Por la mañana aprovechamos para recorrer las calles más pintorescas de Getsemaní luego de desayunar, nos encantaron todas las calles, tienen decoraciones bastante originales, con banderas, paraguas, murales, graffitis, un espectáculo de arte y colores.


Preguntamos a los chicos del Hostel como ir a Barú y nos recomendaron ir caminando hasta el monumento de la India Catalina, cruzando la calle justo en esa esquina para el bus, no sabíamos cómo lo identificaríamos porque paran miles en el mismo sitio, pero el cobrador es un personaje peculiar, viene gritando desde lejos Pasacaballos que es el destino a donde teníamos que ir y lo repite en todas y cada una de las paradas, haciéndose un poco cansino escucharlo, subes, te sientas y luego pasan a cobrar por los asientos, cuesta 2700 cop y dura una hora y media más o menos, es bastante incómodo el bus pero es la forma más barata de llegar, por eso la escogimos. Le pides al conductor que te deje donde salen las motos para Playa Blanca (Barú), y ahí empiezan a "acosarte" un montón de motos queriendo convencerte de que los elijas a ellos, yo me hubiera subido a cualquiera, pero a mi amiga le daba miedo que fuéramos en dos motos separadas y cogimos una moto taxi, cuestan lo mismo, cada moto 10.000 o la mototaxi para dos 20.000, el problema de la mototaxi es que va muy lento y tardamos el doble de tiempo en llegar, el camino tiene algunas partes con muchos baches, pero la mayor parte está bien, la moto se le quedaba sin fuerza y pensamos que no llegábamos, por suerte ya con pocas esperanzas llegó a destino y nos dejó su número para que lo llamáramos a la vuelta.

Una vez en Barú caminas por un camino de tierra y llegas a la costa, desde el primer momento se ve una playa hermosa con el agua super transparente y llena de cabañas y bares muy rústicos. Lo que nos chocó un poco es que está demasiado edificada y al ras del mar, en algunas partes apenas queda espacio para caminar lo que le quita un poco el encanto.
Nosotros teníamos reservada la cabaña en playa Tortuga, así que caminamos como un kilómetro por la costa y ya nos íbamos quedando con sitios para comer y eso.
Llegamos a la cabaña, dejamos las mochilas y nos fuimos a comer, había un tipo chiringuito cerca de donde nos quedábamos donde comimos dos hamburguesas con papas y bebida por 25.000 cop, muy barato y pegado al mar.

Luego nos dimos el primer baño en la isla y cada vez nos iba enamorando más su belleza y sencillez. En nuestro alojamiento tenían reposeras con sombrillas de paja disponibles para los clientes, y aprovechamos para relajarnos ahí hasta el atardecer, en esa zona el agua estaba aún más limpia y transparente, pero habían corales y era complicado para entrar y salir. Soy muy fan de los atardeceres y este fue de los más increíbles que vi!

En la isla no hay electricidad por el día, solo a partir de las 6 de la tarde , también controlan el agua y creo que solo hay agua caliente por la noche, así que nos bañamos y salimos a cenar y tomar algo, nos pedimos una salchipapa y unas cervezas y pagamos muy poco también, como en el almuerzo más o menos. No había mucho ambiente nocturno la verdad, estuvimos hablando un rato con los chicos del bar y nos fuimos a dormir.
Las cabañas son llamativas porque están a menos de 10 metros de la playa y con vistas muy bonitas, pero las paredes no llegan al techo y queda un hueco que para los que tenemos miedo de los bichos es un problema, en resumen yo no pude pegar un ojo, pero solo por ese atardecer vale la pena quedarse en la isla.