Atraque Geiranger 10:30 AM, Todos a bordo 17:30h; Salida 18:00h
Sílvia no me dejó poner el despertador el día anterior, pero parece que el reloj biológico comienza a funcionar. A las 5:30 estoy en pie cámara en mano y bien abrigado para salir al balcón a ver y fotografiar el Geirangerfjord, declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2005 y para muchos “el fiordo más bonito del mundo”.



Era completamente de día pero las nubes bajas, la niebla, el silencio sepulcral y la tranquilidad de las aguas hacían que pareciese una escena de alguna de las películas de “Star Wars”. Silvia no tardó en seguirme y allí estuvimos observando el espectáculo hasta la llegada al puerto de Hellesyt, sobre las 7:00 AM. Aquí había como una hora para que desembarcasen los que hacían la excursión “De Hellesyt a Geiranger por carretera” con la naviera, aunque también desembarcó algún valiente con el riesgo de quedarse en tierra. Yo subí a la cubierta 16 para observar las vistas de Hellesyt, aunque llovía ligeramente y estaba repleta de gente. Al poco tiempo bajé al camarote a desayunar, lo habíamos pedido sobre las 8.



A las 9:30 volvió a moverse el barco en dirección a Geiranger, donde al parecer llegaría con una hora de retraso, sobre las 11:30. Esto nos produjo cierto nerviosismo ya que la excursión que teníamos con “Mar Adentro” comenzaba a las 12, y suponíamos que todo el mundo querría salir a la vez con lo que se formarían largas colas. La buena noticia era que no se bajaría en “tenders” como estaba previsto en un principio, lo que haría que el desembarco fuese más rápido. El tramo entre Hellesyt y Geiranger es sin duda el más bonito de todo el trayecto; en los 20 kilómetros de recorrido se encontraban infinidad de cascadas de ensueño como la cascada de “las 7 hermanas” con una caída vertical de 300 metros o la cascada de “El velo de la novia”. En el lado derecho de la marcha (lo veríamos por la tarde, a la vuelta) había otras tantas como la del “pretendiente”, pero teníamos entendido que era mucho más bonito el lado izquierdo, lo que nos acabó de convencer para coger el balcón en ese lado.





Aunque habían anunciado que no se podría bajar hasta las 11:30, a las 10:15 ya se amontonaba la gente en las cubiertas 5 y 6 para salir los primeros. Estaban colocando una espectacular rampa retráctil, pero los miembros de la tripulación insistían en que en una hora no se podría bajar, algunos de muy malas maneras. De pronto, casi por sorpresa se abrieron las puertas y comenzaron a dejar salir, no eran ni las 11:00. Todo muy caótico, desastrosos y sin dar ningún tipo de información a los pasajeros. Por suerte estábamos atentos y salimos de los primeros, con tiempo suficiente para visitar una tienda de Souvenirs gigante que había a la salida del puerto y dar un vuelta por el pueblo, tan pequeño como precioso, antes de la excursión que estaba programada para las 12:00 h.




Iniciamos la excursión con puntualidad británica , y nuestro primer destino fue el “Eagle Road” o carretera de las águilas, nombre que recibe el tramo más pronunciado de una de las carreteras de las laderas de las montañas de Geiranger. Es la única carretera de la zona que permanece abierta todo el año, y cuenta con 11 curvas imposibles (no se como se pueden cruzar dos autocares sin tocarse) que llegan hasta el mirador de Ornevegen. La guía, una joven Noruega que vivió varios años en España, nos llevó a un punto más elevado donde las vistas son aún mejores. Lástima que comenzó a llover desluciendo un poco el momento.



Volviendo al punto de partida, comenzamos a subir por otra carretera de curvas (más fácil que la anterior). El camino está plagado de tráfico (sobretodo autocares) y en diversas ocasiones nuestro autocar debe esperar que pase otro e incluso dar marcha atrás (los de las primeras filas comenzaron a rezar...). Por lo que nos explican esto es muy habitual aquí y los conductores están muy formados y tienen mucha experiencia. Al poco tiempo llegamos a nuestra segunda parada, el Flydasjuvet, que se encuentra a escasos cuatro kilómetros del pueblo. Se trata del mirador más famoso de la zona (seguro que todos habéis visto fotos hechas desde allí), con lo que es complicado moverse y buscar buenos lugares para las fotos sin que salga alguien a un lado o a otro. Se observa un buen tramo del fiordo de Geiranger, así como el propio pueblo y la carretera de las águilas donde hemos estado anteriormente. En ese momento lucía el sol, en Noruega el tiempo cambia radicalmente de un momento a otro...



Continuamos nuestro camino por la Geirangervegen (nombre de la carretera). A medida que vamos subiendo se va reduciendo el tráfico y el y el paisaje va cambiando radicalmente, pasamos de de una zona de bosque frondoso a otra totalmente pelada. Eso sí los torrentes de agua y cascadas son infinitos tanto en un paisaje como en el otro, cae agua por todas parte!!!!. Vamos encontrando diferentes lagos y preciosos paisajes (lástima que el autocar no ha parado) hasta que llegamos al lago Djupvatn , justo donde se encuentra el peaje para subir a la cima del monte Dalsnibba. La guía nos indica que pararemos aquí a la bajada ya que hay tienda de Souvenirs y Servicios.



Tras 45 minutos de recorrido desde la parada anterior llegamos a la cima del Dalsnibba (1500 metros de altitud), donde hace bastante frío (unos 4 grados según el termómetro del autocar) y sopla un fuerte viento. Las vistas son increíbles, a un lado entre la niebla y las nubes se observa un gran glaciar y al otro a lo lejos, Geiranger y su fiordo . En la cima encontramos muchas formaciones formadas por piedras amontonadas, así como un restaurante, una pequeña tienda de Souvenirs y un puesto de perritos calientes. Tuvimos que darnos prisa con las fotos, ya que casi de inmediato nos cubrió una enorme nube y se acabaron las vistas.




Al poco rato volvimos a bajar al lago a comprar algún souvenir , usar el baño público y contemplar las fabulosas vistas del lago y el glaciar. La verdad es que las fotografías no hacen justicia con los paisajes que pudimos disfrutar durante esta excursión.





La lluvia nos acompañó durante todo el recorrido de vuelta al barco, al que subimos inmediatamente. Estábamos caninos y nos dirigimos directamente al Buffet. Es lo malo de los puertos donde el barco no llega por la mañana temprano, que llegas de la excursión a las 4 y media de la tarde. Tras la comida y un merecido descanso salimos al balcón para ver la salida del barco, nos quedaba ver el lado del fiordo que no habíamos visto durante la entrada de la mañana. La tarde estaba nublada y seguía la lluvia, lo que deslució algo el momento.





Con el tiempo justo de nuevo a prepararnos para la actuación del teatro . Ese día tocaba otro mago, Claudio di Negri. Fue uno de nuestros shows favoritos, ya que sacaba a dos personas del público y mientras se reía de ellos y con ellos, les quitaba todo lo que llevaban (relojes, carteras, dinero, llaves) sin que se diesen cuenta. Eran siempre personas con americana, porque el último truco era el mejor, les sacaba la camisa sin tocar la americana!! Genial!!. Curiosamente en el espectáculo de las 19:00h sacó a dos miembros de “Mar Adentro”, con las consiguientes risas y bromas posteriores... Cena en el restaurante y a descansar, que al día siguiente llegábamos al último destino del viaje.