Esta excursión la hicimos con Infocenter porque eran de los pocos que ofrecían esta combinación. Como os decía en la etapa anterior, la contratamos para el miércoles, pero nos llamaron para cambiarla para otro día porque no se había apuntado nadie más. Sólo podíamos atrasarla un día, así que quedamos en hacerla el jueves 7. No recuerdo bien el precio porque lo pagamos al contado (mitad al contratarla, mitad al conductor el día de la excursión) pero creo que era alrededor de 800 pesos por persona.
Teníamos que estar a las 7:45 en el lobby de Colonial porque Infocenter no recoge en White Sand ni Riviera (no sé si es cosa de ellos o del hotel). Aprovecharé para un consejillo de transporte interno. Aunque cuando llegas en recepción te dicen que los trenes que comunican los lobbys funcionan desde las 6 de la mañana, y eso mismo pone en las paradas ¡NO ES CIERTO


Bueno, pues con solo 10 minutos de retraso aparece un coche que pregunta por nosotros… Esperábamos una van, pero entonces el que será nuestro guía y conductor ese día, Alfonso, nos explica que vamos a ir solos (


Tomamos la carretera a Tulum, de ahí dirección Cobá, Tizimin y finalmente llegamos a Ek Balam. Más o menos tardamos 1:30h.
Ek Balam es una zona arqueológica impresionante, pero aún no explotada. La pirámide es tan alta como la de Cobá pero menos inclinada y se puede subir, de hecho se puede subir y entrar a todos los edificios de la zona y estuvimos hablando con gente del equipo de arqueólogos que estaban trabajando allí.
Algunos edificios:



La pirámide:


Para subir las escaleras el guía nos recomendó hacerlo en zigzag en vez de en línea recta. Parece que es menos cansado y castiga menos las piernas. Luego aprovechamos sus recomendaciones también para Cobá.
Las vistas desde arriba:


Y la bajada… impresiona ¿eh?


Otro punto bueno de esta excursión es que la mayoría de gente que viene a EkBalam lo combina con Chichen Itzá, y por lo tanto llega bastante más tarde, por lo que a esa hora nosotros solo vimos a otra pareja en toda la visita.
Luego hay como 50 minutos hasta Río Lagartos, que es otra reserva de la biosfera como Sian Kaan. Allí nos recogió una lancha en el embarcadero que nos hizo el recorrido (también solitos con nuestro guía/capitán, José) por la ría. Vimos algunas aves y sobre todo los pelícanos que caracterizan la zona, porque pasan todo el año allí. No te puedes acercar mucho porque son zonas de lodo con muy poco agua y también, obviamente, porque molestaríamos a los pobres pájaros, pero es impresionante aunque los veas un poco de lejos porque hay cientos y cientos.
La lancha y un zoom (por eso está un poco borroso) de un grupito de pelícanos:



Por los manglares intentamos buscar algún cocodrilo, pero ese día no hubo suerte, estaban bien escondidos. Pero lo que sí nos enseñó José fue un bichejo alucinante. Se trata de una cucaracha de río. Nos dijo que era uno de los pocos descendientes directos de los saurios que quedan, un bicho prácticamente prehistórico que los mayas utilizaban para darse masajes para los dolores de cabeza. Tiene una concha durísima que le ha hecho subsistir durante todos estos años, aunque está en peligro de extinción por el peor depredador del mundo: el hombre, cómo no… Nos lo enseñó y lo devolvimos al río.
Este es el bichillo en cuestión:



Luego nos acercamos a la zona de las salinas:


Esta región es una de las más importantes productoras y exportadoras de sal de México. Y entre las salinas se forman unas pequeñas lagunitas donde paramos a darnos un baño y ¡ríete tú del Mar Muerto! Aunque quieras allí es imposible hundirte de lo que flotas. Al lado de las salinas es una zona totalmente arcillosa y los guías te dan un “Baño Maya”, cavan huecos en la tierra de dónde sacan arcilla pura con la que te puedes cubrir todo el cuerpo a modo de mascarilla. ¡Por una mascarilla así en un spa te pueden cobrar una pasta impresionante

Pues con toda la arcilla encima volvimos a la barca y recorrimos la ría hasta el mismo Golfo de México mientras se nos secaba, y allí nos dejó José un buen rato, dándonos un baño para aclararnos la arcilla en una playita paradisíaca del Atlántico, justo al lado del pueblo de Río Lagartos.
Una vez en el pueblo nos esperaba una parrillada buenísima de pescado y marisco en un tranquilo restaurante del pueblo. Con la barriga llena cogimos el coche de vuelta al hotel, que se me hizo cortísimo porque no pude evitar quedarme dormida un buen rato!