Están a unos 5 minutos andando. Al salir del hotel nos recibe el clima malayo: no es un calor agobiante pero se nota la humedad.
Doblamos una esquina y allí están. Qué decir de ellas que no se sepa? que son el símbolo de KL y que desde 1998 hasta 2003 fueron el edificio más alto del mundo?. Si de día, impresionan; por la noche, la luz que desprenden sus 32.000 ventanas, hipnotiza. Frente a uno de sus entradas hay un parque con un lago por el que resulta muy agradable pasear, aunque la entrada está prohibida por la noche, no sé si para proteger al paseante o al pequeño bosque urbano.
Un incidente muy común en KL y del que nos han avisado es el tirón de bolso motorizado. En la habitación del hotel tenemos un tríptico acerca de la seguridad en la ciudad y de la cotidianeidad de ese tipo de robo. Así que andamos con cuidado y no llevamos nada colgando a la vista.
Los dos días siguientes los dedicamos a conocer la ciudad. Mapa en mano y a patear!

Andando, andando llegamos a Chinatown (donde Jose ya se compra una camiseta de fútbol para matar el gusanillo). Hay varios templos que visitar como el hindú Sri Mahamariamman. Cerca está la plaza Merdeka, el club Selangor, la Masjid Janek, la Masjid India. Vamos a descansar un rato al Central Market que dispone de aire acondicionado (además de cantidad de tiendas de artesanía malaya y productos varios). En la planta baja encontramos un puesto de masaje de pies con peces (1 $ 10 minutos). Lo probamos. Los primeros segundos no puedes parar de reir porque hacen muchas cosquillas, luego te relajas y te acostumbras y los disfrutas mucho.
Seguimos nuestra ruta a pie por KL. Es una ciudad en la que te orientas fácilmente ya que miras hacia arriba y tienes a las Torres Petronas o a la Menara (la de comunicaciones) como referencia. Sin mirar el mapa llegamos a todas partes.
Visitamos también Little India pero, o no acertamos la hora, pero no nos parece nada extraordinario en cuanto a colorido y animación se refiere. Por curiosidad subimos al monorrail, una forma cómoda y barata de desplazarse. Además da la oportunidad de observar la ciudad desde las alturas.
En lo referente a la gastronomía, como en toda gran ciudad encuentras de todo (incluso un bar de Tapas!). Nosotros nos inclinamos por la comida de la zona, así que probamos algunos platos malayos: el nasi lemak (plato nacional a base de arroz y una crema con carne), los satay (pinchos), pato a lo no sé qué. Como no podía ser de otra forma encontramos un thailandés frente al Low Yat Plaza (otro centro comercial). Sí, Jose sigue con su máster en green curry. También probamos un indionesio que hay en el complejo Suria KLCC, en las Torres Petronas. En una de las calles perpendiculares a la Jalan Bukit Bintang también se puede cenar al aire libre en los numerosos tenderetes que hay montados. Por supuesto en Chinatown, la oferta gastronómica también es muy amplia.
Como Jose no quiere madrugar para hacer cola y conseguir una entrada para subir hasta la pasarela de las Petronas (dice que desde arriba no se ven

Nos quedan más cosas por hacer, pero lo dejaremos para la vuelta.