El lunes planeamos ir a conocer La Valeta, la capital de Malta. Era el día que peor previsión meteorológica había, de hecho, la noche anterior ya se veían relámpagos a lo lejos. Nos montamos en el autobús nº 31 y empezó a llover. Pero mucho, las calles parecían ríos. Menos mal que estábamos dentro del autobús (pasando frío, llevan el aire acondicionado a tope). En algún momento dentro del autobús me di cuenta de que me había olvidado la cámara de fotos en el apartamento, ¡vaya cabeza! Ese día me tocó hacer todas las fotos con el móvil.
Los autobuses en La Valeta llegan a la Fuente del Tritón. Nada más bajarnos nos fuimos directos a la Concatedral de St John, para verla antes de que se llenase hasta los topes. La entrada cuesta 10 euros, con audioguía incluida. La catedral por fuera no dice mucho, pero su interior es muy bonito, muy barroco, con decoración hasta el último detalle. Nos llamaron la atención las lápidas del suelo, todas en mármol de colores, como veríamos en otras iglesias maltesas. Fuimos siguiendo la audio guía, que nos explicaba todas las capillas, el techo de la nave central,… en algunas descripciones era muy pesada, yo la dejaba hablar y me dedicaba a hacer fotos (con el móvil).
Poco a poco se iba llenando y, mientras que al principio nos movíamos libremente, cada vez nos costaba más. Para entrar en la sacristía tuvimos que hacer cola hasta que salió un grupo. Lo más importante de esta sala son dos cuadros de Caravaggio.
Fuente: Wikimedia Commons
Cuando ya salíamos vimos otra cola, que era para subir al balcón para contemplar la iglesia desde arriba.
Terminamos la visita a las 11:45, había salido el sol, y nos fuimos a los Upper Barraka Garden, para ver la salva de cañón que hacen todos los días a las 12 y a las 16 horas (solo verano) desde la Salutting Battery. Cuando llegamos estaba el balcón hasta la bandera, así que no vimos el cañonazo, aunque lo oímos. Paseamos un poco por el jardín hasta que se fue todo el mundo y nos asomamos al balcón a contemplar las vistas, de la batería de cañones con las 3 ciudades de fondo. Desde luego, tenía que ser difícil tomar la bahía, ya que estaba totalmente fortificada.
Volvimos de nuevo a la calle principal y paseamos por la ciudad sin prisas. Nos comimos nuestros primeros pastizzi, que nos sirvieron de aperitivo para matar en hambre. Probamos de queso, de guisantes, de pollo y de espinacas, los primeros, más tradicionales, a 30 céntimos, los segundos a 40 céntimos. Todos muy buenos, calentitos, que entraron de vicio con una cerveza a la sombra. Muy ricos, pero una bomba de grasa,…
Continuamos caminando hacia el Fuerte de San Telmo, al que no entramos. Subimos al Memorial de la Campana, con preciosas vistas, y después a los Lower Barraka Gardens, con vistas de las 3 ciudades y del puerto de La Valeta. Aquí nos sentamos un rato en un banco a la sombra a descansar con buenas vistas.
Nuestro paseo por La Valeta nos llevó a la Plaza de la República, donde está la sede del gobierno de Malta, y el ayuntamiento. En una plaza aledaña, muchas terrazas a la sombra. Curioseando nos metimos en un pequeño jardín en el patio de uno de los edificios, junto al Museo de Arqueología.
Seguimos paseando por calles con balcones de colores y cabinas telefónicas rojas. Entramos a comer en el Café Jubileé que, en general, no nos gustó mucho. Pedimos pasta con salmón y calabacines rellenos. La pasta no estaba muy buena, y el servicio fue muy lento.
Después de comer recorrimos la parte oeste de la ciudad. Pasamos por la Catedral anglicana de St. Paul y entramos a la iglesia Carmelita. De ahí bajamos al puerto (menudas cuestas hay en esta ciudad), por calles con más balcones, algunas de un solo color, otras con balcones multicolor. Al otro lado se veía Sliema y delante la isla de Manoel, también fortificada.
Subimos unas escaleras hasta los jardines de Hastings, en los baluartes de las murallas. Desde ahí se aprecia la enorme anchura y la disposición de las murallas. Habiendo visto los fuertes que la rodean por agua, y las murallas que la cierran por tierra, parece que La Valeta era inexpugnable.
Después bajamos a ver mejor las calles más cercanas a la entrada de la ciudad, que por la mañana habíamos recorrido con prisas por la lluvia y por llegar pronto a la catedral. Así, pasamos por el moderno edificio del Parlamento, varias iglesias, y los cuarteles de las tropas castellanas e italianas.
Habíamos pensado ir por la tarde en ferry a 3 ciudades, pero ya era tarde y estábamos cansados. Así que nos fuimos a coger el autobús. Nos costó un poco encontrar el sitio de dónde salían los autobuses a Bugibba, pero una vez lo encontramos pasaron varios en pocos minutos. Una hora más tarde estábamos en nuestro alojamiento.
Esa noche nos fuimos a ver el partido de España en el Mundial de Fútbol a un pub que se llama Misty Blue, con muchas pantallas repartidas por todo el local, donde ponían los dos partidos que se jugaban ese día a la vez. Cenamos allí mismo una pizza, bastante rica, y unas cuantas cervezas. Cuando terminó el partido nos fuimos a dar una vuelta por el paseo marítimo antes de volver al apartamento.