El día que escogimos para ir a Nara pintaba un poco feo, pero al final se arregló y pudimos ver todo lo que teníamos previsto.
Nada más llegar entramos al primer templo, donde nos paró un señor de algunos 70 años. Nos explico que estaba jubilado y que era guía en Nara porque era su ciudad, quería que todo el mundo conociera su historia, y de paso practicaba inglés. Tuvimos guía gratuito durante un rato y fotógrafo también





En Nara los ciervos campan a sus anchas y están más que acostumbrados a los turistas, a lo que te descuidas se te están comiendo el mapa o te dan un bocado a lo que lleves encima, son muy majicos de ver pero yo no diría que muy amistosos.
Los primeros templos que vimos fueron el Hōryū-ji, Todai-ji y kofuku-ji.
Después fuimos al Kasuga- Taisha, o templo de las linternas. Para llegar hay que pasar una especie de bosquecillo lleno de ciervos, solo por el paseo merece la pena.






Desde Nara hay buena combinación hasta Fushimi Inari, que está un poco alejado del centro de Kyoto, así que aprovechamos y fuimos el mismo día.
Nosotras queríamos verlo de día y de noche, así que llegamos a última hora de la tarde y pillamos sol a la subida y noche a la bajada.
Creo que Fushimi Inari es de esos lugares a los que tienes que ir para entender lo que se siente, porque las fotos se quedan muy cortas.
Es uno de los sitios más especiales en los que he estado nunca, si esperas a que anochezca y subes hasta bien arriba para alcanzar algún tramo en el que estés solo es un sitio inolvidable.
Tiene varios tramos a lo largo de la montaña en la que hay una especie de altares, y también desde algunos sitios hay muy buenas vistas de la ciudad. Lo que si es cierto es que algunos tramos no están demasiado bien iluminados, así que si se os hace noche cerrada como a nosotras, ojito, y linterna en el móvil.
Fotos a la subida






Fotos a la bajada







En el tren de vuelta conocimos a dos chicos mejicanos que estaban estudiando allí y hablando de las diferencias entre España, México y Japón nos amenizaron el viaje.