Día 1. Llegada a Kutaisi – Traslado a Mestia. ✏️ Diarios de Viajes de GeorgiaNuestro vuelo, teóricamente, despegaba desde Berlín Schoenefeld a las 8.45 a.m., sin embargo, sobre las 5 a.m recibimos un SMS anunciándonos un retraso de 2 horas, con lo cual, por un lado, pudimos desayunar y llegar al aeropuerto tranquilamente...Diario: Una semana por Georgia. Mestia y Kutaisi⭐ Puntos: 4.7 (3 Votos) Etapas: 8 Localización: GeorgiaNuestro vuelo, teóricamente, despegaba desde Berlín Schoenefeld a las 8.45 a.m., sin embargo, sobre las 5 a.m recibimos un SMS anunciándonos un retraso de 2 horas, con lo cual, por un lado, pudimos desayunar y llegar al aeropuerto tranquilamente, pero por otro, nos descoloca los planes de traslado a Mestia una vez aterrizamos en Kutaisi. Tras un vuelo de 4 horas con Wizzair, llegamos a Kutaisi sobre las 4 de la tarde. La idea era pasar por el control de pasaportes y una vez en el hall del aeropuerto buscar algún transporte compartido hasta Mestia. Sin embargo, al aterrizar nos encontramos con un aeropuerto moderno, pero muy pequeño, sin stands para taxis oficiales, con sólo un cajero y prácticamente sin tiendas. Nada más salir de la terminal, una multitud de taxistas se abalanzan a la caza del turista. Nosotros intentamos localizar a algún otro turista que se dirigiera a Mestia, pero no tuvimos éxito, así que, finalmente, acordamos, tras mucha negociación, 200GEL (unos 70 euros) por los dos. Nada más subir al taxi, comienza el choque cultural. Ni rastro de cinturones de seguridad en el coche, ni para el conductor ni mucho menos para los pasajeros, conducción psicopática y adelantamientos suicidas y todo ello ante la atenta mirada de las numerosas vacas que pueblan las cercanías y, en ocasiones, los carriles de las carreteras georgianas. Sin embargo, el primer plato fuerte aparece unos 10 minutos despúes de subir al taxi, cuando nuestro hiperactivo y con cara de pícaro conductor nos acerca a una gasolinera y nos empieza a hacer gestos cada vez más elocuentes (no hablaba ni una palabra de inglés salvo MONEY!!!) de que teníamos que pagarle la gasolina, ante lo cuál, nosotros, también de una forma cada vez más elocuente, le decimos que no, que habíamos cerrado el precio antes de salir y que si seguía así queríamos volver al aeropuerto de inmediato (la otra alternativa que barajamos era llamar a la policía, pero supusimos que sería peor el remedio que la enfermedad) Finalmente, se acercaron varios empleados de la gasolinera, y, en un primer momento, nos pareció la encerrona perfecta y que nos iban a desplumar y repartirse el escaso botín entre todos, pero, finalmente, nos explicaron que la supuesta costumbre era que el pasajero pagase la gasolina y luego se descontaba del precio final. Una vez serenados los ánimos y con el depósito lleno, retomamos la marcha y, como muestra de desagravio a sus clientes latinos, nuestro piloto de carreras desenpolva de la guantera el CD con los clásicos italianos de ayer y de hoy y, a todo volumen, nos da una muestra de su virtuosismo al volante, no parando de encender cigarrillos, beber cocacolas, contestar al móvil o toquetear la radio mientras continua con su rally por carreteras georgianas. Tras dos horas llegamos a Zugdidi, al pie de las montañas, donde, sorprendentemente, paramos y el conductor nos comunica (no recuerdo cómo) que cambiariamos de chófer. Dos detalles nos tranquilizan inicialmente, el nuevo tipo es unos 30 años mayor que el anterior al igual que su coche, un Mercedes destartalado de los 70 que supusimos “tiraría” menos. Después de comprar unos Kachapuris (sabrosos panes rellenos de queso) para el camino, emprendemos la marcha como nos esperabamos, a un ritmo más tranquilo aunque sin faltar algún adelantamiento suicida y múltiples excursiones por el carril contrario. Nada más iniciar las primeras rampas que nos llevarían hasta Mestia, comenzamos a apreciar la belleza natural del lugar, la ruta empieza dejando a la izquierda el Rio Patara Enguri con sus aguas color turquesa y va adentrándose en la frondosa vegetación característica de la región de Svaneti. Por desgracia, a eso de las 20h, comenzó a anochecer y no pudimos disfrutar de las vistas. Finalmente, tras cuatro horas de viaje desde Zugdidi (136km.) y agotados por el viaje, llegamos a Mestia. La primera impresión de Mestia (2,000 habitantes) nos resulta sorprendente, contrastando con la absoluta calma nocturna del camino, el pueblo se encuentra bastante animado, con numerosos restaurantes destinados a los turistas. Nos alojamos en Guesthouse Edelweiss (70GEL, 24 euros habitación doble con desayuno) es una casa familiar que alquila habitaciones a modo de hotel, siendo éste el modelo predominante en la pequeña ciudad. La habitación es limpia y se nota que se ha construido recientemente, los dueños son amables, hablando el cabeza de familia un inglés bastante aceptable. Esa noche nos compramos un par de cervezas en la pequeña tienda del pueblo y cenamos lo que quedaba de Kachapuri. Índice del Diario: Una semana por Georgia. Mestia y Kutaisi
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