La verdad es que la noche de antes decidimos dejar de visitar el mercado de Tsukiji. No sé si fue una decisión acertada, pero hacía uno o dos días que se había quemado parte del mercado. Entre eso y que sólo dejan entrar a partir de las 10 de la mañana a los turistas, lo dejamos estar para otra ocasión. La verdad es que no es la única cosa que hemos cambiado de nuestro planning 'oficial', una vez estando allí hemos improvisado y hemos hecho lo que nos ha pedido el cuerpo según el momento, y hemos ido muy a nuestro ritmo, y sinceramente no me arrepiento de nada. Sé que nos hemos dejado lugares, pero es que aunque hubiésemos ido a toda mecha nos hubiésemos dejado muchos sitios por ver, porque es tanto lo que ofrece y lo que hay que ver en este país...que como lo quieres ver todo, pues te lo tomas con calma y ya habrá tiempo de volver.
Y después del rollo que os he dado para decir que no fuimos a Tsukiji, nos apeteció ir a ver de cerca la torre de Tokio y el templo Zojoji. Llegar hasta allí nos llevó un ratito en metro, y luego al salir del metro nos hicimos un lío y llegamos a la torre dando una vuelta súper rara. Al salir del metro nos compramos algo para desayunar y fuimos a ver si encontrábamos la torre. En nuestra vuelta rara, de camino pasamos al lado de uno de tantos parques y hasta ese momento no había tenido yo ocasión de escuchar en vivo y en directo el canto de las cigarras así de fuerte. Suena igual que en las series y pelis de anime. Andando llegamos a los pies de la Tokyo Tower, aunque no íbamos a subir porque teníamos pensado subir algún día al Sky Tree, así que le echamos alguna foto y nos paramos en el parque que hay abajo a comernos el desayuno descansando en un banco. Me comí un par de oniguiris y un zumo, y no veas como empachan, creo que con uno hubiese tenido suficiente.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La foto no es mía, la he cogido de internet. En cualquier konbini (convenience store) podéis encontrar neveras llenas de estos triangulitos de arroz. Los hay rellenos de distintas cosas: salmón, atún, envueltos en huevo...Normalmente los cogía a suertes, porque no tenía muy claro el sabor. Y algunas veces atinábamos y otras...pues no. Son bastante baratos.
La Tokyo Tower es una torre que imita a la torre Eiffel de París, sólo que esta es de color rojo y canta un poco más (se pinto así debido a las regulaciones de aviación). Se terminó de construir en 1958 y fue la torre más alta de Tokyo hasta que la Skytree la superó en el año 2012. Es un pelín más alta que su modelo inspirador, pues la de Tokyo mide 333 metros de altura, mientras que la original mide 300 y se usa como antena de radiodifusión. Dentro de la torre hay un pequeño parque de atracciones de la serie de anime One Piece.
Tokyo Tower



Una vez hubimos desayunado, seguimos dirección Zojoji y desde el lateral empezamos a ver las estatuas de los 'Jizo', ataviadas con sus gorritos y sus molinillos de viento. La verdad es que son irresistibles. Entramos por la puerta principal del templo, que es la original del año 1622, muy grande y de color rojo, y de frente podemos ver el salón principal con la torre de Tokio al fondo. A mano derecha nos encontramos con una gran campana (Daibonsho). Este templo, perteneciente a una rama del budismo, se caracteriza por tener, como he dicho antes, un buen número de figurillas Jizo. Estas pequeñas figuras de piedra velan por la salud de los niños y niñas, y también están allí en honor a los niños y niñas fallecidos. Las famílias les ponen baberos y gorritos rojos para protegerlas. A mí me pareció un lugar muy especial y lo viví como un momento muy emotivo, porque aunque pueda parecer que son solo pequeñas estatuas de piedra (lo son) están cargadas de mucho simbolismo.
También entramos al salón principal, que tiene una gran tarima de madera muy bien pulida, y un bonito Buda dorado al fondo. Como todos los salones de los templos, olía mucho a incienso. Salimos del salón principal por un lateral y lo recorremos por detrás, donde hay un pequeño cementerio. Después, compramos unos cuantos amuletos, también para regalar a la familia.
TEMPLO ZOJOJI



Al salir del templo decidimos poner rumbo a Hibiya, para hacer una visita al palacio imperial, aunque tenía entendido que no valía mucho la pena ir hasta allí. Pero ya que estás allí, te acercas. Al salir del metro nos encontramos de frente con el parque Hibiya, muy cerca del Palacio Imperial, y entramos a dar una vuelta. Este parque, que tiene dos estanques y una fuente, está rodeado de altos edificios de oficinas. Nos sentamos frente a uno de los bonitos estanques unos minutos a descansar. La sombra se agradecía, aunque el bochornazo que hacía era considerable. Allí había otros japoneses, que también descansaban en los bancos, comiendo o leyendo un libro; muchos de ellos vestidos de oficinistas. Paseando por el parque vimos unas mariposas negras enormes, que vimos a lo largo del viaje en más lugares, pero por aquí no las había visto nunca, y un gatico escondido bajo unos matorrales, al que los japoneses se acercaban a echarle fotos. La verdad es que son bastante fanáticos de los gatos; eso es algo que sin duda compartimos. El parque no es que sea el mejor parque del mundo, pero es bonito de ver y dar un paseo. Aunque me temo que esto podría repetirse en muchos de los parques y jardines de Tokyo.
PARQUE HIBIYA


Después nos dirigimos hacia el palacio imperial, que es la residencia oficial del emperador. Fuimos andando al lado del foso, que por cierto, en algunos puntos del recorrido el agua estaba mega estancada y olía fatal. De aquí hasta llegar al Palacio Imperial no había sombras. Por suerte ese día hacía muchísimo calor y bochorno pero estaba nublado y el sol no se dejaba ver, pero en un día de esos en los que cae un sol de justicia, ojo! Queríamos llegar al sitio desde donde suele hacerse la típica foto del palacio, que tiene como fondo el puente Nijubashi y para ello pasamos al lado de unas grandes explanadas de árboles exageradamente bien cuidados. Era como estar viendo una especie de bosquecillo ordenado y claramente con un punto artificial, que no quiere decir que me pareciese feo. Al fondo miles de edificios altos y muy parecidos. No había ningún arbol que contrastara con los demás, ni ningún edificio que llamara la atención sobre el resto. Es un paisaje un poco anodino pero curioso. La estampa del Palacio detrás del foso y del puente es bonita. Claramente no es lo mejor de Tokyo pero se deja visitar.
PALACIO IMPERIAL


ODAIBA
Después volvimos a andar hacia una parada de metro. Antes de ir a Odaiba nos quisimos acercar a Akihabara porque nos habían quedado pendientes algunas tiendas que había que visitar. Recuerdo subir como 7 u 8 pisos del Mandarake porque no vimos el ascensor (...vaya novatada). Después de ojear en algunas tiendas, esta vez sin compras (el día de antes sí hubo compras), nos paramos a comer en un Sukiya de Akihabara, un gyudon, que es un bol de arroz con carne de ternera por encima. Este tipo de cadenas las frecuentamos alguna que otra vez, porque era muy rápido para comer y estaba bueno.
Después de comer nos quisimos acercar al hotel para darnos una ducha rápida e ir a la isla artificial de Odaiba. Llegar a Odaiba nos costó un ratito, porque tuvimos que coger el metro hasta Shimbashi, y allí el Yurikamome hasta Daiba. El Yurikakome no entra ni el JRPass ni con los bonos de metro que estábamos usando, así que toca pagarlo a parte, y es carillo, pero el trayecto es muy chulo. Es una línea de tren que no tiene conductor. Las vistas de la ciudad desde los vagones son muy bonitas y por eso todo el mundo quiere sentarse delante. El trayecto dura unos 15 minutos hasta Daiba y ofrece también vistas de la bahía, los centros comerciales y la enorme noria.
Llegamos a Odaiba y ya estaba oscureciendo, así que pudimos ver como el sol se iba poniendo desde el muelle de madera, donde está la réplica de la estatua de la Libertad. La verdad es que las vistas eran de postal y todo el mundo quería sacarse fotos y selfies con el puente (Rainbow Bridge) de fondo y los barquitos y la ciudad iluminados. Seguimos paseando por el muelle y entramos en el centro comercial Aqua City. Realmente queríamos ir a Joypolis, que está en otro centro comercial, el Decks, así que buscamos una salida y entramos en el que buscábamos. Pudimos entrar en Joypolis con un descuento por la hora que era.
Joypolis es como un parque de atracciones de recreativas y simuladores para todos los gustos y edades. Pagas una entrada general y dentro tienes que pagar cada vez que quieras jugar o montar en algo. Tiene varias plantas y la verdad que es impresionante la de máquinas que tienen y como los simuladores están tan bien hechos, especialmente las de juegos de carreras, donde los coches son una pasada. También había una pequeña montaña rusa que atravesaba las diversas plantas: fli-pan-te. La verdad es que es un poco caro, porque como he dicho, tienes que pagar dos veces (una entrada general y otra cada vez que quieras jugar), pero si te gustan estas cosas, merece la pena, porque no las vas a ver en otro sitio. A mí ni fu ni fa...pero a mí pareja le gustan mucho los videojuegos y además la serie de Shingeki no Kyojin (Ataque a los titanes) y tenían una atracción especial dedicada a esta serie y unas figuras a tamaño real, muy chulas, así que había que ir.
JOYPOLIS ODAIBA



Después de Joypolis decidimos ir andando hasta Palette Town, donde está la noria tan chula que se ilumina de mil colores y se ve desde todos lados. Para llegar a la noria, de 115 metros, hay que cruzar por Toyota Megaweb, que también es como un parque de atracciones pero con coches. Puedes hacer recorridos, subir en simuladores, coches de exposición, etc. Sólo lo vimos de pasada al cruzarlo. Y después de la pateada y de llegar hasta los pies de la noria me dio canguelo y no me quise subir y evidentemente ahora me arrepiento. Son los remordimientos con los que tengo que convivir ahora por ser una cobarde.
Realmente hay mil cosas que ver y hacer en Odaiba, pero tampoco podíamos dedicarle más tiempo, así que hay que elegir. Nos quedamos con ganas de subir al mirador de la Fuji TV y de ver al Gundam (pero esto ya es más complicado porque se lo llevaron por un tiempo y ha coincidido con nuestra visita). Ah! Y de entrar al Venus Fort para ver la recreación de una ciudad italiana renacentista. Pero ese día habíamos andado mucho y ya no dabámos para más. Volvimos a coger el Yurikamome, el metro en Shimbashi y nos bajamos en nuestra estación. Fuimos directamente al McDonald's de enfrente (sé que estas cosas no tienen perdón de Dios para mucha gente estando en Japón) y me comí una hamburguesa que no me acuerdo qué llevaba, pero seguro que salsa teriyaki sí.
Y con la panza bien llena volvimos al hotel a descansar, que ya era hora!
ODAIBA


COSAS QUE NOS QUEDARON PENDIENTES! (para un futuro viaje, espero que próximo

- Ir al mercado de Tsukiji: Este día nos quedaron pendientes varias cosas por ver. Principalmente el mercado de Tsukiji y el motivo principal fue el incendio del día anterior. Teníamos muchas ganas de curiosear este famoso y enorme mercado de pescado, y quizás de probar el sushi, pero si podemos, lo haremos en otra ocasión, aunque probablemente ya estará en otro emplazamiento, puesto que está previsto que el mercado cambie de ubicación en un futuro próximo.




- Pasear por los jardines Hama Rikyu: En el itinerario que habíamos planeado teníamos pensado, después de la visita al mercado, acercarnos a los jardines Hama Rikyu, porque están al lado y en verano hay sombras y parece 'fresquito' (esto es un decir, porque en verano nada que esté al aire libre estará lo suficientemente fresco en Tokyo, ilusas de nosotras...). Pero como no fuimos finalmente al mercado, pues pasamos de ir

Hama Rikyu Koen


