Trinidad ✏️ Diarios de Viajes de Cuba

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Apenas bajamos en la vereda de la terminal aparecen una gran cantidad de personas ofreciendo alojamiento, excursiones, taxis, comida, etc. pero bajo ningún concepto cruzan la cadena colgante que marca el límite sobre la playa de los buses. Como estábamos cerca fuimos caminando a la casa que habíamos reservado desde Argentina y confirmado por teléfono con Wilfredo. Es muy útil contar con una aplicación en el celular off line (fuera de internet) con los mapas de los lugares de visitar ya que nos permiten ubicarnos exactamente al llegar.
Héctor nos estaba esperando junto a su madre, nos convidaron un jugo natural y nos explicaron cómo movernos en la ciudad. Está ubicado en el centro y todo queda cerca. La habitación es chica pero muy cómoda y tiene aire acondicionado, ventilados, heladerita y un baño amplio. Héctor ha sido jugador de beisbol en cuba y más tarde en Italia donde se formó como sommeliler y otras capacidades lo que le permitió abrir su propio restaurante en Roma. Entrenó a niños en su deporte preferido y luego de alrededor de 15 años decidió volver a su patria para “disfrutar de las ventajas de la revolución para su pueblo” a diferencia de Europa. Su madre no se queda atrás en cuanto a sus acciones. Es maestra, actualmente jubilada, y viajó para alfabetizar durante 2 años a Venezuela con el plan de alfabetización cubano “Yo si Puedo”.
La Villa de la Santísima Trinidad es la tercer villa fundada en Cuba, es una ciudad pequeña, colonial y agradable que combina montañas hacia un lado y el mar hacia otro. Justo con nuestra llegada comenzaron los festejos de su aniversario nº 504. Forma parte de la provincia de Santi Spíritu. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad y se ha prohibido modificar los frentes de las viviendas hasta 5 metros hacia adentro para preservar el aspecto arquitectónico.
Recorrimos el centro, muy antiguo y colonial, con mucho turismo. Hay cuadras específicas que faciitan los movimientos; la de los bancos y Cadecas (casas de cambio), la de los taxis, donde se acuerdan los precios para cualquier recorrido; la de la Plaza para señal de internet, etc.
Luego de un elegante y muy completo desayuno viajamos a un viejo ingenio azucarero en un tren (15 cuc c/u) que realiza un par de paradas para recorrer el viejo casco Iznaga, con una torre muy alta que mandó a construir su dueño para controlar los movimientos en su campo. En ese lugar hay una muestra importante de artesanos que ofrecen principalmente prendas y manteles de algodón y lino con bordados hechos a mano muy lindos y delicados. Algunos manteles grandes costaban 50 cuc. En ese lugar probamos una fruta que llaman manzana pera. Se trata de una fruta asilvestrada aparentemente proveniente de Tailandia que se adaptó y algunos cosechan sus frutos. Es un fruto muy rojo con forma de pera y con gusto similar a ella pero con una pulpa con otra consistencia que la pera común. La siguiente parada es en la planta donde estaban las grandes maquinarias y donde funciona un restaurant que ofrece el almuerzo. Nosotros salimos a caminar por los alrededores y a comer nuestros sándwiches. El regreso es por la misma vía donde podemos observar las chacras donde producen plátanos, maíz y caña de azúcar principalmente y llegando a la ciudad las viviendas y sus características en las afueras, las que no difieren demasiado de las que se ubican en un anillo externo imaginario alrededor del centro.
Los hermanos de Héctor viven en un campo en las afueras y producen ganado. Al igual que en Viñales de toda la producción el 70 % es para el Estado y el 30 % para ellos, con la previa entrega por parte del Estado de los elementos necesarios para producir (alambrados, alimento o semillas, etc.).
Luego de un rato de descanso salimos a cenar (19 hs.) spaguetti con queso y marinero para compartir ya que los platos eran enormes acompañados de pollo. Más ttarde caminamos un rato y fuimos a la Casa de la Trova donde varios grupos tocan en vivo alrededor de 45 minutos cada uno en un patio abierto y la gente sale a bailar mientras tomamos mojitos y piña colada.
La ciudad nos pareció muy linda y decidimos quedarnos un par de noches más pero Héctor tenía reservas y por suerte nos consiguió lugar en casa de un amigo a pocas cuadras. Sacamos pasajes a Remedios (14 cuc c/u) y tomamos un taxi (previo acuerdo de precio) 40 cuc para los tres para visitar el Parque Nacional Topes de Collantes, una cascada y regresar por la tarde. El camino está bastante bueno, se sube hasta los 1.200 mt. y hay muchas curvas. Los taxistas le tienen miedo al camino y manejan con mucho cuidado. A mitad de camino hay un mirador que nos permite observar las montañas a nuestra espalda, el valle donde está la ciudad y más lejos el mar con diferentes tonos y brillos de acuerdo a la posición del sol.
Llegamos a una casa que ofrece mostrar el proceso del café, probar uno y la venta de bolsitas de café molido de muy rico olor. Desde allí salimos por un sendero angosto rodeado de mucha vegetación lo que en silencio nos permitió ver muchas aves y plantas aunque con escasa cartelería. Al llegar a la entrada formal del sendero Vegas Grandes hay que pagar 1 cuc y casualmente empezamos la bajada (pronunciada) de alrededor de 500 mt. con el guardaparque del lugar lo que nos permitió conocer y descubrir varias especies de animales y plantas que de otra manera no hubiéramos observado y conocido.
El lugar es espectacular, un par de cascadas sucesivas que caen desde más de 40 metros y dos últimas a 10 mt. que forman un piletón de agua cristalina muy fría rodeado de gran vegetación. Había muchas personas de diferentes nacionalidades que se bañaban y tomaban fotografías de un lugar verdaderamente inolvidable.
El regreso fue bastante cansador pero ampliamente justificado.
Al llegar nos quedamos conversando con Héctor y luego de dejarle el material educativo para su madre nos grabó fotos de Fidel, una de las primeras películas de Cuba “Guantanamera” y nos regaló 3 billetes de 3 pesos nacionales con la imagen del Che.
Cenamos en un restaurant que funciona en una terraza y comimos pizzas de camarones y otra mitad hawaiana y mitad cebolla con mojitos y cerveza. Durante la cena actuó un conjunto muy agradable con una cantante con una voz muy dulce y un saxo que sonó muy lindo.
A la mañana siguiente nos mudamos a la casa de Roger y Oda, salimos a caminar y cambiar euros. El cambio estaba a 1.19024 por euro y de paso compramos tarjetas para internet.
De vuelta un taxi nos ofreció llevarnos a la playa (ya tenía gente arriba del vehículo) y como estábamos con todo listo aceptamos a 2 cuc por persona. La playa se llama Ancón y está a 15 km. de la ciudad. Se ingresa al costado de un complejo de hoteles internacionales. Vale la aclaración que al poco tiempo de instaurada la revolución (marzo de 1959) se declaró el uso público de todas las playas de Cuba, ya que eso estaba restringido a clientes del hotel o se aplicaba un criterio discriminatorio.
El día era muy ventoso y estaba fresco. Había mucha gente pero pocos se bañaban. Por la tarde nos metimos brevemente ya que las condiciones eran similares. Hubo un hecho muy casual que nos ocurrió ya que en la playa nos encontramos con la pareja de italianos que conocimos en casa de Wilfredo en Playa Girón y al regresar a Trinidad en la plaza Céspedes mientras tratábamos de conectarnos a internet nos encontramos con una pareja de alemanes que estaban en casa de Wilfredo también y se fueron al día siguiente de nuestra llegada. Parece que nuestro circuito no era demasiado original.
Al regresar dimos una vuelta por el centro visitando el Museo de la Lucha contra los Bandidos, que fue muy didáctico y pudimos subir a una torre a través de intrincadas y angostas escaleras pero disfrutamos de un paisaje muy lindo en medio de la ciudad.
De regreso disfrutamos de una cena espectacular con langosta con ensalada, sopa crema de calabaza, arroz y boniato, ensalada de fruta y flan. De sobremesa tuvimos una linda charla con la familia, con una línea de ron.
Roger me prestó un libro que describe la vida del padre de Fidel y de sus hijos. No llegué a terminarlo pero fue muy ilustrativo de la familia Castro Ruz y su participación en la historia cubana.
Amaneció nublado y luego de desayunar visitamos el Museo de la Historia; apareció el sol y al cruzarnos con el taxi que nos llevó ayer a la playa le dijimos que nos cambiábamos y volvíamos; nos dijo que nos esperaba y así fue. En 20’ estábamos camino a la playa. Estuvo con sol de a ratos y con viento pero nos bañamos y hasta hicimos snorkel más que ayer. En el horizonte se veía una tormenta grande pero por suerte siguió hacia el oeste. Disfrutamos de la playa leyendo y viendo el comportamiento de unas lagartijas marrones de cola enrollada muy pintorescas que viven en los huecos de las raíces del árbol Uva de Playa, que tiene hojas redondas con nervaduras rojas. También los Totís o María Mulata como le dicen en Colombia que buscaban entre las mochilitas los restos de comida apenas nos íbamos al mar.
Al regresar fuimos a saludar a Héctor y su madre y por la noche Roger y Oda cumplieron la promesa de festejarle de manera anticipada el cumpleaños Nº 24 a Julieta, nuestra hija. Como Roger es barman le preparó todo para que ella prepare daiquiris para todos. Salieron muy ricos y a eso le siguió ron, vino blanco y sangría ya preparada comercialmente durante las inolvidables charlas sobre los más diversos temas cubanos y argentinos. Le regalaron un hermoso sombrero de paja que sobrevivió a todo el viaje.
Muy temprano salimos caminando y en bici taxi (3 cuc) con los bolsos hacia la terminal, llegamos 7,40 y nos encontramos que el colectivo/bus se había ido. Nosotros estábamos seguros que nos dijeron 8,30 y debíamos estar una hora antes para confirmar el lugar (sino lo vuelven a vender). Incluso teníamos una foto del cartel pintado en la pared con ese horario. Nos pidieron el pasaje impreso y allí decía 7,30… pero casi no se veía y la duda fue que los compramos juntos con mi hija y ambos estábamos seguros de la hora. Nunca sabremos si fuimos nosotros los tontos o la persona que nos lo vendió. Con buena predisposición o con culpa nos devolvieron el 75 % del valor y como no había posibilidades de otro viaje hasta el día siguiente optamos por gastar algo más y viajar en taxi. Avisamos en casa de Héctor ya que nos había organizado para que nos buscaran en la terminal de Remedios y buscamos un taxi que por 60 cuc contra los 14 cuc por persona que costaba Viazul. El viaje fue muy interesante porque el conductor fue militar e ingreso a las fuerzas armadas a los 15 años y su padre estuvo en las filas de Fidel y Raúl Castro en Sierra Maestra. Otro diálogo muy enriquecedor y llegamos antes que el colectivo.

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