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Bérgamo es una de esas ciudades que poca gente visita. Aquí llegan los vuelos de Ryanair, pero poca gente se entretiene en visitarla y la verdad es que vale la pena hacerlo.
Bérgamo tiene de fondo a los Alpes. Cuando sales de la estación, y ves el panorama, lo único que esperas es llegar a la città alta, en la colina fortificada, un conjunto medieval muy bien conservado.
Hay un autobús que une la estación de ferrocarril con el funicular que lleva a la città alta, pero preferimos ir andando, disfrutando del ambiente de esta ciudad. Y tras la caminata, allí está el funicular que va desde la Città bassa a la Città alta. También se puede subir andando, pero la verdad es que es mejor guardar las fuerzas para visitar la zona.
El funicular llega a la Piazza Mercato delle Scarpe. Lo primero que hacemos es ir a la antigua fortaleza, conocida como La Rocca una construcción defensiva del siglo XIV. Aquí está el museo histórico y el parque delle Rimembranze. Las vistas que se disfrutan desde el parque nos hacen ver que la calle en cuesta ha merecido la pena.
Por cierto, para visitar Bérgamo, calzado cómodo y plano. Las calles empedradas y en pendiente pronunciada no recomiendan utilizar ni calzado con plataforma ni altos tacones. Claro que la solución es quitarse los zapatos y caminar descalzas, como tuvieron que hacer algunas turistas jovencitas.
Desandamos el camino hasta llegar a Via Gombito, y allí mismo nos espera el escaparate de la pastelería Nessi y los polenta e osei, los dulces más típicos de Bérgamo: bizcochos rellenos con pasta de avellanas, mantequilla, chocolate blanco y ron. Avellanas, ¡qué pena! ¿Por qué siempre tiene que tener algo a lo que soy alérgica?
Siguiendo la calle, llegamos a la torre del Gombito, del siglo XII y que es la más alta de la ciudad. Aquí está la oficina de turismo.
Via Gombito nos lleva a Piazza Vecchia, que durante mucho tiempo ha sido el corazón de la política local y sigue siendo el centro de la città alta. Ocupa el espacio del antiguo foro romano. Al parecer esta plaza en origen sólo estaba formada por la actual Piazza Duomo hasta que en el año 1100 se construyó el Palazzo della Ragione, con lo que se cerró el espacio, surgiendo dos plazas: la Piazza Vecchia y la Piazza del Duomo. La fuente Contarini se instaló en 1780. Fue remplazada a finales del siglo XIX con una estatua dedicada a Giuseppe Garibaldi, pero volvió a su sitio original en 1922 (parece que alguien se dio cuenta que tanto Garibaldi resultaba un poco empalagoso).
El Palazzo della Ragione, en su origen, acogía las asambleas públicas de la ciudad. Pero, la denominación actual proviene de la época de dominación veneciana, tal como muestra el león de su fachada, cuando fue utilizado como tribunal. Aquí los jueces solían escuchar los contenciosos entre ciudadanos y decidían utilizando su “razón” o “ragione”.
Enfrente está el Palazzo Nuovo, que se denomina así en contraposición con el Palazzo Vecchio o Palazzo della Ragione. Y la verdad es que muy rápidos no fueron en su construcción: se tardó nada menos de tres siglos. Visto esto, lo de la Sagrada Familia no tiene ninguna importancia.
A la izquierda del Palazzo della Ragione está el Palazzo del Podestà y la Torre Cìvica o “Campanone” de los siglos XI y XII, cuando las familias aristocráticas competían para construir la torre más alta de la ciudad. Y esto parece un continuo, porque es lo mismo que ocurria en San Giminiano, en la Toscana. Parece que decían “A ver quién la tiene más alta”, la torre. Desde lo alto se pueden admirar, además de las mejores vistas de la ciudad, las dos plazas mayores de Città Alta, Piazza Vecchia y Piazza Duomo.
En este lugar, cada noche desde hace 360 años a las 22 horas la campana toca sus 100 tañidos: de esta forma se solían avisar los ciudadanos de que las cuatro puertas de acceso a Città Alta estaban cerrando.
Atravesando los pórticos del Palazzo dalla Ragione se llega a la Piazza del duomo. Aquí el protagonismo se lo lleva la basílica de Santa Maria Maggiore, que es el templo religioso más importante. Parece ser que en los primeros años del siglo XII, una epidemia de peste se difundió por toda Europa provocando muerte y desolación. Los habitantes de Bérgamo decidieron pedir socorro a la Madonna: si les protegía del contagio, le dedicarían una iglesia en agradecimiento. Todo parece indicar que sí que les protegió, porque en 1137 construyeron la Basílica de Santa Maria Maggiore.
A la izquierda de la puerta, en la pared, hay unas barras de hierro que se llaman “misure” o medidas. Estas medidas se remontan a la época medieval, cuando cada ciudad tenía sus propias unidades de medida, que se exponían en los lugares donde se celebraba el mercado, para que la gente pudiese comprobar que no le habían timado. En Viena, en la fachada de la Catedral de San Esteban, también hay unas medidas similares.
El interior es impresionante, con frescos, estucos, tapices... Aquí también se encuentra el monumento fúnebre del compositor Gaetano Donizetti.
Otra de las joyas de la Piazza del Duomo es la Cappella Colleoni. La fachada está considerada como una obra maestra del Renacimiento italiano. En el interior destacan el monumento fúnebre ecuestre del condotiero Bartolomeo Colleoni, la tumba de su hija Medea, los bancos taraceados...
Bartolomeo Colleoni fue uno de los capitanes de mercenarios más renombrados de Italia. Este soldado pasó su vida guerreando por cada parte de Italia, sobre todo al servicio de la República de Venecia. Se dice que los canónigos de Santa Maria Maggiore no querían dejarle el espacio para construir su Capilla. Bartolomeo resolvió el asunto con la típica “diplomacia” de un mercenario del Siglo XV: envió sus soldados para que derribaran la vieja sacristía de la iglesia.
En la reja de acceso está el escudo de armas de la familia Colleoni, desgastado de tanto tocar la zona en la que están los tres “cuyoni” del Condotier, que era famoso por su virilidad. Como dicen que trae suerte, vamos a tocarlos un poquito.
La Catedral ya está cerrada (señal de que ya es la hora de comer). Lo primero que hacemos es visitar Il Fornaio, en Vía Bartolomeo Colleoni, número 1, donde dicen que hay una de las mejores pizzas al taglio de Italia. Pero aunque tiene muy buena pinta, dos días seguidos comiendo pizza… Nos decidimos por un buffet libre que nos ha llamado la atención cuando subíamos: La Dispensa di Arlecchino
Después de comer volvemos a la Piazza del Duomo para observar el baptisterio más viajero del mundo: fue construido en el interior de la Basílica de Santa Maria Maggiore en 1340; en 1661 lo desarmaron y volvieron a montarlo; hasta que en 1898 fue montado en su actual ubicación (esto es un no parar). Al parecer el número 8, es un número mágico en este edificio. Ocho son las paredes del monumento. También son ocho las estatuas situadas en las aristas de la cúpula: Fe, Esperanza, Caridad, Prudencia, Fortaleza, Justicia, Templanza, junto con la Paciencia.
La Basilica Cattedrale di S. Alessandro in Colonna, está dedicada al patrón de la ciudad. En el interior hay pinturas de Tiépolo y una capilla dedicada al Papa Bueno de Sotto il Monte, Juan XXIII.
Al final de Vía Colleoni llegamos a la plaza Lorenzo Mascheroni y pasando bajo la torre del reloj se llega a la ciudadela medieval: ciudadela viscontea.
Parece que hoy es el día de los funiculares. Todavía podemos subir más: nos vamos al Castelo de S. Vigilio, los restos de una antigua fortificación militar. Desde aquí se tiene una vista de todo Bérgamo, de la ciudad alta y la ciudad baja. También podemos ver los inicios de los Alpes. Puede que esta fortaleza sea utilizada por los bergamescos para pasar los domingos, pero la verdad es que no tiene nada del otro mundo.
Lo mejor es volver a la Cità alta y tomarnos un heladito, antes de volver a Milán.
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