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Último día en Chicago.
Hoy teníamos un día inteso por delante y decidimos empezar por la zona del campus de los museos, ya que, aunque no teníamos intención de visitarlos, había leido en el foro que una de las mejores fotos del skyline se obtenían desde allí.
La estación del CTA más cercana es la de Roosevelt y nos bajamos allí. Nos acercamos al museo Field y rodeamos el acuario en dirección al planetario. Desde allí la vista del skyline era impresionante y, además, el día estaba precioso, con un cielo azul increible.
Foto del skyline con la torre Sears y el edificio Hancock:
Foto del skyline con la torre Sears y el acuario:
Nos acercamos también a la 12th street beach, donde había gente de la ciudad disfrutando de un estupendo día de playa.
De vuelta al campus compramos unos perritos típicos de Chicago (dos menús de perrito, cocacola y patatas 12$), que no llevan ketchup, si no cebolla, lechuga, tomate, una salsa especial dulce... Estaban deliciosos y nos sirvieron para coger fuerzas; así que nos dirigimos al CTA para ir la estación de Randolph. A un par de minutos está el Visitor center, en la esquina con la Ave. Michigan y entramos para usar el wifi gratis y comprar los billetes (54,76$ dos personas) para el circuito de arquitectura de 90 minutos de las 13:30 con Wendella Boats, ya que salía más barato cogerlo por internet. Con el código de reserva puedes imprimir las entradas en una máquina que hay al lado de las taquillas. Los barcos se cogen debajo del puente que hay en la Ave. Michigan para cruzar el rio Chicago.
El crucero de arquitectura está muy bien, aunque creo que resulta mucho más interesante si tienes un buen nivel de inglés. Nosotros hablamos inglés, pero con el ruido del barco y que el vocabulario arquitectónico nos resulta ajeno, la verdad es que no entendíamos casi nada a la guía. De hecho, al de poco tiempo desconecté y disfruté sacando fotos, ya que las perspectiva desde el barco merecía la pena.
Fotos desde el barco en el crucero de arquitectura:
Cuando acabamos el crucero fuimos a tomar algo al Billy Goat Tavern, que está muy cerca del embarcadero. La descripción "desaliñado" y "tugurio" le hace justicia. El legendario refugio de periodistas es actualmente un nido de turistas, pero resulta divertido oir continuamente el grito de "cheezborger, cheezborger" y el local es un espectáculo en si mismo, con las paredes repletas de fotos y artículos.
Foto de la Billy Goat Tavern:
Al salir del Billy Goat Tavern, fuimos hacia la Water Tower, un símbolo de la ciudad por ser el único superviviente del Gran Incendio que asoló Chicago. De ahí a la Torre Hancock, que teníamos intención de visitar más tarde, para visitar la "Cheesecake factory" que está en la base. Venden unas porciones de tarta deliciosas. Compramos una (7,70$) que desayunaríamos al día siguiente y estaba muy rica. Con nuestra compra, nos acercamos a la Oak St Beach, que estaba repleta de gente. Es un lujo tener una playa en pleno centro de la ciudad.
Foto desde la playa con la Torre Hancock:
Después de abrir el apetito por la playa, encantados pero muertos de hambre, nos dirigimos al restaurante Giordano´s, otro de los "must" de Chicago, a por nuestra segunda y "nutritiva" deep dish pizza. Funciona como la Pizzeria Uno: pides reserva y al mismo tiempo haces el pedido. El local es más grande y la pizza estaba riquísima; pedimos la pequeña para los dos (pizza y dos cocacolas más propina 29,50$) y esta vez no fuimos ni siquiera capaces de terminarla...
El plan era acabar el día en la Torre Hancock, para ver el atardecer. En vez de pagar la entrada para ir al observatorio de la planta 94 de la torre, seguimos el consejo de la Lonely Planet y fuimos al Signature Lounge, en la planta 96, donde ves las vistas con mientras tomas una consumición. De hecho, desde el baño de las chicas ves el skyline con la Sears igual que tomando algo, pero bueno, es precioso ver el atardecer y cómo la ciudad se va iluminando según oscurece (12$ por dos cocacolas más propina).
Fue un atardecer precioso y para nosotros una despedida perfecta. Así que nos retiramos satisfechos con ganas de coger fuerzas para el largo viaje que emprendíamos al día siguiente y que nos llevaría a muchos kilómetros de una ciudad que nos había encantado.
Fotos del atardecer desde la Torre Hancock:
Bye, bye, Chicago!
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