DIA 4. NEUSCHWANSTEIN Y TARDE EN BICI ✏️ Diarios de Viajes de Austria

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Nos levantamos esperando que en este día nos vamos a llevar una de las imágenes más espectaculares del viaje. El castillo de Neuschwanstein es una de esas estampas que cuando las ves en una fotografía parece un lugar de ensueño, y dudas si la realidad va a ser tan bonita.

Ciertamente, lo es.

Desayunamos en el hotel. Habíamos cogido sólo el desayuno para este primer día para no perder tiempo y salir pronto hacia el castillo, tal y como nos recomendó el recepcionista del hotel por la cantidad de gente que hay por las inmediaciones. El segundo desayunamos en el porche de nuestra habitación.

Teníamos reservada la visita a las 11:50, pero a las 10h ya estábamos aparcando. Hay que pasar por el ticket center para recoger las entradas. La fila para comprarlas es muy superior a la que hay para recoger las entradas reservadas por la web. Mucha gente esperando para coger los buses y los coches de caballos. Nosotros preferíamos subir caminando, y lo hacemos por el camino “largo”, que no nos parece demasiado exigente.

En primer lugar nos dirigimos a Marienbrücke, desde donde podemos contemplar la panorámica más impresionante. Eso sí, no es fácil esquivar las fotos de los demás ni evitar sacar en las tuyas a unos cuantos desconocidos. Pasado el puente, hay un camino que pertenece a una ruta (que no hicimos), pero que siguiéndolo unos minutos (menos de 10), se sube a una peña desde la que puedes ver el castillo sin tanta presión por dejar hueco al siguiente.


Sobre las 11:30, nos fuimos hacia la puerta del castillo. La visita se hace con audioguía, y es interesante para conocer la figura del llamado Rey Loco, así como para comprender la simbología que impregna todas las estancias del castillo. Es una visita rápida, y desde una galería del interior también hay una vista privilegiada del castillo de Hohenschwangau así como del lago Alpsee.

Una vez fuera del castillo, nos encaminábamos hacia el coche cuando pasamos por delante de un restaurante (en el mismo camino de bajada), y nos paramos a acallar al león que se había despertado en cada uno de nosotros cuando vimos a la gente sentada comiendo. Una comida sin más, pedimos pizzas, salchichas y snitchels, pero terminamos la bajada mucho más tranquilos.
Para este día no habíamos previsto más visitas. No sabíamos qué tal se nos iba a dar la primera excursión, y teníamos pensado salir por la mañana temprano hacia nuestro siguiente alojamiento en Abtenau, ya en la región de Salzburgo.

Sin embargo, la predicción del tiempo nos hizo cambiar de idea. En Füssen daba nubes y claros, con buenas temperaturas y poca probabilidad de lluvias. Y en todo el área de Salzburguerland, lluvia persistente. De esa forma, decidimos que cambiaríamos el plan y pasaríamos el día por los alrededores, y llegaríamos al apartamento con más intención de organizar la logística que de aprovechar el turisteo.
Regresamos al hotel y pedimos información para alquilar unas bicis. Nos recomendaron una tienda en la estación de tren (no tiene pérdida), donde nos alquilaron las 4 bicis para 24 horas a buen precio (unos 12€ las de adulto, creo que 8€ las infantiles)

Salimos con las bicis por Füssen, con la idea de acercarnos a dos lagos que hay muy cercanos, el Obersee y el Mittersee. Mis hijos estaban deseando bañarse en un lago. No es que hiciera un calor sofocante, pero con la ilusión que les hacía lo compensaron. Así que cuando llegamos al Obersee, aparcamos las bicicletas y estrenaron los bañadores. Esta es otra de las imágenes del viaje, y la conseguimos el mismo día que la del castillo.


Después nos dirigimos a una cascada que hay también en Füssen, la Lechfall waserfalle. A unos pocos minutos de donde estábamos alojados, y con un entorno precioso, en medio de esa imponente vegetación, y esas montañas de decorado, vimos el torrente de agua color verde azulado… aunque esperábamos una cascada natural y es evidente la mano del hombre en ella, nos gustó sobre todo llegar hasta allí.

Iba siendo hora de ir a cenar (dónde estarían ya aquellas pizzas!!), y teníamos la espinita del lugar que nos habían recomendado el día anterior. Nos dirigimos al restaurante Krone. En él, te recomiendan comer con las manos, y te ponen un babero en lugar de servilletas. Sirven como especialidad una sopa de patata o de champiñón dentro de una hogaza de pan a modo de cuenco. Y luego hay platos típicos de la zona… Los camareros están vestidos de caballeros medievales, con sus calzas y su camisa, y el local está decorado con escenas de justas y torneos. Nos gustó la comida, y resultó una buena recomendación.

Estábamos agotados, así que después de otro paseíto mientras comíamos un helado, cogimos nuestras bicis y de vuelta al hotel. Allí, guardamos las bicis en el jardín y nos dispusimos a descansar de nuestra primera dosis de montañas y lagos en las vacaciones.

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