Antes de nada decir que ha sido un viaje fantástico, combinando cultura, playa y descanso de manera perfecta, aunque ya veréis, que a pesar de estar en un hotel increible, nosotros somos bastante inquietos y hemos estado prácticamente todo los días de un lado para otro... Espero poder transmitir en este diario todo lo bueno que hemos vivido y ayudar con mis experiencias a otra gente que tenga la oportunidad de ir a ese maravilloso lugar de ahora en adelante.
Primero unas consideraciones generales:
Avión:
Fuimos con Air Europa. BCN-Madrid-Cancún y viceversa. Sin retrasos ni problemas, la comida regular-mala (pasta con pollo y mostaza, una ensalada de col y un mini-pastelito). Si hacéis escala en Madrid llevar algo para comer, ya que con las prisas del cambio de avión no nos dio tiempo a comprar nada, el vuelo lo cogíamos a las 15h, y al final acabamos comiendo casi a las 5 de la tarde.
La ida un aburrimiento (9 horas y algo) y la vuelta mejor porque es de noche y dormimos mucho. Claro, que eso implica que luego hemos tenido un jet lag de narices, así que recomiendo intentar no dormir demasiado para llegar cansados y poder empezar a dormir la primera noche de España.
Hotel:
Situación - Habitaciones
El Palladium nos encantó. En principio teníamos Jr Suite en White Sand, pero a la llegada nos dijeron que nos habían adjudicado el Riviera. Ningún problema, las habitaciones son iguales y nuestra villa (60) estaba muy bien situada, tercera planta, vistas al mar y justo detrás de la piscina. Se me quedó la espinita de que me hacía gracia el hidromasaje en la habitación, pero para lo poco que lo usamos, pues casi mejor haberlo tenido en el baño.
Recepción Riviera

Nuestra Villa (Nº60)

La habitación, el hidromasaje del baño y uno de los detalles que nos dejaba nuestra camarera



No hay que olvidar que el hotel está prácticamente en medio de la selva… rodeado de manglares, lago, etc… y eso implica todo tipo de animalillos rondando por allí. Veréis muchísimas iguanas campando a sus anchas por los caminillos durante el día, por la noche os podéis encontrar alguna serpiente grande pero inofensiva (nosotros no vimos, pero nos lo contaron otros huéspedes), y en el snack bar de la playa hay unos simpáticos mapaches en busca de patatas fritas (y lo que encuentren) que no tienen miedo de acercarse a los humanos. Normalmente te dicen que no des de comer a los animales… pero con estos mapaches me parece que tienen la batalla perdida… porque ya se han acostumbrado y son ellos los que se acercan con esos ojillos y se ponen a dos patas a pedirte comida ¡cómo no le vas a dar algo!
Iguana y mapache


Luego está el tema de los insectos, mosquitos hay bastantes, pero con el repelente se lleva bastante bien, excepto quizás en la zona del mini-golf, qué nos comían sin piedad. Coincidimos con alguna pareja que tuvieron problemas de insectos en la habitación… solo hay que decirlo en recepción y te fumigan rápidamente. Nosotros teníamos hormiguillas en el baño… pero como no salían de allí, decidimos no decir nada si no invadían la habitación. Si fuera un hotel en medio de la ciudad, hubiéramos pedido un cambio o que las eliminaran… pero teniendo en cuenta dónde estábamos… no molestaban, la verdad.
Al principio el complejo impresiona, porque realmente es muy grande y necesitas un par de días para acostumbrarte a cómo llegar de un sitio a otro sin matarte a andar, dónde está cada cosa, etc… pero una vez coges el truquillo a los trenes y a los atajos (bordear la playa te ahorra mucho tiempo) no es tan difícil.
El trenecito

Comida:
Respecto a la comida. Lo mejor: el desayuno. Para todos los gustos: dulce, salado, fruta…. Todo lo que te puedas imaginar…. Yo iba cambiando dependiendo del día entre dulces y salados (vale, algún día los dos), pero de mi preferidos: bocata de bacon o tortilla con pan “de pueblo” tostado con tomate. Aviso a los catalanes: al lado de los embutidos hay un bol con tomate triturado mezclado con aceite… no es que sea como en casa… pero se parecía mucho!!!!). El café un horror, si os gusta el café ni se os ocurra pedir que os pongan de los termos que llevan los camareros. Si os lo queréis tomar durante el desayuno, al lado de la tostadora hay una máquina automática dónde puedes ponerte un expresso, un cortado o un capuccino. No es ninguna maravilla, pero mejor que el agua manchada de los camareros. Es como el de las máquinas de hospital, para que os hagáis una idea… Si lo que queréis es un café bueno, entonces tenéis que ir al lobby del Riviera o el Colonial. En sus bares sí tienen una máquina de expresso y ese sí se puede tomar. No es exactamente como el nuestro porque el café mexicano es más fuerte, pero está bueno.
El buffet de la comida es el que se podía hacer más repetitivo porque siempre es lo mismo, pero nosotros no paramos mucho durante el día y solo comimos 5 días (de 15) en el hotel. Al desayunar tanto, tirábamos más por comida basurilla: una hamburguesa, pasta, pizza, burritos y cosas así… Pero la plancha siempre está abierta en el buffet cerrado (que tienes que entrar absolutamente seco, eso sí, por eso nunca íbamos al mediodía) y allí tienes pollo, ternera, cerdo y pescado a la plancha (esto también está en el buffet de noche)
El buffet de noche es temático: mexicano, español, pescador, italiano, francés, oriental y “de gala”. Siempre está la plancha, pizza, pasta con diferentes salsas y luego el menú según el tema de la noche, así que tienes dónde elegir y puedes comer cosas diferentes cada noche. Además están las barbacoas en la playa 4 noches a la semana, muy recomendables. Es lo único que puedes reservar el día antes.
Respecto a los restaurantes temáticos. Sólo probamos uno: Bambú, el restaurante oriental. Nada del otro mundo (de hecho este es el único para el que no suele haber cola), la noche temática oriental estaba mucho mejor. Luego alguna noche intentamos ir al italiano o al brasileño, pero fue imposible. De hecho lo dejamos cómo observación en la hoja para sugerencias que te piden que rellenes a la salida: el sistema de restaurantes a la carta no funciona… al menos para los españoles. Los americanos o los ingleses empezaban a cenar a las 6, y ellos no tenían tantos problemas, pero nosotros, que lo normal es cenar a las 9, es imposible entrar si no tienes reserva. Mira que nosotros estábamos cansados y lo intentábamos a las 8 y poco, pero ya no había sitio y te decían que mínimo tenías una hora u hora y media para entrar. La verdad, si tienes hambre y con el cansancio que llevábamos de las excursiones, no estamos para esperar una hora sin hacer nada para cenar… Así que no probamos ni un restaurante más. Definitivamente un sistema de reservas creo que sería mejor, al menos podrías ir a alguno y no esperar tanto… A ver si mejoran esto.
Dinero:
Nosotros no cambiamos dinero, lo fuimos sacando del cajero del hotel cuando lo necesitamos. Para que os hagáis una idea de si os sale a cuenta: por 5.000 pesos (unos 320 €) nos cobraron 3€ de comisión. Lo que pudimos además lo pagamos con tarjeta, pero cuidado porque en algún sitio os cobran recargo y es mejor pagar en efectivo. Eso sí, siempre sale más a cuenta en pesos, porque en dólares o euros el cambio siempre lo ponen a su favor.
Coche-Organización de excursiones:
El día siguiente de nuestra llegada lo dejamos para temas prácticos: situarnos bien en el hotel, alquilar el coche e ir a Playa del Carmen a reservar las excursiones que queríamos hacer con agencia. Asistimos a la charla del Corte Inglés, ya casi convencidos de que no íbamos a contratar las excursiones con ellos, pero bueno, porque no nos faltara ninguna información. Así al menos teníamos el nombre y el teléfono de la chicha del Corte Inglés del Palladium, por si teníamos cualquier problema. La hora de recogida de la vuelta te la dejan en la habitación el día antes de iros.
El coche: lo reservamos en el hotel con Europcar porque llevaba precios de las agencias de Playa del Carmen, no había mucha diferencia y nos resultaba más cómodo. 1582 pesos (103 €) por tres días, y nos regalaban la primera noche. Un Hyundai Atos chiquitín.
Playa del Carmen: cómo el coche nos lo daban por la tarde, decidimos ir a Playa del Carmen antes de comer… y para nosotros fue un error, porque de verdad que es muy agobiante por el calor. La 5ª Avenida es mucho más larga de lo que me podía imaginar, y no habíamos recorrido ni la mitad cuando yo ya quería dejarlo todo y volverme al hotel. El problema es que buscábamos la agencia Adventoura para la excursión a Sian Kann, pero no me había llevado la dirección exacta y nosotros no la encontramos. Al final, después de entrar en varias a pedir precios, contratamos solo EkBalam/Rio Lagartos en Infocenter y nos volvimos al hotel.
