7 de julio
Hoy es una de los pocos días en que conseguimos tener el desayuno incluido en la tarifa del motel, y nos aprovechamos, pasando un buen rato en el comedor-recepción, con bastantes otros huéspedes, dando buena cuenta de los cereales, zumos, gofres...
Nos hemos levantado temprano y estamos a punto de marcha con mayor antelación que otros días. El motivo es que tenemos hora concertada en el Upper Antelope Canyon a mediodía. Para ello tenemos que desplazarnos hasta Page, en Arizona. Tenemos unos 130 kms hasta allí, pero queremos ir sobrados de tiempo, pues hay otras cosas que ver (Lower Antelope, Lago Powell, Horseshoe Bend).
Dejamos Kanab en dirección este. El día anterior estuvimos hablando de si presentarnos al sorteo presencial para visitar The Wave. En el que hicimos por internet no nos tocó, y tenemos la oportunidad de volver a intentarlo. Al final lo descartamos, pues hemos leído que la caminata puede llegar a durar 3 horas en un sentido, y con las temperaturas que estamos teniendo va a ser complicado. Tendremos que volver en otoño... Por el camino hacia Page, vemos donde en teoría empieza la caminata y la pasamos con un suspiro (bueno, en realidad yo más que Ester, y Ada no sabe ni de qué va...). Page es una ciudad enclavada al borde del Lago Powell, y está un poco en el centro del llamado Grand Circle, ruta de parques y demás maravillas de la zona: en 250 kms a la redonda está el Gran Cañón(tanto el South Rim como el North Rim), Monument Valley, Antelope Canyons, Lake Powell, Zion, Bryce Canyon, The Wave, Grand Staircase, Kodachrome Basin, Coral Pink Sand Dunes, Navajo National Monument, Goosenecks, Natural Bridges... Es un buen lugar para establecer de base para pasar varios días visitando estas maravillas.
Nada más llegar a Page, la primera parada la hacemos para admirar la presa del Lago Powell desde el puente que entra a la ciudad. Tras esto, y recordando que debido al cambio de estado le hemos arañado una hora al reloj, nos damos cuenta de que tenemos mucho rato por delante antes de la visita concertada.
Nos dirigimos a las instalaciones de la compañía con la que tenemos la reserva (Overland Canyons Tour), para ver si podemos adelantar la hora de la visita. Nos comentan que tienen todo completo hasta nuestra hora, así que le pregunto si tendríamos tiempo de ir hasta Horseshoe Bend. Nos dice que si no nos entretenemos demasiado, tenemos tiempo. De paso, dejo pagados ya nuestros tickets (unos 45$ por adulto y 35$ Ada), para ahorrar colas más tarde, pues la reserva no se paga por adelantado. Montamos en el coche y vamos a las afueras de Page. El sitio es fácil de encontrar, pues enfrente del aparcamiento, al otro lado de la carretera 89, hay una gigantesca P pintada en la montaña. Se llega saliendo de Page hacia el sur por la 89, y el aparcamiento queda a nuestra derecha en el sentido de la marcha (la P en la montaña a la izquierda), poco después del cruce con la 98.
Dejamos el coche (no hay sombra por ningún lado) al lado de las escaleras que marcan el inicio del paseo que hay que dar para llegar al borde del acantilado. En total es menos de 1 km, pero se hace eterno por el extremo calor y lo difícil de andar por la fina arena. No se os ocurra ir en chancletas... Al final conseguimos llegar y observar esta maravilla:
Tras varias decenas de fotos desde todos los ángulos posibles, incluso arriesgando un poco nuestra integridad física, empezamos el regreso, que ahora además es de subida. Por suerte, a medio camino han plantado una glorieta cubierta para descansar, pues a más de uno le debe dar un telele andando por aquí. Ya en el coche, nos limpiamos como podemos la arena de todas partes, y volvemos al centro para estar a punto para la excursión a Antelope. Aún tenemos tiempo, así que dejamos el coche y nos vamos a refrescar un poco al restaurante mexicano Tapatio, enfrente de las oficinas de Overland, al otro lado de la carretera. A pocos minutos para mediodía, ya estamos a punto para montar en los todo terreno que nos llevan hasta el Upper Canyon. Los de esta empresa son 4x4 normales, no del tipo furgoneta con caja semicubierta de las otras empresas, quizás un poco más divertidas.
Para llegar a la entrada del cañón, el coche se mete en el lecho seco del río, lleno de arena completamente, durante un par de kms, hasta casi dar de bruces con una pared de roca de unos 30 metros de altura con una brecha de arriba a abajo que es por donde se entra. Por el camino, la guía Navajo nos ha ido explicando un poco de qué va el tema y como aprovechar al máximo las fotos (ISO, velocidades...). Una vez dentro es para flipar, más vale no comentar nada, solamente admirar las fotos:
Durante la aproximadamente 1hora que dura la visita, la guía te indica los mejores sitios para hacer fotos, e incluso te saca alguna ella misma. Al final del estrecho y casi claustrofóbico cañón, se sale al aire libre por el otro lado. Nos explica como se forma la roca de arenisca (por el agua), los riesgos de las riadas repentinas (Flash Floods) en un cañón tan estrecho, y varias anécdotas más para ganarse una propina.
El camino de regreso es bastante más rápido, porque en teoría ya se han sacado las fotos en la ida. El cañón está abarrotado de gente, sobreexplotado, y es complicado obtener fotos sin que se vea a nadie, sólo las rocas o los famosos rayos de luz (si hay suerte con la inclinación del sol), que se forman al tirar arena al aire en la trayectoria del rayo.
A la salida, regresamos a las oficinas, donde mientras admiramos la exposición-venta de fotos, nos extienden un recibo de pago del permiso para visitar la nación Navajo que nos permitirá no tener que pagarlo de nuevo al visitar el Lower Antelope más tarde.
Dejamos las oficinas impresionados con la visita, y volvemos al Tapatio a comer unos platos típicos mexicanos y descansar del calor que hace hoy (para variar).
Después de comer, cogemos el coche y vamos otra vez a las afueras, por la 98, para visitar el Lower Antelope Canyon (no tenemos reserva). Está al otro lado de la carretera 98 del Upper, se llega por la carretera 222. Al llegar, sobre las 3 de la tarde, nos damos cuenta que hemos tenido suerte, pues nuestra visita será la última del día. Además amenaza tormenta, y es peligroso por lo comentado antes de las Flash Floods. En el grupo que se ha formado solamente somos una docena de personas y en el cañón no hay nadie más de visita. La entrada vale unos 24$ por cabeza (si no tuviéramos el recibo de la Nación Navajo, serían unos 8$ más). Tras una pequeña explicación por parte de la guía india, iniciamos un pequeño paseo de 400 metros hasta la entrada del cañón, a pleno sol. Por suerte, este cañón queda por debajo del nivel del suelo, hay que bajar unos 15 metros por unas empinadas escaleras metálicas insertadas en la roca. Abajo se está más fresco y no toca el sol. La visita también es espectacular, pero en nuestra opinión, es más espectacular el Upper, aunque esté tan masificado y dependa mucho de la hora para disfrutarlo más. En el Lower, avanzas por el estrecho cañón durante unos cientos de metros, viendo cantidad de figuras y colores que forma la roca, ayudado también por las indicaciones de la guía en cuanto a las fotos. Se sale por el extremo opuesto y se regresa a la cabaña de las entradas por el exterior. Hay partes (especialmente la salida) en que es realmente difícil pasar, por lo estrecho de las paredes, más de uno se debe quedar atascado...
Antes de marcharnos, le preguntamos a la guía si hay algún rincón del lago en que nos podamos dar un baño, pues estamos profundamente acalorados y parece que la amenaza de tormenta ha pasado. Nos indica que un par de kms más abajo en la misma carretera 222 en que estamos, se encuentra el Antelope Point Marina, un espacio recreativo para bañarse o salir a navegar por el Lago Powell. La entrada se tiene que pagar, pero con el pase de los parques nacionales, se pasa gratis. Una vez aparcados, hay servicio gratuito de transporte hasta el borde del lago, con unos carritos de golf, que también pueden servir para remolcar pequeñas embarcaciones. Entramos a ponernos los bañadores en las instalaciones del edificio que sirve de bar/restaurante/tienda de recuerdos, y nos pasamos más de una hora disfrutando de las frescas aguas del lago artificial creado por la presa. Tiene más de 120 metros de profundidad en varios puntos, y da un poco de impresión, pero se está de maravilla. Casi a las 7 de la tarde, emprendemos el regreso a Kanab. Pretendemos parar en un punto que nos ha comentado la guía del Upper, en que tras una corta caminata, se pueden ver unas formaciones rocosas en forma de seta. Este punto está entre la milla 19 y 20 a mano derecha en dirección Kanab por la 89. Nos paramos en el aparcamiento que contiene un solo coche, y empezamos a andar, pero vemos que se nos echa la puesta de sol encima y no tendremos tiempo de llegar a las "setas", así que damos la vuelta antes de que oscurezca del todo.
Llegamos a Kanab cuando ya es completamente de noche, pasadas las 9 y no tenemos tiempo de ir a cambiarnos si queremos cenar en algún sitio. Probamos primero en la heladería The Three Bears, pero ya no hacen cenas, y entramos en el local de enfrente, el Desert Star, en el que conseguimos cenar un plato combinado, mientras miramos las fotos expuestas por el simpático camarero. Después de cenar, cuando ya están a punto de cerrar la heladería, nos colamos de nuevo y a pesar de que están recogiendo, nos sirven un helado. Ya podemos irnos a duchar y descansar tranquilos.