Después de visitar Toro (etapa 26 de este diario) nos dirigimos a Zamora capital. Hay 32 Km. que se pueden hacer por la autovía A11 o por carretera convencional. Nos decidimos por esta última opción ya que apenas se pierde tiempo y brinda mejores vistas. Aparcamos el coche en el centro de Zamora, en la calle San Pablo, junto al Mercado de Abastos. Como era sábado y faltaba media hora para las dos de la tarde (cuando empezaba el estacionamiento gratis en fin de semana), nos costó sólo unos céntimos. Justamente entonces empezó a descargar el diluvio, parecía que las nubes negras que nos seguían desde Toro estaban dispuestas a aguarnos el inicio de las vacaciones. Estuvimos diez minutos esperando dentro del coche porque la calle parecía un río y era imposible siquiera caminar por la acera. Cuando paró un poco, decidimos ir a comer, para ver si mientras tanto se aclaraba algo el oscuro panorama. Además, estábamos al lado de uno de los restaurantes que me habían recomendado: la Bóveda, en el hotel Horus, que sirve un menú especial por 20 euros. Nos gustó mucho, todo estaba realmente bueno, iba un paso más allá del plato tradicional castellano y con una atención esmerada. Notable la relación calidad/precio.
Por fortuna, al terminar el almuerzo ya no llovía e incluso quería asomar el sol. Así que empezamos nuestro recorrido por Zamora de acuerdo con lo que aconsejaba la ruta de una jornada que había visto en internet, de donde también se puede descargar planos turísticos bastante detallados. Lo primero que viene a la cabeza cuando se habla de Zamora es su espléndido conjunto de iglesias románicas, un total de 23. Si se quiere visitar su interior, hay que enterarse muy bien de los horarios porque cada una tiene el suyo propio y no es nada fácil cuadrarlo; a algunas ni siquiera se puede entrar salvo concertando visitas guiadas. De todas las que fuimos viendo, casi ninguna estaba abierta en aquella tarde de sábado. De modo que nos contentamos con ver su arquitectura exterior, lo que tampoco está nada mal.
Plaza Mayor
Por la calle San Andrés, fuimos en dirección al Castillo hasta que nos encontramos con la Plaza Mayor, donde están el ayuntamiento nuevo, el ayuntamiento viejo, con su fachada porticada y la iglesia de San Juan de la Puerta Nueva o iglesia de San Juan Bautista, de la segunda mitad del siglo XII, aunque ha sufrido bastantes transformaciones a lo largo de su historia. Como curiosidad se puede señalar que en el tejado de la torre se encuentra una réplica de la conocida figura del Peromato, un guerrero con armadura de metal con funciones de veleta. También hay que destacar la escultura de Antonio Pedrero Yéboles, dedicada al Merlú, que es el nombre que recibe cada una de las 6 parejas de la congregación de la Cofradía de Jesús Nazareno, encargadas de reunir a los demás hermanos a toque de corneta con sordina y tambor destemplado, para comenzar los famosos desfiles procesionales zamoranos.
Iglesia de San Juan de la Puerta Nueva.
Seguimos por la calle Ramos Carrión hasta la Plaza de Viriato, donde se puede contemplar la escultura de Eduardo Barrón, dedicada al famoso caudillo lusitano. Aquí también se encuentra el Parador de Turismo, en el edificio de la Diputación Provincial, situada en el antiguo Hospital de la Encarnación, obra de Juan de Mora, del siglo XVII.
Seguimos por la rúa de los Francos, viendo de paso la iglesia de Santa María Magdalena y encontrando otras curiosidades por el camino.
Llegamos junto a la iglesia de San Pedro y San Ildefonso, donde decidimos desviarnos de la ruta tradicional y bajar por la calle Pizarro para cruzar el puente de piedra sobre el Duero y ver la ciudad desde la otra orilla del río. Ya en la otra orilla, seguimos caminando hasta el puente siguiente, creo que se llama el puente de los Poetas, pasada la zona del Castillo. Recomiendo la caminata porque las vistas que se tienen del río y del casco antiguo de Zamora son realmente preciosas. Y también se contemplan de cerca los molinos de agua.
Tras volver a cruzar el río, seguimos por la calle Caballeros, rodeamos el castillo por la calle Trascastillo, y accedimos a la zona de la Catedral por unas escaleras que conducen a la llamada Puerta del Obispo. Desde aquí enseguida se llega a la calle Alcañices, desde donde se tiene una bella perspectiva de la Catedral Zamorana.
Al fondo, por la calle del Postigo, se ve la iglesia de San Isidoro.
Hicimos la visita de la Catedral románica, que cuesta 4 euros con audio-guía incluida. Se visita el claustro, el museo y una interesante colección de tapices. Realmente muy recomendable, me gustó mucho este templo, cuyo elemento más llamativo y famoso es su extraordinario cimborrio.
En la plaza de la Catedral se pueden hacer unas fotos muy bonitas de la catedral, del castillo y del panorama general sobre el Duero. El castillo estaba cerrado y no lo pudimos visitar, así que no puedo juzgar si merece o no la pena entrar.
El Castillo:
Alrededores de la Plaza de la Catedral.
Estuvimos caminando un buen rato por las callejuelas adyacentes (rua de los Notarios, calle San Bernabé, calle Carniceros, etc.). También vimos el Palacio de los Momos, en la calle Santa Clara.
Ahí dimos por concluida la visita medieval y empezamos a buscar otro de los atractivos (quizás menos conocido) de Zamora: la ruta de los edificios modernistas. La llegada del ferrocarril favoreció un importante desarrollo urbanístico de la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX. Las autoridades locales permitieron el derribo de casas antiguas y de parte de la muralla para levantar edificios de arquitectura avanzada, que eran demandados por una burguesía en auge. El arquitecto modernista catalán Francesc Ferriol y Carreras se trasladó a Zamora para trabajar como arquitecto municipal en 1908 y colaboró a que surgiera una positiva rivalidad entre otros destacados arquitectos, que pugnaron por levantar edificaciones de arquitectura modernista lo que contribuyó a embellecer la ciudad.
Muchas de estas casas se encuentran en la calle Santa Clara, pero también las hay repartidas por otras zonas del centro. Para verlas, lo es mejor llevar una pequeña guía con la dirección apuntada (se saca de internet o se pide en la Oficina de Turismo) para localizarlas más fácilmente, aunque son tan llamativas que se distinguen a simple vista. Pongo algunas fotos como ejemplo.
El Mercado de Abastos también es de estilo modernista, igual que otros edificios de los alrededores.
Nos llamó la atención los pocos turistas que vimos en Zamora en comparación con lo mucho que ofrece la ciudad. En un sábado del mes de julio, otros lugares con la mitad de interés hubiesen estado a rebosar. Quizás sea porque no está en la zona de influencia de grandes ciudades, pero goza de unos accesos cómodos y rápidos, con lo cual merece mucho la pena acercarse al menos media jornada. La zona histórica está muy cuidada y se puede pasear con tranquilidad al no estar masificada y, además, tiene muy buena gastronomía. Nos comentaron que se había notado mucho la mejoría después de que en 2001 la ciudad fue escogida como sede de la exposición de Las Edades del Hombre. Nos fuimos muy satisfechos de nuestra visita.