
Hoy dejamos Seúl y nos dirigimos a nuestro siguiente destino, Gyeongju, la capital del antiguo Reino de Silla.
El viaje lo haremos en tren. En Corea existen tres tipos de tren, el KTX, un clásico tren de alta velocidad, el Saemaeul o tren de primera clase y el Mugunghwa o tren de segunda clase. Vamos hasta Dongdaegu en un KTX y allí transbordamos a un Saemaeul que nos conduce finalmente hasta Gyeongju. Salimos de Seúl a las 7:30 y llegamos a Gyeongju a las 10:43. Trenes cómodos, limpios, puntuales… ningún problema.
La reserva la hemos hecho y pagado meses antes en la página oficial de los ferrocarriles coreanos. Luego simplemente nos presentamos en la taquilla de la estación de Seúl, poco antes de la hora de partida, con la copia de la reserva y el pasaporte, y nos proporcionan los billetes.
Llegamos a Gyeongju en medio de una gran tormenta. Como nuestro alojamiento está cerca de la estación decidimos ir a pie. Craso error. Sobrevaloramos nuestra capacidad de orientación en el laberinto de callejuelas de la zona antigua de Gyeongju donde está nuestro Hanok. Después de múltiples preguntas, de idas y venidas y de una muestra de primera mano de la exquisita amabilidad de los coreanos, a pesar de la barrera que supone el idioma, una vecina conoce el establecimiento y nos acompaña. Muchísimas gracias.
De la misma manera que no se puede visitar China sin dormir en una cama Kang, ni Japón sin alojarse en un Ryokan, también es imperdonable ir a Corea y no alojarse en un Hanok. Es una bonita experiencia y además es muy barato. Nosotros lo hicimos en el Sa rang chae.
La reserva resultó muy sencilla, un breve intercambio de correos (en inglés, eso si), con el señor Choo, propietario del Hanok, y reserva hecha.
La estancia en el Hanok fue muy agradable. Nuestra habitación, que daba al patio central, era espaciosa y con baño individual. Tras dejar las maletas, fuimos a explorar los alrededores y en este caso hablar de alrededores quiere decir la zona más hermosa y llamativa de Gyeongju, el parque Daereungwon,con sus 23 tumbas reales, impresionantes colinas verdes que alojan en su interior los restos de los monarcas coreanos del reino de Silla. Nos limitamos a disfrutar el paseo por el exterior dejando para otro día la visita al interior de las tumbas de Cheonmachong y Hwangnamdaechong, las más antiguas y grandes y las únicas que es posible visitar.

Continuando con el paseo, nos acercamos al Observatorio de Cheomseongdae, el observatorio astronómico más antiguo que existe en Asia. Una preciosa construcción cilíndrica de 1.400 años de antigüedad.

A continuación llegamos al Almacen de hielo de Seokbinggo, otra inteligente construcción de más de 1.500 años de antigüedad y que permitía almacenar el hielo para uso y disfrute de la monarquía y la nobleza.

Finalmente, nos acercamos al Estanque Anapji. Disfrutar del atardecer en sus jardines y maravillarse con su iluminación es una experiencia maravillosa. El Rey Munmu construyó el Estanque de Anapji en el 674 de tal forma que no se pudiera ver íntegramente desde ningún punto. De regreso a Sa rang chae, disfrutamos de la iluminación nocturna de los mismos monumentos que habíamos disfrutado durante la tarde. De noche, la omnipresencia de los túmulos dibuja un paisaje inquietante.
En este nuestro primer día, la belleza de Gyeongju colmó todas nuestras expectativas.