Esta etapa va a ser más bien breve porque desgraciadamente no pudimos ver prácticamente nada en Fiordland, a pesar de dedicarle dos días y de visitar los dos fiordos más importantes: Doubtful y Milford Sound. Y es que habíamos tenido bastante suerte con el tiempo hasta este punto, pero estaba claro que antes o después se tenía que torcer la cosa…
Al planificar el viaje tuvimos que decidir cuál de los dos fiordos visitaríamos. Hay opiniones para todos los gustos, y después de mucho meditarlo, decidimos que visitaríamos los dos, pensando que si hacía mal tiempo uno de los días tendríamos otra oportunidad de disfrutar de lo que para muchos es el paisaje más espectacular de NZ. A Doubtful Sound sólo se puede acceder en barco, con una excursión organizada que recomiendan reservar con antelación porque suele llenarse, sobre todo en temporada alta. Siendo Navidad, decidimos reservar con tiempo y cogimos sitio en la excursión que salía de Manapouri a las 11:30, así teníamos tiempo de llegar desde Invercargill, y como es una excursión de día completo, al terminar iríamos directamente a Te Anau a dormir para visitar Milford al día siguiente. Lo contratamos con Realjourneys, y no barato precisamente ($265 por persona sin comida), pero es una de esas cosas que si viajas hasta el otro extremo del mundo no puedes dejar de hacer, o eso dicen…
Así que muy emocionados salimos de Invercargill a eso de las 9 y en unas dos horas estábamos en Manapouri. Pudimos aparcar la caravana sin problemas en un parking cerca del muelle y compramos unos sándwiches para comer en el barco. En Manapouri todavía no hacía mal tiempo del todo así que pensábamos que con un poco de suerte la cosa aguantaría… pero no. La excursión consiste primero en un barco que te cruza el lago Manapouri, luego un autobús que te lleva al otro lado de las montañas (haciendo una paradita en una central eléctrica que a mí personalmente me sobró) y finalmente otro barco ya en el propio fiordo. El problema llegó al cruzar las montañas, nos metimos en plena nube y ya no paró de llover en todo el día. Aun así, el paisaje desde el bus es increíble, un bosque verde verdísimo y todo lleno de cascadas (claro, es una de las zonas más lluviosas del país, y tiene agua para aburrir), y el bus va haciendo paradas para que la gente se baje a hacer fotos:
El crucero por el fiordo en un día soleado tiene que ser impresionante. A nosotros nos gustó incluso lloviendo, pero no se aprecia bien su majestuosidad porque sencillamente no se ve nada con tanta nube! El fiordo es muy grande y el barco no tiene una ruta establecida, sino que va más bien improvisando sobre la marcha. A nosotros nos llevó hasta el final, donde se abre al mar, y allí vimos una colonia de focas sobre unas rocas que las pobres debían estar hartitas de la lluvia también:
Los de Real Journeys tienen otra opción de crucero por Doubtful en la que pasas la noche en el barco, y debe ser genial pero con el tiempo que hacía nosotros nos alegramos mucho de no haberla cogido. En nuestro recorrido nos cruzamos con el barco de esa otra excursión:
En un momento dado, el capitán para todos los motores y te invitan a salir a cubierta a disfrutar del silencio absoluto que reina en el fiordo, es una experiencia increíble! Además parecía que el tiempo había mejorado ligeramente y se veía algo más:
La vuelta en el bus la pasamos dormidos, un poco decepcionados por la mala suerte que habíamos tenido con el tiempo y pensando que por lo menos al día siguiente tendríamos la oportunidad de ver Milford Sound. Qué equivocados estábamos…
Llegamos a Manapouri, recogimos la caravana y nos fuimos directos al Holiday Park de Te Anau. Como ya comenté en la introducción, este camping estaba muy muy masificado y no nos gustó demasiado. Después de ocupar nuestro huequecito nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, que estaba bastante animado, y cenamos en una pizzería de la calle principal.
A la mañana siguiente vimos que hacía un día estupendo y antes de ir a Milford nos dimos un paseo por el lago Te Anau donde vimos gente con kayaks. También nos pasamos por el Te Anau Wildlife Centre, una especie de refugio del DOC para aves nativas que está junto al lago y es gratuito (sugieren una “gold coin donation”, o sea 1 ó 2$ por persona). Se puede ir en coche pero nosotros fuimos andando, es un paseo agradable de unos 15 minutos. Es pequeño y se ve en poco rato, pero merece la pena porque se ven pájaros que posiblemente no se vean tan fácilmente en libertad, como el takahe o el kaka. Otros, como el kea, el weka, el tui o la paloma neozelandesa sí que los fuimos viendo durante el viaje, pero aun así merece la pena acercarse.
Cuando terminamos volvimos al camping a por la caravana, y emocionados por el buen tiempo que hacía pusimos rumbo a Milford Sound. La carretera hasta allí no es mala, pero sí estrecha y hay que tener cuidado. Para evitar mucho tráfico, sobre todo de autobuses repletos de turistas, lo más recomendable es salir o muy muy pronto por la mañana o más bien tarde. Nosotros nos habíamos decidido por la segunda opción y no tuvimos problema con eso. Según nos íbamos adentrando en la montaña vimos que lo del buen tiempo se iba a acabar ahí mismo, y efectivamente, en cuanto cruzamos el túnel Homer nos dimos cuenta de que aquello iba a ser todavía peor que lo de Doubtful. A la salida del túnel nos recibió este simpático kea que tenía pinta de estar todavía más hartito de la lluvia que las focas del día anterior:
Y al llegar a Milford… para que os hagáis una idea, esto es lo que se veía desde el mirador junto al parking:
O sea, nada. Como sabíamos que el tiempo en NZ puede cambiar radicalmente en cuestión de minutos, y como no teníamos nada mejor que hacer en todo el día puesto que pasábamos la noche en Te Anau, decidimos quedarnos a comer allí (en la caravana, claro) y hacer un poco de tiempo por si había suerte y mejoraba. Nada, ni en broma, así que nos rendimos y dimos media vuelta. Claro, también tuvimos que renunciar a ver The Chasm, con la que estaba cayendo. Ya llegando a Te Anau, la cosa volvió a mejorar y nos metimos por un camino que salía de la carretera a explorar un poco, y nos encontramos con un bosque lleno de musgo con un color verde impresionante. Claro, con todo lo que llueve ya puede ser verde…
El resto del día lo dedicamos a turistear por Te Anau, comprar souvenirs y descansar. Después del chasco de Fiordland, sólo nos quedaba rezar para que no se nos jodiera la excursión en helicóptero en Franz Josef o el kayak en Abel Tasman…