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A estas alturas del viaje ya no tenemos intención de cambiar nuestras rutinas así que nos levantamos prontito y fuimos a desayunar. Un desayuno que nos dejó sin palabras. El anfitrión fue el marido de la chica que nos había recibido la tarde anterior, que nos contó que era canadiense descendiente de holandeses, pero nos sorprendió cuando se puso a hablar español (nada mal por cierto). Nos detalló que trabajaba en una empresa relacionada con el agua y que, una vez al año, llevaban agua y ayudaban en zonas desfavorecidas de centro América y pasaba largos periodos allí.
Casi nos habíamos empezado a desayunar cuando se unieron a las mesa una familia inglesa que había venido a Niagara de boda. Entre que el desayuno estaba riquísimo y que la conversación fue muy amena, pasamos un rato muy agradable. Imaginaros a la reina de Inglaterra, pues igual. Madre e hija con marido, todos de avanzada edad y con un inglés y modales muy británicos. Muy simpáticos e interesados en nuestro periplo por Canadá.
Pasadas las 9h nos despedimos de los anfitriones y nos acercamos hasta el pequeño pueblo de Niagara On the Lake. Cuando vinimos a Canadá por primera vez, allá por 2001 y en viaje organizado, nos trajeron a este bonito pueblo y quisimos ponernos a prueba y ver qué recordábamos. Lo más destacado del pueblo es el bulevar de Queen St. y si no fuera por los coches modernos aparcados en los lados de la calle, te parecería que has regresado a principios del siglo XX.
Pasadas las 9h nos despedimos de los anfitriones y nos acercamos hasta el pequeño pueblo de Niagara On the Lake. Cuando vinimos a Canadá por primera vez, allá por 2001 y en viaje organizado, nos trajeron a este bonito pueblo y quisimos ponernos a prueba y ver qué recordábamos. Lo más destacado del pueblo es el bulevar de Queen St. y si no fuera por los coches modernos aparcados en los lados de la calle, te parecería que has regresado a principios del siglo XX.
Como llegamos pronto, pudimos aparcar sin problema en el centro (hay que pagar OTA) y seguido nos pusimos a recorrer la calle de arriba abajo (por ambas aceras, jejeje). Como había un montón de tiendas con cosillas de esas que le gustan a Anna, decidimos separarnos y quedar más tarde para tomar un hot chocolate en el Starbucks que hay al principio de la calle. Yo me dediqué a fotografiar detalles en los coloridos y escaparates llenos de detalles. Poco a poco, se fue llenando de turistas y poco antes del mediodía, decidimos que era momento de hacer una retirada y seguir camino.
Pusimos rumbo a Toronto para pasar los últimos días de nuestro viaje. Pero antes de llegar hicimos un par de paradas porque Anna quería comprar un libro gráfico de la serie Outlander de Diana Gabaldon, que no está aún editado en España y la anfitriona la última casa nos había dicho que en el cercano pueblo de St. Catherine había un centro comercial con la una librería grande. Como no teníamos prisa, nos pasamos a ver si tenían el libro.
Realmente la librería (de la cadena Indigo) era grande, con terminales informáticos donde consultar si había en la tienda lo que andábamos buscando. Pero resultó que el libro aparecía en la base de datos pero sin stock. Decidimos preguntar a una dependienta que tras realizar una nueva consulta nos confirmó que no lo tenían. Pero, amablemente, se ofreció a llamar a otras tiendas de la cadena para consultar sí en alguna lo podíamos encontrar.
Le explicamos que estábamos de paso y que nos dirigíamos a Toronto. Nos comentó que en Burlington tenían otra tienda más grande incluso que la de St. Catherine y tras preguntar allí, le confirmaron que sí lo tenían y nos lo dejaron reservado.
Llegamos a Burlington en algo menos de una hora y fuimos directamente al centro comercial donde estaba la librería. Preguntamos en el mostrador de información y ya nos tenían preparado el libro. Dimos una vuelta “amplia” por la tienda y como nos había dado la hora de comer, aprovechamos que había un Swiss Chalet para reponer fuerzas. La comida para los dos nos salió $39,40.
Según nos acercamos a Toronto el tráfico se hizo más intenso, pero como no hay mal que por bien no venga, aprovechamos los parones para sacar unas fotos de los rascacielos y de la CN Tower.
Realmente la librería (de la cadena Indigo) era grande, con terminales informáticos donde consultar si había en la tienda lo que andábamos buscando. Pero resultó que el libro aparecía en la base de datos pero sin stock. Decidimos preguntar a una dependienta que tras realizar una nueva consulta nos confirmó que no lo tenían. Pero, amablemente, se ofreció a llamar a otras tiendas de la cadena para consultar sí en alguna lo podíamos encontrar.
Le explicamos que estábamos de paso y que nos dirigíamos a Toronto. Nos comentó que en Burlington tenían otra tienda más grande incluso que la de St. Catherine y tras preguntar allí, le confirmaron que sí lo tenían y nos lo dejaron reservado.
Llegamos a Burlington en algo menos de una hora y fuimos directamente al centro comercial donde estaba la librería. Preguntamos en el mostrador de información y ya nos tenían preparado el libro. Dimos una vuelta “amplia” por la tienda y como nos había dado la hora de comer, aprovechamos que había un Swiss Chalet para reponer fuerzas. La comida para los dos nos salió $39,40.
Según nos acercamos a Toronto el tráfico se hizo más intenso, pero como no hay mal que por bien no venga, aprovechamos los parones para sacar unas fotos de los rascacielos y de la CN Tower.
Aunque lo peor estaba por llegar cuando se puso a llover y en esto se parecen todas las ciudades: ¡¡el tráfico se vuelve insufrible!!
Decidimos que lo mejor era tomarlo con filosofía y tras algo más de una hora de viaje, llegamos a la avenida Spadina donde se encontraba el hotel Super8. Anna entró para avisar de que habíamos llegado y para preguntar cómo iba el tema del parking. Apenas tardó unos minutos y me explicó que el hotel compartía un garaje subterráneo con el centro comercial que había en el mismo edificio. La entrada del parking apenas estaba unos metros más adelante.
En cuanto aparcamos el coche, fuimos a la recepción del hotel para hacer el check-in y seguido subimos a nuestra habitación para instalarnos y dejar todo el equipaje. Apenas estuvimos unos minutos en el hotel y salimos a dar una vuelta por los alrededores. Andando, andando, casi llegamos hasta la CN Tower.
De vuelta al hotel, cenamos en la hamburguesería Hero Burger que tenía buena pinta. Para ser sinceros, la carne de las hamburguesas estaba muy buena. Y una cosa que nos alucinó fue la máquina de refrescos, sólo de Coca-Cola Zero tenía 8 sabores diferentes.
*** final del día 24 ***
Super8 Downtown, Toronto (ON)
Web: http://www.super8toronto.com
Precio: 95,55€ por noche (impuestos incluidos)
Ubicación: En el barrio chino. Zona tranquila. Parada de tranvía frente al hotel.
Estado: Hotel en buen estado. La habitación bien (cama gigante) y sin nada que objetar.
Servicios: Desayuno continental. Parking y Wifi.
Trato recibido: Correcto
Calificación: (7.5 sobre 10)
Hoy iba a ser el único día completo que pasaríamos en Toronto, así que nos levantamos prontito y bajamos a desayunar en cuento estuvimos preparados. Como es habitual en los hoteles de este tipo, el desayuno era el típico ‘continental’. No era como en el los B&B (¡¡ainssss!!! Cómo íbamos echar de menos esos maravillosos desayunos!!!)
Como ya no necesitábamos el coche, lo primero que hicimos fue devolverlo. Antes de entrar en las instalaciones del aeropuerto, llenamos el depósito en una gasolinera cercana (17,73L x $1,01 = $17,40). Siguiendo las señales de marcaban ‘car rental return’ no tuvimos ninguna pega para llegar hasta la zona de Hertz.
Como ya no necesitábamos el coche, lo primero que hicimos fue devolverlo. Antes de entrar en las instalaciones del aeropuerto, llenamos el depósito en una gasolinera cercana (17,73L x $1,01 = $17,40). Siguiendo las señales de marcaban ‘car rental return’ no tuvimos ninguna pega para llegar hasta la zona de Hertz.
Nos preguntaron a ver si habíamos tenido algún problema, apuntaron los kilómetros y echaron un vistazo por encima (la verdad es que no invirtieron mucho tiempo). Sacamos una última foto al que había sido nuestro compañero de viaje durante 23 días y con un poco de nostalgia, cogimos un taxi para volver al centro (hay tarifa plana desde el aeropuerto por $55). Sabemos que no es la opción más económica, pero queríamos aprovechar al máximo el poco tiempo que íbamos en Toronto.
Pedimos al taxista que nos llevara a la CN Tower. No quisimos dejar pasar la oportunidad para volver a subir y contemplar la ciudad desde lo más alto para ver “Toronto entero”
La CN Tower mide 553 mts. Siendo la torre más alta de América y quinta del mundo. Tiene además un mirador situado a 447 mts. (el tercero más alto del mundo). Inicialmente se construyó para paliar los efectos negativos que los altos rascacielos tenían en las comunicaciones. La Canadian National Railway la empezó a construir en febrero de 1976 y fue abierta al público en junio de 1976. El ascensor sube a una velocidad de unos 6 m/s (lo que viene a ser algo más de 20km/h) y la verdad es que los que tienen los oídos un poco sensibles, pueden notarlo.
El precio estándar por persona para subir a la torre son $35 ($32 si se compra online) a lo que hay añadirle $12 más si se quiere subir hasta el segundo mirador (Sypod). El primer nivel ‘Lookout Level’ (346 mts) es donde se encuentra el primer mirador, el suelo acristalado y el restaurante giratorio. Para los más intrépidos está también, el Edge Walk, que consiste básicamente en caminar por fuera de la torre sujeto, como no podía ser de otra manera, por unos cables. Nosotros no somos tan “osados” pero tiene buena pinta para el que no tenga vértigo.
Como la vez anterior sólo subimos hasta el primer mirador, pensamos que era buena ocasión para tener una prespectiva desde un poquito más arriba, así que cogimos el suplemento para subir hasta el segundo mirador. En total para los dos pagamos $106.22 (impuestos incluidos).
Como la vez anterior sólo subimos hasta el primer mirador, pensamos que era buena ocasión para tener una prespectiva desde un poquito más arriba, así que cogimos el suplemento para subir hasta el segundo mirador. En total para los dos pagamos $106.22 (impuestos incluidos).
Las vistas de 360° de la ciudad son increíbles y además el día acompañó así que pudimos disfrutar durante todo el tiempo que estuvimos en la torre. Nos hicimos la foto de rigor en el famoso suelo de cristal. A pesar de saber que no corres ningún riesgo, siempre da un poco de “cosilla” asomarte al vacío.
Al finalizar la visita a la torre, y para hacer un poco de tiempo antes de comer, dimos un paseo por los alrededores sacando fotos aquí y allá. En el Roundhouse Park había una exposición de trenes y hasta un circuito donde un mini-tren hacía las delicias de los más pequeños.
Como hasta la tarde no teníamos más cosas programadas, nos acercamos hasta el hotel para coger el trípode y volvimos a comer en el Hero Burger ($33,65) que nos pillaba muy a mano. Como no teníamos previsto coger el ferry hacia las islas hasta las 16h, recorrimos Queen St. hasta el ayuntamiento. Es un edificio curioso y creemos que merece la pena verlo (aunque sea sólo por fuera).
La idea para pasar la tarde era acercarnos hasta las islas en el ferry y dar un paseo sin prisa hasta que se hiciera la hora del atardecer ya que lo que queríamos era fotografiar el skyline de Toronto junto con la CN Tower. Tanto los horarios como los diferentes senderos que se pueden hacer los tenéis en la web de la ciudad de Toronto. El precio del ferry ida y vuelta fueron $14,50.
El viaje (hasta la isla central) apenas duró diez minutos pero estuvo bien poder ver la ciudad desde un punto de vista diferente al que estamos acostumbrados.
Lo primero que hicimos según nos bajamos del ferry fue ir en busca de una buena localización para fotografiar el atardecer. Luego cogimos el mapa y fuimos dando un paseo tranquilamente hasta el faro de Gibraltar Point (1808).
Todo el conjunto de islas es muy bonito. Es como un parque gigante y además está muy bien preparado y cuidado. Una pena que por las fechas estuviera todo cerrado, aunque con buen tiempo sigue siendo un lugar perfecto para pasar todo el día en plan picnic.
Aunque según llegamos el cielo estaba cubierto y no parecía que fuera a haber un bonito atardecer, a medida que fue avanzando la tarde, se abrieron algunos claros que nos dieron un poco de esperanza.
Sobre las 18h, y viendo que la luz estaba empezando a descender, regresamos al punto donde habíamos decidido sacar las fotos. Aún quedaba algo de tiempo para el anochecer, pero aprovechamos para hacer unas pruebas y así ‘pillamos’ a este avión pasando junto a la CN Tower tras despegar del aeropuerto de Toronto.
Aunque según llegamos el cielo estaba cubierto y no parecía que fuera a haber un bonito atardecer, a medida que fue avanzando la tarde, se abrieron algunos claros que nos dieron un poco de esperanza.
Sobre las 18h, y viendo que la luz estaba empezando a descender, regresamos al punto donde habíamos decidido sacar las fotos. Aún quedaba algo de tiempo para el anochecer, pero aprovechamos para hacer unas pruebas y así ‘pillamos’ a este avión pasando junto a la CN Tower tras despegar del aeropuerto de Toronto.
Y con toda la paciencia del mundo, a las 19h el cielo se tiñó de azul y pudimos disfrutar de lo la maravillosa y mágica “hora azul”. ¡¡Con lo poco que dura!!!
Según se fue haciendo más de noche, el cielo fue cambiando de color hacia tonos magentas y grisáceos y la brisa se calmó lo que permitió que tuviésemos este reflejo de la ciudad con las luces de los edificios. ¡¡Espera recompensada!! (Podéis ver la foto más grande si pincháis encima de ella).
En cuanto tuvimos claro que de allí ya no podíamos “rascar” más fotos de las que nos gustan, recogimos todos los bártulos y regresamos al muelle para intentar coger el ferry de las 19h45. A esas horas sólo hay ferry cada hora y la verdad es que allí no había más que hacer. Cuando llegamos, ya había gente en la cola, pero no tuvimos problemas para embarcar. Mientras esperábamos, un poco de charla con una cuadrilla de estudiantes. Y de camino al hotel, paramos en el Hero Burger a cenar ($31,20). ¡¡¡Sí, de nuevo!!!! Ya no teníamos muchas ganas de andar buscando...
*** final del día 25 ***
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