Recorrido del cuarto día, de Glencoe a la isla de Skye
Hoy íbamos a conocer el auténtico verano escocés. Al descorrer las cortinas de la habitación de nuestro B&B en el pueblo de Glencoe vimos que el día pintaba mal, muy mal: nubes bajas, lluvia y frío. Tras dar buena cuenta del desayuno y despedirnos de Helen, vimos que la mañana no mejoraba. Nos armamos de valor y cogimos el coche para dirigirnos a Glencoe, el valle (‘glen’) más famoso de todas las Highlands. La carretera A82 recorre todo el valle, desde el pueblo del mismo nombre (donde nos habíamos alojado) hasta el solitario Kings House Hotel y la montaña piramidal Buachaille Etive Mor, los últimos puntos de interés turístico, a menos que se quiera subir a esquiar hasta el Glencoe Mountain Resort.
Recomiendo echar un vistazo a este completo post del blog MasEdimburgo para planificar los sitios a visitar en el valle.
masedimburgo.com/ ...e-escocia/
Nuestra idea inicial era hacer a primera hora la ruta de trekking del Lost Valley. Lo mejor es llegar pronto para aparcar en el parking de las Tres Hermanas e iniciar la ruta desde allí.
Más información sobre la ruta en estos dos links:
www.walkhighlands.co.uk/ ...lley.shtml
madaboutravel.com/ ...e-glencoe/
Y aquí un listado de las numerosas rutas de trekking que se pueden hacer en Glencoe
www.walkhighlands.co.uk/ ...ncoe.shtml
La del Lost Valley es una caminata de unas 3 horas que esconde historias de ladrones de ganado, masacres y fantasmas. Miembros del clan MacDonald fueron aquí ‘cazados’ por tropas inglesas en 1692.
La ruta debe ser muy chula pero nos quedamos con ganas de hacerla. Cada vez llovía más y la niebla hacía imposible ver nada. Una pena.
Así se veía la montaña piramidal Buachaille Etive... Y la cosa no mejoró...
Era el primer plan que teníamos que cancelar por el mal tiempo; así que decidimos seguir recorriendo la A82 e ir parando en los lugares que llevábamos marcados:
- Las vistas del Loch Achtriochtan
- Bidean nam Bian y la vista de las Tres hermanas de Glencoe, las montañas más famosas el valle.
- Las cascadas de Three Waters
- La montaña piramidal Buachaille Etive Mòr
Aquí pensábamos que a lo mejor se despajaba el día... pero no...
Ninguno de ellos, la verdad, pudimos verlo adecuadamente. En alguna ocasión no nos atrevimos ni a bajar del coche debido a la que estaba cayendo…
Vista de las Tres hermanas... ¿Alguien distingue algo? Una pena...
Descartamos también por el mal tiempo desviarnos hacia el valle de Glen Etive, una zona cercana a Glencoe, y pusimos rumbo hacia uno de los pocos planes ‘bajo techo’ que se pueden hacer en el valle: ver el Visitor Centre de Glencoe, un lugar que te puedes saltar si hace bueno, pero que nos sirvió para entrar en calor y hacer alguna compra rápida. Hay una sala con un vídeo sobre el valle, una exposición fotográfica sobre montañismo y rescates de montaña, un bonito mapa en relieve del valle y, para terminar, una tienda muy amplia. Además hay cafetería y baños.
Nos sobraba tiempo y decidimos pasarnos por el Clachaig Inn, uno de los pub históricos más famosos de las Highlands. El sitio es bonito, muy acogedor, pero a las 11 de la mañana apenas había ambiente y no paramos a tomar nada.
Y de allí nos fuimos hacia Kinlochleven con la esperanza de que mejorara el tiempo. Nuestro objetivo era ver las cascadas Grey Mares. Dejamos el coche en un pequeño parking junto a la iglesia St Paul’s Church. Desde ahí a las cascadas hay un paseo de unos 20 minutos. Por suerte dejó de llover y pudimos hacer sin problemas la pequeña ruta. Al ser tan malo el día, lo bueno es que no había nadie haciendo el camino, todo un lujo en una zona turística como esta. El paseo recorre un bonito bosque, que se va haciendo más espeso según te acercas las cascadas.
Antes de llegar hay un mirador. Las cascadas llevaban mucha agua y no era posible acercarse mucho sin empaparse.
Grey Mares es una opción que está bien si tienes tiempo en este zona pero no son gran cosa. De todos modos, se ven rápido y el camino es agradable.
Cascadas de Grey Mares bajo la lluvia
Volvimos al parking, otra vez con lluvia, y cogimos el coche para ir hacia el Loch Leven, el lago que da nombre al pueblo de Kinlochleven. La verdad es que en Escocia es difícil definir qué es un loch. Lo usan para todo. Desde un lago propiamente dicho, a un fiordo (aquí también usan firth), un estuario, una bahía, un brazo de mar… En fin, una palabra comodín para toda masa de agua que te acostumbras a leer por todos lados.
Desde Kinlochleven, y una vez hechas las paradas fotográficas de rigor junto al lago, enfilamos hacia Fort William. La carretera B863 junto al lago es preciosa. Estrecha, sinuosa y con pequeñas playas que son una delicia. En el lago hay una islita que es de lo más pintoresca.
Isla en el Loch Leven
A priori no teníamos previsto parar en Fort William, la llamada ‘capital de las actividades al aire libre del Reino Unido’ pero íbamos bien de tiempo y aparcamos en un parking (el Middle Street Short Stay Car Park, de pago) cercano al centro. Dimos una vuelta por la calle principal, llena de tiendas de deportes y montaña. La ciudad no es bonita pero tiene mucha vida y está ubicada en un lugar privilegiado junto al Loch Linnhe y el Loch Eli. Es fácil llegar aquí en tren desde las ciudades del sur y mucha gente se aloja en la ciudad como base para visitar el Ben Nevis, la montaña más alta de Reino Unido con 1.345 m., un lugar muy apreciado por los escaladores.
Aprovechamos un nuevo chaparrón para buscar refugio en el West Highland Museum (entrada gratis), una de las pocas atracciones de la ciudad. El edificio es curioso, un palacete de dos pisos que alberga una variopinta exposición sobre historia escocesa, centrada especialmente en el Alzamiento Jacobita de 1745, que lideró el príncipe Carlos (Bonnie Prince Charlie), y la funesta batalla de Culloden de 1746, que acabó con la cultura de los clanes escoceses. Hay cosas interesantes en el museo, como la parte dedicada a los Comandos, una fuerza de élite británica de la II Guerra Mundial que tuvo su base en Achnacarry, una localidad cercana a Fort William. En el centro de la ciudad hay una estatua dedicada a estos soldados, especializados en misiones de sabotaje tras las líneas enemigas. Hay también en el museo arpas y gaitas históricas que merecen un vistazo.
Entrada del West Highland Museum
Después de comer algo rápido, salimos de Fort William hacia Glenfinnan, otra ubicación destacada en la historia escocesa por ser el lugar de desembarco del citado Bonnie Prince Charlie. Dos son las atracciones de este lugar: el famoso viaducto de Harry Potter, con su tren humeante, y el monumento a los Jacobitas. Aquí tenéis algo de historia sobre las Jacobitas y sus sucesivos levantamientos contra los ingleses www.visitscotland.com/ ...jacobites/
No somos seguidores de Harry Potter, así que toda la mística relacionada con el viaducto, su tren y demás no nos atraía. El viaducto en sí es bonito aunque no coincidimos con la llegada del tren (no estaba en nuestro planes tampoco…). Hay diferentes miradores para contemplar el paso del tren pero no nos acercamos.
Viaducto en Glenfinnan
De lo que sí disfrutamos, más allá del monumento en forma de columna coronada por una estatua del Joven Pretendiente y la trágica historia jacobita de 1745, fue de su espectacular localización a orillas del Loch Shiel. Merece la pena hacer una corta subida hasta un mirador. El sendero parte desde el Centro de Visitantes. Son apenas 5 minutos y las vistas recompensan.
Panorámica desde el mirador
Tras un buen rato en el mirador nos acercamos a los pies del monumento y las orillas del lago. Se pueden hacer paseos en barco por el Loch Shiel.
Monumento al Alzamiento jacobita de 1745
Por lo demás, solo decir que es complicado aparcar en Glenfinnan si llegas en un momento cercano al paso del tren. Los parkings están llenos y toca irse lejos a dejar el coche en alguna cuneta o arcén. Por suerte pudimos dejar el coche en el parking principal (de pago), ya que el tren había pasado hacía un rato.
Tras una breve visita al centro de visitantes pusimos rumbo a Mallaig, donde nos esperaba el ferry a la isla de Skye.
Este tramo de carretera por la A830 es precioso. Te dan ganas de parar en cada mirador, en cada vista del Loch Eilt.
Teníamos en la lista de lugares para visitar las playas de Morar, ya muy cerca de Mallaig, pero no dio tiempo a parar. Teníamos el ferry e las 18.10 y no queríamos llegar justos de tiempo.
Vistas cerca de Morar
Como ya mencioné al principio, este ferry de Mallaig a Armadale es de los que hay que llevar reservados con antelación, especialmente si quiere coger último del día, como era nuestro caso.
El puerto de Mallaig no es grande pero su actividad es intensa. Se trata de la principal puerta de entrada a Skye en ferry. El otro acceso más común es el puente que une la isla con el ‘continente’ en Kyle of Lochalsh. Ese sería nuestro punto de salida de Skye en unos días.
El viaje de 45 minustos en ferry transcurrió sin novedad. Estaba algo nublado y las vistas no fueron gran cosa.
¡Y por fin llegamos a Skye! Nada más desembarcar en Armadale enfilamos directamente hacia Broadford. Eran ya las 7 y no queríamos llegar muy tarde a cenar. En el trayecto por la carretera A851 hay bonitas vistas de las montañas Cuillin. Esta carretera es normal, no es un constante 'passing place', como las carreteras de Mull. Aquí os dejo un precioso tema del violinista Alasdair Fraser (‘The Other Side of Sorrow‘) dedicado a las montañas Cuillin, con un poema de Sorley Maclean al inicio sobre las dificultades que suponía vivir en estas remotas zonas de Escocia. Es sobrecogedor y bello.
En poco más de media hora llegamos a nuestro alojamiento a las afueras de Broadford, The Skye Picture House, situado a menos de 10 minutos en coche del pueblo. En breve os daré más detalles. Solo decir ahora que todavía hoy seguimos recordando las preciosas vistas desde esa habitación… ¡La mejor del viaje, sin duda!
Dejamos las maletas en el B&B y volvimos a Broadford a cenar. Esta es la segunda población más grande de la isla de Skye tras la capital, Portree. Broadford es una sucesión un tanto dispersa de casas, pequeños edificios y demás que cuenta con todo lo básico: gasolinera, supermercado y un puñado de restaurantes. Para esta primera cena elegimos el Café Sia, que abría hasta más tarde de lo habitual. Y la verdad es que nos sorprendió para bien. Es el típico café con un poco de todo, con las pizzas de horno de leña como plato destacado. Y tiene bien ganada la fama y la estrella con la que viene recomendado este sitio en la Lonely Planet: pizzas ricas ricas con ingredientes de calidad. Tomamos un par, una vegetariana y otra con carne, y chapó para ambas. Y pudimos probar también la cerveza artesanal Skye Red, cara pero muy buena. La cena para dos fueron 30£, muy bien precio para lo rico que estaba todo.
Cerveza artesana local de Skye
Alojamiento
Y ahora sí, algo más de información sobre The Skye Picture House, donde pasaríamos dos noches.
La casa está al borde del mar. Un lugar inmejorable
Comencé a mirar alojamientos en Skye a principios de abril y la verdad es que costó encontrar uno que nos convenciera. Fui mirando distintos B&B a través de la web www.isleofskye.com y mandando emails directamente a los alojamientos. Muchos contestaban que estaban ya llenos (y faltaban 4 meses!!) y otros eran caros. Desde The Skye Picture House nos respondieron diciendo que tenían una habitación libre, pero era la más cara de la casa (90£). Nos decidimos por las buenas críticas y las bonitas fotos de la casa, de tipo canadiense, ubicada en la costa este de Skye; ¡y no nos equivocamos!
La habitación, en la planta superior de la casa, tiene unas magníficas vistas del mar, con un doble ventanal junto a la cama y otro ventanal en uno de los laterales. Era como estar en un barco, en un camarote exterior… El lugar donde está la casa es idílico, con una zona de playa rocosa frente a la casa que te permite pasear frente al mar. Aquí la costa de Skye forma un estrecho brazo al estar frente a la casa la isla de Scalpay. Dicen que se ven nutrias pero no tuvimos suerte. Lo que sí vimos fue este espectacular arcoíris.
Vista desde la habitación
Mención especial para Sarah, la dueña de la casa, una señora verdaderamente encantadora, amable, campechana y atenta. A su marido Stuart casi ni le vimos en nuestra estancia. Y es obligado también hablar del desayuno: todo productos caseros y de calidad. ¡En fin, un sitio para volver y recomendar!