4 de septiembre. Día de trámite hasta nuestro nuevo alojamiento en el desierto del Namib. Más de 450 km y muchas horas de carretera por delante.
La primera parte del trayecto nos obligaba a retroceder hasta la población de Aus para luego enfilar hacia el norte y finalmente hacia el oeste, ya en el desierto.
Pasado Aus, paramos en una granja para tomar algo. Se supone que destacaba el apfelstrudel, tal y como informaba en algún letrero con el típico mensaje del “apfelstrudel más bueno de Namibia” o algo así. Personalmente me pareció el más malo que he probado nunca. La manzana estaba casi hecha puré y parecía tener (o me lo recordó) más sabor a manzana asada que a otra cosa. ¡Puaj!.

A partir de Aus también comenzó la pesadilla de carretera por su ausencia de asfalto. Tierra y grava todo el rato, lo que significaba saltos y más saltos dentro del autobús. El paisaje era desértico, pero no de tipo dunas, sino con escasa vegetación, de tipo matorral y pocos árboles.


La carretera era de lo más solitaria. En los más de 300 km que hicimos por aquí, creo que sólo nos encontramos con un coche. Para que tengas una avería. A mí me daría algo si se me rompe el coche en un lugar tan aislado y solitario. Hicimos una nueva parada de unos 10 minutos para estirar las piernas y hacer unas fotos y se acabó.

Fue el día más largo de carretera en el que menos cosas hicimos, o sea puro trámite. Menos mal que esto se vería compensado con el safari de 2 horas que podíamos hacer esa tarde en el nuevo alojamiento. Cuando llegamos y preguntó el guía, le dijeron que para esa tarde ya estaba completo el safari y que en todo caso tenía que ser al día siguiente. ¡Mi gozo en un pozo!
Por cierto, el nuevo alojamiento en el que íbamos a estar dos noches era el Elegant Desert Lodge.
www.elegant-desert-lodge.com/
Situado en el desierto del Namib, o en una zona próxima (no estoy del todo seguro), está a una media hora de distancia de la entrada al Parque Nacional Namib-Naukluft. La zona es de paisaje semidesértico y le vi la gracia de que por allí campaban a sus anchas las gacelas órices. Desde el ventanal de mi cabaña observé una manada que estaba comiendo.

La decoración de la cabaña era rústica y dentro de su sencillez, estaba fenomenal. La cama también contaba con mosquitera.


Por lo menos, ya que no tuve suerte con el safari esa tarde, sí la tuve con que coincidiera nuestra llegada con la hora del té. Sirvieron una tarta o bizcocho que estaba buenísimo. Me comí 2 ó 3 trozos, pero me podía haber zampado unos cuantos más. ¡Qué rica!.


Pasé la tarde leyendo hasta la hora de la cena, que fue sobre las 19:00. Ese día se habían incorporado 3 personas más al grupo (ya éramos 15) y las tres de habla alemana, jaja. Menos mal que una de ellas resultó ser chilena residente en Alemania y hablaba español. La cena fue de tipo menú y no estuvo mal.
Después de cenar me fui a dormir. Al día siguiente había que madrugar bastante para llegar a la entrada del Parque Nacional Namib-Naukluft antes de que abriesen. Sin desmerecer nada de lo que había visto durante el viaje hasta el momento, éste era para mí mi primer día importante: conocer Sossusvlei y Deadvlei.
