¿Llaman a la puerta? ¿Qué hora es? Son las 4,30h y el recepcionista del hotel nos dice que ya nos esperan los de la agencia. ¿Pero si habíamos quedado a las 05,30? Recogemos todo, ya que, aunque dejamos las mochilas guardadas en el Piccola Locanda durante estos 6 días, cuando volvamos nos cambiamos al Mama Simona que es más barato.
A las 5 bajamos a recepción y nuestro guía está nervioso. Al parecer hoy hay huelga en todos los sectores y deseaban salir muy pronto para no encontrar ningún corte en la carretera.
Bajamos a la plaza de Armas donde nos espera la furgoneta. Dentro ya hay varios extranjeros a los que pedimos disculpas, pero no sabíamos que se había adelantado la hora de partida.
Antes de venir a Perú teníamos claro que queríamos hacer una visita al Amazonas. Estuvimos recabando información sobre los lugares que podíamos visitar. Estaba el norte, Iquitos y la reserva de Pacaya Samiria o el sur, Madre de Dios y el Parque Nacional del Manu.
Para visitar la reserva de Pacaya-Samiria, nos pusimos en contacto con César de Shapshico tours. Supimos de ellos a través de una pareja de españoles (Oscar y Noe) que había escrito algún post en este foro. El tour con esta agencia prometía: una ruta original, nada turística y viviendo la naturaleza muy intensamente a un precio ajustado (1.050 soles por persona para el tour de 7 días y 6 noches), además de poder contemplar delfines rosados. Las únicas pegas eran los desplazamientos ya que debíamos volar de Cuzco a Lima y de Lima a Iquitos sin que cuadrasen los horarios. Finalmente el precio se disparaba y perdíamos el día de llegada y el día de vuelta.
La otra opción era visitar el Parque Nacional del Manu en Madre de Dios. Mucho más caro pero cuyo acceso estaba incluido en el precio, sin necesidad de desplazamientos en avión por lo que el precio quedaba compensado.
Teníamos claro que queríamos un viaje para observar naturaleza. No nos interesaban los tours a la zona cultural, queríamos uno más largo que nos introdujera en la selva “virgen”, siempre que se pueda llamar así a una zona a la que acceden turistas.
El hecho de ser un parque natural convierte a Manu en una zona muy protegida. Sólo algunas agencias turísticas están autorizadas para visitarlo y el elevado coste hace que muy pocos turistas puedan o quieran visitarlo. El precio, que era un gran hándicap, se convertía en una ventaja ya que nos permitiría disfrutar de la naturaleza sin ver más turistas.
Comenzó la ronda de correos preguntando a las diferentes agencias. Unas contestaron, otras no, y otras nos dieron unos precios tan desorbitados que hacían peligrar nuestras ilusiones. Este fue el resultado de las consultas.
Finalmente nos decidimos por Amazon Wildlife Perú (que resultó ser la misma agencia que Bonanza tours). Era la más barata de todas, podíamos pagar por Western Union o por tarjeta, respondían nuestras consultas y tenía algún comentario favorable por internet.
El programa que hicimos de 6 días y 5 noches lo podéis consultar en su web www.amazonwildlifeperu.com
Pues bien, después de recogernos en la Plaza de Armas de Cusco, iniciamos el viaje en una furgoneta en la que íbamos el conductor, nuestro guía Ryse, el cocinero, una pareja de alemanes, otra pareja de alemana y francés, un suizo y nosotros. El día de hoy iba a ser largo y con mucha paliza de autobús, lástima que los asientos no tuvieran reposacabezas y suerte que el conductor era prudente.
Afortunadamente y a pesar de la huelga no tuvimos ninguna incidencia en la carretera. Apenas encontramos tráfico y la primera parada fue la prevista para la visita a las Chullpas de Ninamarca, un conjunto de construcciones funerarias de la cultura Lupacas (preincaica). Al guía le encanta hablar en inglés y parece que le cuesta comunicarse en castellano con nosotros, pero pagamos por un tour bilingüe, así que tendrá que acostumbrarse a las traducciones.
Continuamos en la furgoneta hasta el pueblo de Paucartambo donde desayunaremos (no incluido en el tour). Paramos en un bar pequeñito donde sólo tomamos la bebida ya que en nuestro hostal nos habían preparado un tentempié para desayunar. Después damos un paseo por el pueblo, de inspiración andaluza con sus casas encaladas y balcones pintados de azul. En esta zona se cultivan más de 300 variedades de patatas.
El pueblo es tranquilo y tiene una pequeña iglesia que visitamos. Nuestro guía conoce al santero que la cuida y recibimos explicaciones detalladas de cada cuadro y cada detalle.
Tras esto, volvemos a la furgoneta para comenzar el camino hacia el Bosque Nublado. Esta parte hace honor a su nombre. Nos detenemos en la zona de entrada y no conseguimos ver nada por la intensa niebla. Desde este punto se debería contemplar el bosque que desciende desde las faldas de la región andina, pero las nubes bajas no nos lo permiten.
Nuestro viaje continúa por una “carretera” de tierra serpenteante y llena de vegetación ya tropical. Para estirar las piernas, el conductor hace paradas y bajamos un tramo del camino andando hasta que nos recoge de nuevo.
Nuestro guía es un auténtico imitador de sonidos del reino animal. No sabemos cuál de los sentidos tiene más desarrollados para la vida en la selva: si el oído o la vista. Parece que oye algo y en un momento comienza a hacer un silbido. Dice que hay un tucán en un árbol y comienza a llamarlo…hasta que obtiene respuesta. ¡Así es! Lo vemos en una rama. El consejo para un viaje de este tipo es que llevéis unos buenos prismáticos (nosotros no teníamos) y un buen objetivo (que tampoco teníamos). Nuestro guía se crio en la selva (sus padres aún viven allí) y es feliz en ella.
Sobre las 13h el conductor paró en medio del camino y el cocinero nos sirvió una ensalada de patata y pollo. La comida: en platos pero casi sin cubiertos y sentados en una piedra. Esto es un viaje a la selva ¿no?
Después de comer, un poco más de camino hasta la siguiente parada para visitar al gallito de las rocas. Hasta ahora no habíamos tenido suerte en los puntos donde se suelen avistar, así que paramos junto a una caseta abandonada de madera y nuestro guía comienza a llamarlos. Ahí están, escondidos en las ramas de los árboles. La vegetación es tan espesa que no podemos verlos bien y mucho menos fotografiarlos, pero sí que distinguimos la cabecita de alguno de ellos y su color rojo intenso. Ha sido bonito pero un poco decepcionante. Si este va a ser el tipo de avistamiento de animales que vamos a hacer…estamos “apañados”.
Mirad en el centro de la foto. La manchita roja es el gallito de las rocas
Seguimos en furgoneta. Esto es lo que se denomina la zona cultural. Se pueden observar algunos animales y hay varios lodges de madera. Las agencias de Cusco ofertan tours a esta zona pero el guía nos explica que esto no es realmente el parque de Manu, sino una zona fronteriza o de “amortiguamiento”. El parque de Manu, que es enorme, sólo tiene una pequeña extensión del mismo que se puede visitar. Es la zona “reservada”, un espacio protegido al que puede acceder el turismo únicamente con guía y con agencia autorizada. Esa será la zona que visitemos nosotros en esta excursión. Al resto del parque no es posible acceder. Es zona protegida por su fauna, su flora, no explorada y en la que viven tribus que no han sido contactadas por nadie.
Nuestro viaje por hoy acaba en el Rainforest Lodge, cerca de Pillcopata. Este alojamiento pertenece a la familia del guía. Consta de una construcción de madera principal, con una mesa grande en la que se sirven las comidas...
y otras construcciones para dormir. Esas cabañas son también de madera, tienen mosquitera en las paredes y en las camas.
Nos parece muy bonito y mucho más acogedor y limpio de lo que nos esperábamos. Los baños están fenomenal. Así que esto es un lujo.
Cenamos en la caseta central, charlamos un poco sobre el parque y nos vamos a dormir, con el sonido de las ranas que no paran de croar y los ruidos de insectos y demás bichos.
El viaje en furgoneta ha sido cansado pero estamos contentos. Pensamos que nos va a gustar mucho.
Ahora, a descansar.
A las 5 bajamos a recepción y nuestro guía está nervioso. Al parecer hoy hay huelga en todos los sectores y deseaban salir muy pronto para no encontrar ningún corte en la carretera.
Bajamos a la plaza de Armas donde nos espera la furgoneta. Dentro ya hay varios extranjeros a los que pedimos disculpas, pero no sabíamos que se había adelantado la hora de partida.
Antes de venir a Perú teníamos claro que queríamos hacer una visita al Amazonas. Estuvimos recabando información sobre los lugares que podíamos visitar. Estaba el norte, Iquitos y la reserva de Pacaya Samiria o el sur, Madre de Dios y el Parque Nacional del Manu.
Para visitar la reserva de Pacaya-Samiria, nos pusimos en contacto con César de Shapshico tours. Supimos de ellos a través de una pareja de españoles (Oscar y Noe) que había escrito algún post en este foro. El tour con esta agencia prometía: una ruta original, nada turística y viviendo la naturaleza muy intensamente a un precio ajustado (1.050 soles por persona para el tour de 7 días y 6 noches), además de poder contemplar delfines rosados. Las únicas pegas eran los desplazamientos ya que debíamos volar de Cuzco a Lima y de Lima a Iquitos sin que cuadrasen los horarios. Finalmente el precio se disparaba y perdíamos el día de llegada y el día de vuelta.
La otra opción era visitar el Parque Nacional del Manu en Madre de Dios. Mucho más caro pero cuyo acceso estaba incluido en el precio, sin necesidad de desplazamientos en avión por lo que el precio quedaba compensado.
Teníamos claro que queríamos un viaje para observar naturaleza. No nos interesaban los tours a la zona cultural, queríamos uno más largo que nos introdujera en la selva “virgen”, siempre que se pueda llamar así a una zona a la que acceden turistas.
El hecho de ser un parque natural convierte a Manu en una zona muy protegida. Sólo algunas agencias turísticas están autorizadas para visitarlo y el elevado coste hace que muy pocos turistas puedan o quieran visitarlo. El precio, que era un gran hándicap, se convertía en una ventaja ya que nos permitiría disfrutar de la naturaleza sin ver más turistas.
Comenzó la ronda de correos preguntando a las diferentes agencias. Unas contestaron, otras no, y otras nos dieron unos precios tan desorbitados que hacían peligrar nuestras ilusiones. Este fue el resultado de las consultas.
Finalmente nos decidimos por Amazon Wildlife Perú (que resultó ser la misma agencia que Bonanza tours). Era la más barata de todas, podíamos pagar por Western Union o por tarjeta, respondían nuestras consultas y tenía algún comentario favorable por internet.
El programa que hicimos de 6 días y 5 noches lo podéis consultar en su web www.amazonwildlifeperu.com
Pues bien, después de recogernos en la Plaza de Armas de Cusco, iniciamos el viaje en una furgoneta en la que íbamos el conductor, nuestro guía Ryse, el cocinero, una pareja de alemanes, otra pareja de alemana y francés, un suizo y nosotros. El día de hoy iba a ser largo y con mucha paliza de autobús, lástima que los asientos no tuvieran reposacabezas y suerte que el conductor era prudente.
Afortunadamente y a pesar de la huelga no tuvimos ninguna incidencia en la carretera. Apenas encontramos tráfico y la primera parada fue la prevista para la visita a las Chullpas de Ninamarca, un conjunto de construcciones funerarias de la cultura Lupacas (preincaica). Al guía le encanta hablar en inglés y parece que le cuesta comunicarse en castellano con nosotros, pero pagamos por un tour bilingüe, así que tendrá que acostumbrarse a las traducciones.
Continuamos en la furgoneta hasta el pueblo de Paucartambo donde desayunaremos (no incluido en el tour). Paramos en un bar pequeñito donde sólo tomamos la bebida ya que en nuestro hostal nos habían preparado un tentempié para desayunar. Después damos un paseo por el pueblo, de inspiración andaluza con sus casas encaladas y balcones pintados de azul. En esta zona se cultivan más de 300 variedades de patatas.
El pueblo es tranquilo y tiene una pequeña iglesia que visitamos. Nuestro guía conoce al santero que la cuida y recibimos explicaciones detalladas de cada cuadro y cada detalle.
Tras esto, volvemos a la furgoneta para comenzar el camino hacia el Bosque Nublado. Esta parte hace honor a su nombre. Nos detenemos en la zona de entrada y no conseguimos ver nada por la intensa niebla. Desde este punto se debería contemplar el bosque que desciende desde las faldas de la región andina, pero las nubes bajas no nos lo permiten.
Nuestro viaje continúa por una “carretera” de tierra serpenteante y llena de vegetación ya tropical. Para estirar las piernas, el conductor hace paradas y bajamos un tramo del camino andando hasta que nos recoge de nuevo.
Nuestro guía es un auténtico imitador de sonidos del reino animal. No sabemos cuál de los sentidos tiene más desarrollados para la vida en la selva: si el oído o la vista. Parece que oye algo y en un momento comienza a hacer un silbido. Dice que hay un tucán en un árbol y comienza a llamarlo…hasta que obtiene respuesta. ¡Así es! Lo vemos en una rama. El consejo para un viaje de este tipo es que llevéis unos buenos prismáticos (nosotros no teníamos) y un buen objetivo (que tampoco teníamos). Nuestro guía se crio en la selva (sus padres aún viven allí) y es feliz en ella.
Sobre las 13h el conductor paró en medio del camino y el cocinero nos sirvió una ensalada de patata y pollo. La comida: en platos pero casi sin cubiertos y sentados en una piedra. Esto es un viaje a la selva ¿no?
Después de comer, un poco más de camino hasta la siguiente parada para visitar al gallito de las rocas. Hasta ahora no habíamos tenido suerte en los puntos donde se suelen avistar, así que paramos junto a una caseta abandonada de madera y nuestro guía comienza a llamarlos. Ahí están, escondidos en las ramas de los árboles. La vegetación es tan espesa que no podemos verlos bien y mucho menos fotografiarlos, pero sí que distinguimos la cabecita de alguno de ellos y su color rojo intenso. Ha sido bonito pero un poco decepcionante. Si este va a ser el tipo de avistamiento de animales que vamos a hacer…estamos “apañados”.
Mirad en el centro de la foto. La manchita roja es el gallito de las rocas
Seguimos en furgoneta. Esto es lo que se denomina la zona cultural. Se pueden observar algunos animales y hay varios lodges de madera. Las agencias de Cusco ofertan tours a esta zona pero el guía nos explica que esto no es realmente el parque de Manu, sino una zona fronteriza o de “amortiguamiento”. El parque de Manu, que es enorme, sólo tiene una pequeña extensión del mismo que se puede visitar. Es la zona “reservada”, un espacio protegido al que puede acceder el turismo únicamente con guía y con agencia autorizada. Esa será la zona que visitemos nosotros en esta excursión. Al resto del parque no es posible acceder. Es zona protegida por su fauna, su flora, no explorada y en la que viven tribus que no han sido contactadas por nadie.
Nuestro viaje por hoy acaba en el Rainforest Lodge, cerca de Pillcopata. Este alojamiento pertenece a la familia del guía. Consta de una construcción de madera principal, con una mesa grande en la que se sirven las comidas...
y otras construcciones para dormir. Esas cabañas son también de madera, tienen mosquitera en las paredes y en las camas.
Nos parece muy bonito y mucho más acogedor y limpio de lo que nos esperábamos. Los baños están fenomenal. Así que esto es un lujo.
Cenamos en la caseta central, charlamos un poco sobre el parque y nos vamos a dormir, con el sonido de las ranas que no paran de croar y los ruidos de insectos y demás bichos.
El viaje en furgoneta ha sido cansado pero estamos contentos. Pensamos que nos va a gustar mucho.
Ahora, a descansar.