Nos ha sorprendido que la mayoría de los pueblos mantienen la misma estética de paredes blancas salpicadas de roca en sus esquinas. Por lo que observamos, las puertas y ventanas siempre son verdes, salvo en los pueblos costeros en los que son azules.
TEGUISE
La antigua capital de la isla se encuentra situada en el interior de ella. Tuvimos un paseo agradable recorriendo sus calles rectas de casas llenas de historia. Lo ideal sería caminar por este pueblo un domingo, cuando sus calles se llenan de puestos de artesanía, pero nuestro viaje era de lunes a sábado, por lo que no pudimos hacerlo.

Aún así hay muchas tiendas con productos hechos a mano y otros tantos típicos de la zona por las que ver artesanía de la zona.
HARÍA
El pueblo de las palmeras fue uno de nuestros favoritos. Desde el mirador de los Helechos tenemos una gran panorámica, y se aprecia el gran palmeral que surge en las cercanías de los pueblos de Haría y Máguez dominamos por el gran volcán de la corona. Recorrimos solamente el centro del pueblo y en apenas cuatro calles encontramos rincones muy pintorescos.
Nosotros no veníamos en busca de la casa de César Manrique sino del Mercado de Abastos, en el que puedes comprar productos en la pescadería o carnicería y allí mismo te lo cocinan. Nos comimos un calamar a la plancha de escándalo.
YAIZA
Es la puerta de entrada al parque nacional del Timanfaya cuando se accede desde el sur, y un lugar por el que se pasa muchas veces en dirección a la costa, si no que se lo pregunten a Chungking. Tengo que reconocer que me hizo ilusión encontrarme con la rotonda de los camellos.
En Yaiza visitamos el Museo del Aloe Lanzarote Plus, donde asistimos a una charla, casi una ponencia, en las virtudes del aloe. Una vez convertidos al Aloeismo, compramos botes y cremas de todos los colores. Estuvo interesante.
Llegamos a la hora de comer y decidimos parar en el Bar Stop, que se encuentra en la plaza de la bonita Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.
La parada en el bar fue un acierto total, un lugar con sabor a los bares de pueblo que ya no quedan, con camareros recios, clientes fijos que están abonados a la esquina de la barra, y como decoración un reloj de propaganda de Winston que ya ni marca la hora. Comimos garbanzos, qué íbamos a pedir si allí todo el mundo comía garbanzos, pero estaban buenísimos.
LA GERIA
Aquí terminamos nuestros días por la isla, más que un pueblo lo consideraría una región en la que los valles se llena de parras, viñedos y bodegas en las que ir catando los vinos del terreno. Nosotros realizamos parte de una ruta que comienza en las Bodegas la Geria, hicimos algunas fotos por los alrededores y después probamos unos vinos en las Bodegas el Rubicón.
Con el coche os recomiendo desviaros de vez en cuando de la carretera principal y conducir despacio para disfrutar de toda la comarca. Es una zona para recorrerla sin prisas y con alguien al volante que no beba.
También visitamos otros muchos pueblos, la mayoría de paso o para comer. Nos gustó mucho Órzola, desde donde tomamos el ferry que va a la Graciosa. El Golfo también nos dejó buen sabor de boca, allí nos tomamos un par de cervezas frente al mar tras visitar el Charco de los Clicos y continuamos recorriendo toda la zona de los hervideros.
El último día pasamos por Puerto del Carmen y nos sirvió para confirmar que hicimos bien dejándolo a un lado, aquello no es más que el típico pueblo guiri que se puede encontrar en muchas otras costas españolas y que es mejor evitar. Vistamos también Arrecife, el Charco de San Ginés nos pareció un lugar con mucho encanto para pasar la noche cenando en alguno de sus bares y después tomarse una copa.
TEGUISE
La antigua capital de la isla se encuentra situada en el interior de ella. Tuvimos un paseo agradable recorriendo sus calles rectas de casas llenas de historia. Lo ideal sería caminar por este pueblo un domingo, cuando sus calles se llenan de puestos de artesanía, pero nuestro viaje era de lunes a sábado, por lo que no pudimos hacerlo.
Aún así hay muchas tiendas con productos hechos a mano y otros tantos típicos de la zona por las que ver artesanía de la zona.
HARÍA
El pueblo de las palmeras fue uno de nuestros favoritos. Desde el mirador de los Helechos tenemos una gran panorámica, y se aprecia el gran palmeral que surge en las cercanías de los pueblos de Haría y Máguez dominamos por el gran volcán de la corona. Recorrimos solamente el centro del pueblo y en apenas cuatro calles encontramos rincones muy pintorescos.
Nosotros no veníamos en busca de la casa de César Manrique sino del Mercado de Abastos, en el que puedes comprar productos en la pescadería o carnicería y allí mismo te lo cocinan. Nos comimos un calamar a la plancha de escándalo.
YAIZA
Es la puerta de entrada al parque nacional del Timanfaya cuando se accede desde el sur, y un lugar por el que se pasa muchas veces en dirección a la costa, si no que se lo pregunten a Chungking. Tengo que reconocer que me hizo ilusión encontrarme con la rotonda de los camellos.
En Yaiza visitamos el Museo del Aloe Lanzarote Plus, donde asistimos a una charla, casi una ponencia, en las virtudes del aloe. Una vez convertidos al Aloeismo, compramos botes y cremas de todos los colores. Estuvo interesante.
Llegamos a la hora de comer y decidimos parar en el Bar Stop, que se encuentra en la plaza de la bonita Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.
La parada en el bar fue un acierto total, un lugar con sabor a los bares de pueblo que ya no quedan, con camareros recios, clientes fijos que están abonados a la esquina de la barra, y como decoración un reloj de propaganda de Winston que ya ni marca la hora. Comimos garbanzos, qué íbamos a pedir si allí todo el mundo comía garbanzos, pero estaban buenísimos.
LA GERIA
Aquí terminamos nuestros días por la isla, más que un pueblo lo consideraría una región en la que los valles se llena de parras, viñedos y bodegas en las que ir catando los vinos del terreno. Nosotros realizamos parte de una ruta que comienza en las Bodegas la Geria, hicimos algunas fotos por los alrededores y después probamos unos vinos en las Bodegas el Rubicón.
Con el coche os recomiendo desviaros de vez en cuando de la carretera principal y conducir despacio para disfrutar de toda la comarca. Es una zona para recorrerla sin prisas y con alguien al volante que no beba.
También visitamos otros muchos pueblos, la mayoría de paso o para comer. Nos gustó mucho Órzola, desde donde tomamos el ferry que va a la Graciosa. El Golfo también nos dejó buen sabor de boca, allí nos tomamos un par de cervezas frente al mar tras visitar el Charco de los Clicos y continuamos recorriendo toda la zona de los hervideros.
El último día pasamos por Puerto del Carmen y nos sirvió para confirmar que hicimos bien dejándolo a un lado, aquello no es más que el típico pueblo guiri que se puede encontrar en muchas otras costas españolas y que es mejor evitar. Vistamos también Arrecife, el Charco de San Ginés nos pareció un lugar con mucho encanto para pasar la noche cenando en alguno de sus bares y después tomarse una copa.