LLegamos a Sydney un sábado a última hora. En el aeropuerto compramos las dos SIM de Lebara que usaríamos durante el viaje, y también compramos las tarjetas Opal para usar el transporte público de la ciudad. Para llegar desde el aeropuerto hasta el centro hay varias opciones: desde taxis (lo más caro) o Uber hasta tren o bus (lo más barato). Lo que más nos convenía a nosotros era coger el tren, ya que el hotel estaba justo al lado de la estación de Kings Cross. El tren es bastante barato ($3.61 en hora punta, $2.52 en horario normal), pero la estación del aeropuerto lleva un recargo de $14.87, con lo que el billete al centro se nos quedaba en $17.39 si pagábamos con Opal. La Opal es una tarjeta contactless que puedes usar en toda la red de transporte público, incluidos los ferries. La tarjeta en sí no cuesta nada, simplemente se paga por el dinero que le metas. En la ciudad la recarga mínima son $20, si la registras a tu nombre la puedes recargar online por $10, y en el aeropuerto la recarga mínima es de $35. Es un sistema bastante curioso, que tiene límites diarios y semanales: $16.10 gasto máximo diario, $50 gasto máximo semanal, y lo más interesante, $2.80 gasto máximo los domingos (con lo que compensa usar mucho el transporte público ese día). Es un sistema pensado para locales y turistas por igual, pero cuanto más se usa más partido se le saca. Hay que tener en cuenta que el saldo no utilizado no se puede reclamar (a no ser que tengas una cuenta bancaria australiana). También hay opción de usar tarjetas de débito/crédito contactless en lugar de la Opal, y en teoría te aplican las mismas tarifas y límites de gasto, con lo cual puede ser buena opción para evitar que nos quede saldo sin usar. Aquí tenéis toda la info sobre la tarjeta.
Nosotros habíamos echado cuentas de más o menos cuánto íbamos a gastar en transporte público (aquí) y sabíamos que con ir y volver al aeropuerto en tren ya nos compensaba pagar los $35 de recarga mínima, así que cogimos un par de Opal (importante: una tarjeta por persona, no se puede compartir la tarjeta!) y metimos $35 en cada una. En poco más de 20 minutos y después de un traslado en Central, nos plantamos en Kings Cross y en nuestro hotel. Era tarde y estábamos cansados, así que esa noche salimos a cenar algo cerca del hotel ($31 en una taquería) y a comprar algo para desayunar en el hotel en un supermercado cercano, y nos fuimos a dormir. Teníamos tres días enteros por delante para disfrutar de Sydney!
Sydney: Día 1
Habíamos intentado planear la estancia en Sydney al milímetro para aprovechar el tiempo al máximo. Además, antes de ir habíamos reservado un par de actividades en bookme con un descuento interesante: Great Opera Hits en la famosa ópera de la ciudad por $39 por persona, y un tour de avistamiento de ballenas de 4 horas por $39 que incluía comida buffet en el barco y nos serviría también como “harbour cruise”. Finales de octubre es bastante tarde en la temporada de ballenas, que en ese momento están terminando su migración de vuelta a la Antártida, pero cabía la posibilidad de ver alguna cría y por ese precio decidimos arriesgarnos. Como estas dos actividades tenían día y hora fijas, organizamos el resto de visitas a su alrededor.
El primer día empezamos prontito y nos dirigimos andado desde el hotel al Jardín Botánico, una joya de parque en pleno centro de la ciudad, enorme, y que además es la institución científica más antigua de Australia (se inauguró en 1816). Y tiene el plus de tener una de las mejores vistas de la ópera y el Harbour Bridge desde Mrs Macquarie's Chair. Eso sí, para evitar buses llenos de turistas (generalmente chinos), lo mejor es ir a primera hora. Nosotros salimos del hotel a las 8 y a y media estábamos ya haciendo fotos como locos. No había casi nadie cuando llegamos, pero en el poco rato que estuvimos allí ya vimos llegar los primeros autobuses…
Vistas desde Mrs Macquarie's Chair, Royal Botanic Gardens
Además de las vistas, los jardines tienen otros muchos puntos de interés y merece la pena dar un paseo por ellos o ir a hacer un picnic en el césped, ya que incluso hay carteles animándote a pisarlo y explorar los jardines. Vimos nuestros primeros ibis, que son casi una plaga en la ciudad porque se dedican a robar comida y rebuscar en la basura, pero aun así son curiosos de ver. Nos acercamos a ver Government House, la residencia oficial del Gobernador de New South Wales. Y había una exposición temporal de esculturas de koalas distribuidos por el parque, cada uno diseñado por un artista distinto. Nos bajamos la app del parque, que está muy bien para hacer recorridos autoguiados, y nos dedicamos a “cazar” koalas durante un rato.
Royal Botanic Garden
Salimos del jardín y bajamos Macquaire Street pasando por la biblioteca y el parlamento de NSW, y nos metimos por Martin Place buscando un cajero donde poder sacar algo de efectivo. Sabíamos que los cajeros del National Australian Bank (NAB) no cobraban comisión, así que buscamos uno en google y efectivamente pudimos sacar $100 con la Revolut sin pagar comisión de ningún tipo.
A las 10:30 estábamos en la placita del ayuntamiento (Sydney Town Hall) para empezar el free tour que sale desde allí todos los días. Hemos hecho free tours en varias ciudades de Europa y nos parecen una buena toma de contacto con la ciudad, con el añadido de contar con una persona local que puede responder preguntas y dar consejos. El de Sydney duró unas tres horas y nos llevó desde el Town Hall y St Andrew’s Cathedral hasta Dawes Point (just bajo el puente), pasando por el Queen Victoria Building, Pitt Street, Hyde Park y Archibald Fountain, St Mary’s Cathedral, Hyde Park Barracks, St James Church, Rum Hospital (aunque no mencionó ni paró en Il Porcellino, no sé por qué), Martin Place, George Street, un par de callejones con arte urbano y “bares secretos”, Customs House, Circular Quay, y The Rocks. El grupo no era demasiado grande, y como siempre pasa en estas cosas, terminamos muchos menos de los que empezamos ya que hay mucho listo que se escaquea al final para ahorrarse la propina. La chica era muy maja, había vivido siempre en Sydney y hacía estos tours mientras estudiaba para sacarse unos duros. Obviamente se ven las cosas desde fuera o de lejos (excepto en Customs House, que entramos a ver la maqueta de la ciudad que hay en el suelo) y es simplemente una idea general de la ciudad y su historia, y luego ya si hay algo que te interesa especialmente puedes dedicarle tú más tiempo. Estuvo bien, tampoco me pareció imprescindible ni que te enseñen sitios que no puedas ver tú si te lo curras un poco, pero si se tiene tiempo no es mala opción para pasar unas horas.
Sydney Free Tour
Cuando terminamos el tour ya era la hora de comer y teníamos bastante hambre. En la zona de The Rocks, al ser domingo, estaba montado el mercado que tienen allí los fines de semana. Dimos una vuelta rápida y llegamos al final de la calle del mercado, donde están los food trucks, y comimos allí sentados bajo en Harbour Bridge ($33).
Desde allí subimos las escaleras que nos llevaban a Cumberland Street, y anduvimos por esta calle paralelos al Harbour Bridge hasta llegar a las escaleras que dan acceso al mismo. Los coches tienen que pagar peaje para cruzarlo, pero los peatones no, y merece la pena el paseo de algo más de 1km para llegar al otro lado. Las vistas del Sydney Harbour son increíbles, y además se puede subir a uno de los pilones que tiene un mirador arriba y un pequeño museo sobre la construcción de la estructura en su interior. La entrada al Pylon Lookout son $19 por persona, que aunque caro, es infinitamente más barato que el famoso BridgeClimb. Me hubiera encantado hacer el recorrido andando por el arco del puente pero me parece ridículamente caro, así que nos conformamos con la vista desde el pilón. Las vistas están bien y el museo es curioso, pero $19 me parece bastante carete para lo que es.
Vistas desde el Harbour Bridge y el Pylon Lookout
Circular Quay desde Milsons Point
Una vez en el otro lado del puente (Milsons Point) y después de asomarnos a ver el pequeño parque de atracciones Luna Park, había varias formas de volver a Circular Quay: andando, en metro, o en ferry. Dado que era domingo y era el día que más barato nos saldría el ferry gracias al límite de gasto en la Opal ese día, decidimos coger el ferry, que en 5 minutos nos dejó en Circular Quay. Mi plan B era coger el ferry hasta Darling Harbour y desde allí andar hasta la ópera, donde teníamos que estar antes de las 5 para nuestra función. Pero se nos había hecho un poco tarde y no nos iba a dar tiempo, así que nos fuimos directamente a Circular Quay.
No íbamos vestidos realmente para ir a la ópera, y menos después del día tan intenso de andar que llevábamos encima, pero por fortuna son bastante flexibles (o por lo menos en esa función), y aunque había gente muy arreglada, nosotros no éramos los únicos con ropa poco apropiada. La función duró algo más de hora y media y nos gustó. Tampoco os penséis que es algo que hagamos a menudo, pero cuando vimos las entradas en bookme nos pareció una buena forma de visitar el edificio por dentro y hacer algo distinto.
Opera sunset
Al salir ya se estaba empezando a poner el sol, y teníamos que decidir dónde cenar. Después de darle varias vueltas, decidimos coger el metro para ir hacia la zona de Koreatown / Chinatown, donde cenamos estupendamente en un japonés en George Stret ($32). Como el metro no nos costaba ya nada ese día y estábamos muy cansados (35000 pasos me decía el fitbit ese día!), lo cogimos para volver al hotel, con una breve parada en Circular Quay para ver el paisaje nocturno desde la propia estación:
Harbour Bridge y Luna Park
Sydney: Día 2
En realidad este fue el tercer día en la ciudad, porque el segundo día fuimos a las Blue Mountains, pero lo separaré en otra etapa. El martes amanecimos pronto de nuevo, y después de devolver el coche de alquiler en la oficina de Sixt de William Street, fuimos andando desde allí hacia el centro. Paramos en Hyde Park para verlo con un poco más de calma que durante el free tour. Nos acercamos a ver el Anzac Memorial, dedicado a los soldados caídos durante la primera guerra mundial, y desde allí cruzamos para ver St Mary’s Cathedral por fuera y por dentro.
St Mary’s Cathedral
Desde aquí fuimos andando hasta el Sydney Observatory, situado en una colina junto al Harbour Bridge. No entramos al observatorio porque estaba cerrado (abren a las 10), pero pudimos apreciar The Rocks y el puente desde un nuevo punto de vista. Como veis, tanto el puente como la ópera dominan completamente cualquier visita a la ciudad!
The Rocks y Harbour Bridge desde el observatorio
El observatorio marca el comienzo del barrio de The Rocks, la zona más antigua de la ciudad y lugar del primer asentamiento de los colonos ingleses allá por 1788. Tiene edificios y calles singulares y con valor histórico (Cadmans Cottage, Susannah Place, Suez Lane y Nurse’s Walk, Foundation Park), bares famosos (como el Australian Hotel, famoso por sus pizzas de canguro y emu) y algún museo (Rocks Discovery Museum). Pero primero nos acercamos a Bangaroo Reserve, un pequeño parque en el extremo oeste de The Rocks perfecto para pasear, correr o montar en bici. Desde allí fuimos callejeando hasta llegar a Foundation Park, los restos de 8 casas construidas en la década de 1870 que posteriormente fueron preservadas como una especie de museo al aire libre un siglo después:
Foundation Park
Paramos en The Rocks Square para hacer un bien merecido brunch en una de las cafeterías ($33) y desde allí fuimos al Rocks Discovery Museum, un pequeño museo gratuito con la historia de The Rocks y montones de información interesante donde puedes tirarte un buen rato.
The Rocks
Para terminar con nuestra visita a The Rocks pasamos por Suez Lane y la calle de las enfermeras. Suez Lane (o Suez Canal) es un diminuto callejón que une George Street con Nurse’s Walk. Es tan pequeñito que si no lo vas buscando seguramente no lo veas, y se va estrechando al acercarse a George Street hasta medir menos de un metro de ancho. Cuando llovía, el agua bajaba con fuerza por él, y el nombre, además de hacer referencia al “otro” canal de Suez, es un juego de palabras con “sewers” (alcantarilla). Nurse’s Walk se creó en 1979 en homenaje a las enfermeras que trabajaron en esta zona entre 1788 y 1816 y hay varias placas informativas, aunque hoy en día lo único que se puede hacer en esta callejuela es comprar pues está llena de tiendas.
A las 12 teníamos que estar en el otro extremo de Circular Quay para nuestro Whale Watching Tour. A esa hora había muchísima gente por la zona, porque además hacía un día espectacular, y de hecho el tour iba lleno pero el barco era pequeño y no nos dio la sensación de ir masificado. El guía/oteador era un tipo muy majo, australiano de pura cepa, y con muchísima experiencia. Nos habló del puerto, de la historia de los tours y de la historia ballenera de Sydney antes de que llegara la concienciación ambiental y el respeto a las ballenas, de las ballenas y demás animales que suelen ver en sus tours como delfines y orcas… La comida era buffet y nos recomendaron comer antes de llegar a mar abierto. No era espectacular pero estaba bastante aceptable. Sydney es buen sitio para hacer avistamiento de ballenas (en su mayoría jorobadas, aunque alguna franca austral también se deja ver de vez en cuando) porque tiene un canal muy profundo que discurre a relativa poca distancia de la costa que las ballenas usan en su migración hacia el norte para dar a luz (entre abril y agosto) y de vuelta hacia la Antártida con las crías (entre agosto y noviembre). En la migración hacia el norte se ayudan de la Inshore Northern current, que pasa a menos de 6 km de la costa, y en esta época se pueden llegar a ver las ballenas desde tierra (y a veces incluso llegan a entrar a la bahía de Sydney). En la migración hacia el sur, en cambio, usan la East Australian current (¿os acordáis de la “superautopista” de Buscando a Nemo?), que está más alejada de la costa, pero si son madres con crías sí suelen acercarse a la costa buscando aguas más resguardadas y además nadan más lento. Tuvimos suerte y pese a ser casi final de temporada vimos varios grupos, ninguno con crías pequeñas pero sí algún juvenil. Además estaban muy activas, con mucho tail slapping / lobtailing (la ballena se pone casi en vertical, mirando hacia abajo y con la cola fuera del agua, moviéndola de arriba abajo y golpeando el agua con ella; lo hacían boca arriba y boca abajo!) y tail throwing / peduncle throwing (un comportamiento único en las jorobadas, en el que la ballena usa la inercia que lleva para sacar la parte final de la cola del agua y golpear la superficie). Aquí lo tenéis mucho mejor explicado. El guía, que iba subido a la parte de arriba del barco y tenía mejor visibilidad que nosotros desde cubierta, llevaba buen equipo y pudo hacer muy buenas fotos, si alguien tiene especial curiosidad las puede ver en el Facebook de la empresa buscando el álbum del 29 de octubre de 2019. Es un detalle que suban las fotos de forma gratuita para quienes no pudieron hacer fotos propias.
Whale watching en Sydney y la bahía vista desde el barco
El tour nos encantó, obviamente. Ya habíamos visto ballenas en muchos otros sitios pero no nos cansamos! A las 4.30 estábamos de vuelta en Circular Quay y cogimos el metro hasta Bondi Junction, donde empalmamos con el bus que nos llevaría a nuestro último destino en Sydney: la famosa Bondi Beach. No podíamos irnos sin visitar la playa más famosa de la ciudad, y yo quería hacer el Bondi to Coogee walk, un paseo costero de 6 km entre estos dos barrios con unas vistas maravillosas. Coincidía que esos días estaba allí el Sculptures by the Sea, una exposición gratuita de esculturas colocadas a lo largo de los 2 primeros km del paseo que se celebra todos los años. Había bastante gente, como era de esperar, pero lo disfrutamos muchísimo. Tardamos 1h 45m, y se nos hacía ya casi de noche cuando llegamos a Coogee (estaba medido!). La verdad es que la mejor parte de la ruta es entre Bondi y Bronte, y quizás deberíamos haber terminado allí, pero es posible que de día nos hubiera gustado más la última parte. Por el camino, además de las esculturas, se ven acantilados, calas, playas y hasta un cementerio. Un paseo genial para dar por terminada nuestra visita a Sydney.
Bondi Beach y Sculptures by the sea
Desde Coogee cogimos un bus que nos llevó de nuevo a Bondi Junction y desde allí el metro hasta el hotel. Cenamos en un tailandés que había allí mismo ($34) y nos fuimos a dormir. Estábamos muertos! Al día siguiente cogimos de nuevo el metro para ir al aeropuerto (después de recargar otros $20 cada uno en la Opal en la propia estación), y pusimos rumbo al Red Center