Peradeniya y Pinnawala: la decepción del orfanato de elefantes. ✏️ Diarios de Viajes de Sri Lanka

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Desayunamos en la terraza del hotel Ozo con vistas al río, y nos tomamos uno de los mejores desayunos del viaje. Había hasta aceite de oliva y tomate


Cuando baja mi sobrina Eva, que comparte habitación con mi hijo, me dice que Darío ha estado toda la noche vomitando y que está en la cama hecho polvo, así que a mí se me viene un poco el mundo encima. Tras comprobar que no hay forma de que se recomponga, y que es mejor que se quede descansando en el hotel, mi marido decide quedarse con él y con bastante pena nos vamos sin ellos a las visitas de hoy.

La primera parada es en los jardines de Peradeniya, un precioso jardín botánico que adquirieron los británicos y ampliaron, convirtiéndolo en lo que hoy es.


Alquilamos un cochecito para poder visitarlo más rápidamente, a pesar de que nos cobraban 12 €, pero es que de otra manera no nos hubiera dado tiempo a verlo por la enorme extensión que tiene y la verdad es que fue un acierto. La visita es preciosa, vemos jardines impresionantes con flores y árboles de todo tipo, una exposición de orquídeas maravillosa, muchísimo bambú, árboles exuberantes, praderas infinitas... A todos nos encanta este jardín.


Al terminar llamamos a ver cómo se encuentra Darío, por si está más recuperado y pueden venirse a la siguiente visita, pero sigue mareado y con ganas de vomitar, así que decidimos seguir hacia Pinnawala, el orfanato de elefantes, a donde llegaremos después de un trayecto de hora y media. Según vamos llegando, empezamos a alucinar con la cantidad de gente que hay, y nos empezamos a temer que esto es una turistada total. Tras aparcar la furgo nos dirigimos al río donde están bañando a los elefantes.


Aunque reconozco que es curioso de ver, esta visita no nos gustó nada. Había muchos elefantes encadenados y desde luego de orfanato no tenía nada de nada. Es un sitio llenísimo de turistas, de tiendas, de merchandasing... en fin, para mí fue la mayor decepción del viaje. Hicimos algunas compras en las tiendas de por allí y después nos acercamos a una especie de zoo que había enfrente y que tampoco nos gustó, apenas se ven elefantes y están en unas condiciones un poco penosas. Justo antes de irnos vimos llegar a los elefantes que venían de bañarse en el río, y consigues verlos bastante cerca, pero en mi opinión, es una visita totalmente evitable.

Salimos de allí y nos vamos a uno de los múltiples sitios que había por la zona para montar en elefante y decidimos que se monten sólo las chicas, ya que es un poco timo, unos 15€ por cabeza por dar un paseo de 15 minutos por un sitio que no tiene ningún encanto, pero en fin, les damos el capricho a ellas.

Entre que esta visita no nos gusta demasiado y yo estoy con mal rollo por mi hijo, nos vamos de vuelta al hotel para encontrarnos con ellos y que mi marido pueda ir a comer algo. Le decimos a Wije que se tome la tarde libre ya que vamos a descansar en el hotel y subimos a ver cómo está Darío. Nos lo encontramos ya un poco más recuperado, aunque débil y mareado por los vómitos y por no haber comido nada, pero poco a poco empieza a ir tomando algo. Nos vamos a comer a un hotelito de mochileros donde tardan una hora en traernos la comida! Menos mal que nos da la risa, y que la comida estaba muy buena, que si no nos abrimos las venas

Cuando volvemos al hotel, Darío se ha duchado y quiere venir con nosotros a dar una vuelta por Kandy, que hasta ahora ni habíamos podido ver. Nos bajamos dando un paseo, y mi marido y él se bajan en tuc tuc tan contentos, y podemos disfrutar de una tarde a nuestra bola


Kandy es igual de caótico que el resto de ciudades de Sri Lanka, aunque tiene el encanto del lago y del recinto del Templo del Diente de Buda.


Mi marido decide irse a visitar el templo, ya que el día anterior no lo pudo ver, y nosotros nos vamos a dar una vuelta y a hacer algunas compras. Ese día es festivo y la ciudad está bastante tranquila, así que, aunque no hay muchas tiendas abiertas, conseguimos circular por allí sin que sea una locura y compramos bastantes cosas que querían los chicos, especialmente pantalones con dibujos de elefantes, tan típicos de allí.

Entramos a ver un pequeño templo hindú, donde un monje budista nos coge por banda y nos enseña una foto suya con el Dalai Lama. Nos pide que nos sentemos unos minutos y como podemos le decimos que nos están esperando fuera y que no podemos entretenernos, porque ya quería evangelizarnos!!



Tras esta tarde de libertad, volvemos al hotel dando un paseo, aunque yo me subo en tuc tuc con Darío y me encanta la experiencia Nos vamos a cenar a la terracita que hay enfrente del hotel, donde hoy hay bastante más ambiente que el día anterior, y nos vamos a descansar ya que al día siguiente toca cambiar de destino.

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