DIA 6 – 16 de Agosto del 2012 (Jueves)
Hoy toca acercarse a la oficina de Turismo, que está a la espalda de Santa María de Novella, enfrente de la estación de tren, para sacarse la Firenze Card. Cuesta 50€ y con ella se tiene acceso gratuito a 50 museos, palacios y villas de Florencia y alrededores durante 72 horas, además de transporte gratuito (autobuses urbanos y tranvía). Algunos de los sitios que aparecen en la guía que te dan ya son de por sí gratuitos (media docena), pero si se aprovecha bien la rentabilizas de sobra, aunque teniendo en cuenta varias cuestiones como que te puedes encontrar (sobre todo en agosto) sitios cerrados, o lugares con horarios muy reducidos o lejanos. Vamos, que es imposible verse todo en 72 horas. Otra de las ventajas es que tienes acceso preferente evitando colas, por lo que en algunos lugares (fundamentalmente Uffizi, La Academia, Museo de San Marco, Palazzo Vecchio) ahorras un buen tiempo por las enormes colas. Yo recomiendo, una vez que la he usado y conozco su funcionamiento, es que sí os interesa comprarla lo hagáis nada más llegar a Florencia, pues os dan una guía donde se especifica todos los horarios y días de apertura de cada lugar, y así podéis planificarlo mejor, ya que la tarjeta sólo se activa cuando la utilizas por primera vez. Yo fue comprarla y empezar las visitas sobre la marcha.
Evidentemente el primer lugar al que acudo es a la Galería de los Uffizi, sin duda alguna uno de los principales museos del mundo de arte clásico. Tras la pertinente escaneo de la mochila y demás medidas de seguridad, toca ver el museo o al menos parte de él pues como gran museo resulta inabarcable en pocas horas. Aparte del valor de las obras que se exponen en él, que sin duda alguna son de un valor artístico incuestionable, no me gusta nada su disposición: demasiadas obras expuestas, con gran cantidad de salas de no muy gran tamaño con cuadros en casi cada hueco de las paredes y una iluminación deficiente (por no hablar de los molestos cristales con los que intentan proteger algunas de las obras más conocidas). Además, el edificio es antiguo y quizás difícilmente ampliable o mejorable. Quitando esos “peros”, la colección indudablemente es magistral, sobre todo la parte dedicada al gótico y renacimiento con obras esenciales como “El nacimiento de Venus” de Botticelli (de quien hay una extensa colección), el “Diptico del Duque de Urbino” de Della Francesca, “La Anunciación” de Leonardo Da Vinci, “Baco” de Caravaggio, etc... Hay salas dedicadas a la arqueología, el Corredor del Este con gran cantidad de esculturas (y numerosos retratos en la parte superior, ya os digo que es como si hubiera demasiadas obras expuestas, estas más que expuestas parece olvidadas), a la pintura toscana del siglo XII-XIII, pasando posteriormente con salas dedicadas a la pintura europea con obras de Rubens, El Greco, Velazquez, Van Dyck, Rembrandt, etc... Como suele ocurrir, hay una exposición temporal llamada “El gótico internacional en Florencia 1375-1440”, y esta exposición como otras salas sí ya tienen mejor visión, mejor iluminación, más didácticas y obras también muy valiosas que se pueden disfrutar con menos prisas y menos gente. De todas formas, como con cualquier gran museo, uno se queda con la sensación de haberlo disfrutado a medías y que siempre quedará alguna otra ocasión para volver a recorrer sus innumerables salas.
Desde los Uffizi cruzo el Ponte Vecchio hasta el Palazzo Pitti donde hay distintos museos además de los hermosos Jardines di Boboli (y hablo sin haberlos visitado, sólo por lo que se ve desde algunas de las ventanas del Palacio, pero las escaleras de entrada y la subida permanente del jardín me obligan a cancelar esta visita). El edificio en sí es enorme.
Para mi gusto lo imprescindible es la Galería Palatina y Apartamentos Reales, donde la exposición de cuadros es impresionante, con obras de Rafael, Tiziano, Rubens, Caravaggio, etc..., casi todos ellos de la colección de los Medici, además de la visita obligada a todas las estancias. Las obras no están expuestas como en un museo sino como parte de las propias estancias, osea mas o menos de la forma en que los Medici o posteriores habitantes del palacio las tendrían en sus aposentos. Casi disfruto más de la Galería de Arte Moderna, con pinturas del siglo XIX y principios del XX, con obras impresionistas, pinturas muy didácticas en las que se comparan los cuadros con fotos reales de lugares más o menos típicos de Florencia o la Toscana, etc... Desde esta planta se ven los jardines y entre las obras me llama la atención el nombre de Elizabeth Chaplin: de regreso del viaje la Wikipedia me descubre que en nieta del inolvidable Charles Chaplin. Menos tiempo requieren de visita, aunque empecé por ellas, el Museo de la Plata (se puede decir que un inmenso ajuar de cerámicas, joyas, orfebrería) y el Museo del Vestido. Ya digo que a los jardines no puedo acceder, pero al fondo de él también hay otro museo, el de la Porcelana. En el patio de entrada a los jardines y a los accesos a todos los museos se encuentra tambien una surtida galería de estatuas y una preciosa fuente interior.
Ya que estoy a este lado del Arno, me encamino hacia la Fundación Salvatore Romano (cerrada ese día), y de ahí a la Iglesia de Santa Maria del Carmine. Primero se entra en un claustro donde se encuentran diversos frescos y luego a una pequeña sala donde se expone uno de los numerosos cenáculos que existen en las pequeñas iglesias de Florencia.
Pero el tesoro que esconde esta pequeña iglesia está un poco más en el interior, concretamente una de las obras maestras del renacimiento, la Capilla Brancali. Es una pequeña capilla que está decorada majestuosamente en ambos lados a dos niveles por unos hermosos frescos que han permanecidos inalterables pese al tiempo, destrucción parcial de la iglesia, guerras e incendios (recientemente fue restaurada, por lo que el colorido es espectacular). Un lugar realmente precioso, donde predomina el silencio y el recogimiento de los pocos turistas que acceden a ella, y donde se pueden ver los frescos sin prisa a un palmo de ellos, aunque donde realmente se disfruta en su totalidad es desde el centro de la capilla.
Ya es bastante tarde por lo que cerca del Ponte Vecchio como en un restaurante que se anuncia como “Cocina Mediterranea” o algo así. No recuerdo el menú, pero sí que me costó sobre 13-14 euros, incluía café que no tomé. Caminata al hotel cruzando el Arno y dormir un poco la siesta.
Cuando despierto y aprovechando que está situado al lado, me doy una vuelta por el mercado de San Lorenzo. Hay infinitos puestos, algunos de recuerdos turísticos, otros de máscaras, pero lo que prima es la piel en todos los productos que podáis imaginar: carteras, monederos, cinturones, chaquetas. Son pequeños puestos que luego al cerrarse toman forma de pequeños carromatos que se encierran en cocheras de los alrededores. En algunos puestos te confeccionan la chaqueta a medida en pocas horas....
De aquí me voy directo a la Academia, donde la cola de entrada es enorme, pero con la Firenze Card se entra por otra puerta y en un minuto estoy dentro y registrado por los de seguridad. Mi visita coincide con una exposición temporal llamada “Arte torna Arte”, que recoge obras de artistas contemporáneos de un listado absolutamente imprescindible: Picasso, Bacon, Warhol. Duchamp, Mapplethorpe (y nada de obras menores: “Figure sitting (the Cardinal) de Bacon o “Arlequin con espejo” de Picasso son claros ejemplos de lo expuesto, esta última creo que proviene del Thyssen de Madrid).
La mayoría de estas obras están en una sala anexa habilitada para la exposición, pero otras quedan diseminadas por la Galería alguna de ellas de forma realmente peculiar, inverosímil, fuera de época.
Nada mas entrar en una de las salas (Sala del Colosso) ya se ve el original de “El rapto de las sabinas”, cuya copia ya vi en la Loggia de la Signora, así como una buena colección de pintura religiosa florentina. La otra copia que allí había era el “David” de Miguel Angel y aquí por fin contemplamos el original, más imponente de lo esperado, colosal, sin palabras. Nada más acceder al pasillo (Galeria de Priggioni) destaca en el fondo y no queda casi ni tiempo para mirar las obras que le preceden (la mayoría de ellas también de Miguel Angel y muchas inacabadas). El ansía nos puede y hacía él me dirijo como alentado por un imán. Es realmente perfecto, expuesto con la grandeza que se merece la obra y merece sus minutos quedarse ahí completamente boquiabierto. Está prohibido hacer fotos pero se puede hacer alguna desde lejos,
desde un lateral,
o desde bastante cerca

Luego se accede al Salon dell´Ottocento, donde hay numerosas esculturas y sobre todo una cantidad de bustos impresionantes. Luego hay tres salas dedicadas al Giotto y el arte florentino religioso de lo siglos XII-XXIII. No sé si es por coincidir con la exposición temporal, pero el suelo de una de ellas es realmente curioso (una especie de suelo de espejo resquebrajado).
Como nos queda cerca la Piazza SS. Annunziata nos dirigimos hacía ella para entrar al Museo Archeologico. Por esta plaza ya pasé unos días antes y ni me di cuenta de la Basílica della SS Annunziata que está justo en la esquina anterior al museo donde quiero ir. La verdad es que la entrada queda casi desapercibida y no invita a entrar, pero como uno es curioso por naturaleza y entra a cada una de las iglesias que encuentra, pues decido pasar. Y lo que encuentro es, como ya comenté anteriormente, uno de los secretos mejor guardados de Florencia. Nada más entrar no hay iglesia alguna, sólo una especie de claustro con una claraboya en el techo y un ambiente algo desangelado, diriase que abandonado, casi sucio.
Aún así, hay frescos en algunas de las paredes por lo que veo la puerta de la entrada y ahora sí que uno entra en una iglesia fascinante y que es toda una sorpresa para los sentidos. Lo primero que destaca es que es una basílica barroca, poco inusual en la zona. Junto a todo el arte barroco que tiene, desde el techo precioso al altar, lo que más destaca son todas las capillas laterales, la mayoría de ellas con hermosos frescos y sobre todo, conectadas por pequeñas puertas lo que invita a visitarlas una por una. También se tiene acceso a otro claustro interior, también con frescos y se advierte, lo que casi no suele ocurrir en ninguna iglesia (por extraño que parezca), que aquí habitan monjes y religiosos que se ven por casi todos lados. Justo a la entrada hay un otra capilla, puro barroquismo. La verdad, según mi opinión, visita obligada si vais a Florencia.
Después de esto, el Museo Arqueológico sólo me parece curioso, con toda clase de restos arqueológicos de la zona, todo presentado de una forma didáctica, alternando vídeos, con mapas, fotografías. Aquí también coincide con una exposición contemporánea, esta vez de artistas italianos que realizan obras basadas en abanicos.
De aquí, queda cerca el Orto Botánico “Giardino dei Semplici”, así que para allá que me voy antes de que sea más tarde y cierren. Es un jardín botánico que pertenece a la universidad de Florencia (o de algún centro educativo, no lo recuerdo con exactitud) y hasta la persona que está gestionando la entrada se sorprende que entre. No hay NADIE en el jardín, sólo un anciano, y no veo a nadie más hasta que me vaya. La verdad es que no es la mejor época para verlo, supongo que en primavera sería ideal, pero aún así, se ve todo muy dejado, poco adaptado al turista y muy orientado a la investigación (cada planta tiene su etiqueta con su especie). No es un lugar muy grande, así que lo mejor es pillar un banco y descansar un rato mientras se disfruta de la soledad y el silencio. También aquí coincido con otra exposición temporal llamada “Dinosauri in carne e ossa”, donde podemos ver eso: dinosaurios de “carne y hueso” repartidos por el jardín, realmente bien conseguidos y que animan algo el desolado jardín. Hay zonas con plantas y arboles de interior, zonas de cactus, nenúfares, de todo un poco. Tú mismo puedes coger un azadon o una manguera y pasar el rato regando o plantando, ya os digo que no hay nadie y está como abandonado (lo mismo por la mañana hay estudiantes y trabajadores, pero a estas horas nadie).
Salgo y decido irme a ver otra vez Santa Croce, donde llego cuando ya cae el sol y el mármol blanco empieza a tornar anaranjado, y ahí me quedo hasta que oscurece y la noche se impone.
Regreso en otra larga caminata al hotel, ha sido un día largo y estoy cansado, así que decido cenar cerca, como siempre. A unos pasos tengo la “Osteria All´Antico Mercato” donde por una Ensalada, Pollo Marmigiana (muy recomendable, estaba de muerte; incluso como plato único) y agua me cobran 22 €. Algo caro pero todo muy rico y muy bien servicio. Un helado, otra vuelta por la zona y a dormir toca. Mañana más Florencia.