DÍA 7: Revolviendo flecos: del emocionante Museo de Orsay al declive del Pompidou, pasando por la increíble Sainte Chapelle.
Niños cansados y bostezones son arrastrados por el fantástico Museo de Orsay.
Después de habernos acostado tarde ayer y de llevar unos cuantos días en París, hoy era un día de estar todos cansados y, claro, especialmente los niños. Nos levantamos tarde y decidimos ir a uno de los museos, para mí, más hermosos de París: el Museo de Orsay.
Este museo abre 9:30 a 18h, el jueves se mantiene abierto hasta las 21 :45 ; cierra los lunes.
La tarifa es de 8 € los adultos (niños gratis), a partir de las 16:00 y los jueves a partir de las 18:00 vale 5,5 €.
Con la Museum Pass se accede directamente por la puerta C, y llegando tarde, como lo hicimos nosotros nos ahorramos cola.
Este museo se encuentra frente al Louvre, en la otra orilla. Se creó como estación de tren y conserva tanto en el exteriorcomo en su interior, con su característico reloj, su imagen inicial. Las salas de los cuadros están dispuestas en los laterales convergiendo hacia la zona central, completamente abierta y donde estatuas y elementos ferroviarios se dan la mano.
Niños cansados y bostezones son arrastrados por el fantástico Museo de Orsay.
Después de habernos acostado tarde ayer y de llevar unos cuantos días en París, hoy era un día de estar todos cansados y, claro, especialmente los niños. Nos levantamos tarde y decidimos ir a uno de los museos, para mí, más hermosos de París: el Museo de Orsay.
Este museo abre 9:30 a 18h, el jueves se mantiene abierto hasta las 21 :45 ; cierra los lunes.
La tarifa es de 8 € los adultos (niños gratis), a partir de las 16:00 y los jueves a partir de las 18:00 vale 5,5 €.
Con la Museum Pass se accede directamente por la puerta C, y llegando tarde, como lo hicimos nosotros nos ahorramos cola.
Este museo se encuentra frente al Louvre, en la otra orilla. Se creó como estación de tren y conserva tanto en el exteriorcomo en su interior, con su característico reloj, su imagen inicial. Las salas de los cuadros están dispuestas en los laterales convergiendo hacia la zona central, completamente abierta y donde estatuas y elementos ferroviarios se dan la mano.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Para los niños es un museo bastante asumible porque no es excesivamente grande y la colección de pintura (finales del XIX y principios del XX) les puede atraer. Nosotros de todos modos, no acertamos esta vez con el planing del día (nos pilló la hora de comer dentro del museo, y niños hambrientos y cansados… uf). Así que, nada, la estrategia de sentarlos, contarles historias y ver las salas por turnos, la pusimos en práctica desde el principio. De todos modos crees que están cansados y que no prestan atención a nada y, sin embargo, luego en cualquier ocasión que surga, te das cuenta de lo mucho que han asimilado ¡los niños son increíbles!
De mis anteriores visitas he descubierto cosas nuevas: esta vez me he enamorado de los bosques de Corot, con sus entrevistos espíritus danzantes. Y además, mil cosas para disfrutar: la luz de los orientalistas, la magia de Manet, la emoción de Van Goth, la vitalidad de Gauguin. ¡Ay!
También hay que fijarse en el cuidado puesto en la disposición de las esculturas. Especialmente me llamaron la atención las del fondo, un apartado especial dedicado a la Ópera Garnier, con una puesta en escena fanstástica. Además, a los niños les encantó la enorme maqueta de la ciudad colocada bajo un suelo de cristal sobre el que se podía andar, y otra gran maqueta de la Ópera donde se veían todas los detalles de la tramoya.
[/size]De mis anteriores visitas he descubierto cosas nuevas: esta vez me he enamorado de los bosques de Corot, con sus entrevistos espíritus danzantes. Y además, mil cosas para disfrutar: la luz de los orientalistas, la magia de Manet, la emoción de Van Goth, la vitalidad de Gauguin. ¡Ay!
También hay que fijarse en el cuidado puesto en la disposición de las esculturas. Especialmente me llamaron la atención las del fondo, un apartado especial dedicado a la Ópera Garnier, con una puesta en escena fanstástica. Además, a los niños les encantó la enorme maqueta de la ciudad colocada bajo un suelo de cristal sobre el que se podía andar, y otra gran maqueta de la Ópera donde se veían todas los detalles de la tramoya.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una comida tardía.
Encima que salimos tarde del museo, no encontramos en los alrededores ningún sitio agradable para comer, así que cruzamos el peatonal puente de Solferino (muy curiosos los candados de amor colocados en la reja del puente, algunos con muchos años) y volvimos a las Tullerías. No sé por qué escogimos un sitio no muy adecuado, con demasiada tierra, apartado… fue una comida pesada, así que pronto, retomamos el camino para la siguiente parada.
Las alucinantes vidrieras de la Sainte Chapelle.
Y de nuevo a l´Île de la Cité, esta vez para ver una de las capillas góticas más increibles que existen (si habéis leído “Los pilares de la tierra” (aunque sea algún cachito) retomad el capítulo de la construcción de la catedral para valorar esta estructura en toda su amplitud).
El horario es de 9:30-18:00, abre todos los días. Los adultos tienen la entrada a 7,5 € (niños gratis), 10 € la visita conjunta con la Conciergerie. La Museum Pass es válida, pero en este caso no ahorra las colas, ya que la Sainte Chapelle está dentro del actual Palacio de Justicia, por lo que hay que pasar un exhaustivo control que ralentiza mucho la entrada.
La cola que tuvimos que hacer no fue tan tremenda como había pensado (unos 30 minutos escasos), por lo que al poco rato estábamos dentro.
La entrada se hace por la capilla inferior, con preciosas pinturas en el techo en azul y dorado. Es una pena que hayan instalado allí las tiendecillas de recuerdos porque la devalúa y le resta importancia.
Desde ahí, se sube una estrecha escalera y... ¡la gran sorpresa !: altísimas paredes de vidrieras alzándose hacia arriba, con la luz de colores rojo, azul, amarillo inundándolo todo. Realmente precioso.
Encima que salimos tarde del museo, no encontramos en los alrededores ningún sitio agradable para comer, así que cruzamos el peatonal puente de Solferino (muy curiosos los candados de amor colocados en la reja del puente, algunos con muchos años) y volvimos a las Tullerías. No sé por qué escogimos un sitio no muy adecuado, con demasiada tierra, apartado… fue una comida pesada, así que pronto, retomamos el camino para la siguiente parada.
Las alucinantes vidrieras de la Sainte Chapelle.
Y de nuevo a l´Île de la Cité, esta vez para ver una de las capillas góticas más increibles que existen (si habéis leído “Los pilares de la tierra” (aunque sea algún cachito) retomad el capítulo de la construcción de la catedral para valorar esta estructura en toda su amplitud).
El horario es de 9:30-18:00, abre todos los días. Los adultos tienen la entrada a 7,5 € (niños gratis), 10 € la visita conjunta con la Conciergerie. La Museum Pass es válida, pero en este caso no ahorra las colas, ya que la Sainte Chapelle está dentro del actual Palacio de Justicia, por lo que hay que pasar un exhaustivo control que ralentiza mucho la entrada.
La cola que tuvimos que hacer no fue tan tremenda como había pensado (unos 30 minutos escasos), por lo que al poco rato estábamos dentro.
La entrada se hace por la capilla inferior, con preciosas pinturas en el techo en azul y dorado. Es una pena que hayan instalado allí las tiendecillas de recuerdos porque la devalúa y le resta importancia.
Desde ahí, se sube una estrecha escalera y... ¡la gran sorpresa !: altísimas paredes de vidrieras alzándose hacia arriba, con la luz de colores rojo, azul, amarillo inundándolo todo. Realmente precioso.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y, gracias a los niños, que dijeron qué bonito al entrar, y se salieron rápidamente a una puerta lateral que se abre al exterior buscando un poco de libertad, descubrí las curiosas puertas, con historias bíblicas narradas en pequeñas esculturas. El Arca de Noé, con todos los animales, les encantó.
Desde allí fuímos andando hasta el Mercadillo de las Flores, claro que a esa hora (eran más o menos las seis de la tarde) estaba medio cerrado, pero de todos modos resultaba alegre, colorido y, después del día que llevábamos, relajado.
Os aconsejo encarecidamente este mercadillo (en una visita por la mañana claro). Está muy cerca del Palacio de Justicia, en la salida de metro Cité. Es muy alegre, con montones de curiosidades de jardinería: flores, platas variadas, detalles… para los niños es una visita muy bonita. Los domingos, además, también se venden pájaros..
Aire triste por el Pompidou.
De l´Île fuimos andando hasta la zona del Pompidou, una de las que siempre ha sido mis favoritas de París. ¡Que cosa más triste y decepcionante! El paso desde la Iglesia de Saint Merry hasta la Fuente Stravinsky estaba todo sucio y lleno de pintadas. La fuente estaba a medio funcionar y tremendamente deteriorada (algunas partes rotas, apenas sin agua, no se movían la mitad de las cosas). A los niños les gustó igualmente, pero a mí me dio mucha pena.
Desde allí fuímos andando hasta el Mercadillo de las Flores, claro que a esa hora (eran más o menos las seis de la tarde) estaba medio cerrado, pero de todos modos resultaba alegre, colorido y, después del día que llevábamos, relajado.
Os aconsejo encarecidamente este mercadillo (en una visita por la mañana claro). Está muy cerca del Palacio de Justicia, en la salida de metro Cité. Es muy alegre, con montones de curiosidades de jardinería: flores, platas variadas, detalles… para los niños es una visita muy bonita. Los domingos, además, también se venden pájaros..
Aire triste por el Pompidou.
De l´Île fuimos andando hasta la zona del Pompidou, una de las que siempre ha sido mis favoritas de París. ¡Que cosa más triste y decepcionante! El paso desde la Iglesia de Saint Merry hasta la Fuente Stravinsky estaba todo sucio y lleno de pintadas. La fuente estaba a medio funcionar y tremendamente deteriorada (algunas partes rotas, apenas sin agua, no se movían la mitad de las cosas). A los niños les gustó igualmente, pero a mí me dio mucha pena.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al pasar a la Plaza del Pompidou, la encontramos semivacía (yo siempre la había visto con gente sentada tranquilamente en la rampa, y montones de músicos y artistas callejeros). Desprendía toda la zona un aire trite, o al menos eso me pareció. En fin, cosas de tratar de volver al lugar donde fuiste feliz.
Lo único que salvó el final del día fue el propio Pompidou. Las divertidas escaleras mecánicas fueron una atracción para los niños, en un día en que no tuvieron muchas. Y las estupendas vistas sobre todo París merecen una visita.
Lo único que salvó el final del día fue el propio Pompidou. Las divertidas escaleras mecánicas fueron una atracción para los niños, en un día en que no tuvieron muchas. Y las estupendas vistas sobre todo París merecen una visita.
En el Pompidou está instalado un Museo de Arte Moderno y varias salas de exposiciones temporales interesantes. Pero la verdad es que para mí lo mejor son las escaleras mecánicas (lo siento por Kandinsky). La verdad es que no sé cuánto cuesta la entrada porque con la Museum Pass se hace automáticamente.
Volvimos a casa por Les Halles. Se veía al fondo la formidable Iglesia de San Eustaquio, con su interesante plaza, y dejábamos atrás el precioso Hôtel de Ville, algo más que apuntar para otra vez.
El ambiente por Les Halles era más turbio aún que por la zona del Pompidou, así que vuelta rápida y a descansar.
Volvimos a casa por Les Halles. Se veía al fondo la formidable Iglesia de San Eustaquio, con su interesante plaza, y dejábamos atrás el precioso Hôtel de Ville, algo más que apuntar para otra vez.
El ambiente por Les Halles era más turbio aún que por la zona del Pompidou, así que vuelta rápida y a descansar.