DÍA 3: Lujo y magia con Santa Ana.
Este día era domingo y un día muy especial. Para los amantes del ciclismo supongo que es imposible entender que no estuviésemos en los Champs Elysees el año de Contador, pero, a ver, cada uno tiene sus preferencias.
Arrastrando niños hasta la Ópera Garnier. Arrastrando niños por la Ópera Garnier.
Decidimos que el día iba a ser tranquilo, porque mañana queríamos ver el Louvre. Así que la primera visita sería para un lugar cercano al piso: la Ópera Garnier.
Fuimos andando, en un tranquilo paseo gracias al que encontramos la galería más bonita: la Vivienne. Las Galerías son pequeños centros comerciales del siglo XIX que aún hoy funcionan como tales. Guardan el encanto de lo antiguo. Si sois escaparatistas aficionados no os las perdáis puesto que hay auténticas joyas en la decoración de escaparates.
Este día era domingo y un día muy especial. Para los amantes del ciclismo supongo que es imposible entender que no estuviésemos en los Champs Elysees el año de Contador, pero, a ver, cada uno tiene sus preferencias.
Arrastrando niños hasta la Ópera Garnier. Arrastrando niños por la Ópera Garnier.
Decidimos que el día iba a ser tranquilo, porque mañana queríamos ver el Louvre. Así que la primera visita sería para un lugar cercano al piso: la Ópera Garnier.
Fuimos andando, en un tranquilo paseo gracias al que encontramos la galería más bonita: la Vivienne. Las Galerías son pequeños centros comerciales del siglo XIX que aún hoy funcionan como tales. Guardan el encanto de lo antiguo. Si sois escaparatistas aficionados no os las perdáis puesto que hay auténticas joyas en la decoración de escaparates.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Lujo y brillo en la Ópera Garnier.
Los niños, después del estupendo día de ayer, habían amanecido cansados, así que durante el paseo hasta la Ópera hubo que tirar un poco de ellos y durante la visita otro poco… en fin.
La Ópera Garnier abre todos los días, de 10:00 a 18:00 en verano. El precio de la entrada es de 7 € los adultos y 4 € los niños. La Museum Pass no es válida.
La Ópera se encuentra al final de la avenida que lleva su nombre. Es un edificio fastuoso, tanto por la arquitectura y decoración de la fachada como por el imponente lujo, de otra época, que se respira en el interior.
Los niños, después del estupendo día de ayer, habían amanecido cansados, así que durante el paseo hasta la Ópera hubo que tirar un poco de ellos y durante la visita otro poco… en fin.
La Ópera Garnier abre todos los días, de 10:00 a 18:00 en verano. El precio de la entrada es de 7 € los adultos y 4 € los niños. La Museum Pass no es válida.
La Ópera se encuentra al final de la avenida que lleva su nombre. Es un edificio fastuoso, tanto por la arquitectura y decoración de la fachada como por el imponente lujo, de otra época, que se respira en el interior.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La escalinata de entrada es digna de visitarse, las pinturas de los techos, el dorado y el mármol, la terraza exterior… todo te hace sentirse en otro tiempo. Y como contrapunto el, aquí sí, formidable Chagall; decorando la cúpula del teatro. Llama la atención por tener una sala tan pequeña en un edificio tan grande, se ve que era una Ópera pensada para admirar y dejarse admirar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La gran sorpresa: comida en el Train Bleu.
Y después de una visita así, una carrerilla (con metro incluído) con la excusa de algo que yo quería ver y qué cerraba y… la comida en el Train Bleu, en la estación de Lyon.
Y después de una visita así, una carrerilla (con metro incluído) con la excusa de algo que yo quería ver y qué cerraba y… la comida en el Train Bleu, en la estación de Lyon.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Para comer en algún sitio especial de París, este quizás sea de los que reúna más puntos a su favor: el sitio es precioso, en plan Ópera Garnier (dorados y pinturas por todos lados) y desde luego la sorpresa no se estropea porque el entorno no te lo deja ver (la Gare de Lyon tiene el mismo aspecto que la de Austerlitz), la comida está exquisita (existe la posibilidad de ajustarse a varios menús, con todo incluído, es caro, pero lo merece) y el servicio es formidable (te reciben y hablan en español, la atención hacia los niños es estupenda, con librito de colorear y todo, muy detallistas en todas las cosas).
A mi marido se le quedó una cara de sorpresa que le duró casi toda la comida, y los niños se lo pasaron bomba con la novedad de comer en un restaurante así. La ventana que habíamos pedido estaba del lado de la propia estación, con los trenes entrando y saliendo.
El entretenido Museo de la Magia.
Después de una comida así, un paseo en metro hasta Le Marais, pero para ver en exclusiva el Museo de la Magia.
Este museo tiene unos horarios algo extraños: miércoles, sábados y domingos de 14:00 à 19:00. La dirección es: calle St. Paul, 11 (metro: St. Paul, línea 1) El precio es de 9 € para adultos y 7 para niños. No admiten tarjetas de crédito (a nosotros nos costó dar unas cuantas vueltas buscando cajero) ni es válida la Museum Pass.
Es un Museo pequeño (quizás, con ojos de adulto, ofrecen poco para el precio) pero a los niños les encantó. Vimos primero una curiosa colección de autómatas, y luego pasamos a un divertivo espectáculo de un mago (todo en francés, pero se le seguía muy bien). Terminamos viendo la parte de “magia” del museo con curiosidades variadas, muy, muy entretenido (quizás esta parte más para nosotros que para los niños).
Terminamos el día en los Jardines de Luxemburgo.
Como los niños estaban cansados, decidimos terminar con un paseo por uno de los jardines más hermosos de París: los jardines de Luxemburgo, así que vuelta al metro y cambio de orilla.
Como era domingo, en el amplio césped de la entrada había muchos grupos de pic-nic, y los pic-nic franceses son para verlos, nada más sofisticado: mantita a juego con los platitos y vasitos (nada de beber en latas), las comidas distribuídas adecuadamente, todo el mundo perfectamente sentado…. La verdad es que casi parecía un cuadro.
Nos desviamos por un lateral para merendar. Los árboles cuadrados acompañaban a los hermosos parterres, los estanques y las fuentes.
A mi marido se le quedó una cara de sorpresa que le duró casi toda la comida, y los niños se lo pasaron bomba con la novedad de comer en un restaurante así. La ventana que habíamos pedido estaba del lado de la propia estación, con los trenes entrando y saliendo.
El entretenido Museo de la Magia.
Después de una comida así, un paseo en metro hasta Le Marais, pero para ver en exclusiva el Museo de la Magia.
Este museo tiene unos horarios algo extraños: miércoles, sábados y domingos de 14:00 à 19:00. La dirección es: calle St. Paul, 11 (metro: St. Paul, línea 1) El precio es de 9 € para adultos y 7 para niños. No admiten tarjetas de crédito (a nosotros nos costó dar unas cuantas vueltas buscando cajero) ni es válida la Museum Pass.
Es un Museo pequeño (quizás, con ojos de adulto, ofrecen poco para el precio) pero a los niños les encantó. Vimos primero una curiosa colección de autómatas, y luego pasamos a un divertivo espectáculo de un mago (todo en francés, pero se le seguía muy bien). Terminamos viendo la parte de “magia” del museo con curiosidades variadas, muy, muy entretenido (quizás esta parte más para nosotros que para los niños).
Terminamos el día en los Jardines de Luxemburgo.
Como los niños estaban cansados, decidimos terminar con un paseo por uno de los jardines más hermosos de París: los jardines de Luxemburgo, así que vuelta al metro y cambio de orilla.
Como era domingo, en el amplio césped de la entrada había muchos grupos de pic-nic, y los pic-nic franceses son para verlos, nada más sofisticado: mantita a juego con los platitos y vasitos (nada de beber en latas), las comidas distribuídas adecuadamente, todo el mundo perfectamente sentado…. La verdad es que casi parecía un cuadro.
Nos desviamos por un lateral para merendar. Los árboles cuadrados acompañaban a los hermosos parterres, los estanques y las fuentes.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Cometimos un pequeño error, del que nos dimos cuenta luego. Nuestra idea era dejar a los niños que jugasen un rato en los columpios, pero ¡oh, sorpresa! esos columpios y resbaladeras (iguales a los de cualquier jardín público) eran de pago, y además bastante caros. El negarnos a pagar eso nos costó llantina, por lo que ya el siguiente paseo hasta la zona central de los jardines no nos cundió mucho, y decidimos irnos pronto.
Situándose frente al Palacio de Luxemburgo, la zona de columpios está a la izquierda, por lo tanto es fácil evitarla, a no ser que queráis pagar 2, 6 € por niño (y 1,2 € por adulto que quiera entrar a vigilar ¡!). Hacia la zona de la derecha continúan los jardines en un entorno muy agradable, así que ya sabéis.
Y nada, Santa Ana se acabó, un bonito ramo de flores y a casa a descansar.
Situándose frente al Palacio de Luxemburgo, la zona de columpios está a la izquierda, por lo tanto es fácil evitarla, a no ser que queráis pagar 2, 6 € por niño (y 1,2 € por adulto que quiera entrar a vigilar ¡!). Hacia la zona de la derecha continúan los jardines en un entorno muy agradable, así que ya sabéis.
Y nada, Santa Ana se acabó, un bonito ramo de flores y a casa a descansar.