Después del último desayuno en este hotel, que era simplemente correcto, recogemos maletas y salimos rumbo a Kandy, donde está nuestro siguiente alojamiento. Como todos los desplazamientos en Sri Lanka, el trayecto es largo y lento, y volvemos a la locura del tráfico, pero nos entretiene muchísimo todo lo que vemos por el camino. Nuestra primera parada es Dambulla, para visitar el Templo de la Roca, al que se accede por el Golden Temple. Esta visita será también una de las más bonitas de viaje.

Iniciamos la subida, que también es un poco dura y cansada, pero bastante entretenida porque está llena de familias de monos.

Por fin, cansados de tanta escalera, llegamos a la entrada del templo de la roca y empezamos a ver los templos que están excavados en la montaña.

Wije nos va adentrando en cada una de las cuevas, llenas de estatuas de Buda y con sus paredes y techos totalmente decorados con pinturas.

La verdad es que esta visita es espectacular, una de las más bonitas del viaje.

Como en casi todas las visitas, el chófer nos mete prisa y lo vemos un poco acelerados, pero tenemos que empezar a bajar para continuar viaje y llegar a nuestra próxima parada: el jardín de las especias.
Llegamos al jardín y nos asignan un guía que chapurrea algo de español. Allí nos enseñan las plantas de las que se obtienen especias como la pimienta, nuez moscada, cardamomo, el árbol de la canela... Te las dan a oler y a probar y te cuentan las propiedades de cada una de ellas con la única finalidad de que luego te pases por la tienda y compres los productos que fabrican con ellas.

Nos untan aceites perfumados, cremas para la cara, perfumes... un merchandasing tremendo. A mi marido le ponen en la pierna una crema de cardamomo que es depilatoria, y es verdad que lo es, porque todavía tiene la calva que le dejaron
Seguimos nuestro viaje y llegamos a Matale, donde vamos a visitar el templo hindú. Al llegar nos encontramos con que lo han cerrado hace unos diez minutos, y ya no vamos a poder verlo, así que nos tenemos que conformar con verlo por fuera.

El templo es muy espectacular, pero como todos los templos hindúes, a mí me parece una falla de Valencia llena de ninots de colores

Aunque no podemos entrar, vemos bastantes huecos y puertas abiertas que nos permiten verlo por dentro bastante bien, y se ve que tiene que ser precioso.

Seguimos hacia Kandy y Wije nos dice que si no nos interesaría ir a ver un espectáculo típico de danzas cingalesas. En qué hora se nos ocurrió decir que vale!! Dios mío, qué tarde más horrible, qué turistada. Primero nos lleva a comer a un sitio que es como un salón de bodas, tremendo de verdad, después, para hacer tiempo, vamos a una fábrica de joyas donde te explican cómo es una mina y cómo se extraen las piedras preciosas. Luego te pasan al taller donde ves a la gente trabajando y después, cómo no, a la tienda. Y al final, la guinda del pastel.... las famosas danzas. No sabíamos si reir o llorar, casi nos da algo. Desde luego, aquí nos la coló pero bien colada, fue todo un horror
Cuando por fin salimos de esa tortura, le dijimos que queríamos ir ya a Kandy y ver el Templo del Diente de Buda, un sitio sagrado para los budistas ya que allí custodian un diente que sacaron de la pira funeraria donde incineraron a Buda. Llegamos ya bastante tarde, y los de la entrada se ponen bordes y no dejan entrar a mi hijo de 14 años porque llevaba bermudas y no teníamos pañuelos suficientes para cubrir las piernas, así que mi marido se queda con él pensando que lo podrían ver cuando saliéramos nosotros. Entramos con Wije, y aquello estaba hasta arriba de gente que iba a rezar y a hacer ofrendas, y aunque el templo es muy bonito, para mí no es de los más espectaculares.

Es un recinto muy grande, con varias estancias sagradas, patios, árbol sagrado... Se tarda bastante en visitar.

Tardamos media hora, y eso que lo vimos a la carrera, así que cuando salimos es casi de noche y mi marido está bastante mosqueado porque se pensaba que era como visitar una iglesia aquí, y que habíamos tardado demasiado... Al final ellos no entran y quedamos en que lo verán mañana, y nos vamos al Ozo Hotel de Kandy, que será nuestro alojamiento durante dos noches.
Salimos a cenar a una terraza que veo desde la habitación y que nos da buena pinta, y pedimos sandwiches, tortillas y zumos que están buenísimos, pagando unos 25€ los 8, así que nos vamos a descansar con la sensación de que la tarde de hoy ha sido un auténtico desastre.