Domingo 27 Enero 2013
El desayuno fue sencillo, pero más que suficiente y, tras comer, pensamos que no sería una mala idea ir a pasar la mañana en Tampa.
No teníamos mucha información de allí, ya que no entraba dentro de nuestros planes visitarla, pero echamos un vistazo en internet (bendito Google), y descubrimos un paseo junto al mar que decían que tenía muy buenas vistas, y para allí que salimos.
Llegamos hasta Bayshore Boulevard y aparcamos el coche en una de las calles laterales entre enormes casas. Cada vez estaba más claro que Florida será nuestro destino cuando nos jubilemos. Cada rincón nos gusta más que el anterior. Todas las casas estaban rodeadas por unas vallas de obra y al principio no entendimos bien por qué, pero durante el largo paseo hasta el puerto (de unos casi 4 kilómetros), descubrimos que el día anterior había tenido lugar el Festival Pirata de Gasparilla, que se organiza todos los años el último sábado del mes de enero. Fue una pena no haberlo sabido con antelación, porque seguramente hubiésemos ido a verlo. Comprendimos que el atasco del día anterior en la entrada a Tampa quizás se debía al festival.

Durante el paseo, nos fuimos cruzando con numerosos corredores haciendo su ejercicio matutino y, curiosamente, la mayoría de la gente que pasaba a nuestro lado andando, nos saludaba.


Al puerto ya llegamos reventados, y la imagen que nos recibió no nos la esperábamos. Teníamos atracado delante nuestro el barco con el que nos fuimos de crucero de luna de miel. Eso y un restaurante español donde servían filete al cabrales (ver para creer).



Tomamos un café y unos chocolates y aprovechamos la conexión gratuita del local para echar un vistazo en internet y, una vez descansados, regresamos al coche. Fue un largo paseo, pero fue muy agradable.
Pensamos en acceder a Honeymoon Island, pero iba a ser solo un rato, y no sabíamos que había que pagar entrada, así que continuamos el recorrido hasta el downtown de Dunedin.

Aparcamos el coche junto a un parque, y fuimos a dar una vuelta por sus calles. Había muchas tiendecitas y fuimos tranquilamente parándonos en algunas de ellas. Realmente solo buscábamos una postal y un imán del sitio para ampliar la colección que hemos ido reuniendo, pero para nuestra desgracia, no encontramos nada.


Desde allí, fuimos hasta Clearwater y, aunque la primera intención era pasar un rato en la playa, no fue muy buena idea eso de ir en domingo. Fue imposible encontrar aparcamiento por el único que vimos nos pedían 20 dólares por dejar allí el coche. Casi nos da un ataque de risa, y salimos de allí espantados como almas que lleva el diablo.

Paramos en un lateral de la calle principal, y Asun se bajó a hacer unas fotos mientras que yo esperaba sentado en el coche.

Entre una cosa y otra, ya se habían hecho más de las seis de la tarde, así que decidimos regresar al hotel, pero con la firme propuesta de no volver a caer dormido tan pronto como el día anterior.
Estuvimos entretenidos revisando las fotos del día, y eso consiguió mantenernos despiertos hasta cerca de las once.