Esta vez tenemos más tiempo para observar atentamente el Aeropuerto Internacional (KLIA). Plastificamos las bolsas... para mayor seguridad y recorremos tranquilos la terminal. En una de las salas están ensayando para un desfile de modas. A una hora prudencial cogemos el transporte que nos acercará hasta nuestra puerta de embarque.
Un poco de espera y Etihad nos llama para embarcar. Prefiero no dormir estas horas que quedan hasta Abu Dhabi y poder hacerlo en el trayecto hasta Londres. Así que cine, juegos y cualquier animación es bien recibida (Jose hasta aprende alguna palabra en koreano gracias a un juego de idiomas,


Llegamos al aeropuerto de Abu Dhabi dentro del horario previsto. Hoy nos toca esperar un poco más en la terminal para enlazar con el otro vuelo. Realmente es un gran punto de conexiones; da igual que sea de madrugada siempre hay gente y actividad en cada una de sus salas. Paseamos un poco por la zona comercial pero nos asustamos con los precios. A título de ejempo: un magnet de un camello, 9 dólares. Pues nos vamos a quedar sin camello para la nevera!


Andando hacia nuestra puerta de embarque nos topamos con un coche de Fórmula 1 en mitad del largo pasillo que une los diferentes bloques. Nos cruzamos con algún que otro jeque. Viva el petrodólar!


Al llegar a nuestra puerta descubrimos una zona llena de ordenadores con conexión gratuita a internet. YUJUUUUUUUUUUUUU!





Sobre las 8,30 a.m aterrizamos en Heathrow. Recogemos las maletas y salimos. Al momento vemos una especie de mostrador de información y ayuda al viajero. El chico, muy amable, llama al hotel para comprobar que haya disponibilidad. No nos lo pueden confirmar todavía. Tenemos que intentarlo más tarde. Nos vende también los tickets del autobús de National Express que une los aeropuertos de Heathrow y Gatwick. El trayecto dura sobre una hora. Ha salido un día maravilloso para ser finales de noviembre; luce el sol. A pesar de ello, desde el autobús distinguimos los campos helados por la escarcha matutina. Realmente no llevamos ropa para enfrentarnos a estas temperaturas.
El National Express nos deja en el aeropueto de Gatwick y entro a preguntar por el hotel. Los del mostrador me dan el número de teléfono y me dicen que llame yo misma desde uno de los teléfonos que hay a disposición de los usuarios en la sala. Hablo con los del Ibis y me confirman que tenemos habitación libre. Para llegar hasta el hotel hay servicio de autobús. Me indican la parada y el número del mismo. Tenemos suerte y al momento llega nuestro transporte. En menos de 10 minutos estamos en el Ibis. Hacemos el check-in rapidito y ... habitación, dulce habitación! Una ducha reconstituyente y nos acostamos. Ponemos la alarma por si nos quedamos roques y, no han pasado 15 minutos, que caemos en un profundo sueño.
Dormimos unas 4 horas, recogemos y hacia el aeropuerto otra vez. Volamos con Easyjet. Es la primera vez que lo hacemos con esta compañía y el resultado es satisfactorio. Increible pero cierto, el avión va lleno hasta reventar. No en vano, vas andando por Londres y solo oyes hablar español... España-Londres, puente aéreo!

Después de los largos trayectos en furgonetas y similares por Vietnam, cualquier trayecto en avión nos parece una maravilla. Éste, pese a ser el último, nos pasa en un suspiro. Cuando queremos darnos cuenta, estamos ya en Manises. De nuevo un poco de impaciencia hasta que vemos aparecer nuestros bultos (aunque los trajes de Hoi An los llevamos en las mochilas de mano






Antes de traspasar la puerta hacia "LLEGADAS" nos enfundamos los sombreros para hacer la gracia, ya que han venido a buscarnos al aeropuerto la hermana, el cuñado y la sobrina de Jose. El recibimiento es apoteósico y el cachondeo también. Tenemos tantas cosas que explicar y ellos tantas preguntas. La hermana de Jose nos confiesa que ahora, al vernos, ya está tranquila pues temía que además del robo hubiésemos sufrido algún que otro percance y no se lo hubiéramos dicho para no preocupar. Nos ve sanos y salvos y respira aliviada, por fin.
No sé si está bien decirlo


Los cuarenta minutos de trayecto hasta casa dan solo para explicar cuatro cosas. Ya habrá tiempo más adelante.
33 días después y en casa de nuevo. Tras el robo, Jose prometió que si regresábamos bien, besaría el suelo de la entrada como hacía Juan Pablo II al bajar del avión y pisar tierra de nuevo. Así lo hace.
Siempre cuando volvemos de algún viaje, me siento rara al llegar a casa. Me parece estar desubicada, no me encuentro. Con los días, la sensación va disminuyendo, se mitiga, pero nunca desaparece del todo. Supongo que en mi interior, echo de menos ese mundo nuevo que he tenido la fortuna de descubrir.