Durante una escapada de dos días para hacer un par de rutas de senderismo por el Parque Natural del Alto Tajo, en la provincia de Guadalajara, busqué alojamiento para una noche en Molina de Aragón, pues nos apetecía conocerlo, ya que la disposición y las torres de su castillo nos llamaron mucho la atención el año pasado, cuando cruzamos la localidad por la carretera N-211, en una etapa preliminar de nuestras vacaciones veraniegas en los Pirineos. Además, nos cuadraba perfectamente con el inicio de una de las caminatas que teníamos previstas, la del Barranco del Santuario de la Virgen de la Hoz, que sale del pueblo de Corduente, a una distancia de solo 9 kilómetros de Molina. Pero eso lo contaré después.
UBICACIÓN DE MOLINA DE ARAGÓN EN EL MAPA PENINSULAR.
Molina de Aragón está a 139 kilómetros de Guadalajara, a 162 de Zaragoza y a 474 de Barcelona.Aunque no fue nuestro caso, ya que procedíamos de otro lugar, citaré como simple referencia el itinerario que se sigue normalmente por carretera para llegar desde Madrid capital, que se encuentra a 197 kilómetros. La duración del viaje en coche está en torno a las dos horas y cuarto, yendo por la A-2 (autovía de Barcelona) hasta la salida 135, en las inmediaciones de Alcolea del Pinar, donde se toma la N-211, que nos conducirá directamente a nuestro destino final. A continuación pongo la captura del recorrido según Google Maps.
ALGUNOS DATOS SOBRE MOLINA DE ARAGÓN.
Situada a 1.065 metros de altitud sobre el nivel del mar, sobre la orilla derecha del río Gallo, y con una población algo inferior a los 4.000 habitantes, Molina de Aragón ostenta el título de ciudad y es cabeza del partido judicial que lleva su nombre, así como centro económico de la Comarca de Molina-Alto Tajo. Su clima, seco y caluroso en verano, se torna muy frío y riguroso en invierno, lo que hace que en muchas ocasiones se convierta en portada de la sección meteorológica de los telediarios por sus bajísimas temperaturas.
La historia de Molina está muy ligada a su castillo, que tiene su origen en un alcázar que levantaron los musulmanes en el siglo X sobre lo que se cree era un antiguo castro celtíbero. En el siglo XI, se convirtió en taifa, gobernada por el rey Abengalbon, legendario amigo del Cid, según rezan algunas estrofas del Cantar. Debido a su situación en un punto estratégico entre Castilla y Aragón, fue objeto de constantes disputas entre árabes y cristianos hasta que en 1128 fue conquistada por el rey aragonés, Alfonso I el Batallador, si bien Ramiro II, su hermano y sucesor, lo cedió a Castilla para su repoblación. Posteriormente, cayó en poder de los almorávides, que lo perdieron definitivamente en 1139 ante Manrique de Lara, quien estableció un Señorío vasallo de Castilla, aunque con amplia autonomía y fuero propio. Durante este periodo, que se prolongó más de siglo y medio, los condes de Lara ampliaron y fortificaron el alcázar, convirtiéndolo en un castillo que adquirió su aspecto definitivo a finales del siglo XIII. De igual modo, todo el Señorío se engrandeció con la edificación de iglesias, fortalezas y conventos. En esta época, adquirió el nombre de Molina de los Caballeros.
Ya en el siglo XIV, fue objeto de nuevas contiendas entre aragoneses y castellanos, yendo de unas manos a otras, y bajo el reinado de Pedro IV de Aragón, pasó a llamarse Molina de Aragón. En 1375 retornó definitivamente a Castilla tras un pacto entre ambos reinos. En el siglo XVI conoció su máximo esplendor.
Durante la Guerra de la Independencia, las tropas napoleónicas incendiaron la villa a causa de la férrea resistencia de sus habitantes. Ya en 1812, las Cortes de Cádiz le otorgaron el título de ciudad por su heroísmo.
Actualmente, Molina de Aragón está declarado Conjunto Histórico-Artístico. Además, se ha convertido en el punto de referencia del Geoparque de Molina-Alto Tajo, uno de los trece que existen en España. Con el patrocinio de la UNESCO, se trata de territorios de patrimonio geológico notable en los que han de realizarse especiales tareas de conservación, fomentando medidas como el geoturismo, que potencie de manera sostenible el desarrollo económico local.
NUESTRA VISITA.
Llegamos a Molina a última hora de la tarde procedentes de Ocentejo (Guadalajara), donde habíamos realizado la bonita ruta de senderismo del Hundido de Armallones, cuyo relato se puede leer en el enlace que figura al final de esta etapa.
Nos dirigimos directamente al que sería nuestro alojamiento esa noche, el Hotel San Francisco, de una estrella, situado en la Plaza de San Francisco, frente a la Iglesia del mismo nombre, una ubicación excelente para visitar el casco histórico a pie y al lado del Paseo de los Adarves, donde se encuentran buena parte de los bares y restaurantes de Molina. Nos costó 50 euros con desayuno incluido (bebida caliente, zumo de naranja no natural y tostadas de molde con mantequilla y mermelada o tomate). Al llegar, nos preguntaron qué vistas queríamos y yo elegí las que permitían divisar el castillo, aunque mi marido prefería las de la Plaza . Lo cierto es que ambas perspectivas eran muy atractivas, pese a que la plaza estaba en obras. Y, por cierto, que le van a sentar estupendamente a este hotel. Por lo demás, bastante bien, con una habitación sencilla pero cómoda. En definitiva, buena relación calidad/precio. Eso sí, no tiene ascensor
.Vistas desde la habitación.
Como era la hora de cenar, nos acercamos al Bar-Restaurante La Ribera y tomamos unas tapas en la terraza. Estuvo bien y el precio correcto. Después, ya de noche, dimos una vuelta por el casco antiguo, donde hice algunas fotos con iluminación nocturna. Pongo un resumen a continuación.
Por la mañana, cogimos el coche y fuimos hasta Corduente para hacer la ruta senderista que teníamos prevista y que, como he mencionado antes, comentaré en otra etapa. Después, regresamos a Molina para almorzar y hacer la visita que se nos había quedado pendiente. En esta ocasión, comimos en el Bar Restaurante “La Parrilla de Mami”, cuya terraza se encuentra al lado del restaurante de la noche anterior. Nos gustó bastante: un buen menú del día por 11 euros.
Acabada la comida, recorrimos Molina, tomando como referencia un mapa turístico que encontramos en un panel informativo, junto al Puente Viejo, y cuya fotografía inserto más abajo. También se pueden descargar folletos, planos e información muy completa por internet en la página web molina-aragon.com/turismo-2/
Empezamos nuestra visita en el Paseo de los Adarves, donde habíamos almorzado, donde enseguida llaman la atención los sillares de piedra de arenisca roja del Puente Viejo, construido sobre el río Gallo en los siglos XI y XII y restaurado posteriormente por el rey Felipe IV. A su lado, sobre las casas, vislumbramos también las torres del castillo.
Muy cerca, se encuentran el Palacio del Obispo, con escudo de armas del siglo XVIII, y el Convento de San Francisco, hoy convertido en museo y centro cultural, con portada neoclásica y el campanario con la llamativa Torre del Giraldo del siglo XVIII.
A lo largo del Paseo de los Adarves se suceden los palacios de los Arias, de los Garcés Mancilla y el del Virrey de Manila. La Oficina de Turismo se encuentra en el antiguo Colegio de los Escolapios, del siglo XVIII. Allí, giramos a la izquierda para meternos de lleno en las callejuelas medievales, entre las que destaca la Calle de las Tiendas.
A la derecha, subiendo unas escaleras, salimos junto a la Iglesia de San Felipe, del siglo XIX, con altar mayor de estilo barroco. Enfrente se encuentra el Palacio de los Molina, del siglo XVI, convertido actualmente en hospedería. Un poco más adelante está la Iglesia de Santa Clara, con portada románica e interior gótico con bóvedas de crucería.
Bajamos nuevamente hasta la calle de las Tiendas, presidida por la torre de la Iglesia de San Martín. Resultaba muy agradable pasear por aquellas calles estrechas y empedradas, localizando a cada paso la fachada de un antiguo palacio, una sugerente casona o algún que otro escudo de armas. Llegamos a la Plaza de San Pedro con su iglesia renacentista, frente a la cual una floristería ofrecía al aire libre una enorme colección de plantas y flores para su venta.
Un poco más adelante, llegamos a la Plaza de España, con el Ayuntamiento y el edificio anexo -utilizado hoy como salón de plenos- de la antigua Iglesia de Santa María del Conde, de origen románico, si bien su portada y su torre son del siglo XVI. Y una nueva callejuela nos condujo hasta la Iglesia de San Gil.
Girando a la derecha, nos encaminamos hacia la parte alta por una calle que por algo se llama la Calle de Arriba, adentrándonos en lo que en tiempos fue la Judería y el barrio de la Morería, donde aún se respira un sugerente aire medieval, sobre todo en la Plaza de la Puerta del Baño, que servía para controlar la entrada y salida de los judíos.
Salimos a orillas del río Gallo, cuyas aguas forman unas atractivas cascaditas, y seguimos dejando el río a nuestra derecha hasta que lo cruzamos por un pintoresco puente de reciente construcción. Desde allí, no tardamos en alcanzar el Puente Viejo, donde habíamos iniciado el recorrido.
FORTIFICACIONES.
Antes de acercarnos al Castillo, ya con el coche retrocedimos por la carretera CM-210 un kilómetro y medio hasta el Mirador de Molina de Aragón, desde donde se tienen unas espléndidas, aunque lejanas, vistas de la ciudad, la fortificación y todas las tierras de alrededor. La panorámica sirve sobre todo para hacerse una idea perfecta de la disposición de las torres de control y el enorme territorio que abarcaban.
Muy interesante me pareció el panel informativo, pues ofrece muchos detalles sobre el castillo y sus torres. Acompaño una foto y dos ampliaciones.
Como no es fácil de localizar, señalo la situación del mirador con una flecha azul en la siguiente captura de Google Maps.
Ya con el coche, fuimos hasta la Torre de Aragón, que se encuentra en la parte más alta de la colina en cuya ladera se asienta el castillo, pero fuera del recinto fortificado. Aparece en la parte superior izquierda de esta fotografía, que es un zoom de la tomada en el mirador.
Constituía la torre vigía y a ella se accede siguiendo por la carretera CM-210 (la de Calatayud) para girar luego a la izquierda, por una pista de tierra. No tiene pérdida, pues está perfectamente indicado. Cuenta con un centro de visitantes, que en aquel momento estaba cerrado al igual que la propia torre. Así que nos contentamos con contemplar las espléndidas vistas que se obtienen desde allí.
De nuevo en el coche, fuimos hasta la entrada del castillo, que cuenta con un aparcamiento al otro lado de la carretera, si bien para llegar a la puerta hay que caminar un trecho, pasando por el llamado Prao de los Judíos. Desafortunadamente, también estaba cerrado, pues las visitas en día laborable son guiadas y hay que concertarlas con antelación, y solamente se realizan si se reúne un grupo mínimo de diez personas. Al parecer, son medidas especiales por causa de la pandemia. Los fines de semana hay visita libre en horario de 11:30 a 13:45. Cuesta 3 euros.
Aunque no pudimos entrar en el recinto, mereció la pena subir hasta allí, sobre todo hay que llegar hasta mirador que se vislumbra a la derecha de uno de los grandes muros de piedra que queda a la izquierda, mirando de espaldas al castillo, donde hay varios paneles informativos. Desde ese punto se obtienen unas vistas inmejorables de Molina de Aragón, que quedaba a nuestros pies.
Además, pudimos contemplar los restos arqueológicos hallados recientemente de la antigua sinagoga y otros lugares habitados por los judíos, obligados a vivir extramuros.
Allí acabó nuestra excursión a Molina de Aragón, que nos dejó un buen sabor de boca, sobre todo englobándola en la escapada completa al Alto Tajo, para compeltar la cual nos dirigimos a continuación hacia Chequilla, con su peculiar ciudad encantada de piedra roja. Pero ese relato lo dejo para otra etapa, cuyo enlace tenéis más abajo.
Etapas relacionadas con Molina de Aragón y el Parque Natural del Alto Tajo:
- Recorriendo la provincia de Guadalajara: Atienza y Chequilla.
- SALTO DE POVEDA Y LAGUNA DE TARAVILLA (GUADALAJARA). LA BELLEZA DEL ALTO TAJO.
- ALTO TAJO: HUNDIDO DE ARMALLONES, OCENTEJO (GUADALAJARA)