Martes 22 Enero 2013

Como es costumbre (sobre todo mía), nos despertamos a las cinco y media de la mañana por obra gracia del cambio horario y estuvimos una hora intentando volver a coger el sueño, hasta que fue evidente que eso no volvería a suceder. Nos preparamos unos cafés con la cafetera de la habitación, y los acompañamos con unas cookies que habíamos comprado la noche anterior (¡a tomar viento mi dieta!).
Una vez que hubo amanecido, salimos para ver cómo era aquello de día y ver la playa, que estaba a escasos 100 metros enfrente de la puerta del hotel. El problema fue que todos los edificios junto al mar eran residencias privadas, y no se podían cruzar, por lo que tuvimos que acabar andando más de un kilómetro (seguramente si hubiésemos ido en la otra dirección habríamos tenido una entrada más cercana) para poder por fin pisar la arena.



Hacía algo de fresquito como para un baño, pero la temperatura era perfecta para un paseo.
El camino hasta Fort Pierce fue cómodo y rápido. No teníamos muy claro qué nos íbamos a encontrar allí, ya que se trataba básicamente de una parada técnica para no hacer el viaje a Orlando de un tirón, y el recepcionista del hotel se sorprendió de ver a dos españoles por allí de turismo.
A pesar de haber llegado allí a las doce de la mañana, pudimos subir a la habitación, y este hotel estaba de maravilla. Tanto la habitación como las instalaciones estaban en perfecto estado. Si había que poner alguna pega, era que nuestro cuarto estaba junto al ascensor, y se notaba un poco el ruido. De haber estado allí más de una noche, le habríamos pedido cambiarla, pero para tan poco tiempo, no merecía la pena.

Fuimos en coche hasta una islita (Causeway Island), pero nos costó un poco encontrarla, ya que nos confundimos de puente y acabamos en la de al lado. Una vez allí, la verdad es que el clima había empeorado ligeramente, y el viento hacía que la sensación térmica no fuese la deseada, pero aún así había un valiente haciendo kite surfing en el mar, y nos quedamos allí un rato disfrutando con sus piruetas.

Antes de regresar al hotel, pasamos por un Walmart para comprar un sándwich y una ensalada para comer, y pasamos el resto de la tarde viendo un rato la tele y descansando en la habitación.