La capital polaca es una clara muestra de una buena reconstrucción ya que, a no ser que se sepa de antemano, absolutamente nada lleva a pensar que las calles y edificios que componen la Stare Miasto (ciudad vieja) no sean los originales de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
En este primer día en Polonia visitamos la ciudad vieja, desde la plaza del castillo hasta la barbacana y desde ésta hasta la plaza de la ciudad nueva. Merece especial atención la plaza o rynek de la ciudad vieja, presidida por una sirenita que en nada se parece a la dulce y tierna Ariel de Disney.
Aunque una vez fuera del casco antiguo lo que se dice “bonito” no hay gran cosa, si te interesa un mínimo la historia se pueden visitar varios lugares que ponen los pelos de punta: la plaza en la que se alza el Monumento a los Héroes del Guetto, en memoria a los caídos durante la insurrección del guetto de Varsovia en 1943. Es en esta plaza donde los judíos esperaban los trenes para ser llevados a una muerte segura en el campo de concentración de Treblinka. En la calle Sienna, número 55, queda en pie un pequeño trozo del muro del guetto. Además, en el cruce de la calle Dluga con Miodowa está el impresionante monumento a la insurrección de Varsovia.
También fuera del casco antiguo y ubicado en pleno centro de la ciudad, se encuentra el Palacio de la Cultura, un edificio regalado por los soviéticos y construido a imagen y semejanza de los siete rascacielos de Stalin en Moscú. Tras la caída de la URSS, los ciudadanos de Varsovia quisieron demoler este edificio que aun hoy es el más alto de la ciudad. Hacia el este se ubica el inmenso parque Lazienkowski, con sus bellos caminos que discurren entre palacios, bancos musicales, ardillas y pavos reales.