Estaba deseando levantarme para ver todo aquello de día, lo malo de la habitación es que las cortinas no son tupidas y entra el sol en cuanto empieza a amanecer... Es un poco putada porque ya empiezas a taparte con la sábana...pasas calor... Te destapas y te entra la luz... La verdad que es algo que le resta puntos al hotel... Es una tontería pero que ahí está.
Me levanté y corrí cortinas y tachán!Estas eran las vistas desde la habitación. Un lujo.
Bajamos al restaurante del hotel a desayunar. Te dan una carta en la que hay 3 menús: Continental, Americano y Asiático. Yo escogí el continental y David el americano. Dentro de cada menú se eligen varias cosas. Estaba todo muy bueno, la fruta lo mejor.
Acabamos y salimos a ver el pueblo. Esta es la calle Monkey Forest con todo tipo de tiendas sobretodo de ropa (surfera), las de artesanía, sus ofrendas en cada rincón.. Esto merece una mención aparte porque otra cosa no pero los balineses son muy devotos a sus dioses y en cada lugar que pueden dejan su bandejita de ofrendas. En ellas siempre hay flores, algo de café, algún caramelo e incienso. Es muy curioso y bonito a la misma vez ya que lo inundan todo de color. Cuando ya han pasado unas horas lo tiran. Lo hacen para atraer suerte a su negocio.
Llegamos al mercado del pueblo "PASAR SENI" donde son varios edificios juntos, está medio cerrado medio al aire libre, es un laberinto de callejuelas en las que encuentras todo tipo de objetos, entre ellos artesanía, ropa, juguetes, cuadros...
Estuvimos andurreando un rato por allí mirándolo todo como en cualquier mercado asiático. Los locales no te agobian mucho, te sonríen, te intentan vender pero sin más.
Una cosa que nos comentó un balinés es que allí primero sonríen y luego pagas así lo haces con más gusto mientras que en Tailandia, por ejemplo, primero pagas y luego te sonríen porque por mucho que digan que el sudeste asiático sobresale por su amabilidad de sus gentes se equivoca un poco, quizás en otra época o en pueblos del interior sea así pero por lo general donde hay turistas quieren sacarle lo más que puedan (o nos dejemos) y lo de la sonrisa se les quita a la que por ejemplo les pidas el "taximetro" o intentes pagar lo que realmente vale algún souvenir y ellos no estén conforme... Así que hay bastante doble moral en ese sentido, no es todo tan maravilloso como pintan porque si te la quieren "meter" te la meterán y luego se ríen de ti. Otra cosa no, pero la picaresca es ley de vida.
Salimos y pasamos por delante del Palacio Real. Es un lugar donde dicen que aún vive la familia allí y donde por la tarde noche hacen espectáculos de danza balinesa.
Ese día había algo especial porque había mucha gente y no dejaban entrar a nadie.. Alguna
ceremonia se avecinaba así que subimos por unas de las calles cercanas al Palacio. Aquellas calles parecían de cuento, eran tranquilas (como todo el pueblo en sí) habían casitas a cada lado con sus ofrendas pertinentes, sus porciones de madera, locales de masajes, negocios de buses y taxis para llevarte a cualquier punto de la isla... Hasta que llegó un momento que ya no había asfalto y nos metimos por caminos de cabras, entre vegetación, alguna moto que pasaba y nos saludaba, seguimos caminando y nos topamos con nuestras primeras terrazas de arroz, a muy menor escala de las que veríamos en los próximos días pero merecían la pena verlas ya que veías la vida cotidiana de la gente y sobretodo que no se escuchaba nada... Solo el viento que golpeaba molinillos de madera y que hacían un sonido muy peculiar... ERA UNA PRECIOSIDAD



Lo mejor de todo que no sabíamos por donde habíamos venido así que seguimos los senderos y a ver donde llegábamos..

el campo) nos sonrió y nos sacó un paquete de tabaco para invitarnos a fumar así que
sacamos el nuestro y nos fumamos un cigarro a su y hablando de 4 tonterías ya que ni él nos entendía ni nosotros pero allí estábamos. Proseguimos por el camino que nos indicó muy amablemente y llegamos a la calle principal. Creo que tardamos como media hora...
Nos sentamos en un "warung" a tomarnos algo y coger wifi para mirar donde podíamos comer algo.
Ya había leído sobre el Café Lotus un restaurante del que tenías unas vistas del templo Pura Sari Saraswati rodeado de un estanque lleno de nenúfares así que nos fuimos para allí. Estaba muy cerca en la misma calle. Hay decenas de restaurantes o warungs donde poder comer, beber barato y sobretodo con una decoración todo que quita el hipo.
Esta fue nuestra comida en el restaurante Café Lotus, estaba todo muuuuuy bueno, el nombre del entrante no me acuerdo como era solo sé que eran unas empanadillas de salmón buenísimas con su puntillo de picante. Yo, de segundo pedí Nasi Goreng, es el plato típico de la cocina indonesia que se compone de arroz frito acompañado de un huevo frito, algo de verduras y carne que ya puede ser pollo o cualquier otra, en mi plato venia una brocheta de pollo cubierta con salsa de cacahuete, sensacional. Y para David un plato de pasta con gambas y punto de picante.
Después de comer nos dimos una vuelta por el templo y hacernos cuatro fotos
Bajando por la calle dirección al hotel nos encontramos con balineses que se estaban preparando para la dicha ceremonia que avecinamos por la mañana. Se visten con sus trajes típicos todos de blanco hasta los más pequeños y sobretodo que no falte su frangipan en su oreja. Era una pasada la de camiones que pasaban hasta los topes de gente. Venían de todas partes de la isla.
Nos fuimos un rato al hotel a descansar a la piscina. Era un lujo aquella piscina y encima estábamos solos en ese momento.
Al atardecer salimos a caminar por la zona y es que Ubud tiene un encanto especial. Normalmente la gente lo que hace allí es ir por las mañanas a recorrer la isla en busca de los monumentos principales y cuando cae la tarde pasean por las 2 calles principales, se paran a tomar algo y cenar por los muchos sitios que hay y a escuchar música en directo. Es una tranquilidad absoluta y es un pueblo muy romántico y bohemio.
Nos dirigimos al Monkey forest pero faltaba media hora para cerrar así que decidimos que lo veríamos otro día.
Así que vámonos a por un trago wey jaja. Vimos un sitio precioso y nos sentamos a tomarnos unos mojitos. Me hubiese quedado allí de por vida pero me hubiese salido caro así que nos fuimos hacía arriba de la calle para ver en que sitio podíamos cenar ya que la gente allí cena super pronto... Que manía! Pero bueno también es que es normal...
Muchos de los restaurantes que hay son de los propios hoteles en los que puedes entrar estés alojado o no.
Pasamos por delante de uno que tenía muy buena pinta (como la gran mayoría) miramos la carta y se nos acercó el gerente preguntándonos si éramos italianos... en todos los sitios nos han dicho lo mismo... Y seguro que a todos los españoles que han ido por allí les habrá pasado exactamente lo mismo... En fin tampoco me disgustaba, a veces decía que si para no dar más bola al asunto.
Esta vez dijimos que éramos españoles y el hombre se alegró mucho, nos hicimos unas bromas y tal y nos dijo que nos esperáramos un momento que nos preparaba la mesa muy especial, era un tatami así bastante alto con su techo típico, los cojines para sentarnos... Me sentía una reina allí arriba presidiendo el restaurante con David.
Nos dio la carta, pedimos, a mí me apetecía pasta y a David carne así que cenamos de puta madre, el hombre era de lo más simpático y encima nos salió muy bien de precio. Como se portó tan bien y encima nos regaló una bebida volvimos las otras 2 noches que nos quedaban y muy satisfechos.