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Habíamos puesto el despertador a la 7h y cuando quisimos mirar por la ventana, el cielo estaba completamente despejado. Según el móvil, en la calle había 13ºC, así que no estaba nada mal.
Desayunamos tranquilamente en la habitación, recogimos todo, bajamos a recepción y nos despedimos.
Cargamos todo el equipaje en el coche y pusimos rumbo a la garganta de Cheddar, nuestra primera parada del día. Entre pitos y flautas serían aproximadamente las 8h30 cuando arrancamos.
Tomamos la autopista M4 hasta Almondsbury y luego la M5 hasta el pueblo de WestWick. A partir de allí y, fuera ya de la autopista, seguimos por carreteras secundarias hasta que llegamos al famoso pueblo de Cheddar.
Sabíamos de antemano que los parkings eran de pago y así lo pudimos comprobar nada más llegar. Llegamos antes de las 10h por lo que aún no había mucho movimiento en el pueblo. Entramos en el parking en el que estaba el centro de información, pero aún estaba cerrado. Encontramos a un lugareño que nos comentó que siguiendo carretera hacia arriba encontraríamos un montón de sitio libre donde dejar el coche todo el día. Elegimos el parking que mejor creímos que podría venirnos y estacionamos, previo paso por la máquina expendedora de tickets para introducir el importe de £5 (5,88€).
Desayunamos tranquilamente en la habitación, recogimos todo, bajamos a recepción y nos despedimos.
Cargamos todo el equipaje en el coche y pusimos rumbo a la garganta de Cheddar, nuestra primera parada del día. Entre pitos y flautas serían aproximadamente las 8h30 cuando arrancamos.
Tomamos la autopista M4 hasta Almondsbury y luego la M5 hasta el pueblo de WestWick. A partir de allí y, fuera ya de la autopista, seguimos por carreteras secundarias hasta que llegamos al famoso pueblo de Cheddar.
Sabíamos de antemano que los parkings eran de pago y así lo pudimos comprobar nada más llegar. Llegamos antes de las 10h por lo que aún no había mucho movimiento en el pueblo. Entramos en el parking en el que estaba el centro de información, pero aún estaba cerrado. Encontramos a un lugareño que nos comentó que siguiendo carretera hacia arriba encontraríamos un montón de sitio libre donde dejar el coche todo el día. Elegimos el parking que mejor creímos que podría venirnos y estacionamos, previo paso por la máquina expendedora de tickets para introducir el importe de £5 (5,88€).
Aunque cuando planificamos el viaje y buscando información del sitio, leímos que había que pagar entrada para poder hacer la caminata que rodea la garganta, no lo teníamos del todo claro. Así que cuando bajamos un pequeño tramo desde el parking hasta las primeras casas, preguntamos en un par de sitios pero todos nos remitían al centro de información que estaba un poco más abajo. Cuando llegamos, nos atendió un chaval joven que nos dio más información de la que se “supone” que debería darnos ya que estaba en el sitio donde se vendían las entradas para recorrer la garganta.
En resumidas cuentas nos explicó que, sí solo queríamos hacer la caminata, realmente no hay que pagar entrada porque se puede acceder al sendero callejeando por el pueblo. No nos dio referencia del punto exacto pero nos lo indicó “más o menos”.
Seguro que os estáis haciendo la misma pregunta que nosotros en ese momento …..¿entonces, por qué cobran entrada? Pues porque la caminata es una más, de las actividades que se pueden hacer en la garganta. Hay unas cuevas y un mirador en una torre metálica (estaba cerrada en las fechas en que fuimos nosotros). Y para llegar a la torre, desde la que continúa el sendero, se suben unas escaleras empinadas y se accede a ellas, a través de ese punto de información.
Como a nosotros lo que nos interesaba era hacer la caminata, decidimos ir en busca del sendero por nuestra cuenta. Y con las “pocas” indicaciones que nos dio el muchacho, encontramos las señales que indicaban la dirección para acceder al camino público que accedía a la garganta.
En resumidas cuentas nos explicó que, sí solo queríamos hacer la caminata, realmente no hay que pagar entrada porque se puede acceder al sendero callejeando por el pueblo. No nos dio referencia del punto exacto pero nos lo indicó “más o menos”.
Seguro que os estáis haciendo la misma pregunta que nosotros en ese momento …..¿entonces, por qué cobran entrada? Pues porque la caminata es una más, de las actividades que se pueden hacer en la garganta. Hay unas cuevas y un mirador en una torre metálica (estaba cerrada en las fechas en que fuimos nosotros). Y para llegar a la torre, desde la que continúa el sendero, se suben unas escaleras empinadas y se accede a ellas, a través de ese punto de información.
Como a nosotros lo que nos interesaba era hacer la caminata, decidimos ir en busca del sendero por nuestra cuenta. Y con las “pocas” indicaciones que nos dio el muchacho, encontramos las señales que indicaban la dirección para acceder al camino público que accedía a la garganta.
La garganta de Cheddar es una garganta de piedra caliza en las colinas de Mendip, cerca de la localidad de Cheddar, en el condado de Somerset. Dentro de la garganta se encuentran las cuevas del mismo nombre y donde se encontró en 1903, el esqueleto humano completo más antiguo de las islas británicas, al cual se le atribuye una antigüedad de unos 9000 años. Debido a la acción de un río subterráneo, en las cuevas se pueden ver estalactitas y estalagmitas.
Apenas salimos de las calles de Cheddar, comenzamos a subir pequeñas cuestas, primero de asfalto y después ya de tierra. Al poco nos juntamos con el camino “oficial” y dimos directamente al mirador de la torre (aunque como hemos dicho antes, estaba cerrada por mantenimiento).
Hay bastante señalización vertical, con paneles explicativos donde te muestran información sobre la formación rocosa y sobre la fauna y flora característica de ese lugar.
Seguimos subiendo y subiendo y nos vamos encontrando con más excursionistas y gente más loca aún que asciende corriendo. Y tras un rato, se empieza a ver la garganta que se va mostrando a medida que avanzamos. Desde este punto se puede ver el pueblo y el embalse que lleva el mismo nombre. Se trata de una reserva de agua artificial construida en la década de 1930 y con una capacidad de 512 millones de litros de agua.
Sobre las 12h15 llegamos a la zona más alta del recorrido y decidimos que era un buen momento para parar y reponer fuerzas. Desde aquí se podía apreciar la garganta con más detalle y la carretera serpenteante que la atraviesa.
Tras la breve parada, seguimos el sendero circular. Se baja hasta la carretera para cruzarla y volver a coger el sendero que asciende por el otro lado de la garganta. Desde aquí no puedes asomarte prácticamente nada así que se anda un poco más ligero. Hay gente que hace el recorrido en este sentido hasta llegar al punto donde lo comenzamos nosotros.
Bajamos al pueblo por una senda bastante empinada llena de rocas y árboles. Una vez abajo vimos que por este lado también había indicaciones de camino público pero la subida es, en nuestra opinión, peor que la que hicimos nosotros. Incluyendo el tiempo que estuvimos parados, dedicamos unas 2h30 en hacer el recorrido completo.
En el pueblo hay baños públicos, así que realizada nuestra parada técnica, empezamos a buscar un sitio donde comer. A esta hora, ya había bastante gentío paseando calle arriba y abajo. Nos decidimos por un bar/restaurante que tenía buena pinta por fuera y con bastante movimiento en el interior: Tuckers y su especialidad era el fish & chips, aunque nosotros no nos apetecía algo tan grasiento y para llevar la contraria, pedimos unos wrap de pollo con patatas y refrescos. La comida para los dos, nos salió por £16,70 (19,64€).
Para bajar un poco la comida, dimos un paseo por la calle principal de Cheddar, llena de familias con niños. Y antes de irnos, grabamos un pequeño vídeo desde el coche recorriendo la carretera que atraviesa la garganta. En muchas de las paredes, vimos escaladores.
Abandonamos Cheddar y poco después de las tres de la tarde, llegamos a la ciudad de Wells y tras localizar un parking donde dejar el coche, fuimos directos a ver la catedral, situada junto al casco histórico de la ciudad. El parking nos costó £1,50 (1,764€)
La catedral de Wells es una iglesia de estilo gótico y fue construida entre los siglos XII y XV, y es la sede de los obispados anglicanos de Bath y Wells.
El obispo Reginald de Bohun llevó hasta Wells la idea de un estilo arquitectónico revolucionario desde Francia, siendo la primera catedral inglesa construida íntegramente con este nuevo estilo gótico.
La primera fase de construcción tardó aproximadamente ochenta años en completarse, finalizando con la magnífica fachada oeste. Unas 300 de las estatuas medievales originales permanecen en la catedral.
La catedral de Wells es una iglesia de estilo gótico y fue construida entre los siglos XII y XV, y es la sede de los obispados anglicanos de Bath y Wells.
El obispo Reginald de Bohun llevó hasta Wells la idea de un estilo arquitectónico revolucionario desde Francia, siendo la primera catedral inglesa construida íntegramente con este nuevo estilo gótico.
La primera fase de construcción tardó aproximadamente ochenta años en completarse, finalizando con la magnífica fachada oeste. Unas 300 de las estatuas medievales originales permanecen en la catedral.
Mientras nos acercábamos hasta la entrada, vimos un grupo folklórico que se estaba en plena actuación. Terminado el número, decidimos quedarnos para ver cómo seguía el siguiente y uno llevó a otro y a otro ……
La persona que hacía de “maestro de ceremonia” (el que aparece en las fotos vestido de arlequín), se acercó a saludarnos y preguntarnos si estábamos haciendo algún reportaje. Le dijimos que estábamos de paso y al final de la actuación, intercambiamos mails para poder mandarles algunas de las fotos que les habíamos hecho. También nos dio la dirección de su página de Facebook.
La persona que hacía de “maestro de ceremonia” (el que aparece en las fotos vestido de arlequín), se acercó a saludarnos y preguntarnos si estábamos haciendo algún reportaje. Le dijimos que estábamos de paso y al final de la actuación, intercambiamos mails para poder mandarles algunas de las fotos que les habíamos hecho. También nos dio la dirección de su página de Facebook.
El espectáculo duró aproximadamente media hora y la verdad es que estuvimos entretenidos viéndoles bailar ataviados con sus trajes típicos tan variopintos, sacando un montón de fotos y algún que otro vídeo.
Para el último número aprovecharon para invitar y sacar a bailar a todos los niños que estaban muy animados aunque también pasando algo de vergüenza al verse en mitad de todo. Algún mayor también se unió a la fiesta pero en menor número, todo hay que decir.
Al acabar, todos los miembros del grupo posaron para que les pudiéramos sacar una foto.
Y por fin, comenzamos con la visita a la catedral, cuya entrada es gratuita aunque aceptan donativos. También hay posibilidad de visitar la catedral apuntándose a uno de los tours gratuitos que se llevan a cabo de lunes a sábado.
Destacan tres puntos en la catedral: por un lado los arcos de tijera (se pueden ver en la foto superior izquierda). Aunque se suele confundir con un arte más moderno, este tipo de arcos, datan del siglo XIV.
Por otro lado, el reloj de Wells, construido alrededor del año 1390 d.c. y con una de las esferas medievales más antiguas del mundo.
Por otro lado, el reloj de Wells, construido alrededor del año 1390 d.c. y con una de las esferas medievales más antiguas del mundo.
Y por último, la magnífica sala capitular de forma octogonal se acabó de construir alrededor del año 1306 d.c. y donde los miembros del clero de juntaban para tratar temas relacionados con la catedral. A esta sala se accede por unas escaleras que, como se puede ver en la foto, están ya un poco desgastadas de tanto trajín, idas y venidas, subidas y bajadas.
Desde Wells, hay unos 20 minutos en coche para llegar al pueblo de Glastonbury donde teníamos previsto visitar la abadía del mismo nombre. ¡Pero resultó que no!
Tras aparcar el coche y pagar £1,5 en el parking al lado de la Abadía, nos acercamos hasta la entrada para darnos de bruces con la puerta cerrada. Un cartel anunciaba que ese día, precisamente ese día, celebraban un festival. Así que, dimos media vuelta y nos conformamos con dar un paseo por el centro del pueblo, que estaba repleto de gente, seguramente asistentes al evento.
Tras aparcar el coche y pagar £1,5 en el parking al lado de la Abadía, nos acercamos hasta la entrada para darnos de bruces con la puerta cerrada. Un cartel anunciaba que ese día, precisamente ese día, celebraban un festival. Así que, dimos media vuelta y nos conformamos con dar un paseo por el centro del pueblo, que estaba repleto de gente, seguramente asistentes al evento.
Tras la efímera, fugaz y breve visita a Glastonbury, pusimos rumbo a Braunton donde teníamos el alojamiento para los dos próximos días. Antes hicimos una parada para echar gasolina, £30,16 (35,47€) y también para comprar la cena de ese día ya que teníamos la intención de ir a ver y fotografiar el faro de Bull Point, al atardecer. Las compras nos salieron por £14,76 (17,36€).
Abandonamos el condado de Somerset y nos adentramos en Devon, condado que, según pone en la Wikipedia, fue uno de los primeros lugares habitados de Inglaterra, al final de la edad de hielo.
Abandonamos el condado de Somerset y nos adentramos en Devon, condado que, según pone en la Wikipedia, fue uno de los primeros lugares habitados de Inglaterra, al final de la edad de hielo.
Sobre las 19h nos presentamos en la casa donde habíamos reservado alojamiento para los dos días siguientes. Nuestro anfitrión nos enseñó nuestra “little cabaña” (cottage) y aprovechó para preguntarnos a qué hora nos apetecía desayunar y qué nos apetecía. En esto no hay otra posibilidad para mí: un “english breakfast” como manda la tradición. Y algo más sencillo para Anna. No os exagero cuando os digo que algunos alojamientos los hemos reservado en función del desayuno porque para mí, y de vacaciones, es uno de los momentos que más disfruto.
Y para las 20h15, estábamos ya en Mortehoe, pueblo más cercano al faro de Bull Point. Aunque nos acercamos con el coche hasta la entrada, el acceso estaba cerrado. Justo al lado hay un camping pero no hay un sitio concreto para dejar el coche y no queríamos arriesgarnos a aparcar sin más. Así que volvimos hasta el centro del pueblo donde vimos el aparcamiento al llegar. Como ya no era hora de turisteo, no tuvimos que abonar ningún importe. Hay baños públicos.
Volvimos andando hasta la puerta que nos habíamos encontrado cerrada con el paso para personas en el lateral. Desde aquí hasta el faro había aprox. 2,5 kms. por una pista asfaltada con algún repechito pero llevadero y con las ganas que teníamos de hacer nuestro primer atardecer, no se nos hizo largo ni a la ida ni a la vuelta, con el “trabajo” ya hecho.
Y para las 20h15, estábamos ya en Mortehoe, pueblo más cercano al faro de Bull Point. Aunque nos acercamos con el coche hasta la entrada, el acceso estaba cerrado. Justo al lado hay un camping pero no hay un sitio concreto para dejar el coche y no queríamos arriesgarnos a aparcar sin más. Así que volvimos hasta el centro del pueblo donde vimos el aparcamiento al llegar. Como ya no era hora de turisteo, no tuvimos que abonar ningún importe. Hay baños públicos.
Volvimos andando hasta la puerta que nos habíamos encontrado cerrada con el paso para personas en el lateral. Desde aquí hasta el faro había aprox. 2,5 kms. por una pista asfaltada con algún repechito pero llevadero y con las ganas que teníamos de hacer nuestro primer atardecer, no se nos hizo largo ni a la ida ni a la vuelta, con el “trabajo” ya hecho.
Poco antes de las 21h llegamos a los alrededores del faro y la típica luz de atardecer ya se entreveía. El cielo estaba bastante despejado pero se iba formando alguna nube salpicando el cielo.
Habíamos mirado la hora prevista para el atardecer (21h:30) y una vez montamos todos los artilugios, aprovechamos para cenar, poniéndonos una “rebequita” por encima de los hombros.
El faro de Bull Point lleva guiando a los barcos de la bahía de Hartland desde 1879. El faro original fue renovado y automatizado por la organización Trinity House en 1975. La lámpara emite tres destellos de luz cada 10 segundos y es visible a una distancia de 24 millas náuticas.
El faro de Bull Point lleva guiando a los barcos de la bahía de Hartland desde 1879. El faro original fue renovado y automatizado por la organización Trinity House en 1975. La lámpara emite tres destellos de luz cada 10 segundos y es visible a una distancia de 24 millas náuticas.
Es un faro habitado aunque desconocemos sí se puede pasar la noche en él.
Puntual, el sol fue descendiendo sobre el horizonte hasta tocar el mar e ir desapareciendo, mientras nosotros disfrutábamos de las vistas.
Puntual, el sol fue descendiendo sobre el horizonte hasta tocar el mar e ir desapareciendo, mientras nosotros disfrutábamos de las vistas.
En cuanto la luz bonita fue disipándose, recogimos todo y volvimos sobre nuestros pasos.
Entre una cosa y otra, serían casi las 23h cuando llegamos al alojamiento. Nos acostamos un poco tarde teniendo en cuenta que ya habíamos quedado para el desayuno.
Entre una cosa y otra, serían casi las 23h cuando llegamos al alojamiento. Nos acostamos un poco tarde teniendo en cuenta que ya habíamos quedado para el desayuno.
*** final del día 3 ***
Ajustamos un poco la hora de levantarnos para ducha rápida y vestirnos. Por las ventanas entraba el sol y el móvil decía que en la calle hacía 18ºC.
Aunque fuimos puntuales, cual inglés que se precie, nuestro anfitrión nos estaba esperando ya con la mesa preparada. Di buena cuenta a mi rico desayuno y entre bocado y bocado, estuvimos de charla con el matrimonio.
A las 9h nos despedimos de la pareja y pusimos rumbo a nuestro primer destino del día, la Abadía de Cleeve. Durante el trayecto pudimos disfrutar de tramos de carreteras con cierto ambiente bucólico y donde los árboles de ambos lados, forman túneles de hojas que a intervalos impedían que apenas se entreviese el cielo por encima nuestro.
Aunque fuimos puntuales, cual inglés que se precie, nuestro anfitrión nos estaba esperando ya con la mesa preparada. Di buena cuenta a mi rico desayuno y entre bocado y bocado, estuvimos de charla con el matrimonio.
A las 9h nos despedimos de la pareja y pusimos rumbo a nuestro primer destino del día, la Abadía de Cleeve. Durante el trayecto pudimos disfrutar de tramos de carreteras con cierto ambiente bucólico y donde los árboles de ambos lados, forman túneles de hojas que a intervalos impedían que apenas se entreviese el cielo por encima nuestro.
La Abadía de Cleeve es un monasterio medieval situado cerca de pequeño pueblo de Washford, condado de Somerset. Llegamos al parking que se encuentra situado al otro lado de la carretera. Hay sitio de sobra. Una vez al otro lado de la calzada, nos dirigimos hacia la entrada por una especie de torre. Entramos en la zona ajardinada y de frente, la oficina-tienda donde nos atienden. Los baños están a la vuelta.
La abadía fue fundada a finales del siglo XII como una casa para monjes de la austera orden cisterciense. En 1536, la abadía fue clausurada por Enrique VIII en el curso de la “Disolución de los Monasterios” y la abadía se convirtió en una casa de campo. Posteriormente, la presión de la corona disminuyó y la abadía se utilizó como edificios agrícolas hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando se tomaron medidas para convertirlo en monumento histórico.
En el siglo XX, la abadía pasó a manos del estado, gestionada por English Heritage que se encarga de su explotación y mantenimiento. En la actualidad, la abadía de Cleeve es uno de los monasterios cistercienses medievales mejor conservados en Gran Bretaña. Han pasado muchos siglos y aunque la iglesia ya no está en pie, los edificios anexos a ella, conservan la techumbre y albergan referencias históricas de cierto interés como son el que denominan techo 'ángel' en el refectorio y las pinturas murales en la cámara pintada.
La abadía fue fundada a finales del siglo XII como una casa para monjes de la austera orden cisterciense. En 1536, la abadía fue clausurada por Enrique VIII en el curso de la “Disolución de los Monasterios” y la abadía se convirtió en una casa de campo. Posteriormente, la presión de la corona disminuyó y la abadía se utilizó como edificios agrícolas hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando se tomaron medidas para convertirlo en monumento histórico.
En el siglo XX, la abadía pasó a manos del estado, gestionada por English Heritage que se encarga de su explotación y mantenimiento. En la actualidad, la abadía de Cleeve es uno de los monasterios cistercienses medievales mejor conservados en Gran Bretaña. Han pasado muchos siglos y aunque la iglesia ya no está en pie, los edificios anexos a ella, conservan la techumbre y albergan referencias históricas de cierto interés como son el que denominan techo 'ángel' en el refectorio y las pinturas murales en la cámara pintada.
Desde el propio punto de información, se accede a las primeras estancias que están reformadas y donde han situado paneles explicativos para ponerte en contexto, explicarte la fundación e historia del sitio a través del discurrir de los tiempos.
En una habitación contigua, en una de las paredes, conservan los restos originales de lo que en su día fueron dos hornos de pan. ¡ay pan casero, qué rico y qué hambre!
Ya en el exterior pudimos ver las ruinas de lo que en su día fue el claustro. Como en todo monasterio, este espacio es el corazón del recinto y está rodeado por los edificios utilizados a diario por los monjes, todos ellos conectados por un callejón cubierto que discurre alrededor de las cuatro alas.
Se cree que esta pequeña habitación es la oficina del abad, donde trabajaban sus empleados y en ella se conservan unas pinturas originales. Como el refectorio, es parte de la remodelación del Abad David Juyner a mediados del siglo XV, cuando creó todo un conjunto de salas privadas para él (también construyó algunas salas públicas).
El refectorio fue completamente remodelado en el siglo XV por el abad David Juyner. Creó una gran sala, como la sala de un señor secular, donde los monjes se juntaban para la comida comunitaria, y utilizándola también, como sala de entretenimiento para los invitados. Todo esto, claro está, te lo tienes que imaginar porque está completamente vacía.
En la estancia que albergaba los dormitorios de los monjes, aún se pueden ver los azulejos con los que los monjes decoraban sus espacios personales. Algunos de bastante bien conservados en los que se aún son visibles las formas geométricas que dan forma a las decoraciones.
Volviendo al exterior, nos alejamos un poco para tener un poco de perspectiva sobre el monasterio. La parte de la derecha, la que está totalmente en ruinas, correspondería a otros edificios también adicionales.
Por lo que pudimos leer en los paneles, hace poco se ha completado la construcción de un nuevo recinto para proteger el pavimento del refectorio con azulejos del siglo XIII, volviendo a ser, uno de los mejor conservados en Europa. Descubierto en 1876, fue enterrado posteriormente y nuevamente excavado y revelado en 1951, cuando se abrió definitivamente al público.
En un principio habían sido colocados dentro del primer refectorio, el pavimento sobrevivió milagrosamente a su demolición en algún momento durante el siglo XV. Las algunas zonas se dañaron y otras se volvieron a recolocar durante las obras de conservación modernas, aunque la mayor parte de su distribución original se ha conservado. Los tres leones representan los reyes de Inglaterra; los galones, a los condes Clare de Gloucester; el león rampante a los condes de Cornualles y el águila con dos cabezas, representa a Ricardo, Rey de los Romanos.
La visita a la abadía nos resultó tan interesante que sin darnos cuenta, eran casi las 12h. por lo que finalizamos la visita y nos dirigirnos a nuestro siguiente destino, el Castillo de Dunster.
El castillo de Dunster es una antigua fortaleza reconvertida, en la década de 1870, en una casa de campo. Se encuentra en el condado de Somerset y toma el nombre del pueblo donde está situado.
Localizado en la cima de una colina, un poquito empinada y de nombre de Tor, ha pertenecido a la familia Luttrell desde hace 600 años.
A pesar de su aspecto imponente y robusto, el destino del castillo has estado en peligro dos veces. Durante la Guerra Civil Inglesa, en 1650, Oliver Cronwell ordenó su destrucción, sin embargo, a petición de la propia familia Luttrell, que habitaba en castillo en aquella época, revocó la orden de derribo.
En 1949, el castillo fue vendido a un constructor que no tenía claro qué hacer con él. Afortunadamente, Geoffrey Luttrell, en 1954 recompró la propiedad y lo devolvió al patrimonio familiar. En 1976, su hijo Sir Walter lo donó al National Trust, organismo que lo gestiona, explota y mantiene desde entonces.
Para tener una vista general del castillo hay que alejarse un poco y parar en el borde de la carretera A-39, porque lo rodea un espeso bosque.
El castillo de Dunster es una antigua fortaleza reconvertida, en la década de 1870, en una casa de campo. Se encuentra en el condado de Somerset y toma el nombre del pueblo donde está situado.
Localizado en la cima de una colina, un poquito empinada y de nombre de Tor, ha pertenecido a la familia Luttrell desde hace 600 años.
A pesar de su aspecto imponente y robusto, el destino del castillo has estado en peligro dos veces. Durante la Guerra Civil Inglesa, en 1650, Oliver Cronwell ordenó su destrucción, sin embargo, a petición de la propia familia Luttrell, que habitaba en castillo en aquella época, revocó la orden de derribo.
En 1949, el castillo fue vendido a un constructor que no tenía claro qué hacer con él. Afortunadamente, Geoffrey Luttrell, en 1954 recompró la propiedad y lo devolvió al patrimonio familiar. En 1976, su hijo Sir Walter lo donó al National Trust, organismo que lo gestiona, explota y mantiene desde entonces.
Para tener una vista general del castillo hay que alejarse un poco y parar en el borde de la carretera A-39, porque lo rodea un espeso bosque.
Buscamos un sitio para aparcar en un extenso parking que estaba bastante repleto. Pagamos £4,50 (5,28€). El lugar está preparado para disfrutar de un día de campo, con amplias campas y mesas donde disfrutar de un picnic en familia.
Conocíamos de antemano el precio de la entrada para visitar el castillo y es un poco elevado a nuestro parecer: £23,20 (27,28€). Reconocemos que dudamos pero al final, nos decidimos y entramos. Como podéis ver, están permitidas las fotografías. Controlan la entrada y te dan información en castellano sí lo solicitas para poder hacer la visita, habitación por habitación.
Conocíamos de antemano el precio de la entrada para visitar el castillo y es un poco elevado a nuestro parecer: £23,20 (27,28€). Reconocemos que dudamos pero al final, nos decidimos y entramos. Como podéis ver, están permitidas las fotografías. Controlan la entrada y te dan información en castellano sí lo solicitas para poder hacer la visita, habitación por habitación.
Las habitaciones están profusamente decoradas, muy bien conservadas y mantenidas. Salones con enormes chimeneas, comedores imponentes y una impresionante biblioteca. Retratos en pintura y fotografías de los miembros de la familia. Grandes arañas, camas con dosel, porcelana fina, piano de cola...
Una de las estancias que más nos gustó fue la sala de juegos, con una sensacional mesa de billar y un “artilugio” de madera para hacer el conteo de los tantos.
Nos sorprendió la cocina “moderna” de mediados del siglo XX, con electrodomésticos, aparadores y alacenas que usaron en ese tiempo. ¡Todo muy vintage años 60!
Salimos al exterior a través del mirador de cristal de la biblioteca. Hay un pequeño bar donde te ofrecen tentempiés y refrescos. Nosotros decidimos seguir con la visita porque en el mapa habíamos visto que cerca del molino, hay un restaurante y preferimos sentarnos un poco. Como punto final, bajamos a la zona de la bodega donde los señores del castillo guardaban las provisiones y de ahí pasamos a las caballerizas.
Tras un breve paseo, el recorrido nos lleva a un puente que llaman “del amor”, con dos arcos y construido en 1782. Nos dimos de bruces entonces con el molino hidráulico de doble rueda construido en el siglo XVIII. Como las ruedas están situadas en dos niveles diferentes, hay un mirador en la parte superior donde se puede observar mejor su funcionamiento.
Dentro del molino hay un pequeño museo y una tiendita donde te venden productos típicos.
Dentro del molino hay un pequeño museo y una tiendita donde te venden productos típicos.
Y, ¡por fin!, llegamos al pequeño restaurante, que tiene una zona exterior con mesas para comer. Nosotros decidimos comer dentro un par de empanadas típicas de Cornualles con ensalada y refrescos por £16,65 (19,58€).
Para variar, y sin que sirviese de precedente, la comida nos la tomamos con calma y estuvimos un buen rato de sobremesa. Pero ya cerca de las cuatro, como teníamos más planes para el resto de la tarde, decidimos dar por finalizada la visita.
Al no tener que desviarnos de nuestra ruta para llegar a nuestro siguiente destino, el pueblo costero de Clovelly, decidimos intentar, aunque fuera brevemente, visitar el faro de Foreland.
Desde Dunster, seguimos por la A39 durante unos 30 kms, hasta que llegamos al desvío que localizamos aunque estaba sin señalizar. Nos llevamos un poco de sorpresa cuando vimos que el camino de acceso al faro estaba cerrado al público y solo podían acceder vehículos autorizados. Podríamos intentado ir andando pero eran 5kms (ida y vuelta) sin saber sí podríamos acercarnos siquiera al faro, así que decidimos pasar de la visita y seguir hacia Clovelly.
Cuando atravesamos Braunton, muy cerca de nuestro alojamiento, hicimos una parada técnica para llenar el depósito de gasolina. 19,86L x £1,319 = £26,20 (30,82€). También compramos un refresco de ½ litro por £1,69 (2€).
A las 18h15 llegamos a Clovelly. Se dice, se comenta, se rumorea que es uno de los pueblos con más encanto y más bonitos. Y la verdad es que lo tienen bien montado. Una gran explanada convertida en parking con un centro de información donde pagar una tasa por visitar el pueblo. El precio por persona era de £7,50, ¡nada más y nada menos!, aunque a la hora que llegamos nosotros ya habían cerrado y pudimos ahorrarnos un dinerito.
Al no tener que desviarnos de nuestra ruta para llegar a nuestro siguiente destino, el pueblo costero de Clovelly, decidimos intentar, aunque fuera brevemente, visitar el faro de Foreland.
Desde Dunster, seguimos por la A39 durante unos 30 kms, hasta que llegamos al desvío que localizamos aunque estaba sin señalizar. Nos llevamos un poco de sorpresa cuando vimos que el camino de acceso al faro estaba cerrado al público y solo podían acceder vehículos autorizados. Podríamos intentado ir andando pero eran 5kms (ida y vuelta) sin saber sí podríamos acercarnos siquiera al faro, así que decidimos pasar de la visita y seguir hacia Clovelly.
Cuando atravesamos Braunton, muy cerca de nuestro alojamiento, hicimos una parada técnica para llenar el depósito de gasolina. 19,86L x £1,319 = £26,20 (30,82€). También compramos un refresco de ½ litro por £1,69 (2€).
A las 18h15 llegamos a Clovelly. Se dice, se comenta, se rumorea que es uno de los pueblos con más encanto y más bonitos. Y la verdad es que lo tienen bien montado. Una gran explanada convertida en parking con un centro de información donde pagar una tasa por visitar el pueblo. El precio por persona era de £7,50, ¡nada más y nada menos!, aunque a la hora que llegamos nosotros ya habían cerrado y pudimos ahorrarnos un dinerito.
Clovelly es un pequeño pueblo de pescadores en la costa norte del condado de Devon. En los últimos años se ha convertido en un lugar muy turístico y todo, a cuenta de su calle principal empinada y que lleva directamente al puerto.
Al ir “fuera de las horas oficiales de visita” pudimos disfrutar del pueblo para nosotros solos, sin “turistas” y con los lugareños recogiendo y mirándonos como sí nos hubiésemos extraviado. Tampoco encontramos ya ninguna tiendita abierta y hasta que no llegamos al puerto, no vimos dónde se reúnen todos tomar unos tragos. En la bajada, por cierto, hay baños públicos.
Al llegar a la zona del puerto, fuimos hacia el rompeolas buscando la foto de las casas y calles empinadas bajando hacia el mar. Quizás nos habíamos hecho a la idea de encontrarnos un Cudillero en Asturias o Elantxobe en el País Vasco. Sí somos sinceros, a decir verdad, nos defraudó un poco
Después de bajar, siempre hay que subir y hay que decir que la ascensión hasta el parking, es bastante empinada.
Sobre las 20h15 llegamos al pueblo de Harland y siguiendo las indicaciones que encontramos, nos fuimos acercando a la zona del faro. Cuando quedaba algo menos de 1 km, según el GPS, nos encontramos con una caseta donde había una señal que indicaba que había que pagar para pasar y que la puerta la cerraban por la noche.
Aunque no vimos a nadie en la caseta, nos dio un poco de recelo por si al volver de hacer el atardecer en el faro, nos encontrábamos la valla cerrada, así que decidimos dejarlo aparcado por fuera. ¡Somos un poco caguetas!
Sobre las 20h15 llegamos al pueblo de Harland y siguiendo las indicaciones que encontramos, nos fuimos acercando a la zona del faro. Cuando quedaba algo menos de 1 km, según el GPS, nos encontramos con una caseta donde había una señal que indicaba que había que pagar para pasar y que la puerta la cerraban por la noche.
Aunque no vimos a nadie en la caseta, nos dio un poco de recelo por si al volver de hacer el atardecer en el faro, nos encontrábamos la valla cerrada, así que decidimos dejarlo aparcado por fuera. ¡Somos un poco caguetas!
No se puede acceder porque está cerrado al público. Sin embrago, siguiendo el sendero de la costa, se tienen muy buenas vistas. Sólo tuvimos que dar un pequeño paseo hasta llegar a la zona donde nos pareció que podíamos sacar nuestras fotos.
¡Y resultó que no estábamos solos!. Otra pareja de fotógrafos estaban igual que nosotros. Nos comentaron que eran Oxfordshire y que estaban de vacaciones en el sur.
El faro de Harland fue construido por Trinity House en 1874 para ayudar a la navegación en el sur de Inglaterra y Gales. Tiene 18 metros de altura y los destellos de su lámpara se pueden ver hasta 25 millas náuticas. La luz parpadea 6 veces cada 15 segundos.
Automatizado desde 1984, se intentó cerrar hace unos años, pero gracias a la presión popular, sigue en funcionamiento.
¡Y resultó que no estábamos solos!. Otra pareja de fotógrafos estaban igual que nosotros. Nos comentaron que eran Oxfordshire y que estaban de vacaciones en el sur.
El faro de Harland fue construido por Trinity House en 1874 para ayudar a la navegación en el sur de Inglaterra y Gales. Tiene 18 metros de altura y los destellos de su lámpara se pueden ver hasta 25 millas náuticas. La luz parpadea 6 veces cada 15 segundos.
Automatizado desde 1984, se intentó cerrar hace unos años, pero gracias a la presión popular, sigue en funcionamiento.
De vuelta a casa, al pasar por Barnstaple, encontramos un supermercado Spar (de los que abren 24h) y como no habíamos cenado, paramos a comprar unos “hot chocolate” con unos bollos. £5,70 (6,70€).
Tras hacer las tareas del final del día (descarga de fotos, etc…) nos fuimos a dormir. Y como es habitual en nuestras vacaciones, otro día que no conseguimos acabar antes de medianoche. Como no habíamos vuelto a ver a nuestros anfitriones, la hora del desayuno, era la que les habíamos comentado el primer día.
Tras hacer las tareas del final del día (descarga de fotos, etc…) nos fuimos a dormir. Y como es habitual en nuestras vacaciones, otro día que no conseguimos acabar antes de medianoche. Como no habíamos vuelto a ver a nuestros anfitriones, la hora del desayuno, era la que les habíamos comentado el primer día.
*** final del día 4 ***
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