Sábado 27 de Julio.
El plan para hoy era visitar el Parque Nacional de Yoho. Evidentemente no se puede ver en un sólo día, así que hicimos una selección de aquellas cosas que nos resultaran más fáciles de visitar. Nuestra primera parada era el lago Emerald, famoso por el color verde esmeralda de sus aguas. Según había leído el lago era más bonito a primera hora, antes de la gente empezara a cruzarlo en canoas. También había leído que el parking que hay junto al lago era muy pequeño y que o llegabas bien temprano o te quedabas sin zona de aparcamiento, ya que el otro parking disponible es para clientes del hotel que hay en la orilla. Como estábamos escarmentados de la experiencia del día anterior en Lake Louise decidimos madrugar más, nos llevamos cosas para desayunar y antes de las 8 de la mañana ya estábamos allí, fuimos los segundos en llegar al aparcamiento. Aprovechamos para desayunar en el coche y comenzamos la visita.

El nombre está muy bien puesto en este lago, ya que su color era de un verde esmeralda precioso. Al ser primera hora el agua estaba completamente lisa y se reflejaban las montañas circundantes. Decidimos rodear completamente el lago, un paseo fácil y sencillo que dura una hora y media o así, con las pertinentes paradas para hacer fotos y disfrutar del paisaje.

Al terminar nos tomamos un café en la cafetería del hotel y después nos animamos a alquilar una canoa en la tienda que hay junto al lago. La verdad es que fue una experiencia increíble, en todos los sentidos


Tras muchos esfuerzos conseguimos llegar a la orilla, ya nos daba igual en qué punto, sólo queríamos dejar la canoa y salir del agua. Vimos a uno de los trabajadores de la empresa de las canoas que nos dijo eso mismo, que saliéramos del agua y que dejáramos la canoa allí mismo, que ya la recogerían ellos. Bajamos de la canoa metiendo los pies en el agua, para acabar de mojarnos del todo, y para nuestra decepción, habíamos salido justo por la zona más escarpada, la del hotel, y era imposible subir por toda la maleza que había. Nos montamos de nuevo en la canoa y conseguimos llegar al embarcadero remando paralelos a la orilla. Cuando salimos estábamos empapados y cabreados, ya que en la empresa de alquiler de canoas no nos advirtieron de que iba a llover. Es más, antes de darte la canoa te hacen firmar unos papeles en los que eximes a la empresa de cualquier responsabilidad, por lo que suponemos que no es la primera vez que les pasa. También nos preguntaron si habíamos visto a más gente por el lago y le dijimos que cuando empezó a llover fuerte había dos barcas más hacia el fondo del lago, pero ya no estaban, suponemos que llegaron a la orilla.
En esas condiciones se nos había chafado el plan del día, ya que hacía fresco y no era plan de ir mojados por ahí. Por suerte yo me había llevado ropa de repuesto y me pude secar y cambiar en los baños, aunque las zapatillas las seguía teniendo mojadas, y eran las únicas que llevaba en el viaje. Mar y Víctor no estaban tan bien, así que tuvimos que volvernos al hotel sin ver nada más del parque de Yoho. Al menos yo podía conducir, y ellos tuvieron que ir sin ropa, tapados con las toallas y con la calefacción a tope. Nos perdimos puntos emblemáticos del parque como las Takkakaw Falls o el Natural Bridge, pero no podíamos estar de turismo empapados. Cuando volvimos al bed & breakfast era ya mediodía, así que comimos allí mismo los sándwiches que teníamos preparados. Subimos a la habitación y tras darnos una ducha reparadora Mar y yo nos dedicamos a secar las zapatillas con los secadores de pelo que nos habían dejado en recepción.
Descansamos un poco y para aprovechar la tarde salimos a dar una vuelta por Banff y alrededores. Llegamos hasta la zona de la Gondola, aunque no subimos, porque nos pareció bastante cara. Aprovechamos para visitar el sitio histórico "Cave and Basin", una cueva de aguas termales que fue descubierta en el siglo XIX y que fue el germen del parque nacional de Banff y por tanto de toda la red de parques nacionales canadienses. La visita a la cueva es corta, pero hay una exposición complementaria donde puedes aprender de la evolución de Banff desde un pequeño pueblo de montaña fundado a raíz del descubrimiento de aguas termales al centro de vacaciones que es hoy en día.

Después dimos una vuelta con el coche por algunos puntos de interés como las cascadas del río Bow y el "surprise corner", un punto con buenas vistas del río y las montañas que rodean Banff, y terminamos llegando hasta los Hoodoos, unas formaciones rocosas picudas. Desde el mirador de los hoodoos se puede contemplar una extensa panorámica de la zona de Banff.

Al volver al pueblo dedicamos un rato a ver tiendas de souvernirs, hay una dedicada a objetos decorativos de Navidad que está muy bien surtida. También aprovechamos para tomar un café y para buscar un sitio para cenar. Esta vez elegimos el Magpie & Stump, un restaurante de tipo tex-mex con nachos, burritos, hamburguesas etc. Debe ser muy popular porque estaba lleno y había que reservar y esperar unos 45 minutos, pero te avisaban al móvil cuando te tocaba sentarte. Nos gustó bastante y pudimos pedirnos unas hamburguesas de bisonte. Estaban buenas pero nos gustaron más las que comimos en West Yellowstone (Montana, EEUU).
Y con esto finalizamos el día más movidito del viaje. La experiencia en el lago Emerald no había sido todo lo buena que debiera pero al menos no pasó nada grave y podemos contarlo. Es una de las anécdotas que más contamos a la vuelta. Al día siguiente tocaba patear otra vez, así que teníamos que descansar. A Víctor y a mí aún nos quedaban muchos días en Canadá, pero para Mar era el último día de viaje.