Nos levantamos y nos vamos a desayunar. Preferimos desayunar fuera del restaurante. El marco es idílico: un desayuno con las dunas del desierto de fondo. Hoy tenemos la mañana libre y hay que relajarse, caminata por el desierto, piscina...
Preguntamos el tema de los quads, pero nos dice el gerente que los que hay allí son de un grupo de franceses que están de ruta. Si queremos alquilar unos tenemos que ir hasta Merzouga (POR el camino de cabras). Pues visto lo visto, yo no vuelvo a ir por ese camino hasta que no nos vayamos.
Planificamos el día. Juan José, Paqui, Ernesto y yo decidimos andar un rato por el desierto (sin alejarnos mucho). Edo se queda para hablar con el gerente y Maribel prefiere quedarse en la piscina y descansar. La espalda todavía le molesta.
Vemos una tabla de snowboard. Vamos a probar que tal se nos da sobre la arena. Quien es valiente, primero lo intento yo y luego los demás. No tenemos ni puñetera idea, pero quedan buenas fotos de recuerdo.
El solano se deja notar. Todos, menos Edo y Maribel, dejamos la fortaleza detrás y nos adentramos en el desierto de Erg Chebbi.
La verdad es que andar por la arena del desierto es una sensación especial. Pasamos al lado de una jayma, pero está vacía.
El sol aprieta y la sensación de sed se hace notar. Pues si que cansa subir y bajar dunas.
Decidimos hacer una parada y recuperar fuerzas. Una buena forma de recuperarse es estilo “placa solar”, captando toda la energía que sea posible.
Regresamos a la fortaleza. Que es lo mejor que podemos hacer: “Un bañito”. Nos ponemos los bañadores y al agua patos. Jod… que buena que está el agua. Esto si que es vida.
Después del bañito, una ducha y a comer. No veas el hambre que tenemos. Esto de caminar abre demasiado el apetito.
Estamos solos en el comedor. Un poco de música para animar la fiesta.
Después de la sobremesa, la mayoría se fue a hacer una siesta. Yo en cambio me dediqué a recorrer por dentro y por fuera la muralla y sacar unas fotos.
El hecho de la muralla es para evitar que la arena entre en el interior.
Bueno falta menos de una hora para que vengan a recogernos con los camellos para ir al desierto.
Entro en la habitación de la parejita y grito “A levantarse holgazanes”.
Ostras, tres en una cama…, yo no digo nada…
Preparamos cada uno un macuto con lo esencial para una noche.