Eran las 12 del mediodía cuando recogí a Ernesto en la puerta de su casa. A los 10 minutos me encontraba recogiendo a Juan José y Paquí. Ya estábamos los cuatro y pusimos rumbo a Gerona. El trayecto duró un poco más de una hora hasta el parquin que teníamos contratado.
Vimos la entrada del parquin. Se trataba de la entrada a una finca y a pocos metros encontramos una casa. Pasada la casa vimos una explanada rodeada de árboles en donde habías varios vehículos aparcados.
Se nos acercó el dueño de la casa y nos indicó donde podíamos dejar el vehículo. Cogimos el equipaje y lo pusimos en el maletero del monovolumen. Previamente a partir hacia el aeropuerto pagamos en efectivo la estancia de una semana del vehículo. Llegamos en 3 minutos de reloj a la terminal de embarque.
Eran las 14.00 horas y allí se encontraba Edo y Maribel. Según nos comentaron llevaban más de una hora en el aeropuerto. Maribel llevaba una maleta grande. Como ya había quedado con ella, todo el kit de higiene personal lo puse en su maleta. Saqué un macuto que llevaba y en él pusimos su bolso, su chaqueta, mi polar y mi riñonera con la cámara de video y fotos. Este macuto sería su equipaje de mano, ya que la maleta la tenía que facturar.
Como teníamos tiempo de sobra, nos comimos un bocata y un café en el bar del aeropuerto.


Desde que empecé a salir con mi mujer (hace más de 20 años) era el primer viaje que hacía sin ella. Al principio me encontraba un poco raro. Además viajaba sin mis hijas y, el no tener que preocuparme de ellas, era algo nuevo y relajante.
Se acerca la hora y nos vamos a los mostradores de embarque para facturar la maleta de Maribel y otra maleta de Paqui y J. José. Dado que es viaje tipo Lost Cost el facturar la maleta vale la friolera de 35 euros (solo ida). Según comenta la azafata de tierra si se hace la reserva de facturación por internet vale 15 euros, pero si no se hace el precio es muy superior y dependiendo del peso de la maleta.
Pues nada como nadie sabía estos toca pagar 35 euros por maleta. Y están facturadas las maletas y nos vamos con nuestro equipaje de mano a pasar el control de equipajes. Lo pasamos sin ningún problema y a la puerta de embarque a esperar nuestro avión. Ya podemos embarcar. Abrimos el macuto y nos repartimos lo de cada uno.
Puntualmente, a las 15.40 horas, partimos en avión hacia Marrakech. El vuelo duró unas 3 horas y media. Unos chistes por acá unas risas por allá, el caso es que se nos pasó muy rápido.
Aterrizamos en el aeropuerto de Marrakech. Bajamos por la escalerilla del avión y “Me cago en diez, que calorín”. Donde está el desierto porque no veas la calda que hace. Para colmo tenemos que recorre varios metros por la pista de aterrizaje para alcanzar la terminal. Uff!!! menos mal una sombra.
Ahora tenemos que pasar el control policial. Todos los pasajeros recogen la “FICHE D´EMBARQUEMENT/DEBARQUEMENT” para rellenarla. Nosotros no tenemos que hacerlo, ya que Edo las ha traído hechas de España. Pasamos el control y buscamos en el vestíbulo del aeropuerto a quien nos tiene que llevar al hotel. Miramos los cartelitos de los que allí hay y no está. Pues empezamos bien, allí no hay nadie.
Al cabo de un 10 minutos aparece el susodicho. Se trata de un hombre mayor y de hablar español nada de nada, solamente habla árabe y francés. Yo chapurreo un poco el francés, pero se me escapan muchas de las palabras que dice, pero en global entiendo algo.


Llegamos al hotel, en las afueras de Marrakech. Es un hotel bastante lujoso, Ryad Mogador Kasbah (Zone Touristique Agdal, 40000 Marrakech). Rellenamos las fichas de inscripción y nos dan las llaves de las habitaciones. Maribel ya ha elegido a su compañero de habitación Ernesto, los dos solteros y sin compromiso (veremos que pasa a lo largo del viaje), Juan José y Paqui (son pareja) y Edo y yo (amigos sin derecho a roce).


Nuestra habitación tiene una cama doble y ya está. Primera pregunta que toca: ¿De qué lado duermes?. Por suerte yo soy de derecha y el compañero de izquierda, primer problema solucionado.


El tiempo está un poco raro y amenaza con llover. Avisamos a los compañeros que les esperamos en el vestíbulo. Nos asomamos a zona de la piscina. Hay unas chicas bañándose, pero a lo lejos se ven unas nubes muy negras.

En 5 minutos está lloviendo y con truenos. Yo creía que en este país siempre hacía sol, pero no es así. Cayó una tromba de agua de narices. Por suerte en una media hora paró. Edo contacto con la agencia de alquiler de vehículos para ver si podían solventar el problema del conductor que hablase español. Al día siguiente veríamos si se había arreglado o tendríamos el del aeropuerto para todo el viaje.
Desde el hotel había un autobús lanzadera hasta el centro de Marrakech, la Plaza Jamaa el Fna. El autobús nos deja en la entrada de la plaza, a la izquierda la Mezquita.


No hay mucha gente, seguramente por la lluvia. Podemos ver los encantadores de serpientes, los aguadores, los puestos de zumos de naranja, los chiringuitos para comer…
A la que te paras a mirar a los encantadores de serpientes, aguadores ya los tienes encima para sacarte una foto y como no darles algo de dinero. Así que no te quedes mirando fijamente a alguien o algo que te costará unos dirhams. Es bueno llevar gafas de sol (si es de día) y así pasas un poco desapercibido. Si le sacas una foto a alguien tienes que pedirle permiso y como no, pagar la tasa turística. Evitar sacar fotos a policías, militares o mujeres, salvo que os den permiso.
Edo se sacó una foto con los aguadores, pero a la hora de pagar les dijo que yo era el jefe. Amigos para esto, no se despegaron de mi hasta que no les dí unas monedas. Por el camino vemos numerosos puestos de frutos secos y de comida.

Lo primero que hacemos es irnos a uno de los puestos a tomar un zumo de naranja. El zumo está de muerte, fresquito y dulce. El zumo te lo hacen al momento (no lo tienen guardado). Tú ves como exprimen las naranjas y te dan un vaso largo. Lo mejor es a la hora de pagar, cada zumo a 20 céntimos de euro. Ese zumo en España no baja de 3 euros. No será el último que nos bebamos en nuestra aventura.


Continuamos dando un paseo por el Zoco. Nunca había visto tanto género en tan poco espacio. A la que te paras a mirar algo, ya tienes al vendedor encima diciéndote “Todo barato”.


Hay cientos de tiendas y sobresaturadas de objetos.




En el zoco puedes encontrar de todo, babuchas, chilabas, lámparas, serpientes, camaleones… Aquí estoy con un camaleón.


Después de dar una vuelta por el Zoco nos fuimos a uno de los chiringuitos de la plaza a cenar. Tras regatear con el dueño, conseguimos que la bebida que tomásemos fuera gratis. El chiringuito es el núm. 154 “CHEZ MBAREK”. Uno de los camareros decía que se parecía al actor Imanol Arias de joven (la verdad es que le da un aire). Las cena nos salio por unos 8 euros por persona. Lo único que me faltó fue un café, pero allí lo que se toma es el té con menta. La verdad es que si no has bebido nunca té, al principio lo encuentras un poco raro pero a medida que vas tomándolo se te acostumbra el paladar.


Faltaban 10 minutos para que llegase el último bus lanzadera para el hotel y nos fuimos a la parada. Como teníamos tiempo fuimos a comprar unas botellas de agua. Cuando volvimos a la parada del bus nos dimos cuenta que nos habíamos dejado una botella. Juan José y Edo volvieron a la tienda. El autobús llegó y todavía no habían regresado. A lo lejos los vemos corriendo con dos botellas. Juan José, que es un bebedor nato de agua, se había comprado otra botella de litro y medio. Regresamos al hotel y a dormir, que el día ha sido muy ajetreado.