Cuando vimos en el Canal Viajar el programa de “En tren por el viejo Continente: de Turín a Venecia”, poco nos imaginábamos que, en esta primavera de 2017, protagonizaríamos un viaje parecido, empezando en Milán, acabando en Venecia y haciendo una extensión a San Marino.
Todo el viaje lo hemos hecho con transporte público, fundamentalmente en tren. Nos encanta viajar mezclándonos con la gente del lugar, haciéndonos entender de la mejor forma que podemos, que muchas veces es con el lenguaje universal de los gestos. Para consultar los horarios y tarifas de los ferrocarriles, la web de Trenitalia es una maravilla, clara y rápida. Aquí está el link Trenitalia.
El día ha empezado movidito. El vuelo de Vueling tiene prevista su salida a las 7:30, por lo que, siguiendo la recomendación del mensaje de la compañía, teníamos que estar en la T1 del aeropuerto de El Prat alrededor de las 5:30 de la mañana. Esto implica un madrugón con todas las letras.
Afortunadamente no ha habido problemas en el control de pasaportes y, pasada una hora y media dando vueltas por la terminal, embarcamos en el avión. Y las azafatas, pasillo arriba, pasillo abajo recontando los pasajeros, y vuelta a recontar. De pronto anuncian la próxima salida del vuelo con destino a Milán y… parece que tenemos dos pasajeros que se han equivocado de avión. ¿Cómo puede haber sucedido? ¿Cómo han pasado sin problemas el control de billetes? Nunca se sabrá, pero lo cierto es que despegamos con cierto retraso, después de la pregunta del Auxiliar de Vuelo, con cierta sorna, "¿hay alguien más que no vuele a Milán?".


El Hotel Ferton será nuestro “hogar” durante las próximas 4 noches. Lo hemos contratado a través de Booking, por 95,85€ la noche, en régimen de alojamiento y desayuno. Es un hotel sencillo que está a un paso de la Estación Central de Milán y a unos 20 minutos caminando del Duomo, y muy bien comunicado con metro si no se quiere caminar.
En un momento nos presentamos en la Piazza del Duomo, centro geográfico e histórico de Milán. Según cuentan las guías, es una gran plaza pensada para que el Duomo tome el protagonismo y luzca con magnificencia, pero un gran escenario está colocado en medio de la plaza. ¡No puede ser! En el año 1982, en mi viaje de fin de curso de 3° de BUP, no pude disfrutar de su fachada, porque estaba cubierta por andamios y, un montón de años después, tampoco puedo verla en todo su esplendor: se conmemora que hace 100 años se apareció la Virgen en Fátima y esta tarde hay espectáculo. ¡qué poco respeto a los turistas!




En el centro de la plaza está el monumento ecuestre a Vittorio Emanuele, que representa al rey Víctor Manuel II en el acto de frenar a su caballo.

Hacemos una intentona por entrar a visitar el interior de la catedral, pero por la cola que hay, preferimos dejarlo para más tarde. Lo mejor es dar una vuelta y buscar un lugar para comer.
Muy cerca de Piazza del Duomo se encuentra Piazza Mercanti, el "corazón medieval" de la ciudad. Lástima que algunos de sus edificios estén siendo restaurados, porque es un agradable rincón, donde te sientes transportado a otra época. Aquí se pueden contemplar edificios como el Palazzo della Ragione, que está en obras, la Loggia degli Osii, el Palazzo delle Scuole Palatine, la Casa Panigarola y en el centro hay un pozo del siglo XVI.

En la parte exterior de la plaza se encuentra el Palazzo dei Giureconsulti, con su fachada llena de esculturas. El reloj de su torre fue el encargado de indicar el horario comercial de la ciudad durante muchos años.

Antes de adentrarnos en las Galerías Vittorio Emanuele tenemos que reponer fuerzas y, siguiendo las indicaciones de unos amigos buscamos un lugar situado entre las Galerías y el Duomo, donde se puede comer en buffet por un precio razonable ¿será Campari, la Terraza Apperol,…? Me parece que la gran oferta del aperitivo no empieza hasta las 19:00. El aperitivo está muy de moda en esta zona de Italia y algunos bares y restaurantes lo hacen a lo grande: pagas la bebida un poco más cara de lo habitual, pero a cambio, puedes comer todo lo que quieras de un buffet.
Tras echar un vistazo en Il Mercato del Duomo, nos decidimos por Prime Burger Bar, en Via Passarella, núm. 4, donde después de un rato de espera (han perdido nuestra comanda), nos sirven unas hamburguesas gourmet que cubren todas nuestras expectativas. La encargada quiere compensar nuestra espera invitándonos a los postres, que la verdad es que tienen muy buena pinta, pero no nos cabe nada más. La comida de los dos nos has salido por 30,00€
Como con el estómago lleno las cosas se ven de otro color, es el momento de visitar las Galleria Vittorio Emanuele II, "El Salón de Milán". Es un edificio de finales del siglo XIX, cubierto por una bóveda de vidrio y hierro, que alberga tiendas como Prada, Gucci o Louis Vuitton, vamos esas tiendas que tenemos la costumbre de visitar…


Próximo al centro de la galería, en el suelo, bajo la cúpula, se encuentra un mosaico que muestra el escudo familiar de los Savoia con un “famoso” toro. Según la tradición, tendrá buena suerte aquel que dé tres vueltas completas por encima del toro, con el pie derecho y con los ojos cerrados. Como la buena suerte nunca está de más, me pongo en acción.

Volvemos a la Piazza della Scala, en cuyo centro se encuentra una gran estatua de Leonardo da Vinci. Aquí nos encontramos con dos grandes edificios: el Palazzo Marino y el Teatro alla Scala. El Teatro alla Scala, uno de los teatros de ópera más famosos del mundo. Se puede visitar, pero la verdad es que, después de ver teatros de ópera que deslumbran más, como París o Viena, será mejor reservar el importe de su entrada para otro fin. La verdad es que estamos muy ahorradores hoy, debe ser que el madrugón nos afecta.

Muy cerca se encuentra la Iglesia de San Fedele, una iglesia jesuita del siglo XVI, que visitamos con una guía en prácticas. Y al salir a la calle principal nos encontramos con la Casa degli Omenoni, con su fachada con ocho grandes esculturas masculinas, a los que los milaneses llaman 'omenoni'.
La verdad es que, después del madrugón y de los kilómetros que llevábamos a nuestras espaldas, o mejor dicho, a nuestros pies, nos merecíamos un descanso y un premio. Cuando buscábamos un lugar para comer, justo detrás de la catedral, hemos pasado junto a la Heladería Vanilia , en Via Pattari, núm. 2, una de las heladerías más famosas de la ciudad.
Para disfrutar de las copettas, nada como un descansito en la Piazza Fontana, en cuyo centro está la Fontana del Piermarini, que fue la primera fuente de Milán. Contra gustos no hay nada escrito y, no vamos a decir que los helados estaban malos, pero todavía nos acordamos del helado de café de la Heladería Grom que degustamos en nuestro viaje a la Toscana hace tres años. A ver si hay suerte y en esta zona también hay alguna.
Tras nuestro enésimo intento por visitar la catedral, infructuoso una vez más por las colas, nos decidimos por probar suerte y subir a la terraza y, esta vez sí que hemos dado en el clavo. Se puede acceder a la terraza panorámica por escaleras o por ascensor. Mi opinión es clara y contundente: por ascensor. El horario es de 9:00 a 19:00 y el precio 8,00€ si se sube a pie y, con ascensor, 13€. Los accesos están a la izquierda de la catedral, mirándola de frente (el acceso para subir en ascensor se encuentra en la zona próxima al ábside). Y quiero que esto quede muy claro, porque estuvimos esperando un buen rato justo enfrente de las taquillas y el ascensor que no bajaba: ¡cómo iba a bajar si estábamos justo en el lado opuesto, en una salida de emergencias!

La terraza panorámica ocupa prácticamente toda la superficie del tejado. Es impresionante poder pasear por las alturas, contemplado las vistas de la ciudad, pero sobre todo, disfrutando de las cerca de 3.500 estatuas que representan santos, animales y monstruos, así como una gran cantidad de pináculos, capiteles y agujas. La más alta de las agujas está coronada por una imagen de cobre dorado de la Virgen María, conocida como la Madonnina y que es uno de los símbolos de Milán. Durante siglos ha sido el punto más alto de Milán hasta la construcción de la torre Pirelli.



Aprovechamos todo el tiempo que podemos y 'tocamos retirada'. El día ha sido intenso. Pero ¡cómo no vamos a estar cansados! Nuestro podómetro indica que hemos caminado 13,65 km, además del madrugón.
Nada como una cena de supermercado, después de una reconfortante ducha. Mañana será otro día.