Teníamos muchísimas ganas de ir a Nikko pero lo fuimos posponiendo para intentar coger un día muy bueno y al final casi no vamos. Afortunadamente, escogimos un día soleado y pudimos disfrutarlo.
Cogimos el tren al punto de la mañana y antes de montarnos compramos unos bentos (fue buena idea, luego en la zona de templos no hay casi nada para comer).


Lo primero que se ve antes de llegar a toda la zona de templos es el puente Shinkyo.
Aunque no esperaba encontrarlo tan inminentemente y lo imaginaba en un entorno diferente me pareció precioso, casi mágico. En general no se puede cruzar salvo excepciones.

Dejamos el puente atrás y empezamos a subir por un parque lleno de árboles, ya en la entrada te indica que entras en una zona patrimonio de la humanidad.



De camino uno se encuentra cintas de la virgen del Pilar y le entra el orgullo maño.

El primer templo que vimos fue el Futarasan, el primero que te da la bienvenida, después entramos al Tosoghu, conocido fundamentalmente por los 3 monos sabios, aunque no es ni de lejos lo único que tiene.





Hicimos un parón para comer a las puertas del Rinno-ji los bentos que habíamos comprado.
Una abuelica japonesa aprovechó para acercarse a nosotras,y cuando vio que chapurreábamos japonés casi le hicieron los ojos chiribitas.
Estuvimos hablando con ella laaaaaaaaargo rato y después entramos al Rinno-ji, que estaba en obras.
Precisamente por encontrarse en obras a nosotras no nos dijo mucho este templo, pero claro, ver los budas rodeados de andamios no tiene mucho encanto, así que objetivamente no podemos decir si en su entorno natural merecerá la pena o no.
Después seguimos andando para llegar al entramos al Taiyuin-Byo, quizá sea uno de los templos menos visitados y para mi fue el más bonito, ya que se encuentra elevado sobre las montañas y ya sólo el camino hasta él merece la pena.


Fuimos bajando pero todavía era pronto, así que se nos ocurrió salirnos un poco del sendero marcado de los templos y estuvimos dando un paseo prácticamente solas por los bosques de alrededor.
Llegamos a un templo muy pequeñito con su fuente para purificarse y su pagoda pequeñita, además tenía una zona de jardin con budas y fuentes, era muy bonito y la sensación de poder estar tu sola rodeada de un entorno tan especial en mitad de Japón, es única, de lo mejor del viaje.




Ya de bajada hacia la estación a N se le cayó el móvil y se quedo literalmente a 1cm de caerse al río que pasa por debajo del puente, menos mal que la suerte estuvo de su lado otra vez y lo rescató.
En resumen, Nikko es un sitio imprescindible bajo mi punto de vista en un viaje a Japón.