9 de octubre. La excursión empezó a la hora estimada y nos dirigimos hacia Bam, en el sudeste de la provincia de Kermán. Teníamos por delante un recorrido de 200 km a través del deiserto, acompañado por un conductor que no hablaba ni una palabra de inglés. No sé por qué antes de hacer esta excursión tenía la impresión de que la carretera para ir hasta Bam sería un camino de cabras, pero estaba totalmente equivocado y era muy buena, tipo autovía con varios carriles en cada sentido.
El interés de visitar Bam era ir a la antigua ciudadela de adobe de Arg-e Bam, cuya historia se dice que se remonta a hace más de 2000 años, si bien parece que la mayoría de los edificios construidos en la ciudadela lo fueron durante la dinastía safávida, o sea desde principios del siglo XVI hasta principios del siglo XVIII, antes de que la ciudad fuese abandonada en gran medida como consecuencia de la invasión de Afganistán. La ciudadela sería de nuevo habitada y abandonada posteriormente tras otras invasiones.
Hasta aquí todo perfecto, de no ser porque un terremoto de 6.2 grados en la escala de Richter acaecido en 2003, redujo a escombros la gran mayoría de la ciudadela y en la ciudad nueva de Bam no solo eso, sino que causó la muerte de más del 60% de la población. Al año siguiente, la ciudadela de Bam fue incluida en la lista de lugares patrimonio de la Unesco, recibiendo fondos para iniciar su construcción.
En este contexto iba a realizar la visita, sin saber qué me iba a encontrar 15 años después y tras haber leído comentarios a favor de ver Bam y comentarios en contra según los cuales era mejor ir a Rayen.
La entrada a la ciudadela de Bam cuesta 200000 IRR. Según se entra por la calle principal se observa al fondo en alto el castillo, que conserva muy buen aspecto. Todo a lo largo de esta calle está reconstruido en adobe y visualmente es bonito, pero hay algo que falla y es que las construcciones tienen aspecto de ser nuevas.
El interés de visitar Bam era ir a la antigua ciudadela de adobe de Arg-e Bam, cuya historia se dice que se remonta a hace más de 2000 años, si bien parece que la mayoría de los edificios construidos en la ciudadela lo fueron durante la dinastía safávida, o sea desde principios del siglo XVI hasta principios del siglo XVIII, antes de que la ciudad fuese abandonada en gran medida como consecuencia de la invasión de Afganistán. La ciudadela sería de nuevo habitada y abandonada posteriormente tras otras invasiones.
Hasta aquí todo perfecto, de no ser porque un terremoto de 6.2 grados en la escala de Richter acaecido en 2003, redujo a escombros la gran mayoría de la ciudadela y en la ciudad nueva de Bam no solo eso, sino que causó la muerte de más del 60% de la población. Al año siguiente, la ciudadela de Bam fue incluida en la lista de lugares patrimonio de la Unesco, recibiendo fondos para iniciar su construcción.
En este contexto iba a realizar la visita, sin saber qué me iba a encontrar 15 años después y tras haber leído comentarios a favor de ver Bam y comentarios en contra según los cuales era mejor ir a Rayen.
La entrada a la ciudadela de Bam cuesta 200000 IRR. Según se entra por la calle principal se observa al fondo en alto el castillo, que conserva muy buen aspecto. Todo a lo largo de esta calle está reconstruido en adobe y visualmente es bonito, pero hay algo que falla y es que las construcciones tienen aspecto de ser nuevas.
Me encontré incluso con trabajadores que estaban haciendo tareas de carpintería en algunas casas. Comentándolo con algunos compañeros del foro en el momento en el que estaba allí, me decían que parecía una ciudad hecha de piezas de Lego. Han puesto incluso bancos para sentarse y junto a algunos de los edificios han colocado letreros que explican lo que representaban, o sea un poco en plan museo. No obstante, en cuanto me salía de la calle principal ya se podía ver facilmente la cantidad de trabajo de reconstrucción que queda por hacer. Había casi más trabajadores que visitantes en la ciudadela. Algunos estaban realizando obras en la muralla.
La parte más bonita de la ciudad era en la que se contemplaba el castillo y a él me dirigí para subir. La edificación es espectacular con el trabajo que están haciendo. Luego por dentro no hay mucho que ver, salvo ir ascendiendo por los senderos que llevan a la parte más alta. La panorámica de la ciudadela de Bam y de los palmerales es magnífica, eso sí.
A pesar de todo, creo que vale la pena ir a Bam y sigue siendo un lugar muy tranquilo, porque con muy pocas personas me crucé a lo largo de la hora y 45 minutos en la que estuve.
Iniciamos el retorno hacia Kermán para realizar el resto de paradas, puesto que Bam era el lugar más alejado durante este día.
El siguiente sitio fue un lugar llamado “Painted mountains”, pero como otras personas que han hecho esta excursión organizada por el hotel Akhavan, opino que es relleno. El tiempo que se tarda en llegar desde la carretera principal y lo que luego se ve realmente, creo que no lo justifica mucho. Paramos unos 15 minutos para tomar un té y hacer algunos fotos. Aunque se aprecia una diferencia de colorido en la montaña, no es algo que sea espectacular como en el caso del Cerro de los 7 Colores en Purmamarca (noroeste de Argentina). Realmente, variación de colores como la que vi me pareció que existe en muchísimos lugares.
Iniciamos el retorno hacia Kermán para realizar el resto de paradas, puesto que Bam era el lugar más alejado durante este día.
El siguiente sitio fue un lugar llamado “Painted mountains”, pero como otras personas que han hecho esta excursión organizada por el hotel Akhavan, opino que es relleno. El tiempo que se tarda en llegar desde la carretera principal y lo que luego se ve realmente, creo que no lo justifica mucho. Paramos unos 15 minutos para tomar un té y hacer algunos fotos. Aunque se aprecia una diferencia de colorido en la montaña, no es algo que sea espectacular como en el caso del Cerro de los 7 Colores en Purmamarca (noroeste de Argentina). Realmente, variación de colores como la que vi me pareció que existe en muchísimos lugares.
Deshicimos el camino que nos llevó a esta parada y nos dirigimos a Rayen, la otra gran ciudadela de adobe del sur de Irán con una historia de más de 1000 años. A diferencia de Bam, Rayen no fue afectada por este terremoto de 2003. Pese al deterioro que pueda haber sufrido por el abandono (se supone que estuvo habitada hasta hace 150 años) y por otros desastres naturales, se encuentra en bastante buen estado y pese a las necesarias rehabilitaciones a las que esté siendo sometida, se encuentra en un estado bastante original. Siendo claro, no tiene ese aspecto de nueva y cartón piedra que pueda tener Bam.
La ciudadela es más pequeña que la de Bam y aproximadamente en una hora se puede recorrer. Si en Bam encontré poca gente, en Rayen menos todavía.
Durante una hora estuve dando vueltas pasando entre todas las habitaciones y recovecos que pude, completamente a mi aire. Una auténtica gozada. En el centro de la ciudadela se encuentra el castillo como tal, a cuya parte superior parece que se puede subir por unas escaleras, aunque yo no lo hice. Por dentro, quizás es lo que menos me gustó de Rayen. La decoración es muy simple y ver en las paredes saliendo los tubos de las instalaciones le resta encanto.
Serían ya entre las 2 y las 3 de la tarde y el conductor me llevó a comer a un restaurante. Pepsi y kebab de pollo, un total de 320000 IRR. Baratísimo. Al conductor no lo vi pagar, así que no sé si le pagaría yo la comida o por llevarme a este restaurante ya lo tendría incluido.
Desde Rayen nos fuimos acercando a Kermán hasta parar en los alrededores de Mahan, donde había previstas 2 visitas: una a un típico jardín persa y otra a un mausoleo en la propia ciudad de Mahan.
Los jardines persas son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (o al menos varios de ellos) y se caracterizan por varios elementos en común: la existencia de cipreses, un palacete y el agua, que normalmente suele fluir por pequeños canales y estanques. La entrada al jardín Bagh-e Shahzde cuesta 200000 IRR. En este jardín hay 2 palacetes que están conectados por una hilera de estanques en terraza por los que el agua va fluyendo de uno a otro cayendo en pequeñas cascadas. A los lados de estos estanques los cipreses completan el paisaje. Vi bastantes familias y parejas haciéndose fotos en este lugar. No me extraña. Está bien cuidado y es agradable.
Desde Rayen nos fuimos acercando a Kermán hasta parar en los alrededores de Mahan, donde había previstas 2 visitas: una a un típico jardín persa y otra a un mausoleo en la propia ciudad de Mahan.
Los jardines persas son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (o al menos varios de ellos) y se caracterizan por varios elementos en común: la existencia de cipreses, un palacete y el agua, que normalmente suele fluir por pequeños canales y estanques. La entrada al jardín Bagh-e Shahzde cuesta 200000 IRR. En este jardín hay 2 palacetes que están conectados por una hilera de estanques en terraza por los que el agua va fluyendo de uno a otro cayendo en pequeñas cascadas. A los lados de estos estanques los cipreses completan el paisaje. Vi bastantes familias y parejas haciéndose fotos en este lugar. No me extraña. Está bien cuidado y es agradable.
La última parada en la excursión fue en el mausoleo dedicado al poeta y derviche Shah Ne’matollah Vali, muerto en 1431. Desde el exterior destacan las cúpulas del mausoleo. En el interior, un jardín con bastantes plantas y un estanque, ocupa el patio alrededor del cual se distribuyen las dependencias. Entré en la sala donde se encuentra el féretro del poeta y había unas cuantas personas rezando. En las salas adyacentes destaca la decoración con las alfombras, paredes blancas con estuco y azulejos de color azulado. La entrada al mausoleo cuesta 200000 IRR, pero de eso me enteré al salir del recinto por otra puerta diferente.
Llegamos al hotel Akhavan alrededor de las 6 de la tarde. Pregunté si a esa hora merecía la pena ir al bazar del centro de la ciudad y me dijeron que era demasiado tarde. En definitiva, que me quedé sin ver nada en la ciudad de Kermán, fuese más o menos interesante.
Esa noche en la cena tenía de nuevo varios platos, como kebab de pollo, unas tortitas rellenas de verduras (quizás espinacas o algo similar), una sopa o crema de verduras y por último 2 guisos de carne (uno con pollo y el otro creo que con cordero). De bebida se me ocurrió probar la cerveza sin alcohol iraní. Me supo demasiado gaseosa, como si estuviese bebiendo sidra. Cuando subí del restaurante tenían en recepción unas pastas que resultaron ser kolompeh. ¡Qué buenas!. El dueño del hotel se ofreció a encargarme una caja antes de que me fuese al día siguiente a Yazd, pero al final entre una cosa y otra esa noche se hizo tarde y ya no fue posible. No sé si hubiese sido buena idea ir 2 semanas tirando de una caja de pastas hasta Madrid.
Esa noche en la cena tenía de nuevo varios platos, como kebab de pollo, unas tortitas rellenas de verduras (quizás espinacas o algo similar), una sopa o crema de verduras y por último 2 guisos de carne (uno con pollo y el otro creo que con cordero). De bebida se me ocurrió probar la cerveza sin alcohol iraní. Me supo demasiado gaseosa, como si estuviese bebiendo sidra. Cuando subí del restaurante tenían en recepción unas pastas que resultaron ser kolompeh. ¡Qué buenas!. El dueño del hotel se ofreció a encargarme una caja antes de que me fuese al día siguiente a Yazd, pero al final entre una cosa y otra esa noche se hizo tarde y ya no fue posible. No sé si hubiese sido buena idea ir 2 semanas tirando de una caja de pastas hasta Madrid.