Y llegó nuestro penúltimo día, nos esperaba uno de los platos fuertes de las vacaciones, La Gouffre de Padirac, de la que tanto habíamos leído y oído. La entrada 9,80€ por persona, pero para nosotros vale muchísimo la pena y es imprescindible visitarla. Tuvimos que madrugar bastante, era el sitio más alejado que visitamos, y había que estar temprano para evitar las largas colas. Aun así, llegamos sobre las 10h e hicimos 1,5h de cola, pero no se hizo largo, puedes acercarte a la entrada a hacer fotos, visitar la tienda, o tomar algo. Puedes bajar por ascensor o escaleras, y luego a recorrer todo su interior, es inmensa, hasta llegar al embarcadero, donde una especie de gondoleros te esperan, en cada barca van diez personas y haces una parte del recorrido por el lago subterráneo de unos 500m, luego haces otro tramo a pie acompañado de guía, eso sí en francés, y hay que subir bastantes escalones. Luego se hace el camino de regreso cogiendo otra vez tu barca. La temperatura dentro de la cueva es de unos 13 grados, hace bastante fresco, llevar algo para abrigaros si sois frioleros. Como es normal no dejan hacer fotos del interior.
Salimos sobre las 13h, y comimos allí mismo que hay restaurantes.
Volvimos a coger el coche con dirección a Rocamadour, otra visita imprescindible. Sorprendente pueblo colgado en la ladera de una montaña caliza, no nos cansábamos de admirarlo, es un centro de peregrinación y la subida o bajada se hace por un sendero sombreado con sus 12 calvarios, el pueblo tiene 3 niveles de altura y dos de ellos los puedes hacer en ascensor previo pago. En la parte alta está el castillo que es por donde nosotros empezamos, en la parte media está la iglesia, y en la parte baja está todo el bullicio con sus tiendas, bares y restaurantes.
A continuación regresamos a Sarlat, a disfrutar de nuestra última noche allí. Esa noche, como todas, cenamos muy bien en una pizzería y degustamos nuestro último “café gourmand”.
Salimos sobre las 13h, y comimos allí mismo que hay restaurantes.
Volvimos a coger el coche con dirección a Rocamadour, otra visita imprescindible. Sorprendente pueblo colgado en la ladera de una montaña caliza, no nos cansábamos de admirarlo, es un centro de peregrinación y la subida o bajada se hace por un sendero sombreado con sus 12 calvarios, el pueblo tiene 3 niveles de altura y dos de ellos los puedes hacer en ascensor previo pago. En la parte alta está el castillo que es por donde nosotros empezamos, en la parte media está la iglesia, y en la parte baja está todo el bullicio con sus tiendas, bares y restaurantes.
A continuación regresamos a Sarlat, a disfrutar de nuestra última noche allí. Esa noche, como todas, cenamos muy bien en una pizzería y degustamos nuestro último “café gourmand”.