Este viaje lo hicimos durante el verano del año pasado, tras el confinamiento por la pandemia. Por cierto que estuvimos a punto de tener que cancelarlo por los repuntes de contagios que surgieron tras la desescalada podían terminar en cierre perimetral de la provincia. De hecho, anulamos las reservas del Valle de Arán, pero el hostal de Erill la Vall nos penalizaba con 70 euros por la cancelación excepto si se consumaba el cierre; además, nos animaron a continuar con el plan, ya que siendo localidades muy pequeñitas y en plena montaña, insistían en que el riesgo era bastante bajo. Al final, nos decidimos. Y salió bien.
En esta etapa voy a referirme a nuestras visitas a los pueblos y sus iglesias románicas. Las rutas de senderismo que realizamos durante las mismas fechas en el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici las he relatado en otras etapas, cuyo enlace pongo al final de este relato para quienes estén interesados en conocer caminando algunos de sus fantásticos paisajes.
UBICACIÓN DE LA VALL DE BOÍ EN EL MAPA PENINSULAR.
La Vall de Boí (Valle de Bohí en castellano) también se denomina Valle del Noguera de Tor, que es el principal afluente del Noguera Ribagorzana y que cuenta con tres afluentes por su margen derecha, el Sant Nicolau (San Nicolás), el Sant Martí (San Martín) y el Durro. Se trata de un conjunto de valles y sierras que se encuentran al noroeste de la comarca de la Alta Ribagorzana, constituyendo su municipio más extenso y cuya altitud media sobre el nivel del mar alcanza los 1.111 metros.
Su remota ubicación hizo que durante siglos las pequeñas poblaciones de la zona, aparte de estar muy diseminadas, se mantuvieran casi aisladas de territorios vecinos, con lo cual conservaron prácticamente intactos su arquitectura, forma de vida y costumbres. No obstante, en los últimos tiempos el turismo ha cambiado esta disyuntiva, de forma que, si bien algunos núcleos de población quedaron prácticamente abandonados, otros han experimentado un incremento de habitantes, favorecido por los empleos propiciados por un creciente número de visitantes, atraídos especialmente por actividades de naturaleza, deportivas y culturales.
Uno de los principales reclamos turísticos de la zona es su fascinante conjunto de Iglesias románicas, que forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde noviembre de 2000, y cuya excepcional se debe a la concentración en un espacio reducido de un elevado número de iglesias de un mismo estilo arquitectónico, pues fueron construidas en los siglos XI y XII tomando como modelo el románico lombardo. Además, su aislamiento ha contribuido a que el paso del tiempo no haya alterado significativamente su concepto inicial.
Las iglesias son ocho: Sant Climent de Taüll, Santa María de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulalia d’Erill Lavall, Sant Feliu de Barruera, La Nativitat de Durro, Santa María de Cardet y L’Assumpcio de Cóll, a las que hay que sumar la Ermita de Sant Quirc de Durro.
Antes de visitarlas, conviene pasarse por la siguiente página web para conocer los horarios, precios y demás condiciones de visita, pues varían de unas épocas del año a otras y también pueden verse afectadas a causa de las restricciones impuestas por la pandemia: www.centreromanic.com/ ...-y-tarifas
En esta página también se puede encontrar mucha información sobre la historia de la zona y las propias iglesias. De hecho, la he utilizado para extraer algunas notas a la hora de escribir este relato.
Precisamente la visita de estas iglesias fue uno de los motivos principales de que recalásemos allí. Sin embargo, a estar inmersos en un momento muy complicado por el tema de la COVID, nos encontramos con unas circunstancias especiales que condicionaban mucho las visitas, ya que era obligatorio hacer reservas pagadas por internet para cada una de las iglesias, sin que se pudieran alterar los horarios previamente establecidos, lo que en ocasiones nos complicó bastante la tarea, ya que hubo momentos en que nos encontrábamos delante de una iglesia que estaba vacía, a la que no podíamos entrar porque teníamos turno veinte minutos más tarde. Además, todos los campanarios permanecían cerrados. Parece que este año han mejorado las cosas, pues se realiza venta de entradas en taquilla, hay bonos para visitar varias iglesias con el consiguiente ahorro y se puede subir a algunos campanarios. Otra cuestión de interés es que pude hacer fotos sin flash dentro de todas las iglesias.
Las iglesias por fuera tienen tanto encanto y están situadas en unos entornos tan bonitos que tampoco supone un drama no visitar todas las iglesias por dentro, ya que puede ser que no nos coincidan los horarios o los días de apertura. Así que, aunque no se tenga intención de entrar en alguna, merece mucho la pena darse un paseíto en el coche para contemplar los exteriores del conjunto. Además, el recorrido completo solo supone 25 kilómetros, con algo menos de 40 minutos de viaje, si bien el tiempo que se necesita para esta excursión es bastante mayor, sobre todo si se desea disfrutar de los pueblecitos y las vistas, y entrar a los templos. Así aparecen las ocho iglesias en una captura de Google Maps con el itinerario entre todas ellas, vertebrado por la carretera L-500.
Durante nuestra breve escapada, nos alojamos dos noches en el Hostal la Plaça, junto a la iglesia románica de Erill La Vall. La habitación que nos asignaron, muy grande, daba directamente al campanario. Estuvimos bastante a gusto y sobre todo disfrutamos de su magnífico restaurante, que cuenta con una estupenda terraza con preciosas vistas. Muy recomendable.
Llegamos directamente desde Madrid, un trayecto que supone unos 555 kilómetros y algo más de seis horas en el coche, paradas aparte. Como referencia, decir que la distancia a Barcelona es de unos 300 kilómetros, con 3 horas y cuarenta y cinco minutos de viaje en coche, aproximadamente.
ERILL LA VALL.
Aparecimos en el Hostal La Plaça sobre las siete y media de la tarde, con lo cual, después de descansar unos minutos en la habitación, solo nos dio tiempo a caminar un ratito por el pueblo, que es muy pequeño, pero que se encuentra situado en un entorno extraordinario, con unas panorámicas estupendas. Resulta especialmente bonita la vista de Boí, que se encuentra justo enfrente, a poco más de dos kilómetros por la carretera (4 minutos en el coche). Lástima que primero el sol de frente y luego la escasa claridad dejaran las fotos muy oscuras.
El pueblo es peatonal salvo para residentes, pero hay un aparcamiento grande a la entrada. Y el hostal dispone de parking gratuito para los clientes.
Erill la Vall desde Boí.
Pese a que ya había muy poca luz, el paseo por Erill La Vall resultó entretenido y pudimos fotografiar su iglesia desde varias perspectivas, incluyendo la estupenda vista del campanario que teníamos desde la habitación.
Después de cenar estupendamente en la terraza del restaurante del Hostal, por la noche volvimos a salir e hicimos más fotos con la iglesia iluminada.
Cuando nos levantamos, brillaba el sol, con lo cual la mañana se presentaba espléndida, incluso algo calurosa. Desde la ventana de la habitación, estábamos tan cerca del campanario de la Iglesia de Santa Eulalia que casi la podíamos tocar con la punta de los dedos.
Después de desayunar, comenzamos nuestro recorrido y la luz del día pudimos distinguir mucho mejor los bellos paisajes que nos rodeaban. Erill la Vall se ubica en la falda del monte Erill, a 1.246 metros de altitud y cuenta con una población que no alcanza los 100 habitantes.
En esta pequeña localidad se encuentra el Centro de Interpretación del Románico de la Vall de Boí. Se puede recorrer por libre y también mediante visitas guiadas en castellano y catalán. Cuesta tres euros. Sin embargo, su mayor punto de atracción es la Iglesia de Santa Eulalia, de planta cuadrada y que cuenta con un precioso campanario, sin duda el más bonito de todas las iglesias románicas del Valle con sus seis pisos de altura. Como todas ellas, su existencia está ligada al obispado de Urgel y fue construida en el primer tercio del siglo XII.
En su interior hay una copia del Descendimiento de la Cruz del taller d’Erill. Los originales se encuentran repartidos entre los Museos Nacional de Arte de Cataluña y el Episcopal de Vic. El interior lo recorrí por mi cuenta, utilizando los paneles informativos. Había un estricto control de aforo en el interior. Creo que todavía se sigue sin poder subir al campanario. Me pareció más bonita por fuera que por dentro.
BOÍ.
Apenas a dos kilómetros de Erill La Vall, justo enfrente, al otro lado de la carretera L-500, Boí, con una población de poco más de 200 habitantes, se encuentra a la entrada del Valle de San Martín, a una altitud de 1.220 metros sobre el nivel del mar. En los últimos tiempos se ha convertido en un centro de servicios para el turismo que visita la zona y, por ejemplo, allí tienen su base los taxis que acercan a los senderistas hasta el cercano Parque Nacional de Aigüestores y Lago de San Mauricio para realizar determinadas rutas. Otra fuente de ingresos es la estación de esquí de Boí-Taüll. Tiene un gran parking con bonitas vistas hacia Erill La Vall.
Aunque también abundan las viviendas modernas, conserva un casco antiguo muy bonito y de gran valor histórico, en el que destacan sus calles medievales, los pequeños pasadizos y las casas de piedra con grandes chimeneas
.Por lo que al románico se refiere, aquí se encuentra la Iglesia de San Joan de Boí, que es la que conserva más elementos arquitectónicos de los primeros momentos de construcción en la Vall, correspondientes al siglo XI y en su última restauración se trató de proporcionarle un aspecto similar al que tendría en el siglo XII.
Contaba con un hermoso conjunto de pinturas murales, cuyos originales se encuentran en la actualidad en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, adonde fueron trasladados para su conservación a principios del siglo XX, al igual que las de otras iglesias de la Vall. Éste es un asunto polémico en el que no voy a entrar pese a tener mi propia opinión. Simplemente decir que los fragmentos que podemos ver en el interior son, en su mayor parte, copias. En cualquier caso, me gustó la iglesia y su interior. Creo que merece la pena el pequeño desembolso.
TAÜLL.
Se encuentra pasado Boí, a 1.500 metros de altitud sobre el nivel del mar y cuenta con cerca de 280 habitantes. Almorzamos allí uno de los días, muy bien por cierto, pero, después de casi un año, ni mirando el mapa soy capaz de recordar en qué restaurante exactamente. Lo siento, pues me hubiera gustado recomendarlo tanto por la comida como por la amabilidad del dueño.
El Valle desde Taüll
En Taüll hay dos iglesias románicas. La Iglesia de Santa María de Taüll está situada en el centro del pueblo, constituyendo la única que parece propiciar el establecimiento de población a su alrededor, ya que las demás se encuentra más aisladas. Consagrada en 1123, al igual que sucedió en las demás iglesias, las pinturas murales interiores fueron arrancadas y trasladadas a Barcelona a principios de los años veinte del pasado siglo. Estaba cerrada, así que no pude entrar a verla.
Construida sobre un templo del siglo XI, la Iglesia de Sant Climent de Taüll se consagró en 1123, solo un día antes de la de Santa María, lo que da una idea del poder y los recursos con que contaban en la época los señores de Erill. Su planta es la típica de una iglesia románica basilical, con tres naves separadas por columnas, cabecera con tres ábsides y un elegante campanario. El exterior me pareció muy bonito y fotogénico.
En cuanto al interior, es uno de los que más merece la pena, ya que ponen una interesante proyección de cómo se supone que era el templo en el siglo XII con sus pinturas en el ábside central, incluyendo su Cristo en Majestad, actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, que se ha convertido en el emblema del románico catalán.También se pueden contemplar fragmentos de pintura románica encontrados recientemente y que, por tanto, permanecen en su sitio. Igualmente se conservan tres tallas románicas. Durante la proyección, tuvimos que estar sin movernos sobre unos círculos pintados en el suelo para mantener las distancias por la pandemia.
Es la iglesia con la entrada individual más cara (5 euros), pero merece la pena. Por cierto que, estando en la fila para entrar en nuestro pase correspondiente, empezó una tormenta tremenda y caían chuzos de punta. Menos mal que los vigilantes se apiadaron de los que estábamos esperando y nos dejaron refugiarnos dentro del templo tres minutos antes de la hora.
BARRUERA.
Cabecera del municipio de la Vall de Boí, esta localidad de más de 600 habitantes, se encuentra a 1.095 metros de altitud, al borde de la carretera L-500. La Iglesia de Sant Feliu de Barruera se encuentra en un entorno muy bonito, en un parque, junto al río Noguera de Tor. Aparte de ver la iglesia, es un buen lugar para dar un paseo.
Esta iglesia, de una sola nave con bóveda de cañón, conserva elementos de las dos fases constructivas de las iglesias de la Vall, las de los siglos XI y XII. Me gustó por fuera. No pude visitar el interior porque no me coincidió el horario. Por cierto, menuda calorina cuando paramos. ¡Cómo pegaba el sol!
CARDET.
La pequeña Iglesia de Santa María de Cardet está situada en un terreno inclinado, que se aprovechó para construir una cripta, la única de todo el conjunto. Cuenta con una sola nave, tiene un fantástico ábside y un campanario de espadaña, a diferencia del resto.
No estaba abierta, así que tampoco pude entrar, si bien mereció la pena ver el exterior, con un entorno muy bonito, hasta un poco salvaje. Había un sendero para caminar por detrás, pero estaba cubierto de maleza, incluso el ábside aparecía casi engullido por la vegetación, entre la que se adivinaban las aguas verdes del Embalse de Cardet. Iba con sandalias, así que preferí dejarlo para no pincharme los pies.
DURRO.
Dejando aparte las iglesias, vale la pena pasar las curvas que llevan hasta este pueblecito. Por su situación en la ladera de la Sierra de Corruco, a más de 1.300 metros de altitud, ofrece unos panoramas fantásticos. Tiene poco más de 80 habitantes y un caserío de arquitectura tradicional con tejados de pizarra. Como el resto de los núcleos urbanos de la zona, perteneció a los Condes de Erill y se conoce su existencia documentada desde mediados del siglo XI. Celebra unas peculiares fiestas, llamadas fallas, con el fuego como elemento purificador y en las que los hombres dan las gracias por las buenas cosechas.
Durro desde las inmediaciones de la Ermita de Sant Quirc.
En esta población hay dos templos románicos, siendo el principal la Iglesia de la Natividad de la Madre de Dios, con las mismas características que las demás, pero de mayores dimensiones. Se remodeló en los siglos XVI y XVIII, que aportaron dos capillas góticas y una sacristía barroca. Tengo fotos del pueblo, pero no de la iglesia. No sé dónde habrán ido a parar. Se me debieron borrar
Sin embargo, no hay que olvidarse de seguir la carretera una vez que se acabe el pueblo, pues nos conducirá ladera arriba hasta la Ermita de Sant Quirc de Durro, que se encuentra a 1.500 metros de altitud. Poco antes de llegar, hay unas vistas estupendas de Durro. No hay mucho sitio para detenerse en la carretera, así que es mejor seguir con el coche hasta el aparcamiento de la Ermita y volver caminando, ya que son unos pocos metros. Y de paso conseguiremos una sugerente perspectiva de la Ermita.
El pequeño edificio, del siglo XII, transmite un gran encanto e invita a fotografiarlo por todos los lados. Además, el marco natural en que se encuentra es una maravilla, con unas vistas preciosas de todo el Valle. Según he leído, su emplazamiento tenía que ver con la demarcación del espacio que trabajaba la comunidad y con la tradición pagana de las fallas. Estaba cerrado y no pude entrar.
Mirador de Sant Quirc.
En cualquier caso, merece mucho la pena ir a ver tanto el exterior como, sobre todo, el espectacular panorama que se contempla desde el Mirador de Sant Quirc, que se encuentra en las inmediaciones, con panel informtivo incluido. Aquella tarde el cielo estaba oscuro, presagiando una inminente tormenta, lo que afectaba un poco a la luz, pero sin mermar nada la impactante belleza del lugar. Todo el valle es muy bonito, pero si me dieran a elegir, seguramente me quedaría con este rincón.
Hasta aquí el relato de nuestro recorrido por el Vall de Boí del año pasado. No lo he contado de forma cronológica, como suelo hacerlo, porque en medio hicimos varias rutas senderistas y, además, debido a los especiales horarios de las iglesias por la pandemia tuvimos que ir y volver a cada sitio más de lo que nos hubiera gustado. En cualquier caso, nos gustó mucho todo el conjunto, paisaje incluido. El detalle de lo que, más o menos, recorrimos aparece en esta captura de Google Maps:
* Espero no haberme equivocado (demasiado) a la hora de escribir los nombres de los lugares.
Rutas senderistas por los alrededores:
RUTAS P.N. AIGÜESTORTES Y LAGO SAN MAURICIO, ACCESO BOHÍ (LLEIDA).