Hoy la jornada iba a empezar por uno de los célebres Mercados de las Pulgas de Paris. Antes de marchar me informé en el foro y me comentaron que practicamente todos los Mercados de las Pulgas han degenerado en meros mercadillos de ropa, mercados sin ningún encanto. Aunque también me comentaron que había excepciones como el mercado de Porte de Vanves, al sur de Paris, casi al límite de la zona 2 del metro hasta donde llegamos con una nueva mobilis (esta vez comprada en otra máquina expendedora para tratar de evitar los problemas antes citados).
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A apenas 100 metros de la boca del metro encontramos el mercado de antigüedades. Había un poco de todo: muebles, condecoraciones, juguetes, joyas, cerámicas, instrumentos musicales, libros, cuadros, bolsos y maletas de L. Vuitton, relojes, soldaditos de plomo…
Pasamos un rato de lo más entretenido entre tanto cachivache. En un puesto nos llama la atención un reloj Bulgari precioso. Una marca de uso en la correa evidencia que es de 2ª mano pero está impecable. Nos interesamos por él y nos piden 280 euros. Tratándose del reloj que es, resulta un chollo. Mi mujer va a empezar a regatear (es una maestre en el arte, aún sin tener ni idea de francés ni inglés) cuando mis anquilosados conocimientos del ingles empiezan a despertarse y es entonces cuando recuerdo que thousand es muy distinto que hundred. ¡¡El tipo nos ha pedido 2800 euros por el reloj y no 280 como yo había entendido!!.
Muy lograda la réplica de Serge Gainsbourg ¿no?
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La verdad que el reloj es francamente bonito pero no hace juego con el color de los ojos de mi doña y allí se queda . Fisgamos un poquito más, compramos un par de cosas y desandamos el camino hasta el metro, donde tomamos dirección hacia la calle Mouffetard.
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En dicha calle hay muchas tiendas de alimentación, muy abiertas a la calle, exponiendo su género al paseante y potencial cliente: quesos, mariscos, vinos, frutas, embutidos, panes, dulces….. Toda una tentación para los sentidos y mucha animación en la calle, con un trio que ejecuta unas muy animadas piezas de jazz. Mi mujer entra en una zapatería mientras yo me compro un bollo en una panadería.
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La calle Mouffetard enlaza unos metros más arriba con la Rue des Lombards, donde predominan los restaurantes, aunque sigue habiendo tiendas diversas. Entramos en una heladería, Gelati D´Alberto, donde comemos unos helados buenísimos (el helado de mojito estaba espectacularmente bueno). Luego descubrimos que se trata de una cadena de heladería ya que vimos alguna más por Paris.
Caminando, caminando, llegamos hasta la Universidad de la Sorbona, bueno, al edificio original ya que hoy en día la universidad la constituyen variso edificios más.
Fachada de La Sorbona
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En dicho edificio es donde actualmente se enseñan carreras principalmente de humanidades, derecho, filosofía…
En las inmediaciones de la Universidad vimos una estatua de Montaigne con uno de sus pies especialmente brillante. Mi mujer dedujo habilmente que estaba tan brillante porque seguramente habrá costumbre de frotarlo por algún motivo y así lo hicimos. A la vuelta del viaje busqué en el foro y parece ser, según explica alfrito.alfrito que si se frota el pie, se pide un deseo y se exclama “salut, Montaigne”, dicho deseo se cumple.
Plaza de la Sorbona
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Seguimos paseando por el Barrio Latino, que por cierto debe su nombre a la Sorbona. Cuando me empecé a informar del viaje, al oir “barrio latino” pensé que hacía referencia a un barrio con población de origen sudamericano... ¡qué burro soy!! El barrio debe su nombre a que antiguamente sus pobladores (estudiantes y profesores de la Sorbona) se expresaban muchas veces en latín.
Y en mitad de ese agradable paseo, mi señora decide que se quiere comprar la misma colonia que nos ha encargado la amiga que comenté antes y que compramos días atrás en la otra punta de la ciudad. Trato de no decir nada, aunque se me escapa un rayo del ojo derecho que casi la fulmina . Así que, al metro que nos vamos, hasta la zona de Campos Elíseos.
Avenida de los Campos Elíseos
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Compramos la colonia en la elegante tienda y ya aprovechamos para ver la parte comercial de la Avenida de los Campos Eliseos que el otro día no vimos. Hay una enorme tienda del Paris St Germain (equipo de futbol) y le compramos un equipaje completo al sobrino que nos sale por un pastón. ¡Ya le podía haber dado al crio por el parchis en vez de por el futbol!
Entramos en alguna tienda más y bajamos por los Campos Eliseos hacia la Plaza de la Concordia, pasando junto al Grand y Petit Palaise.
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Francamente fotogénica la enorme Plaza de la Concordia. Resulta curioso que hoy en día lleve esta nombre, ya que en tiempos de la Revolución, no era precisamente concordia lo que reinaba en esta plaza, escenario de multitud de decapitaciones con la guillotina (Luis XVI, María Antonieta, Robespierre entre otros).
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La Iglesia de La Madeleine vista desde la Plaza de la Concordia
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Tomamos metro y fuimos hasta el hotel a dejar las compras. En frente del hotel queda el Louvre de los Anticuarios, una especie de centro comercial formado por tiendas de antigüedades. Alguna de las tiendas son espectaculares, casi tan vistosas como Versalles . En una de ellas me llamaron la atención una coraza y un casco de un guardia de korps del Kaiser. Una pena que no tenía dinero suelto en ese momento, sólo pedían 27.500 euros por la hojalata en cuestión.
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Estábamos ya en periodo Happy Hour, así que nos fuimos a la zona del Pompidou a tomar algo. Al pasar por el Centro Pompidou nos planteamos la posibilidad de entrar a verlo, entramos al Pompidou. Este edificio, de cuando menos dudosa estética, inaugurado en 1977 expone obras de arte moderno y contemporaneo. Deambulamos por las diversas salas, viendo propuestas de lo más…. ¿variadas? Algunas dignas de admirarse: Kandinsky, Miró, Warhol…. Y otras, no tanto, ya vereis...
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Y finalmente llegué a la conclusión de que soy un cazurro redomado. Donde otros pueden ver una atrevida propuesta artística yo sólo soy capaz de ver un meadero pintarrajeado. Y lo miro y lo remiro y sólo veo eso, un meadero. Pero, al parecer, es arte… según dicen.
Me va a dar no se qué la próxima vez que entre a evacuar al baño de un bar y me encuentre con una obra de arte de estas……
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Salimos del museo y subimos hasta la parte más alta a la que nos llevaban las escaleras metálicas de la fachada del centro. Desde arriba nos sorprendieron las vistas de un precioso atardecer. También había allí una terraza donde cenar, terraza del restaurante Georges, y ciertamente, tenía una pinta estupenda. Habrá que informarse para otra ocasión.
Desde las alturas del Pompidou
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Bajamos a tomar unos mojitos, muy bien preparados por cierto, en un bar cercano (8 euros mojitos de 50 cl), concretamente en el antes citado bar Le Komptoir donde televisan la final de la Copa de Francia, el Olympique de Marsella contra el Montpellier, pero la concurrencia está más dedicada a la charleta y a los mojitos que al futbol (creo que soy el único que muy de vez en cuando mira el partido). El día acaba como todos: cena en el barrio latino, que a esas horas está siempre lleno a rebosar.
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Con la panza llena, paseo junto al Sena hasta el hotel. Por la disposición de nuestro hotel con respecto al Barrio Latino, casi todas las noches pasábamos frente a Notre Dame iluminada, y casi todas las noches tenía que pararme a retratarla.
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