En sus 56 kilómetros de costa, el Concejo de Llanes tiene cerca de 40 de playas, algunas de las cuales están consideradas entre las más bonitas no solo de Asturias sino también de España. Así que, antes de llegar a nuestro hotel de la jornada, quisimos aprovechar para conocer las más destacadas o, al menos, de las que más habla la gente y los medios. Nuestra idea era solo ver las panorámicas, no bañarnos.
Este es el mapa de la ruta que hicimos según Google Maps.


Playa de Cuevas del Mar.
Está situada en la desembocadura del río Nueva, a 3 kilómetros del pueblo de Nueva y junto al núcleo rural de Cuevas. Con 125 metros de longitud, es de arena y piedras sueltas, de forma triangular y con todo tipo de servicios, chiringuito incluido. El acceso por carretera es muy fácil ya que el coche llega hasta allí mismo. Hay un aparcamiento a pocos metros del túnel escavado en la roca que conduce hasta la playa. Con estas características, es fácil adivinar que se encuentra muy concurrida en época veraniega.
Acceso a la playa.


Lo que hace singular a esta playa son las caprichosas formas que el oleaje ha labrado en las grandes rocas y el acantilado que la rodean, formando peculiares cuevas y orificios, bajo y dentro de los que, incluso, se puede pasar. Para apreciarlo, es preciso que la marea esté lo más baja posible. Esta playa forma parte del paisaje protegido de la costa oriental asturiana.
Primera vista de la playa.
Las cuevas.
La playa desde el mar.


Las cuevas.

La playa desde el mar.

Aunque el día estaba nublado, como hacía buena temperatura, había mucha gente. Para acercarme a las rocas, tuve que meterme en el mar hasta más arriba de las rodillas, menos mal que el agua no estaba “demasiado” fría.


Merece la pena echar un vistazo.
Playa de Gulpiyuri.
Tenía mucha curiosidad por ver esta playa, que ha sido elegida varias veces entre las cinco más bonitas de España. Fue declarada Monumento Natural por el Principado en el año 2001, debido a su “singularidad geológica y paisajística, ya que se trata de una playa interior, sin mar, situada a 100 metros tierra adentro respecto al borde costero”, según reza el panel informativo que vimos al llegar. También ponía que se ha formado sobre una dolina marina, que es una depresión producida por el hundimiento del techo de las cavidades subterráneas que se producen por la acción erosiva del mar sobre las rocas, de naturaleza caliza en la costa de Llanes.

El agua del mar entra por un agujero de unos diez metros y forma una playa de unos 40 metros que solo existe con marea baja, porque cuando está alta la arena desaparece bajo el agua, quedando como una especie de piscina salada. Para llegar a ella hay que ir hasta la playa de San Antolín, dejar el coche en el aparcamiento y acercarse caminando unos 500 metros por un camino arenoso rodeado de prados.

Confieso que cuando la vi me quedé un tanto chafada. La marea estaba muy baja y toda ella era arena ya que el agua apenas asomaba por el túnel natural que la trae desde el mar. Apenas se veía una ola chiquitita, que buscaban ávidos los bañistas/turistas para mojarse las pantorrillas o hacerse la correspondiente foto.

No discuto su singularidad y su interés geológico, y quizás mi opinión hubiese cambiado de ver la playa con agua, pero tal como estaba lo cierto es que me llevé una decepción. Seguramente es mejor verla cuando la marea está alta, aunque entonces en vez de agua falte arena
.


Como la playa de Gulpiyuri no nos había dejado muy satisfechos precisamente, decidimos seguir caminando por el sendero que alcanzaba la línea costera tras una ligera subida. En lo alto vimos un panorama de cortantes aristas rocosas que se asomaban al mar; en algunos agujeros se oía como hervir el agua. Quizás son bufones parecidos a los de Pria, ya que toda la zona está llena de ellos. Mucho más al fondo se adivinaba otra playa, creo que es la de la Huelga. Si vais a ver Gulpiyuri, merece la pena alargar un poco el paseo hasta aquí. Son solo unos minutos y el salvaje panorama bien vale echar un vistazo.



Playa de Torimbia.
Ya con el coche, continuamos camino hacia nuestra siguiente playa, la de Torimbia, que se encuentra en el núcleo de Niembro, y es una de las que aparecen de continuo en todos los rankings de playas más hermosas de España. Está clasificada como playa natural y se puede practicar el nudismo. Hay que llegar al pueblo y luego seguir los indicadores que conducen hacia una pista asfaltada que trepa por el acantilado hasta alcanzar un collado a una considerable altura, en el Cabo Prieto. La pista concluye en un aparcamiento, a partir del cual hay caminar si se quiere alcanzar el arenal.


Si no se va con intención de bañarse, desde el propio aparcamiento sale un sencillo sendero que lleva hasta un mirador que hay en la punta del cabo, de camino al cual se van divisando unas fantásticas vistas de la playa. En realidad, el mirador es todo ese camino. Esta sí me pareció una playa bonita de verdad, hay quien asegura que es la más bella de Asturias y no seré yo quien lo ponga en duda.

Además, todo el entorno es precioso.


Playa de Toranda.
Y por el mismo esfuerzo, el mirador ofrece también una vista fantástica sobre otra playa, la de Toranda, muy cerca de Niembro, no tan pintoresca como la de Torimbia, pero muy bonita también, especialmente por el paisaje que la rodea.

Ni que decir tiene que aconsejo subir a este mirador. Vale la pena.

Ensenada de Niembro. Barro. Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores.
Este lugar lo había visto en unas fotos y me empeñé en ir. Se encuentra en la ensenada de Niembro, en la ría de Barro. Desde Niembro, se llega por la carretera LLN-11 en dirección a Llanes. No tiene pérdida porque la misma carretera llega hasta un mirador donde se puede contemplar la pequeña península junto al borde de la ría donde se asienta la Iglesia parroquial del pueblo de Barro, con el cementerio adosado a su parte posterior. Fue financiada por indianos, que encargaron su diseño al arquitecto José Pérez y Martínez, quien llegó a ser arquitecto personal de José Bonaparte durante su reinado en España, y una de cuyas obras fue el Arco del Triunfo de la Puerta de Toledo de Madrid. Mi empeño en pasar por allí no era tanto por la Iglesia en si como por el bucólico panorama que presenta su estampa a lo lejos, especialmente cuando se refleja sobre el agua de la ría. Lamentablemente, la marea estaba muy baja y el reflejo apenas existía. Sin embargo, no se puede negar que ofrecía una bella imagen.

LLANES.
Llanes siempre ha sido uno de mis poblaciones asturianas favoritas. No sabría decir muy bien por qué, quizás fue el recuerdo de aquel almuerzo junto al puerto durante mi primer viaje a Asturias, en un restaurante donde me pusieron las mejores navajas a la plancha que he comido nunca, pero que lamentablemente ya no existe. ¡Qué ricas! No se me olvidan. Aquel día se puso a llover de tal modo que tuvimos que correr a comprar unos chubasqueros de plástico en un bazar de los de “todo a cien”. Esa zona no ha cambiado demasiado y nos pareció que la tienda todavía está, aunque, claro, las pesetas se han convertido en euros.

En principio, había reservado alojamiento para dos noches en Arriondas, pero luego lo pensé mejor y trasladé a Llanes nuestra última noche en Asturias, ya que pese a ser uno de mis pueblos favoritos nunca habíamos dormido allí. El cambio me costó algunos euros porque cuando lo decidí, apenas quedaban hoteles con habitaciones libres. Al final, reserve en el Hotel Don Paco, de tres estrellas, muy bien ubicado, a cinco minutos caminando de la playa y el puerto, pero sin los agobios de esa zona. Quizás resulte un poco caro (nos costó 96 euros, claro que era uno de agosto y sábado nada menos), pero el edificio (un antiguo convento del siglo XVII reformado) es magnífico, tiene una terraza con jardín y cuenta con habitaciones modernas y comodísimas; además, ofrece aparcamiento gratuito para los clientes a 50 metros, lo cual se agradece mucho en Llanes, sobre todo en un fin de semana de agosto. Además, nos entregaron un mapa turístico. En fin, que nos gustó.


Se había hecho bastante tarde y decidimos quedarnos a cenar en el restaurante del hotel, que está ubicado en la que fue capilla del antiguo convento: una maravilla de sitio, La cena estuvo muy bien, aunque no fue barata, como era lógico suponer (56 euros, dos platos cada uno, vino y un postre).

Ya era noche cerrada cuando salimos a dar una vuelta por Llanes. Aún había mucha gente cenando o tomando unas sidras en las terrazas, pero en cuanto dejamos el centro atrás, pudimos caminar tranquilamente, disfrutando de una noche apacible, con buena temperatura. Recorrimos la Avenida de Toró hasta el mirador y dimos la vuelta cuando llegamos a la senda que baja a la playa,. No conocíamos la villa de noche y nos fuimos encontrando con estas imágenes nocturnas.
Sus edificios:

Sus calles:

La zona del puerto:



A la mañana siguiente, nos levantamos temprano y desayunamos en una cafetería cercana al hotel. Queríamos tener tiempo de dar un paseo tranquilo antes de salir rumbo a Santander. El tiempo se había portado muy bien con nosotros durante todo nuestro viaje a Asturias: aunque habíamos tenido algunos días nublados, no había caído ni una gota de lluvia, así que los paraguas y los chubasqueros yacían olvidados en el maletero del coche. La cosa, sin embargo, podía cambiar porque, aunque hacia buena temperatura y no llovía, la mañana amaneció con el cielo cubierto y, a lo lejos, se atisbaban unas nubes negras que no presagiaban nada bueno. Había que aprovechar mientras se mantuviera la tregua. Pero antes de iniciar el recorrido, quise conocer un poquito de la historia de Llanes.

Lateral de la muralla medieval.

Llanes es una villa marinera, capital del Concejo del mismo nombre, situada en la zona oriental de Asturias, entre la sierra de Cuera, que linda con los Picos de Europa, y el mar Cantábrico. Recibe mucho turismo por su rico patrimonio monumental y por la belleza de las playas del concejo (38 en una longitud de 50 kilómetros de costa), que habitan en un singular paisaje kárstico labrado por la erosión de su terreno calizo. Su casco viejo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, se desarrolló en torno a la desembocadura del río Carrocedo que forma la ría, en torno a la cual se encuentra su puerto pesquero.


Toda la zona estuvo habitada ya en tiempos prehistóricos, de los que existen numerosos testimonios como los yacimientos de las cuevas del Cueto de la Mina, la Riera, Bricia, etc. Se asegura que la zona de Llera, cerca de Posada, fue la más densamente poblada de Europa durante el paleolítico. En la Edad Media, formó parte de las tierras de Aguilar y dependía del castillo de Soberrón, en la sierra de Cuera, cuyos restos aún se conservan. Hacia 1225 Alfonso IX fundó la puebla de la villa de Llanes y Alfonso X el Sabio la dotó de un fuero y, para su defensa, inició la construcción de una muralla que no sé terminó hasta el siglo XV. Entretanto, Llanes perteneció a varios señores, siendo objeto de disputa entre los nobles y la realeza,; al mismo tiempo, prosperó por la importancia que adquirió su puerto pesquero, lo que la convirtió en un destacado centro mercantil, donde, como en otras localidades de la costa asturiana,, fue muy prolífico el comercio relacionado con la captura de la ballena. A partir del siglo XVIII la economía local comenzó a decaer conforme lo hacía su puerto como consecuencia del reclutamiento de los pescadores para servir en la Armada Real y, también, por las continuas guerras: los franceses la ocuparon varias veces, y en 1809 incendiaron buena parte de sus edificios. A partir de 1920 se produjo una emigración masiva, sobre todo a América, que casi redujo su población a la mitad en los años ochenta. Actualmente, el concejo cuenta con unos 14.000 habitantes y su economía se basa en el sector turístico, así como en la agricultura, la ganadería y la pesca e industrias asociadas, como conservas y salazones.

Un paseo por Llanes.
Entre los edificios de interés turístico más importantes de Llanes se pueden citar la Casa del Cercau, palacio renacentista del siglo XVI con capilla adosada y galerías abiertas, la Iglesia de Santa María del Conceyu, de estilo gótico, construida entre los siglos XIII y XV pero remodelada varias veces, el Palacio Gastañaga, del siglo XV, el Palacio Posada Herrera, del siglo XVII, y el Palacio de los Duques de Estrada, del siglo XVII, que quedó en estado ruinoso después de ser incendiado por los franceses durante la Guerra de la Independencia. Está vallado y no se puede visitar, pero se ve muy bien desde el Paseo de San Pedro; y siempre queda la opción de meter la cámara por un agujero que hay en la puerta de la valla
.

Palacio de los Duques de Estrada e Iglesia de Sta. María del Conceyu.


Además, tenemos la torre del castillo, de planta circular y con almenas, que representa el elemento más característico de las murallas, que fueron erigidas a partir del siglo XIII. Uno de sus lienzos se conserva en buen estado. Como mejor se aprecia es desde el Paseo de San Pedro.


El antiguo Convento de la Encarnación, que ocuparon monjas agustinas. Se conserva parte de la fachada, aunque lo más destacado es la portada de la Capilla barroca del siglo XVII. Como he mencionado antes, ahora es un hotel de tres estrellas, precisamente en el que nos habíamos alojado.

En la intersección de las calles Posada Herrera y Mayor se encuentran varios edificios notables, como el antiguo ayuntamiento, que también albergó la cárcel y fue reformado a finales del siglo XVIII, y el Casino con un diseño ecléctico, mezcla de modernismo y barroco francés, muy característico de principios del siglo XX. Fue inaugurado en 1910 con financiación de indianos y está declarado Monumento Histórico-Artístico.
Ayuntamiento Viejo.
Casino.


Casino.

Al final del paseo del muelle está la Playa del Sablón, y subiendo unas escaleras llegamos hasta el Paseo de San Pedro, que tiene unas preciosas vistas de la villa, el puerto, la playa del Sablón, la costa y la sierra de Cuera. No dejéis de dar un paseo por allí, merece la pena.
Vista de la Playa del Sablón.


Paseo de San Pedro y vistas.




En este paseo, como en todo Llanes, hay menciones a escenarios de películas famosas, con las que se puede hacer una interesante ruta cinematográfica.

Vista de la playa del Sablón, las murallas, el Palacio de los Duques de Estrada y el casco antiguo.


También caminamos por la Plaza del Fuerte, con sus cañones que siguen apuntando al mar, y que ofrecen, como no, preciosas panorámicas, algo nostálgicas en un día tan gris.


Y, por fin, una de las actuaciones más impactantes y, a la vez, controvertidas de los últimos tiempos en Llanes: los Cubos de la Memoria. Inaugurada en 2001, esta decoración artística de la escollera del puerto fue realizada por el artista vasco Agustín Ibarrola, que pintó los bloques de hormigón realizando una interpretación personal del paisaje, el modo de vida y la cultura de sus habitantes.
Los cubos de la memoria en primer plano; al fondo el faro y la Capilla de la Virgen de Guía.



Supongo que habrá opiniones diversas, pero a mi me gustó, sobre todo combinando los bloques coloridos con el paisaje marinero de Llanes.


Y con un nuevo paseo por la zona del muelle, finalizamos nuestra visita a uno de mis pueblos asturianos favoritos, que nos despidió con un cielo completamente negro. Eso sí, ni una gota en nuestro periplo de este año.


FINAL DEL VIAJE. CONCLUSIONES Y AGRADECIMIENTOS.
Y aquí se acaba este diario porque, aunque proseguimos nuestro viaje por tierras santanderinas, el periplo asturiano terminó en Llanes, y, como siempre, Asturias nos dejó con muchas ganas de volver para conocer sitios nuevos (el Principado es extenso) y repetir otros de los que no nos cansamos.
Por cierto que faltan reseñas de las dos ciudades más grandes, Oviedo y Gijón, que también conocemos. Sin embargo, hace mucho de la última vez que las vimos y los relatos estarían incompletos y las fotos muy desfasadas. Se quedan para otra ocasión.
Para terminar, me gustaría agradecer al foro y, en especial, a los foreros que escriben habitualmente en los distintos hilos de Asturias (prefiero no poner sus nombres porque seguro que me olvidaría de alguno y no quiero
), sus pistas y consejos para preparar este itinerario; de verdad que me han sido sumamente útiles y me han ayudado a sorprender, incluso, a algún que otro asturiano.
Por cierto que faltan reseñas de las dos ciudades más grandes, Oviedo y Gijón, que también conocemos. Sin embargo, hace mucho de la última vez que las vimos y los relatos estarían incompletos y las fotos muy desfasadas. Se quedan para otra ocasión.
Para terminar, me gustaría agradecer al foro y, en especial, a los foreros que escriben habitualmente en los distintos hilos de Asturias (prefiero no poner sus nombres porque seguro que me olvidaría de alguno y no quiero


Sin embargo, seguiré poniendo etapas de otros viajes que hemos hecho y que haremos por Asturias para completar este diario.