Llevábamos tiempo con ganas de visitar Toledo, ciudad de la que habíamos oído hablar muy bien y no estaba demasiado lejos. Por fin este diciembre encontramos la oportunidad e hicimos este viaje que, aunque improvisado, no salió nada mal. Y eso que el comienzo no fue bueno. El sábado por la mañana nos pusimos en carretera con niebla cerrada y el GPS había instalado mal los mapas en casa en la última actualización, dejándonos solos (cada vez confiamos más en estos cacharros y ya no sabemos conducir sin ellos). Pero la niebla despejó a mitad de camino y pudimos llegar al hotel sin el GPS (vivan los Smartphones!).
Nos alojamos en el Hotel Mayoral, que está junto a la Estación de Autobuses, en la ciudad nueva. Como ventaja, pudimos dejar el coche en el aparcamiento gratuito del Safón, cruzando la calle, al que es muy fácil de llegar. Hay un gorrilla en la puerta, y le dimos propina, preferimos no arriesgarnos. Está a 5 minutos andando de la Puerta de la Bisagra, cuesta arriba. Y a 10 minutos de la Plaza del Zocodover, también cuesta arriba, pero a nosotros no se nos hizo nada pesado. El hotel en sí está bien, sobre todo teniendo en cuenta su precio. Habitaciones amplias y cama cómoda. El cuarto de baño algo antiguo, pero con buena presión de agua caliente.
Llegamos a mediodía y, una vez instalados, pedimos un plano de Toledo en recepción y empezamos a visitar la ciudad. Tras caminar 5 minutos cuesta arriba, llegamos a la Puerta de la Bisagra, la entrada principal de la ciudad. He de decir que impresiona, con las dos torres y el gran escudo de Carlos V.
Nada más cruzar la puerta nos encontramos con la iglesia de Santiago del Arrabal. No es visitable (siempre la encontramos cerrada y no vimos horarios indicados en ningún sitio), ni viene reseñada en el plano turístico, pero nos gustó mucho. Está hecha en ladrillo, de estilo mudéjar y, según leímos después, es la construcción mudéjar más antigua y más importante de Toledo.
Justo al lado, en la Ermita de la Virgen de la Estrella, había en precioso Portal de Belén, ambientado en la ciudad de Toledo. No le hicimos foto, porque había mucha gente y pensamos volver otro día ya que nos pillaba de paso. Pero no lo volvimos a ver abierto.
Seguimos hacia el centro, pasando por algunas de las puertas de la ciudad, como la impresionante Puerta del Sol.
Finalmente llegamos a la Plaza del Zocodover, que estaba “tomada” por una carpa con un mercado de navidad. Y, aunque habíamos comido algo por el camino, nos acercamos a la cervecería “El Trébol” a tomar una cerveza y una tapa. Probamos la “bomba”, que es la más típica del local. Es una bola de patata rellena de carne, rebozada y frita. El sitio está bastante bien, aunque estaba a tope y tardaban bastante en servir.
De allí nos fuimos hacia la judería, ya que queríamos visitar la Sinagoga del Tránsito, que es gratis los sábados. Pasamos por la catedral, y no nos resistimos a hacerle una foto. Aunque en la plaza había una pista de patinaje sobre hielo que impedía tener una perspectiva completa del edificio.
Callejeando por la judería, finalmente llegamos a la Sinagoga del Tránsito, donde está el Museo Sefardí. El edificio es muy bonito, principalmente la Sala de la Oración, con arcos islámicos para permitir la entrada de luz, paredes talladas en yeso policromado y un techo de madera precioso. El museo también es bastante interesante.
Muy cerca de allí está la Sinagoga de Santa María La Blanca. Compramos la pulsera turística, que por 8 euros incluye la entrada a 6 edificios de la ciudad, durante el tiempo que dure la pulsera puesta. Yo la recomiendo si se va a estar al menos dos días en Toledo, ya que no todo lo que incluye podría considerarse imprescindible, y si se tiene poco tiempo, mejor pagar entrada individual de los sitios donde se vaya a entrar, a 2,50 euros.
La Sinagoga de Santa María La Blanca es de esos monumentos que no te debes perder. Por fuera pasa casi desapercibida, pero su interior es precioso, con sus arcos blancos, las ventanas de arco polilobulado, los capiteles decorados…
Desde allí fuimos al Monasterio de San Juan de los Reyes, con entrada también incluida en la pulsera. Los construyeron los Reyes Católicos en conmemoración de la batalla de Toro, con la intención de que fuese el mausoleo real, aunque luego fueron enterrados en Granada. Es de estilo gótico isabelino, y tiene un claustro precioso. Si el piso de abajo es bonito, el de arriba todavía más, con techo labrado (artesonado) de madera, y los leones con los escudos de los reinos de los Reyes Católicos y el lema “Tanto Monta”. La iglesia también merece la pena, lo que más me gustó fueron los relieves de los laterales con los blasones de los reyes.
Ya que estábamos cerca, cruzamos en Puente de San Martín, aprovechando la última luz de la tarde. Es un puente medieval, con dos grandes torres en los extremos junto a las puertas. Bordeando el río hay un camino, que llaman la senda ecológica, que tiene que ser muy bonito, ya que rodea la ciudad.
Por último, visitamos el Museo del Greco, que los sábados por la tarde es gratuito. Recrea una casa típica de la época del Greco, y una explicación sobre su vida y obra. Pero cuadros originales de El Greco no hay muchos allí, están en otros museos e iglesias de Toledo.
Paseamos un poco por el centro, y vimos la Catedral por la noche, que estaba iluminada. Entramos en un bar cercano a la Catedral, La Malquerida, a tomar algo, y probamos la cerveza Domus, que la hacen allí en Toledo. Tienen 5 variedades, nosotros probamos dos, la Regia y la Summa. Muy recomendables, el último día compramos la Domus Regia para llevarla a casa.
Para cenar, pensamos en picar algo en el Ludeña, que tenía buenas recomendaciones del foro, y lo habíamos localizado por la tarde. Pero el comedor estaba todo reservado (vimos que es muy pequeño). Preguntamos si podíamos comer en el bar y nos dijeron que sí. Pedimos la carta, y nos dijeron que fuera del comedor no tenían, que podíamos pedir lo que había en las vitrinas, sin más. No nos gustó lo que vimos, nos tomamos una caña y nos fuimos. Dentro se debe comer bien, porque había mucha gente esperando a cenar. Finalmente entramos en el Bar Tornerías, donde no vimos turistas, solo gente de Toledo. Tenías las tapas a 3,50 y pedimos venado en salsa y bonito con tomate. El bonito no estaba mal, pero el venado era exquisito, ¡realmente delicioso! Y cantidades abundantes. De hecho pedimos tres tapas, pero cuando vimos los tamaños les dijimos que no nos trajeran la tercera.
Ya con la barriga llena, nos fuimos a descansar al hotel. La iluminación navideña de la Plaza del Zocodover y la calle del Comercio estaba muy bonita.