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MARTES 29 ANURADHAPURA, MIHINTALE Y AVUKANA
Este día ya comenzábamos con el circuito y tenía ya muchas ganas. Ya solo levantarme y desayunar con todo ese paisaje me sentía en la gloria.
Habíamos quedado con Janaka a las 8.30 en recepción y muy puntuales acudimos a nuestra cita. Montamos en nuestro mini bus y para Anuradhapura.
Lo primero que pudimos ver fue todos los alrededores de Dambulla llenos de campos de arroz.
Enromes y verdes campos de arroz.
Aquí unos trabajadores recogiéndolo ya.
Hicimos una primera parada en el camino y vimos nuestro primer templo en lo alto de una montaña. Era una Dagoba pequeñita y estaba rodeada por montañas donde los monjes iban a meditar. En ella se pueden ver talladas siluetas de elefantes y restos de pinturas.
De ahí ya nos adentramos en ANURADHAPURA.
Aquí se estableció la primera capital de Sri Lanka, fundada 500 años a.c. Es muy bonita porque está toda rodeada de naturaleza con sus árboles, sus monos, sus vacas, etc… , pero eso es algo que en Sri Lanka se ve por todas partes y es precioso. Es un contraste de paisajes y ruinas que me llevaba embobada todo el día.
La zona es muy amplia y para desplazarnos de un sitio a otro íbamos con nuestro mini van, cosa que agradecíamos debido al calor tan sofocante que hacía. Pero también pudimos ver como había gente que iba en bicis o simplemente caminando.
Algunas de las cosas más destacadas de las que pudimos ver fueron varias Dagobas, entre las cuales está la impresionante Ruwanweliseya tan enorme y blanca inmaculada, del siglo II a. c., junto con los restos del Palacio Brazen, con más de 1.600 columnas de la misma antigüedad. La
Estatua del Buda Samadhi, varios estanques, el árbol Sagarado Bo, etc…
DAGOBA JETAVANARAMAYA:
KUTTAM POKUNA, TWIN PONDS:
THUPARAMA DAGOBA:
DAGOTA RUWANWELISEYA:
ÁRBOL SAGRADO BO de 2.200 años:
Durante toda la visita de Anuradhapura hay varios sitios en los que te tienes que descalzar y dejar los zapatos a un señor que los cuida, al cual tienes que darle luego unas 50 rupias. Tener en cuenta que todo lo que visitas suele tener el suelo de tierra o piedra ,con lo que sería mejor llevar unos calcetines para no tener que chafar nada raro o simplemente no quemarte los pies cuando lo que tienes bajo ellos es de piedra, ya que el sol pega muy fuerte y no os imagináis como quema ¡¡jejej!! Nosotros no llevamos nada, íbamos a pelo pero no lo pasamos mal del todo porque pasaron algunas nubecillas y sino buscábamos la sombra ¡¡jejeje!!
Tienen mucha vigilancia, y en dos de los sitios nos cachearon para pasar…una fue para ver el árbol sagrado Bo y la otra la dagota de Ruwanweliseya.
De aquí pasamos a ver el Templo de Isurumunya con sus grabados en las rocas. Es muy bonito porque tiene un estanque a los pies y está como en una roca. Dentro se pueden ver más grabados e imágenes de buda.
Y llegó la hora de comer. Lo hicimos en un restaurante en el camino, la comida fue normalita pero de muchísima calidad, estaba todo buenísimo.
Este día también teníamos que haber visitado Mihintale, donde se sube a la cima de una montaña a través de una escalera de más de 1.800 peldaños y la panorámica desde aquí es impresionante. Pero no lo hicimos…, no sé si por mala organización del guía o porqué no tenía muy clara la ruta, ya que a la mañana siguiente me pidió mi itinerario para anotárselo todo bien y no saltarse ninguna cosa más. La verdad es que salvo este contratiempo todo el resto del viaje fue correcto y llevado al dedillo.
Nuestro guía nos gustó mucho porque nos explicaba todas y cada unas de las cosas que veíamos. Nos preguntaba cosas, se ofrecía a hacernos fotos, estaba muy atento con que todo fuera de nuestro agrado y nos enteráramos de lo que nos decían en los restaurantes y hoteles. Estaba siempre muy pendientes de nosotros.
Nos advirtió sobre la gente que hay en todos los lugares que visitamos y que se ofrecen a acompañarte para subir escalones o que intentan venderte algo. Nos dijo que un simple “Thak You” bastaba, siendo correctos y educados todo de maravilla. Pero una sola vez no era suficiente, por lo menos lo tuvimos que decir veinte veces a cada uno ¡¡jajjaja!!
Sobre comprar cosas o no a las gentes que hay por los templos y ruinas…pues no sé, yo no compré nada pero si me di cuenta que todo era muy barato. Nosotros cuando íbamos de visitas a ver cosas nos centrábamos más en verlas bien vistas y las compras pues para después, cuando solo fuéramos de compras.
Las oportunidades de compra en Sri Lanka son muy pocas, no tiene nada que ver con Tailandia. Nosotros le dijimos un día al guía que queríamos comprar regalos y nos llevo a una tienda, donde claro está todo iba más caro seguro que por ahí pero compramos nosotros dos solos en la tienda, sin nadie que nos agobiara, sin prisas, y todo lo que compramos estaba bien de precio, no lo vi nada caro. Incluso nos hicieron un descuentillo por comprar varias cosas.
Así como en Tailandia las compras iban a la par con todo lo demás, en Sri Lanka lo vi y lo sentí diferente. Cuando iba a ver templos, parques y demás quería centrarme solo en eso, sentir el budismo, sentir la naturaleza, ver esos paisajes, esas construcciones…y el tema de las compras…pues no entraban en mi magia.
De todos modos salvo 4 o 5 personas que te cruzas que te intentan vender algo no ves nada más por ahí. Eso me encantaba.
No veías a nadie o casi nadie por ningún lado, sobre todo turistas…parecía que estábamos solos allí en medio.
Pero seguiré con el relato y al hilo de lo que comento de la gente tengo que decir que esa tarde de martes estuvimos en un lugar maravilloso:
AVUKANA
Aquel lugar me pareció fabuloso. Y verlo totalmente vacío, sin nadie más que nosotros, era magnífico.
Subimos unas escaleras y al llegar arriba pudimos contemplar la imagen de un Buda de 12 metros de alto tallado en la roca. Es impresionante. De repente estás ahí, en medio de la “selva” con todos esos árboles rodeando esa magnífica imagen. No se oía nada más que el cantar de los pájaros y el ruido que hacían las ramas de los árboles, bailando entre sí.
Como dijo Alberto: aquello es Budismo en estado puro.
No me extraña que los monjes fueran allí a meditar. En un sitio tan maravilloso que te invita a ello. Por lo menos te ayuda a comprender ciertas cosas de su forma de vida y en cierto modo te invita a adentrarte en esos caminos. Me encantó.
Después nos fuimos para el hotel y pudimos relajarnos en una de sus maravillosas piscinas. A última hora una buenísima cena y a la cama.
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