CUARTA ETAPA --- Descubriendo la Capital Imperial.
dia 11 de agosto ---
Un domingo en Beijing.
El viaje a China ha dejado de ser algo difícil, desconocido, lleno de incógnitas y obstáculos a vencer.
Ahora ya nos sentimos como en casa. Muy tranquilos. Sin grandes expectativas, pero dispuestos a vivir un domingo de agosto en Beijing. Como cualquier chino en vacaciones.
Cruzamos nuestro querido barrio hasta la estación de metro de Qianmen. Aqui cogemos la linea 2 ( la circular ) hasta Yonghegong Lama Temple. El objetivo es conocer el famoso templo budista de la capital
-El Templo de los Lamas -

Cae una fina llovizna en la tranquila calle que rodea el templo. Buscando la entrada ya nos damos cuenta de que el recinto sagrado es enorme. Pronto llegamos a las típicas puertas de colores vivos y a los añorados aromas de incienso.
La lluvia persiste pero sin fuerza suficiente para apagar la gran cantidad de ofrendas que humean delante de cada pabellón.


Hay bastantes visitantes. Algunos parecen devotos. La mayoria solo curiosos. Todos vamos entrando y saliendo de los pabellones que se van sucediendo uno tras otro.
Volvemos a encontrar las conocidas imágenes del budismo chino-tibetano que tanto nos han acompañado durante el viaje.
Ricas y decoradas salas de oración y al final la figura más espectacular del templo. El Gran Maitreya, el buda del futuro. Mide 18 metros de altura y está tallado a partir de una única pieza de madera de sándalo. Impresionante.


Salimos pronto a la calle porque en realidad el templo no nos aporta nada que no hayamos ya vivido intensamente a lo largo del viaje.
Muy cerca está el Templo de Confucio. Rodeado de un tranquilo parque y una calle con muchas tiendas de objetos de culto. Aqui compré un gran paquete de incienso que ha resultado muy bueno. Me lo recomendó el callado vendedor con una mímica muy convincente. Le estoy muy agradecida.
El templo de Confucio, el gran pensador, siempre relacionado con la sabiduria y el conocimiento.
Hay muy poca gente en el pulcro templo. Contemplamos las viejas estelas sostenidas por longevas tortugas y añoramos el bullicioso templo de la literatura de Hanoi.

Volvemos al metro. Dos estaciones y transbordo en Gulou Dajie para llegar a Shichahai. En esta zona llena de visitantes domingueros vamos a pasar el resto del dia.
Nos acercamos a las Torres del Tambor y la Campana pero antes de la visita una ligera y muy rica comida en uno de los muchos restaurantes populares de la zona. Recuerdo una curiosa ensalada con patas de pato deshuesadas. Me encantó.

Y ahora ya vamos a la vieja calle, donde hay un ambiente muy tranquilo y donde las sugerentes y antiguas siluetas de las viejas Torres crean un espacio muy peculiar.


Y pasamos un entretenido rato contemplando y fotografiando la coqueta y colorida Torre del Tambor al sur, contrastando con la gris y austera Torre de la Campana al norte. Las dos muy diferentes y auténticas.


LLegamos tarde para el espectáculo de los tambores, aunque lo escuchamos un poco desde la calle.
Y decidimos subir la empinada escalera y visitar la colección importante de tambores protagonistas del cocierto.

Vale mucho la pena contemplar desde lo alto de la Torre la panorámica hacia el sur. Se puede comprobar la simetria ordenada del urbanismo imperial. Las dos torres estan perfectamente alineadas con el pabellón Wancheng de la colina Jing Shan y por lo tanto con la Ciudad Prohibida.

Y aún nos atrevemos con la casi vertical escalera de la Torre de la Campana. Dentro del gris edificio de aspecto tan medieval encontramos la enorme campana que tantas veces habrá sonado en el viejo Beijing. Y con la preciosa imagen de la torre roja desde la torre gris nos despedimos de este bonito rincón de Beijing.

Y ahora fiesta, fiesta de domingo. Nos vamos acercando a la zona de los lagos del norte y cada vez vamos encontrando más y más chinos de vacaciones. La zona realmente se lo merece. Las pequeñas calles muy cuidadas y el ambiente de los lagos es precioso.


Pronto llegamos al Puente del Lingote de Plata que separa el lago Qianhai al sur del Houhai al norte.
Aqui nos juntamos todos. Aqui nos fotografiamos todos. Aguas, barquitos y la blanca barandilla tienen mucha fotogenia.


Andamos un buen rato por calles solitarias del Hutong que está al lado oeste de los lagos. Otra vez las casas bajas, grises, simples y ordenadas. Y con el toque de rojo. Entrañable Beijing.



Nuestra intención era visitar la Mansión del Príncipe Kong y andamos en esta dirección cuando, de repente las calles solitarias se llenan en una gran multitud de visitantes con la misma intención que han venido por la calle principal. Mucha, mucha gente. Tanta gente que debo confesar que esta vez nuestra visita se quedó en el intento. Entrar si que entramos. Y tambien pudimos intuir ( más que ver ) las delicadezas de la Mansión. Pero nos sentimos incapaces de disfrutar minimamente de la visita perdidos entre la multitud. Ni siquiera fui capaz de tomar una sola fotografía !!!.
Asi que aceptamos la derrota. La tarde de un domingo de agosto ha ganado la partida.
Volvemos a las idílicas orillas del lago Qianhai. Aqui hay espacio para todos y nos relajamos un rato con las preciosas imágenes.



La luz de la tarde ya se va apagando. La zona de tiendas y restaurantes está cada vez más animada. Pero nosotros ya tenemos bastante y decidimos volver a nuestro barrio. Otra vez el metro en Shichahai hasta coger el circular que nos devuelve a Qianmen.
Y la Torre de la Flecha y la impecable Qianmen y nuestra querida Dazhalan que ya luce sus fanalitos rojos.

Hoy andamos hacia el oeste donde la calle se vuelve más popular y entrañable.
Acabamos el dia aqui en un restaurante muy tranquilo y bien atendidos por la servicial camarera que nos aconseja buenos platos. Un gran guiso de setas.


Y sin grandes emociones ni contratiempos regresamos tranquilos a nuestra habitación del King´s Joy a descansar de nuestro domingo en Beijing.